El Director General de la OMPI habla sobre el futuro del derecho de autor
Ginebra,
25 de febrero de 2011
PR/2011/679
El Director General de la OMPI, Sr. Francis Gurry, dijo hoy que el derecho de autor debe evolucionar para adecuarse a la realidad tecnológica actual, o de lo contrario perderá relevancia. Haciendo uso de la palabra en una conferencia en la Facultad de Derecho de la University of Technology de Queensland (Australia) sobre el futuro del derecho de autor, el Sr. Gurry afirmó que no hay una única respuesta mágica a la pregunta de cómo hacer frente a los desafíos que se plantean al derecho de autor en la era digital, sino que hay que atacar el problema desde varios frentes, a saber, “el derecho, la infraestructura, el cambio cultural, la colaboración institucional y mejores modelos operativos.”
El Sr. Gurry dijo que la pregunta clave respecto de la evolución de la normativa de derecho de autor es cómo mantener el equilibrio entre la disponibilidad de obras culturales a precios razonables, por un lado, velando por que los creadores y los artistas puedan llevar una existencia económica digna, por otro. La tecnología digital está presionando mucho sobre ese equilibrio. “En lugar de oponer resistencia, tenemos que aceptar la inevitabilidad del cambio y buscar con inteligencia la forma de abordarlo”, dijo, añadiendo que “en todo caso, no tenemos otra opción: o bien el sistema del derecho de autor se adapta a la ventaja natural que se le presenta, o bien desaparece.”
El Director General declaró que son tres los principios que deben regir la evolución de la normativa del derecho de autor. El primero consiste en “ser neutral ante la tecnología y los modelos operativos que han surgido para adaptarse a ella”. Dijo que el objetivo del derecho de autor no es influir sobre las posibilidades técnicas de la expresión creativa o sobre los modelos operativos que surgen de esas posibilidades técnicas, ni preservar modelos operativos creados por tecnologías obsoletas. “Su objetivo es … servir a todas y cada una de las técnicas de producción y distribución de obras culturales y extraer valor de los intercambios que esas técnicas hacen posible para que llegue a los creadores y artistas así como a los socios comerciales que han contratado para facilitar el intercambio cultural mediante la utilización de la tecnología. El derecho de autor debe ser un acicate para el dinamismo cultural, en lugar de salvaguardar intereses creados.”
El segundo principio, añadió, es “exhaustividad y coherencia en la respuesta normativa”. El Sr. Gurry reconoció que la legislación es un medio limitado a la hora de ofrecer una respuesta exhaustiva y señaló que “la infraestructura es un aspecto de la solución tan importante como la legislación.” A ese respecto, dijo que las sociedades de gestión colectiva “tienen que ser diferentes y adaptarse” puesto que su infraestructura está pasada de moda y “representan un mundo de territorios separados en el que los titulares de derechos empleaban diferentes medios para expresar su creatividad, a diferencia del mundo plurijurisdiccional de Internet en el que la expresión cobra existencia gracias a la tecnología digital”.
“Necesitamos una infraestructura global que permita la concesión mundial de licencias de explotación de las obras culturales, de forma simple y legal en Internet, que sea tan fácil como la obtención ilegal de esas obras en Internet”, afirmó el Sr. Gurry.
A ese respecto, dijo que “un registro internacional de la música – o sea, una base de datos mundial con todos los repertorios – sería un paso valioso y necesario hacia el establecimiento de la infraestructura de concesión mundial de licencias. Además, para que ese emprendimiento sea exitoso, la futura infraestructura mundial debe funcionar con las sociedades de recaudación existentes en lugar de sustituirse a ellas.”
La cultura de Internet también debe ser tenida en cuenta. En referencia a las elevadas tasas de descarga ilegal, el Sr. Gurry dijo que “para cambiar una forma de proceder, estoy convencido de que debemos reformular la pregunta que la gente se hace acerca del derecho de autor e Internet. La gente no reacciona bien si se los tacha de piratas. A mi entender, sí reaccionan bien si se les plantea el desafío de compartir la responsabilidad de conformar una política cultural. Deberíamos hacer menos referencia a la piratería y hablar, en cambio, del peligro que se plantea a la viabilidad financiera de la cultura en el siglo XXI, puesto que eso es lo que sí corre peligro si no logramos formular una política eficaz y equilibrada en materia de derecho de autor.
El tercer principio que debe regir la evolución de la normativa del derecho de autor es la necesidad de que el derecho de autor sea más simple. El Sr. Gurry dijo que “el derecho de autor es complicado y complejo pues refleja las sucesivas olas de desarrollo tecnológico que han afectado tanto los medios usados para la expresión creativa, desde la imprenta a la tecnología digital, como la forma con que se han adaptado los socios comerciales a esos medios diferentes”, añadiendo que “corremos el riesgo de perder el apoyo del público si no logramos que este comprenda mejor el sistema.”
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