Eco-Patent Commons: Compartir puede ser la solución
By Jo Bowman
Aunque parezca contrario al sentido común, algunas grandes empresas están tratando de probar sus méritos “verdes” compartiendo con sus competidores innovaciones inocuas para el medio ambiente. El periodista Jo Bowman examina detenidamente Eco-Patent Commons, que se menciona en el artículo de Antony Taubman: “Compartir tecnología en pro del interés general”, publicado en el número especial de la Revista de la OMPI Nº 2/2009 (abril).
Parece inverosímil que las máquinas de coser, que tienen más de cien años de existencia, puedan llegar a ser fuente de inspiración para la industria “verde” moderna. Sin embargo, un plan similar de consorcio de patentes al que se utilizó para liberar la industria de máquinas de coser en los años 1850 se utiliza actualmente para hacer que la industria sea más limpia.
La iniciativa Eco-Patent Commons, lanzada por algunas de las empresas más grandes del mundo – IBM, Nokia, Sony y Pitney Bowes – es un medio de compartir conocimientos en beneficio mutuo y de la sociedad en general. La idea es aportar al consorcio patentes que tengan ventajas medioambientales para otros fabricantes y que estén a disposición gratuitamente de otros contribuyentes – así como de empresas y personas que no pertenezcan al consorcio. Por ejemplo, las tecnologías relacionadas con la conservación de energía, la prevención de la contaminación, la reutilización o la conservación del agua tendrían así una aplicación más amplia.
El fondo común, administrado por el Consejo Empresarial Mundial de Desarrollo Sostenible (WBCSD), tiene su origen en una idea de IBM, la empresa que posee el mayor número de patentes en el mundo.
Es necesario cambiar de dirección
Wayne Balta, Vicepresidente de Asuntos ambientales y seguridad de los productos en IBM, explica que, en el marco de un proyecto de estudio de la empresa sobre energía e innovación de un año de duración, se llegó a la conclusión de que muchas empresas poseen activos de propiedad intelectual que quizás ni saben que tienen, y que ciertamente nadie fuera de la empresa puede saber que existen. Gran parte de esta tecnología podría ser utilizada no sólo por otras empresas sino como una herramienta para fomentar la innovación. IBM se puso en contacto con el WBCSD para exponerle esta idea, así como con otras empresas seleccionadas por tener un programa en materia de medio ambiente y un espíritu abierto al sistema de propiedad intelectual. Así fue como, en enero de 2008, el fondo común se hizo realidad con el aporte de 31 patentes.
El Sr. Balta dice que, aunque parece estar en total contradicción con el espíritu de competencia de las empresas, el hecho de regalar al fondo común la tecnología en cuyo desarrollo han invertido dinero no es precisamente un acto de caridad. “Es una de esas cosas que, por ser totalmente diferentes, uno no sabe, a ciencia cierta, si la empresa podrá obtener un beneficio específico que pueda cuantificarse”.
Según el Sr. Balta: “Es posible continuar siendo propietarios de las patentes y haciendo negocios como siempre. Ahora bien, también podemos examinar nuestra cartera de patentes y seleccionar algunas que no habremos de aprovechar al máximo mediante su explotación tradicional. (…) Si hacemos pública la existencia de esas patentes, puede ser que otras personas vengan con ideas que a nadie se le habían ocurrido antes. Por ejemplo, algunas de las patentes tienen que ver con la descontaminación acelerada del medio ambiente, y ciertamente algunas empresas pueden estar interesadas en su utilización”.
Y añade: “Sabemos que si no nos adherimos al proyecto, las cosas seguirán como están, porque este proceso al que estamos asistiendo no ocurre en la continuidad”.
Facilidad de acceso
Entre los contribuyentes al Eco-Patent Commons mencionaremos la empresa química DuPont, Ricoh, Tasei Corporation (empresa de construcción e ingeniería civil), Xerox y Bosch. Las patentes dejadas en prenda son actualmente casi 100, entre las cuales podemos citar una tecnología para eliminar contaminantes líquidos de aguas subterráneas y un método para reutilizar discos ópticos.
Nokia ha dejado en prenda un sistema para reutilizar viejos teléfonos móviles. Donal O’Connell, representante de Nokia en el fondo común, dice que, el hecho de participar en el plan, aporta beneficios que no son financieros, además de los que se pueden obtener desde el punto de vista tecnológico al poder aprovechar la tecnología de otros. Las conversaciones con personas y empresas que tienen ideas similares han permitido crear una valiosa red de experiencia que está dándose a conocer de forma colectiva y apuesta por iniciativas medioambientales. Por ejemplo, los ingenieros de telecomunicaciones de Nokia han estado estudiando los beneficios medioambientales de las patentes de Bosch en relación con la tecnología automotriz, y la posibilidad de una aplicación más amplia.
El Sr. O’Connell explica que facilitar el acceso a las patentes dejadas en prenda fue una cuestión clave cuando se creó el consorcio. Por consiguiente, las personas y empresas no necesitan registrarse cuando utilizan las patentes: “Queríamos algo que fuera fácil de administrar y que su utilización no presentara dificultades para los eventuales usuarios. Es muy importante que Eco-Patent Commons sea fácil de utilizar por otros”.
Las partes en el consorcio de patentes
Compartir tecnología patentada y, del mismo modo, planes conjuntos de licencia, no es un fenómeno nuevo. Uno de los primeros ejemplos se remonta a comienzos de los años 1850 cuando los fabricantes de máquinas de coser gastaban tiempo y dinero interponiendo demandas unos contra otros respecto de supuestas infracciones de sus diseños ligeramente diferentes. Para superar esa situación, en 1856, cuatro importantes fabricantes, de los cuales Singer, formaron juntos la Sewing Machine Combination y decidieron explotar en común sus patentes. Los fabricantes que no pertenecían al consorcio tenían que obtener una licencia para utilizar las patentes del fondo y pagar una tasa por cada máquina de coser que fabricaban utilizando la tecnología patentada.
A comienzos del siglo XX, casi todos los fabricantes de aeronaves de los Estados Unidos decidieron formar un consorcio de patentes debido a que la propiedad de patentes fundamentales para los planes de construcción pertenecía a sólo dos empresas, lo que bloqueaba de hecho la producción en un momento en que, ante la perspectiva de la guerra, se necesitaban aeronaves urgentemente. La cooperación entre empresas tecnológicas ha sido una constante; en los años 1920, los fabricantes de radios normalizaron sus partes, las localizaciones de frecuencia y las normas de transmisión televisiva. Y, en virtud de acuerdos de distribución de regalías, las empresas electrónicas compartieron la tecnología de compresión para garantizar un sistema normalizado para discos compactos y DVD.
Se están formando nuevas “parejas”
María Mendiluce, Directora de Energía del WBCSD, dice que Eco-Patent Commons es la única iniciativa de esta índole en el mundo, y que permite mancomunar los esfuerzos de empresas de muy diversos sectores únicamente con un objetivo de protección del medio ambiente. El consorcio de patentes es una instancia que permite a las empresas relacionarse y aprovechar la experiencia y la innovación de quienes ya han tenido éxito al resolver ciertos problemas medioambientales.
Aunque el fondo común de patentes ha prosperado rápidamente – de las 31 patentes en el momento de la inauguración del proyecto se ha pasado a 95 en el momento en que se publica este artículo ‑, María Mendiluce advierte a los observadores que lo que tienen que esperar son resultados a largo plazo y no una revolución industrial. Y añade: “No podemos esperar que esta iniciativa dé lugar a un cambio espectacular de la tecnología en el mundo, aunque se ha abierto un gran espacio para compartir información y conocimientos en sectores que aportarán soluciones al problema del cambio climático”.
“Se trata de una cuestión muy delicada actualmente para muchas empresas, aunque no creemos que los derechos de propiedad intelectual sean una barrera para la innovación sino que pueden apoyarla. La cuestión del cambio climático es suficientemente importante para nosotros como para que centremos nuestros esfuerzos en ese problema”.
El Sr. Balta dice que ciertamente no es por casualidad que la mayoría de los primeros contribuyentes al fondo común de patentes fuesen empresas tecnológicas. Y añade: “Algo que hemos aprendido es que la práctica de obtener protección por patente para sus innovaciones no es muy generalizada entre las empresas”. (…) “Pienso que la industria tecnológica ha sido mucho más sagaz e incluso más agresiva por lo que respecta a las patentes de propiedad intelectual que otras industrias. De ahí que nos interesemos por empresas orientadas a la innovación que tengan los mismos objetivos”.
Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD) |
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