Investigación sanitaria en África : Compartir recursos de propiedad intelectual para ofrecer resultados
Por Aimable Twahirwa
En septiembre de 2004, la OMPI anunció el lanzamiento de un innovador proyecto interdisciplinario en seis países de la Comunidad Económica y Monetaria de África Central (CEMAC) y en Colombia. El proyecto tiene por objeto desarrollar un modelo sostenible para ayudar a las instituciones de investigación sanitaria en los países en desarrollo a proteger y comercializar los resultados de sus investigaciones. Tres años después, el periodista científico ruandés Aimable Twahirwa1 habló ante algunos científicos que coordinaban el proyecto en el Camerún y el Gabón. Presentó este artículo a la Revista de la OMPI.
“El movimiento surgió al observar que las instituciones sanitarias de la mayoría de los países subsaharianos no tenían en cuenta –o apenas– la propiedad intelectual en sus actividades de investigación científica”, indicó el Dr. Alphonse Emadak, Jefe del Departamento de Química Inorgánica de la Universidad de Yaundé (Camerún).
El Dr. Emadak explicó que por no servirse del sistema de propiedad intelectual, los investigadores de los países en desarrollo no eran titulares de los resultados de sus investigaciones, y por lo tanto no se beneficiaban de su explotación comercial. Añadió que los resultados de gran calidad de las instituciones de investigación africanas se desviaban a los países desarrollados, de manera que dichas instituciones no recibían a cambio ninguna aportación científica sobre los trabajos ni se beneficiaban de los ingresos generados.
Para sobrevivir, las instituciones de investigación tenían que adaptarse al nuevo entorno, que el Dr. Emadak describía como liberalización a escala nacional, y mundialización a escala internacional.
Redes y centros
El proyecto de la OMPI, financiado por la Red Universitaria Internacional de Ginebra (GIAN, por sus siglas en inglés) y otras organizaciones, elaboró un modelo dirigido a colmar la falta de capacidades relacionadas con la propiedad intelectual en estos países. Se basaba en la creación de redes de instituciones de I+D respaldadas por “centros” compartidos de servicios de propiedad intelectual. Al poner en común estos recursos y usar economías de escala, los costos podían mantenerse razonables.
Gracias a esta iniciativa, 22 instituciones de investigación sanitaria del Camerún, el Chad, el Gabón, la Guinea Ecuatorial y la República Democrática del Congo establecieron una serie de políticas en común para compartir servicios de propiedad intelectual y convertirse en una red de I+D. Asimismo, un proyecto paraledo comenzó a funcionar en Colombia.
“A través de esta red de I+D, las instituciones de África Central que participaban en esta iniciativa compartían recursos para tramitar solicitudes de patentes y comercializar los resultados de sus investigaciones”, explicó el Dr. Emadak.
El proyecto se compone de cuatro fases principales. Comenzó con evaluaciones de la situación y las necesidades de las instituciones participantes. En la segunda fase, la OMPI elaboró e impartió formación al personal clave de las instituciones, que abarcaba la redacción de solicitudes de patente; la transferencia de tecnología y la tramitación de licencias; y la gestión y comercialización de la investigación sanitaria. En la tercera fase, las redes y centros de propiedad intelectual empezaron a funcionar. La cuarta etapa consistirá en una evaluación del proyecto y la elaboración de una estrategia para garantizar la sostenibilidad del mismo.
Sin embargo, no todo fue un camino de rosas. El Dr. Mesmin Ndong Biyo’o, investigador del Laboratorio de organismos modificados genéticamente del Instituto de Investigaciones en Agronomía y Silvicultura (IRAF-CENAREST) de Libreville (Gabón), es uno de los tres responsables del centro, junto con el Dr. Emadak. El Dr. Biyo’o indicó que, en los diez meses que el centro lleva funcionando, no ha resultado fácil convencer a otros investigadores de países de África Central de la importancia de proteger los resultados de sus investigaciones. Muchos investigadores no habían oído hablar de la propiedad intelectual cuando se lanzó el proyecto, y para la mayoría de ellos el éxito no se mide en patentes, sino en el número de trabajos científicos que se publican. Según explicó el Dr. Biyo’o, el proyecto se centra ahora en animar a los investigadores a que protejan los resultados de sus estudios antes de publicarlos.
A pesar de las dificultades encontradas, el centro, conocido como SECOVIPI (Service commun virtuel en propriété intellectuelle – Servicio común virtual de propiedad intelectual) lleva funcionando desde enero. Entre los servicios que ofrece, se encuentra el asesoramiento sobre qué resultados pueden patentarse, asistencia para redactar y presentar solicitudes de patente, y consejos sobre cómo negociar acuerdos de licencia y cómo usar la propiedad intelectual para comercializar los resultados de las investigaciones. La OMPI explica que la gama de servicios que se tiene la intención de proporcionar comprende también el apoyo para crear asociaciones entre los sectores público y privado; la comercialización de la red de I+D y sus activos de propiedad intelectual; y la negociación de financiación.
El Gabón presenta sus primeras solicitudes de patente
Ya se han obtenido los primeros frutos. En julio de este año, el Instituto de Farmacología y Medicina Tradicional (IPHAMETRA) del Gabón se sirvió del centro de propiedad intelectual para presentar solicitudes de patente sobre extractos y compuestos derivados de verduras como la cebolla, el pimiento y el tomate para combatir el cáncer. Está previsto que otros institutos de la región soliciten próximamente el registro de cuatro patentes más.
Por ejemplo, varios investigadores del Camerún están probando un ungüento a base de extractos de la corteza de una planta local, que se conoce en la medicina tradicional del país porque cura las quemaduras con mucha rapidez. Asimismo, están desarrollando un producto que puede aplicarse sobre la piel como antiséptico o ingerirse para curar heridas estomacales.
El Dr. Biyo’o está convencido de que éste es el camino que deben seguir los institutos de investigación africanos para progresar. Afirmó que “el uso de los productos de las investigaciones con el valor añadido de la propiedad intelectual es la única forma de garantizar (…) que el sector contribuya realmente al desarrollo de los países africanos”.
El Dr. Emadak se muestra de acuerdo: “Es alentador ver que los investigadores del Camerún y las instituciones de otros países en desarrollo pueden acceder a su derecho a proteger y explotar los resultados de su trabajo, y a ser titulares de los mismos, mediante el sistema de propiedad intelectual”.
Aún queda mucho trabajo por hacer. El Dr. Emadak señala que el centro de propiedad intelectual todavía tiene que ofrecer la gama completa de servicios a la región CEMAC en su totalidad, en especial en lo relativo a la concesión de licencias y la comercialización. “Esperamos conseguirlo si se amplia el proyecto”, indicó.
Mientras tanto, las necesidades siguen siendo acuciantes. Hay millones de personas en los países en desarrollo que siguen padeciendo malaria, tuberculosis, enfermedad del sueño, anemia falciforme, Ébola y otras enfermedades tropicales. Las terapias a precios asequibles basadas en la investigación de las instituciones de países en desarrollo no llegan a todas las personas que las necesitan. La gestión, la comercialización, los aspectos económicos, la legislación y las políticas en materia de investigación sanitaria son elementos indispensables para crear modelos viables y sostenibles.
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1. Aimable Twahirwa participa también en el programa de asesoramiento entre colegas de la Federación Mundial de Periodistas Científicos.
El desafío de la titularidad y la explotación de los resultados de investigación |
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El desafío de la titularidad y la explotación de los resultados de investigación viene dado por tres factores relacionados entre sí:
Por estas razones, estas instituciones de investigación sanitaria tienen una capacidad limitada para explotar comercialmente sus resultados; la inversión en I+D genera pocos ingresos; y los gobiernos pueden desanimarse y dejar de invertir en investigación para resolver problemas de salud urgentes. No sería realista sugerir que una universidad puede generar un flujo de ingresos a partir de su propiedad intelectual suficiente para financiar sus programas de investigación de forma sostenible –ni que esto podría sustituir a una financiación pública adecuada. Sin embargo, el modelo de redes y centros OMPI-GIAN aborda directamente algunos de los elementos clave del desafío de la titularidad y la explotación de los resultados de investigación. Este sistema refuerza la capacidad de las instituciones de investigación de los países en desarrollo de beneficiarse del entorno mundial, y les permite crear marcos jurídicos justos con instituciones de países industrializados. Desde el lanzamiento del proyecto de la OMPI en África Central y Colombia, más de 1.600 científicos y directores de departamentos universitarios han participado en talleres introductorios sobre propiedad intelectual; más de 130 científicos, abogados y directores de instituciones de investigación han recibido formación práctica en este ámbito; se han presentado tres solicitudes de patente y se están redactando otras seis. En breve, la OMPI publicará un estudio de evaluación completo sobre el proyecto. |
El propósito de OMPI Revista es fomentar los conocimientos del público respecto de la propiedad intelectual y la labor que realiza la OMPI, y no constituye un documento oficial de la Organización. Las denominaciones empleadas en esta publicación y la forma en que aparecen presentados los datos que contiene no entrañan, de parte de la OMPI, juicio alguno sobre la condición jurídica de ninguno de los países, territorios o zonas citados o de sus autoridades, ni respecto de la delimitación de sus fronteras o límites. La presente publicación no refleja el punto de vista de los Estados miembros ni el de la Secretaría de la OMPI. Cualquier mención de empresas o productos concretos no implica en ningún caso que la OMPI los apruebe o recomiende con respecto a otros de naturaleza similar que no se mencionen.