Ginebra, 16 de julio de 2010
Francis Gurry, Director General de la OMPI
Muy buenos días tengan todos ustedes. Me sumo a las palabras de Margaret, quien ha mostrado satisfacción por la visión común de los asuntos y la disposición a obrar de común acuerdo que se aprecia en la OMC, así como en la OMPI y la OMS.
Deseo expresar que la OMPI tiene en alta estima la colaboración que existe entre nuestras tres organizaciones, la Organización Mundial del Comercio (OMC), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), sobre la presente cuestión en la que, a mi modo de ver, radica la esencia de la política de salud, la esencia de la política de innovación y la esencia de la política comercial, o sea, el acceso a los medicamentos.
Como Tomás Moro reconociera hace siglos en Utopía, sin salud, el resto de la vida no tiene valor alguno. Por tanto, no ha de sorprender que la cuestión del acceso a los medicamentos destinados a cuidar y recuperar la salud es un asunto que atrae considerablemente el interés de los foros de formulación de políticas.
Tenemos una deuda de gratitud con Pascal Lamy por la estrecha colaboración que existe entre nuestras tres instituciones. Si no me equivoco, me parece que fue a comienzos del año pasado o a finales de 2008 cuando Pascal nos invitó a Margaret y a mí a examinar junto con él la forma en que nuestras tres instituciones podrían trabajar juntas de modo que, con tres perspectivas distintas sobre una cuestión que es en esencia la misma, fuese posible elucidar la naturaleza de la cuestión en sí y obtener una visión más completa de ella.
Deseo afirmar lo que tanto Pascal como Margaret han expuesto sobre lo que es el objetivo de esta actividad y del estrechamiento de la colaboración de nuestras tres instituciones, es decir, obtener una base empírica, o mejorar la base empírica, para el proceso de formulación de políticas, logrando así que el proceso se lleve a cabo del modo más integrado posible. Creo que nuestras instituciones están en buena posición para contribuir a acrecentar el acervo de los conocimientos necesarios para acometer ese proceso.
No me extenderé sobre los pormenores del asunto que nos ocupa en el día de hoy, pues quiero dejar eso en manos de los expertos de cuya presencia me congratulo y a quienes agradezco su participación. Deseo solamente exponer varias ideas generales sobre la innovación y la propiedad intelectual.
La innovación y la propiedad intelectual, y por supuesto, la OMPI, cumplen una función fundamental en este campo. No cabe duda de que es una perogrullada afirmar que los nuevos medicamentos procederán de la innovación. Por ende, hay que buscar el modo de fomentar la innovación, no solamente en el sentido de obtener nuevas invenciones, o medicamentos, sino también en el sentido de constituir el marco gracias al cual las nuevas invenciones o los nuevos medicamentos podrán recorrer el complejo proceso que va desde los propios inicios hasta su comercialización en el mercado.
El fomentar la propiedad intelectual es muy importante en lo que a eso respecta, pero también se sabe que no tiene sentido que haya nuevos medicamentos, a menos que puedan ser de provecho para quienes los necesitan. Y así llegamos a la cuestión del equilibrio, que, a mi modo de ver, constituye la esencia de la propiedad intelectual, ya se trate de las creaciones culturales o de nuevos medicamentos, el equilibrio entre, por un lado, la creación, el incentivo a la creación, y, por otro, la difusión de los beneficios sociales de la innovación o la nueva creación. O, dicho con otras palabras, el equilibrio entre los productores y los consumidores, ya se trate de individuos productores e individuos consumidores, o de países productores y países consumidores.
Ese equilibrio es una cuestión sumamente compleja y que presenta numerosas aristas, de entre las cuales cabe destacar las políticas de fijación de precios y de adquisición de medicamentos. No basta simplemente con soluciones legislativas, lo cual no quiere decir que esas medidas no sean útiles, pero hay toda una esfera de colaboración práctica que es muy importante para conseguir ese equilibrio entre la creación, de un lado, y la difusión del beneficio social de la creación, de otro.
Quiero señalar rápidamente varios de los factores prácticos que influyen en este campo, particularmente en lo que respecta a la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI).
En primer lugar, es preciso contar con mejores instrumentos de conocimientos, o instrumentos de información, y con una infraestructura de conocimientos más adecuada. Con respecto a ello desearía señalar que la OMPI no ha cesado de perfeccionar PATENTSCOPE®, en la cual ya están archivados unos cuatro millones de solicitudes de patentes. Hay que dotarse de medios para realizar, sin mayor dificultad, estudios analíticos de la actividad de patentamiento para que los formuladores de políticas puedan saber los conocimientos y los medicamentos que están protegidos por derechos de patente. PATENTSCOPE® es un recurso que ya goza de gran prestigio, pues es muy práctico y sencillo, y que será objeto de más mejoras en el correr del presente año y en los años venideros. También le serán añadidos interesantes dispositivos para el uso de los idiomas, pues no hay que olvidar que, en el mundo de nuestros días, casi un tercio de la tecnología es producida en chino, japonés y coreano. Si queremos trazar un fiel cuadro general de los conocimientos que existen y de si están o no protegidos por derechos de patente y de su relación con el acceso a los medicamentos, no queda otro remedio que dotarse de los medios que nos permitan internarnos en ese panorama lingüístico cada vez más extenso y variado.
En segundo término, se presentan grandes oportunidades para las plataformas prácticas, particularmente las del sector público con el sector privado, de las cuales hemos visto muchos ejemplos que se han puesto en práctica en el último decenio y que han dado importantes frutos. Dichas plataformas pueden ayudar a compensar los problemas del mercado, pues en efecto, donde no hay mercado, es necesario crear plataformas que compensen esa ausencia, de lo cual las enfermedades tropicales desatendidas brindan un ejemplo claro y notorio. Los experimentos realizados han sido productivos, pero es preciso trabajar más para impulsar y mejorar esos mecanismos de colaboración de la administración pública con la actividad privada. Las plataformas pueden resultar también sumamente útiles para mejorar el funcionamiento del mercado y para imprimir transparencia al mercado tecnológico. La OMPI tiene varios proyectos en ese campo de la asociación público-privada, que pienso que pueden ser útiles. Por último, las propias plataformas pueden ser un medio muy útil para mejorar el acceso. Eso es el quid de la cuestión de la que hablaremos en el día de hoy.
Deseo agradecer una vez más a Pascal Lamy el haber patrocinado el acto que hoy nos ocupa y el impulsar que se estreche la colaboración entre nuestras tres instituciones, y doy las gracias tanto a Pascal como a Margaret por esta colaboración tan satisfactoria.
Gracias.