Cena con parlamentarios– Medicines Australia 2011, Canberra, Australia
2 de marzo de 2011
Francis Gurry, Director General de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI)
Honorables Ministros,
Honorables Diputados y Senadores,
Distinguidos invitados,
Me honra poder dirigirme a ustedes esta noche en el salón comedor del Parlamento nacional. Es muy adecuado hablar de la propiedad intelectual en un salón comedor, puesto que el primer ejemplo de propiedad intelectual del que se tiene noticia se dio entre los sibaritas de la antigua Grecia: concedieron un derecho exclusivo de explotación, de 12 meses de duración, al cocinero que creó la mejor receta. Esta historia merece ser contada porque demuestra que, desde el comienzo, el propósito de las políticas de propiedad intelectual ha sido alentar la creación de resultados en ámbitos valorados por la sociedad, en el caso de los sibaritas, el del placer. Para nosotros, en este mundo contemporáneo tan complejo, ese ámbito abarca muchos aspectos, pero ante todo, el de la salud, pues, como lo sostuviera Tomás Moro en su Utopía, la salud es una condición previa al disfrute de todo lo demás.
La innovación es fundamental para la salud. Va de suyo que los nuevos tratamientos y terapias surgen de la innovación; pero no olvidemos que los microbios también son excelentes innovadores: sus estructuras de costos son contenidas y eficientes; ocupan sin cargo laboratorios y locales y sus ciclos de creación de nuevos productos son muy cortos. Si no logramos encontrar maneras de ser mejores innovadores que ellos, en este planeta densamente poblado en el que las personas se mueven de un lugar a otro cada vez con mayor facilidad, lamentablemente perderemos el tren. Por lo tanto, debemos alentar la innovación; alentar la inversión en investigación y crear un marco para agilizar el paso de los nuevos medicamentos desde las primeras etapas de descubrimiento hasta el complejo proceso de comercialización de los productos. La propiedad intelectual y, en particular, las patentes, tienen la fuerza necesaria para alentar y encauzar esta innovación.
También sabemos que no sirve de mucho crear nuevos medicamentos si quienes los necesitan no pueden utilizarlos. Y aquí surge la cuestión del equilibrio que, en mi opinión, es el núcleo de la propiedad intelectual, en lo que atañe tanto a las creaciones culturales como a los nuevos medicamentos; el equilibrio entre el incentivo para innovar, por una parte, y la difusión del beneficio social de la innovación, por la otra. Lograr ese equilibrio en el campo de la salud constituye un desafío sumamente difícil porque supone intentar acercar realidades contradictorias –las realidades de la economía de la salud, la economía de la innovación y el mundo altamente competitivo de la industria farmacéutica, por una parte, y la realidad del acceso a los medicamentos y el derecho a la salud por la otra; dicho de otra forma, la realidad del mercado y la realidad de la compasión.
A este equilibrio, ya difícil de por sí, se suman tres elementos, en mi opinión, que añaden complejidad a la cuestión.
El primero de ellos es el abismo que separa el enorme costo de la innovación exitosa del bajo costo de la imitación. El desarrollo de nuevos medicamentos exige años y centenares de millones de dólares de inversiones. En 2008, el sector de la salud ocupó el segundo lugar (según Computing and Electronics) en volumen de inversiones en investigación y desarrollo (I+D), entre las principales 1.000 empresas que invierten en I+D en todo el mundo, con un gasto de aproximadamente 120.000 millones de dólares de los EE.UU.1 De las principales 20 empresas que invierten en I+D en todo el mundo, siete proceden del sector de la salud, y a ese sector corresponde la mayor intensidad de investigación, con un gasto en I+D que equivale aproximadamente al 12% de las ventas2. Sin embargo, a pesar de las ingentes inversiones necesarias para obtener un nuevo medicamento, una vez descubierto y puesto a disposición en el mercado, por lo general puede ser reproducido en muy poco tiempo por un universitario competente. El contraste entre los costos de la innovación y los costos de la imitación, lo reitero, imponen a los encargados de la adopción de políticas encontrar un equilibrio, en este caso un equilibrio de fuerzas de mercado, entre las necesidades de la industria farmacéutica basada en la investigación, por una parte, y la rentabilidad de la industria de los genéricos, por la otra. Las ventajas de la industria farmacéutica basada en la investigación son los instrumentos de política: las patentes y la exclusividad de los datos. La ventaja de la industria de los genéricos es la estructura de costos contenida que deriva del aprovechamiento de la I+D realizada por otros.
Un segundo elemento que añade complejidad a ese equilibrio es el hecho de que, en el plano internacional, la salud es lo que pone de manifiesto las diferencias que existen entre los países en los niveles de riqueza y recursos. En particular, en el actual mercado mundial, puede verse que con frecuencia se produce una situación de fallo del mercado. Si una categoría de consumidores o pacientes no cuenta con los recursos necesarios para comprar medicamentos, no hay incentivo económico ni comercial para invertir en innovación en el campo de las enfermedades que aquejan a esos consumidores o pacientes. Ese fallo del mercado ha dado lugar a lo que se denomina la brecha 10/90, según la cual, en todo el mundo, el 10% de las enfermedades es objeto del 90% de la I+D.3 Si bien no es una medición exacta, la brecha 10/90 simboliza en el plano internacional el desfase entre las necesidades y la inversión, en el sector de la salud. Por ejemplo, si bien 500.000 personas mueren cada día de enfermedades tropicales desatendidas (ETD), se calcula que tan sólo uno de cada 100.000 dólares de los EE.UU. invertidos en la I+D biomédica se gasta en ETD.4
En los últimos años se han elaborado varios instrumentos para hacer frente al problema del fallo del mercado. Uno de esos instrumentos son las asociaciones entre los sectores público y privado, que combinan el papel tradicional del Estado, que procura resolver las deficiencias del mercado, con la responsabilidad social de las empresas. Existen varios ejemplos exitosos de ese tipo de asociación, entre otros, el Meningitis Vaccine Project, puesto en marcha para responder a la necesidad de contar con mejores vacunas para las epidemias de meningitis, el Fondo Mundial de Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y el Paludismo, y la Alianza Global para Vacunas e Inmunización (GAVI).
En la OMPI, junto con las empresas farmacéuticas y los institutos de investigación interesados, hemos estado explorando la posibilidad de formar un consorcio mundial de innovación colectiva en el campo de las ETD, con el fin de compartir a título voluntario, la investigación y las bibliotecas de compuestos. Si todo sale bien, esperamos que sea posible ya a mediados de año precisar en un anuncio la naturaleza del consorcio y sus participantes.
En la práctica, en muchos casos, las empresas y otros sectores de la economía parecen estar cada vez más dispuestos a distinguir entre situaciones de índole comercial y no comercial. El consorcio mundial mencionado en el párrafo precedente, si se lleva a la práctica, será un ejemplo de ello. Y otro ejemplo es la Statement of Principles and Strategies for the Equitable Dissemination of Medical Technologies (Declaración de principios y estrategias para la difusión equitativa de tecnologías médicas) en el mundo en desarrollo, adoptada originalmente por la Association of University Technology Managers (AUTM), la Universidad de Boston, la Universidad Brown, la Universidad de Harvard, la Universidad Oregon Health & Science, la Universidad de Pensilvania y la Universidad de Yale.5 Los signatarios de la Declaración convienen en que, en las negociaciones con eventuales licenciatarios, procurarán enérgicamente elaborar estrategias creativas y eficaces de concesión de licencias que contribuyan a promover en todo el mundo el acceso a las tecnologías relacionadas con la salud. En otra esfera de la propiedad intelectual, las editoriales de publicaciones científicas, médicas y técnicas han acordado por intermedio de la OMPI poner a disposición un amplio espectro de publicaciones periódicas científicas, sin cargo para las personas de los países menos adelantados, y a un precio muy módico para las personas de otros 58 países en desarrollo. Otro ejemplo es la práctica de precios diferenciados, que va contra la corriente de un único mercado mundial.
Un tercer elemento que añade complejidad al equilibrio está dado por los cambios rápidos y radicales que se producen en la geografía de la economía y la producción tecnológica. En lo que atañe a la paridad del poder adquisitivo, la cuota del PIB mundial de los países en desarrollo ha aumentado del 33,7% en 1980 al 43,4% en 2006.6 Como es sabido, determinados países y regiones en particular se han ido transformando en los principales motores del crecimiento. En lo que hace a la producción tecnológica, China ha pasado a ocupar el cuarto lugar en el número de solicitudes internacionales de patente presentadas en virtud del Tratado de Cooperación en materia de Patentes (PCT). Dicho país superó al Reino Unido en 2008 y a Francia en 2009 en el número de solicitudes internacionales de patente presentadas. Sobre esa base, y habiendo ya superado las cifras correspondientes al Reino Unido y a Francia, en 2010 el número de solicitudes internacionales de patente presentadas por China aumentó del 56%. Se trata sólo de breves destellos de un panorama que está cambiando en profundidad. Nuestra terminología política ya no refleja la realidad económica actual, sino la del decenio de 1970. Antes que pensar en una división clara entre países desarrollados y en desarrollo, cabe pensar en un espectro cambiante de desarrollo económico en el que la ubicación de los países a menudo difiere de la posición que sus direcciones políticas podrían sugerir.
Ese panorama cambiante pone de relieve la necesidad de aplicar enfoques empíricos para emprender la tarea política de determinar el punto de equilibrio. En Ginebra, a instancias de Pascal Lamy, los Directores Generales de la Organización Mundial del Comercio (OMC), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) han dado inicio a una labor en cooperación entre las Secretarías de las tres organizaciones con este fin, es decir, alentar un enfoque empírico y aplicar, en el marco de dicho enfoque, las distintas perspectivas de política relativas al comercio, la salud y la innovación. Un ejemplo de un enfoque empírico de esa índole es la idea incipiente de contar con una base de datos o análisis de la actividad de pantentamiento en lo relativo a los medicamentos de la lista de la OMS de medicamentos esenciales, que servirá para informarnos de la mejor manera posible acerca de si existe, y dónde, protección por patente en relación con esos medicamentos, un requisito previo a cualquier evaluación de la incidencia de la protección por patente en la disponibilidad de medicamentos esenciales.
Queda claro que en el campo de la salud y la innovación no es fácil encontrar respuestas. El manejo del equilibrio de política entre alentar la innovación y velar por el disfrute generalizado de los beneficios sociales de la innovación en el campo de la salud será siempre delicado, y ello es así debido a la intersección de las políticas económica, sanitaria y de innovación en un entorno comercial altamente competitivo. Ejercer ese delicado manejo sin perder el equilibrio es vital para que el sector de la salud sea económicamente viable e innovador, permitiendo avanzar en la lucha contra las enfermedades y, naturalmente, como es nuestro deseo fundamental, hacia el disfrute de la buena salud.
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1 Véase Barry Jaruzelski y Kevin Dehoff, “Profits Down Spending Steady: The Global Innovation 1000”, (2009), Strategy + Business, núm. 57.
2 Ibídem.
3 Comisión de Investigación Sanitaria para el Desarrollo, Health Research: Essential Link to Equity in Development, Nueva York, Oxford University Press, 1990. Véase http://www.globalforumhealth.org/About/10-90-gap.
4 Véase http://www.familiesusa.org/issues/global-health/global-health-neglected.pdf.
5 Véase http://www.autm.net/source/Endorsement/endorsement.cfm?section=endorsement.
6 Robert B. Zoellick, “The End of the Third World? Modernizing Multilateralism for a Multipolar World”, Woodrow Wilson Center for International Scholars, 14 de abril de 2010.