Antecedentes
El argán (fotografía: Karin Reichert-Frei)
Una extensión de 8.000 hectáreas en el valle semidesértico y calcáreo del Sous, situado en el sudoeste de Marruecos, es el hábitat del argán (argania spinosa), un árbol que puede alcanzar hasta diez metros de altura y vivir hasta 200 años. El argán, con unas raíces largas y profundas que le permiten conservar el agua y aguantan elevadas temperaturas, es un árbol que se adapta perfectamente a la sequía y a otras condiciones medioambientales difíciles. Estas características lo convierten en un baluarte frente a la erosión y al avance del desierto del Sahara. A primera vista, con sus hojas espinosas, sus ramas bajas y llenas de espinas y su tronco rugoso, es posible que el argán no parezca un árbol demasiado interesante, pero ha desempeñado una función importante en la cultura tradicional de la población local, especialmente en la de las tribus bereberes. Durante generaciones, estas tribus han utilizado la madera del argán como material de construcción y combustible; además, sus hojas y la pulpa de sus frutos se emplean como comida para las cabras.
Sin embargo, el valor del argán es su fruto amarillo verdoso. De un tamaño un poco mayor que una nuez, el fruto del argán tiene una piel gruesa y amarga que protege la pulpa, de olor dulce y que recubre un hueso muy duro, dentro del cual hay entre una y tres pepitas pequeñas con alto contenido de aceite que es posible extraer para su uso cosmético o culinario. El aceite de argán, uno de los más preciados del mundo, es rico en vitamina A, vitamina E y en ácidos grasos esenciales; por otra parte, se cree que puede ayudar en el tratamiento de muchas enfermedades de piel, como la sequedad, el acné, la psoriasis y el eccema, además de servir para eliminar cicatrices. Este aceite también es famoso por sus propiedades antienvejecimiento. El aceite de argán, de color ligeramente más oscuro que el aceite de oliva, tiene un delicado sabor a avellana y presenta propiedades únicas, tanto cosméticas, como medicinales y culinarias. Durante siglos, este aceite ha garantizado la subsistencia de un gran número de familias de zonas rurales, gracias a la venta de los huesos de los frutos o la venta del aceite. En la actualidad, la mayor parte del aceite de argán lo producen mujeres que trabajan en cooperativas, como la Cooperativa Amal, en Tamanar, o la Cooperativa Agraria de Mujeres Tifaout, en la región de Souss-MassaDraa.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) reconoció la importancia del argán en 1998, año en el que la UNESCO declaró Reserva de la Biosfera la región del sudoeste de Marruecos, en el marco del Programa sobre el Hombre y la Biosfera.
Mujer produciendo aceite de argán según el método tradicional (fotografía: Julie Kertesz).
Conocimientos tradicionales
La producción del aceite de argán es un proceso de trabajo intensivo. Desde hace siglos, las mujeres bereberes de Marruecos han aplicado sus conocimientos tradicionales a la extracción de este aceite de máxima calidad. Son las mujeres las que normalmente recogen, cuando madura, el fruto del argán y lo llevan a las aldeas, en las que trabajan, sentadas, en una especie de “cadena de montaje” tradicional, a fin de extraer el aceite. Para extraer las pepitas, las mujeres tienen que partir y abrir el hueso del fruto; la forma tradicional de partirlo es colocarlo encima de una piedra y machacarlo con otra. Los restos de los huesos se utilizan como combustible para el fuego. Los huesos del argán son dieciséis veces más duros que la cáscara de una avellana y figuran entre los huesos más duros de la naturaleza; de hecho, esta primera fase en el proceso de extracción del aceite, que consiste en partir los huesos y abrirlos, es la parte más ardua de todo el proceso. Las máquinas diseñadas para partir los huesos suelen ser poco eficaces, por lo que la forma tradicional de partirlos sigue siendo la mejor para obtener las pepitas.
Una vez que se han partido los huesos, otras mujeres machacan las pepitas que hay en su interior y las trituran en un molino de mano, denominado azerg. Si el aceite se va a utilizar para cocinar, las pepitas se tuestan antes de machacarlas para que el sabor sea más intenso. La pasta resultante de todo este proceso se mezcla con agua y se amasa y prensa de forma repetida con las manos para extraer el aceite, que comienza a escurrir por la superficie de esta mezcla. Dado que a las cabras y a otros animales les gusta mucho el argán, los residuos se guardan y se utilizan para alimentar al ganado. Para producir un litro de aceite de argán mediante este método tradicional, se necesitan aproximadamente unos veinte kilogramos de frutos de argán y casi veinte horas de trabajo.
Productos con origen geográfico determinado
Los arganes solían crecer en todo el norte de África, pero en la actualidad solo crecen en el sudoeste de Marruecos. El argán se adapta perfectamente al duro entorno de esta región y puede sobrevivir a un calor extremo (a más de 50º C), a la sequía y a un suelo pobre. Aunque la cantidad de arganes está disminuyendo, este árbol es el segundo más numeroso de los bosques marroquíes, que cuentan con más de veinte millones de árboles, cuya función es vital en la cadena alimentaria y en el medio ambiente. Las raíces del argán se extienden profundamente por el suelo para buscar agua, lo que ayuda a fijar el suelo y evita su erosión. Gran parte de esta región de Marruecos ha resistido el avance del desierto del Sahara gracias a los arganes, un árbol que, por lo tanto, desempeña una función insustituible en el equilibrio ecológico de esta región.
Las condiciones geográficas del sudoeste de Marruecos, junto a la función que ha desempeñado la figura del árbol en la cultura de los árabes y los bereberes que han poblado esta región durante siglos, hacen del argán un árbol extraordinario. El argán es un árbol con múltiples usos, y se pueden utilizar todos sus componentes, sea como alimento o como recurso económico. Los frutos son comestibles; de las pepitas se extrae aceite; y la madera del argán puede utilizarse como combustible. Este árbol, por lo tanto, ha desempeñado una función socioeconómica fundamental en la cultura local y, en la actualidad, ofrece una fuente importante de alimentos y de ingresos para unos tres millones de personas, de las cuales más de dos millones viven en zonas rurales. La importancia del argán para esta región geográfica y para las personas que viven en ella ha impulsado al Gobierno marroquí a solicitar la protección de este árbol como indicación geográfica.
Indicación geográfica
Las características geográficas singulares de esta región han llevado al Gobierno marroquí a solicitar a la Unión Europea (UE) la protección del aceite de argán como indicación geográfica. En abril de 2009, se aprobó la solicitud, y la Comisión Europea registró el aceite de argán como producto agrícola con indicación geográfica protegida en la UE. El aceite de argán es el primer producto de África que obtiene este tipo de protección. La indicación geográfica protegida identifica el argán como procedente de una región concreta, lo que le otorga propiedades especiales; además, indica a los consumidores que su producción cumple criterios rigurosos. Por otra parte, la indicación geográfica protegida contribuye a la protección de los conocimientos tradicionales y al fomento de los derechos colectivos de los productores.
La protección de la indicación geográfica para el aceite de argán conlleva otras tres ventajas importantes. La primera es que el nombre queda protegido, lo que contribuye a que el aceite mantenga su exclusividad. La segunda consiste en que ayuda a los productores a organizarse mejor, les da mayor acceso a los métodos más avanzados de elaboración del aceite y mejora la promoción de sus productos bajo un nombre unificado y reconocido a escala internacional. La tercera ventaja de la protección de la indicación geográfica es que este tipo de protección requiere que el aceite de argán se produzca conforme a criterios determinados que garantizan el origen del producto, es decir que los consumidores compran un producto auténtico marroquí de la mejor calidad. Estos criterios también facilitan la detección del aceite de argán no oficial o falsificado; de este modo, se protege tanto a los productores locales como a los consumidores.
Investigación y desarrollo
El aceite de argán es especialmente rico en vitamina A, vitamina E y ácidos grasos esenciales
(fotografía: WIPO/C. Jewell).
Desde el siglo XIX, múltiples instituciones marroquíes y de otros países han puesto en marcha diferentes proyectos de I+D sobre el argán. Aunque en todos ellos se reconocieron los beneficios del aceite de argán, en ninguno pudo determinarse exactamente qué sustancias confieren al árbol y al aceite sus propiedades singulares, y en ninguno se estudió especialmente la forma de mejorar realmente el trabajo de las mujeres de esta región de Marruecos. Así fue hasta que la profesora Zoubida Charrouf, de la Facultad de Ciencias de la Universidad Mohamed V en Rabat (Marruecos), gracias a una beca de investigación de cuatro años concedida por el International Development Research Center (IDRC, que es una empresa estatal canadiense que colabora con investigadores procedentes de países en desarrollo), descubrió dos sustancias moleculares, un agente antimicrobiano y un antioxidante, solo existen en el argán y son los que le confieren muchas propiedades beneficiosas.
Después de conocer los múltiples beneficios del aceite de argán, que las mujeres de zonas rurales le transmitieron con sus conocimientos tradicionales, la profesora Charrouf se dio cuenta pronto de la gran capacidad potencial de este aceite; comprendió que proseguir las actividades de I+D sobre el aceite de argán sería útil a largo plazo, pero que no conllevaría beneficios inmediatos para las comunidades productoras del aceite. La profesora Charrouf estaba decidida a aportar algo a esas comunidades a cambio de los conocimientos tradicionales que le habían transmitido a ella. La profesora cree que “tiene que haber alguna forma de ayudar a las personas menos favorecidas de estas regiones, que nos han enseñado los beneficios del argán”. Gracias al dinero de la beca de investigación del IDRC, en 1998, la profesora Charrouf se dispuso a mejorar la calidad de vida de las mujeres marroquíes de las zonas rurales, a proteger sus conocimientos tradicionales y a perfeccionar el proceso de elaboración del aceite de argán.
Aunque existe tecnología disponible para extraer el aceite de las semillas del fruto del argán, su forma singular y la dureza del hueso suponen un desafío, incluso para la tecnología moderna. La profesora Charrouf investigó, junto a su marido, formas de perfeccionar la tecnología ya existente, para dotar de mayor eficiencia al proceso de elaboración del aceite. Una de las soluciones fue la creación de una nueva máquina para tostar las semillas, que era una adaptación de un diseño de otro proyecto agrícola del IDCR en Burkina Faso. Esta nueva tostadora posibilitó a los productores de aceite de argán obtener una cantidad mayor de este producto de cada árbol; de este modo, se protegían los bosques de arganes y, a la vez, se mejoraba la situación socioeconómica de las comunidades de las zonas rurales.
Otro avance de la actividad de I+D consistió en mecanizar varias tareas pesadas de la producción del aceite, entre ellas, la de partir los huesos del fruto del argán y extraer el aceite. Si bien una parte de la actividad de I+D relativa a estas mejoras se centró en mecanizar la forma de partir el hueso del fruto, que se realizaba manualmente colocando el hueso encima de una piedra y machacándolo con otra, finalmente se decidió que no conviene mecanizar este proceso, dado que el número de pepitas en el interior de cada hueso es diferente; por lo tanto, gracias a los conocimientos tradicionales de las mujeres locales en la materia, mediante un procedimiento manual se consiguen mejores resultados.
Comercialización y alianzas
Es posible que sin proyectos de I+D nunca se hubieran creado las cooperativas de aceite de argán ni se hubiera comercializado con éxito ese producto. Durante siglos, la producción del aceite de argán se realizó tan solo para su consumo doméstico, a escala local. A principios de la década de 1990, las mujeres comenzaron a crear cooperativas a fin de organizar mejor la producción y comercialización de este aceite. La imposibilidad de la mayoría de los productores locales para participar de forma directa en el mercado del aceite de argán, de elevado valor comercial, así como los obstáculos a los que estos productores tienen que hacer frente para participar de forma indirecta en el mercado de los frutos del argán, debido a una infraestructura de transporte deficiente, han impulsado la creación de dos tipos de cooperativas: uno en el que se trabaja sin máquinas, patrocinado por la Deutsche Gesellschaft für Technische Zusammenarbeit (GTZ), una organización alemana para el desarrollo y la sostenibilidad y, por otra parte, las cooperativas en las que se trabaja con máquinas, creadas por la profesora Charrouf con el apoyo, entre otros, de la Unión Europea, la Oxfam y la Agencia Japonesa de Cooperación Internacional (JICA).
En las cooperativas en las que se trabaja sin máquinas, las familias de productores tienes derechos de usufructo sobre los arganes y recogen los frutos de estos árboles en su hábitat. La cantidad de frutos recogidos fluctúa mucho de un lugar a otro y varía entre cinco y 160 sacos de cuarenta kilogramos por temporada. La recolección de los frutos y el posterior proceso para extraer los huesos se lleva a cabo en cooperativas formadas por entre 20 y 60 mujeres cada una. En el año 2005, existían unas treinta cooperativas en las que se trabajaba sin máquinas. La distribución del aceite de argán extraído de forma manual la realiza la Unión de cooperativas de mujeres para la producción y comercialización del aceite de argán (UCFA, por sus siglas en francés), que vende ese producto principalmente a escala local. La UCFA también vende aceite de argán extraído de forma manual a pequeñas empresas privadas y a centros turísticos de Agadir y Essaouira.
En las cooperativas en las que se trabaja con máquinas, creadas por la profesora Charrouf, una parte del proceso de extracción del aceite se realiza con medios mecánicos. La venta del producto se organiza de forma que las mujeres puedan ganar lo suficiente para vivir dignamente, ayudar económicamente a sus familias y para que sus hijos y ellas mismas puedan recibir educación. Con estos principios, se ha creado la Cooperativa Amal del Aceite de Argán en Tamanar, a setenta kilómetros al sur de Essaouira. Esta cooperativa ha sido la primera de Marruecos gestionada totalmente por mujeres, la mayoría de ellas viudas o divorciadas.
La Cooperativa Amal y otras cooperativas han sabido aprovechar las máquinas nuevas y más eficaces para aumentar la producción de aceite, mejorar su calidad, duplicar su período de conservación y reducir los residuos. Aunque los huesos del fruto del argán todavía se parten de forma manual, la introducción de máquinas nuevas y perfeccionadas ha beneficiado notablemente a los productores locales, entre ellos, a los de la Cooperativa de Tamanar. El objetivo, según la profesora Charrouf, no es tan solo ayudar a comercializar el aceite de argán y confirmar científicamente sus beneficios, sino también ayudar a las personas que dependen económicamente de los bosques de arganes a obtener un mayor beneficio de estos árboles. La profesora considera que, de esta manera, los productores se sentirán más motivados para proteger los arganes y plantar nuevos árboles.
Las cooperativas en las que se trabaja con máquinas han cambiado la vida de las mujeres de esta región de Marruecos; además, han permitido que se amplíe el alcance de su mercado más allá del nivel local, una evolución que no pasó desapercibida para minoristas y exportadores. Las mujeres de las cooperativas gozan de un nuevo nivel de libertad económica, lo que ha suscitado gran interés por sus cooperativas y por la alta calidad del aceite de argán que producen. En otras áreas de producción de aceite de argán, las mujeres también se han unido, y han surgido rápidamente muchas cooperativas nuevas en el sudoeste de Marruecos. En 2010, había unas 50 cooperativas de aceite de argán gestionadas por mujeres en esta región. Esas cooperativas comercializan sus productos de diferentes formas: algunas tienen como objetivo los mercados de exportación, mientras que otras se limitan a los mercados locales.
Con respecto a los mercados de exportación, empresas de otros países han comenzado a trabajar con las cooperativas, que se han convertido en sus proveedores exclusivos de aceite de argán. La empresa Kahina, una empresa de los Estados Unidos de América que vende productos elaborados con aceite de argán, es un buen ejemplo de esta práctica. Esta empresa, fundada por Katharine Phillips L’Heureux, compra directamente el aceite de argán a varias cooperativas de Marruecos, lo exporta a los Estados Unidos de América y lo utiliza como el ingrediente principal en la línea de productos para el cuidado de la piel y de productos cosméticos de la empresa. A fin de velar por las cooperativas proveedoras del aceite de argán, Kahina dona a éstas el 25% de sus ingresos.
Otro ejemplo es Targanine, un grupo de seis cooperativas en las que se trabaja con máquinas creado por la Facultad de Ciencias de la Universidad Mohamed V de Rabat con la ayuda de la profesora Charrouf. Targanine ha recibido un importante apoyo internacional por parte de organizaciones como Argan Québec, elIDCR y Slow Food, y de representantes diplomáticos en Marruecos de varios países, entre otros, el Canadá, el Japón, el Reino Unido y los Países Bajos. Targanine ha utilizado su sitio web para contactar con sus clientes de todo el mundo y ampliar el alcance de su mercado.
Los nuevos métodos de producción del aceite de argán protegen el argán, árbol del que dependen muchos animales para su subsistencia
(fotografía: Chuck Burgess).
Cuestiones sociales
La incorporación de aspectos modernos y mecanizados en la comercialización del aceite de argán también ha desempeñado una función importante en la estabilización de los bosques de arganes. Aunque los arganes continúan siendo el segundo tipo de árbol más numeroso en Marruecos, el proceso de elaboración tradicional del aceite de argán practicado durante siglos ha repercutido de forma negativa en los arganes, y más de un tercio de sus bosques ha desaparecido. Los nuevos métodos de producción y comercialización del aceite de argán, que se han sumado a los conocimientos tradicionales en la materia, no solo han reducido el tiempo empleado para la extracción del aceite, sino que han dotado de mayor eficiencia a ese proceso. Por lo tanto, las cooperativas no tienen que emplear tantos frutos como antes y pueden obtener más aceite de cada árbol, protegiéndose de este modo un recurso ecológico y socioeconómico vital.
Competencia desleal
La creciente popularidad del aceite de argán ha aportado muchos beneficios en la región del sudoeste de Marruecos y a sus cooperativas, pero también ha conllevado un aumento de actividades sin escrúpulos. Aunque una parte del aceite de argán se produce para la exportación, en el año 2010 la mayor parte de este aceite se vendió en Marruecos a turistas y a personas procedentes de otras regiones con pocos conocimientos sobre este tipo de aceite. Vendedores poco honestos se aprovechan de esto y, con frecuencia, en las carreteras cerca de las cooperativas de la región, venden aceite de argán diluido. Esos tipos de aceite de argán no oficiales suelen disolverse con otros tipos de aceite y, a veces, los vendedores simplemente echan pimentón o algún colorante al aceite de oliva para darle color y venderlo como aceite de argán auténtico. Estas prácticas fraudulentas quitan una cantidad importante de ventas a las cooperativas y pueden perjudicarlas gravemente, al igual que a las mujeres que dependen del aceite de argán para su subsistencia. Aunque hacer valer sus derechos no es fácil para las cooperativas, sus esfuerzos, con el apoyo del sistema jurídico de Marruecos están contribuyendo a mitigar los efectos negativos de la actividad de los vendedores que intentan aprovechar el éxito de las cooperativas.
Resultados empresariales
Al combinar la tecnología moderna con los conocimientos tradicionales, las cooperativas de aceite de argán han mejorado notablemente la situación económica de las mujeres en la región de Essaouira. En 2010, las mujeres ganaban unos seis euros diarios en las cooperativas, una cantidad diez veces superior a la que ganaban anteriormente mediante la producción de aceite de argán por su cuenta. Las cooperativas han utilizado su éxito para tener acceso al mercado internacional, y los productos elaborados con aceite de argán son muy valorados en la actualidad y se venden en todo el mundo. Algunas cooperativas incluso han creado sitios Web para llegar al mayor número posible de clientes de otros países.
Protección social y medioambiental gracias a las indicaciones geográficas
Los conocimientos tradicionales sobre el aceite de argán, complementados con la organización de cooperativas, la introducción de técnicas modernas de elaboración del aceite y el respaldo de una indicación geográfica regional han supuesto un cambio notable para las mujeres que producen aceite de argán y para la sociedad de esta región en su conjunto. Un miembro de la cooperativa de Taitamine explica: “He podido pagar la escuela de mis hijos, he aprendido a leer y a escribir y hemos tenido la oportunidad de asistir a cursos para conocer mejor todos los aspectos de la vida familiar y la gestión de las cooperativas”. El aceite de argán, protegido por una indicación geográfica, representa una oportunidad de libertad económica y social para muchas mujeres de zonas rurales y, al mismo tiempo, ayuda a preservar las ventajas que el argán reporta al medio ambiente.