Día Mundial de la Propiedad Intelectual 2020 – Innovar para un futuro verde
Contribución de las indicaciones geográficas a la sostenibilidad del medio ambiente: el caso de Madd de Casamance
Por Pape-Tahirou Kanouté, economista agrícola, ETDS, Ziguinchor (Senegal); y
Michele Evangelista, Registro de Lisboa, OMPI
En medio de la actual crisis climática, la necesidad de preservar el medio ambiente natural se ha convertido en una creciente preocupación pública. Los consumidores, sobre todo los jóvenes, exigen que los gobiernos y el sector privado adopten estrategias y políticas que favorezcan la sostenibilidad del medio ambiente.
Además, la población mundial está aumentando y se espera que alcance unos 9.800 millones de habitantes en 2050, lo que plantea importantes retos en cuanto a la cantidad y la calidad de los alimentos necesarios y a la repercusión de la agricultura y los sistemas de producción de alimentos en el medio ambiente. Los productos de calidad que están arraigados en una determinada zona geográfica que les confiere unas características y una reputación únicas son altamente comercializables y crean valor para millones de productores de todo el mundo. Las marcas (a saber, las denominaciones geográficas) correspondientes a esos productos suelen ser protegidas como indicaciones geográficas.
Las indicaciones geográficas identifican productos que se originan en una determinada ubicación geográfica. La calidad, la reputación o las características de esos productos están intrínsecamente vinculadas y son esencialmente atribuibles a su origen geográfico. El fuerte vínculo que los productos comercializados con indicaciones geográficas tienen con la región donde se producen crea un incentivo para que los productores mantengan la integridad de sus recursos naturales. Ello explica por qué las indicaciones geográficas bien establecidas, como Grana Padano, Scotch Whisky y Banano de Costa Rica, adoptaron políticas ecológicas mucho antes de que los consumidores y el público comenzaran a cuestionar a las grandes empresas y marcas sobre los efectos de sus operaciones en el medio natural.
No obstante, esa conciencia ambiental no se limita a las indicaciones geográficas establecidas. Los productores de bienes con potencial para acogerse a la protección de las indicaciones geográficas, como la fruta madd de Casamance, también velan por que las consideraciones de sostenibilidad se incorporen en los controles y reglamentos independientes que rigen las prácticas de recolección y la producción de productos derivados.
Madd de Casamance
Madd (o Saba senegalensis) es una especie de fruta silvestre, una baya de cáscara dura y amarilla que se encuentra principalmente en los bosques y ciertas sabanas de Burkina Faso, el Senegal, Guinea, Guinea-Bissau, Malí, Ghana y Côte d'Ivoire. Se trata de una planta trepadora con zarcillos que le permiten aferrarse a los troncos y ramas de los árboles del bosque, donde crece de forma silvestre. Sus flores son muy fragantes y de color blanco, amarillento o verdoso. El fruto, de color naranja cuando está maduro, es ovoide, mide hasta diez centímetros de largo y ocho centímetros de ancho y está lleno de semillas recubiertas de pulpa, además de ser rico en carbohidratos y vitaminas A, K y C. Las semillas, que se comen frescas, tienen un sabor agrio y suelen aderezarse con azúcar, sal o pimienta o utilizarse como condimento. El fruto también se utiliza para hacer zumos, almíbar y conservas. La fruta madd que crece en la región de Casamance, en la parte meridional del Senegal, más conocida como madd de Casamance, goza de una gran reputación en el Senegal por su sabor y sus propiedades medicinales, y ha sido comercializada con cierto éxito por las mujeres, en particular en ciudades como Dakar. Esta fruta tiene un gran potencial para convertirse en una indicación geográfica emblemática de la región, y en la primera indicación geográfica de África para un producto silvestre.
Desde el principio, los actores locales de la cadena de valor de Madd de Casamance reconocieron la importancia fundamental de preservar el entorno en el que crece la fruta.
Si bien los actores locales de Casamance observaron hace unos tres años que la fruta madd que crecía en su región tenía posibilidades de ser protegida como indicación geográfica, la iniciativa adquirió un carácter más formal en 2019, cuando varios actores locales e internacionales se involucraron en el proceso. Desde el comienzo, la organización no gubernamental senegalesa Economie Territoires et Développement Services (ETDS) comenzó a trabajar con los productores locales (en un principio, la mayoría eran mujeres) que estaban interesados en añadir valor a sus productos derivados de la fruta madd que crece en Casamance.
ETDS está trabajando ahora con los productores locales para ayudarles a establecer una asociación, que se encargará de gestionar la indicación geográfica una vez que esté registrada. Diversas organizaciones internacionales, entre ellas la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) y la Organización Africana de la Propiedad Intelectual (OAPI), y autoridades nacionales, en particular la oficina nacional de PI del Senegal (Agencia Senegalesa para la Propiedad Industrial y la Innovación Tecnológica (ASPIT)) y la Agencia Nacional de Asesoramiento Agrícola y Rural (ANCAR), también apoyan el proyecto.
A fin de registrar Madd de Casamance como indicación geográfica, los productores locales han colaborado en la elaboración y aplicación de un plan de garantía de la calidad para asegurar que la fruta se recolecte en condiciones específicas y satisfaga unas normas determinadas. Desde el principio, los actores locales de la cadena de valor de Madd de Casamance reconocieron la importancia fundamental de preservar el entorno en el que crece la fruta.
Los bosques de la zona de Casamance están amenazados por el crecimiento demográfico, la expansión urbana y la explotación desenfrenada de los recursos naturales. La sobreexplotación de los bosques, los incendios, la sequía y el pastoreo excesivo han aumentado el riesgo de inundaciones y erosión y han provocado la desaparición de numerosas especies animales, lo que supone una auténtica amenaza para la fruta madd de Casamance. Frente a ello, los productores locales y otros integrantes de la cadena de valor de la fruta madd de Casamance han convenido en establecer métodos claros de explotación forestal para restaurar el ecosistema forestal original y mantener su integridad. Entre ellos cabe mencionar la adopción de unas prácticas óptimas que equilibren la necesidad de explotación de los recursos naturales con la necesidad de regenerar los bosques donde crece la fruta. Esas prácticas óptimas formarán parte de los requisitos obligatorios (el pliego de condiciones) que deberán respetar los productores que deseen etiquetar sus productos con la indicación geográfica, una vez que esta haya sido registrada.
Algunas de esas prácticas ya están dando resultados positivos y se basan en determinados mecanismos de gestión forestal comunitaria a los que la organización ETDS presta su apoyo. Por ejemplo, gracias al empeño de algunos grupos de voluntarios por mejorar la gestión de los bosques, en 2019, Oussouyé (en Casamance) fue el único departamento del Senegal que no registró ningún incendio forestal. Una vez que se haya registrado la indicación geográfica, esas prácticas prometen ser más generalizadas.
Estas prácticas también sirven para alentar a otras comunidades de la región. Por ejemplo, los habitantes de Dablé, un barrio de la aldea de Thiobon, en el departamento de Bignona, han establecido un comité y han acordado recolectar la ditakh (Detarium senegalese) –otra fruta silvestre y un recurso importante para la economía local– únicamente cuando esté madura y solo los fines de semana. Quien infrinja esas normas se arriesga a que se le prohíba el acceso al bosque y a que se le confisque la fruta recolectada. También están recurriendo a la juventud para supervisar el bosque y velar por la correcta aplicación de las normas. Del mismo modo, con el apoyo de la organización ETDS, varias asociaciones locales tratan de regenerar los bosques de la zona alrededor de la aldea de Sindian. ETDS está dispuesta a ayudar a esas asociaciones a conseguir la financiación necesaria para apoyar otras actividades de reforestación en la región.
El registro de la indicación geográfica de la fruta madd: situación actual
El proceso de protección de la fruta madd de Casamance como indicación geográfica comenzó en 2017, cuando se realizó un primer estudio para evaluar su potencial como indicación geográfica, así como el nivel de interés entre los productores locales por participar en el proceso de registro de la indicación geográfica. En el estudio, presentado en noviembre de 2017 en un seminario regional sobre indicaciones geográficas en el África Occidental, organizado por la FAO y la OMPI, en colaboración con la OAPI y la ASPIT, se reconocía la reputación y las características específicas de la fruta fresca y sus productos derivados. También se señalaron otros factores fundamentales relativos a su potencial para ser considerada una indicación geográfica, como la delimitación de la zona geográfica de producción y la trazabilidad de los productos designados por la indicación geográfica, así como su capacidad para influir positivamente en el desarrollo de la región natural de Casamance, como establece la Ley de Descentralización III del Senegal. (El objetivo general de la Ley III es organizar el Senegal en territorios de desarrollo viable, competitivo y sostenible para 2022).
Los productores locales confirmaron su interés en registrar la indicación geográfica y, con el apoyo de la ASPIT, la FAO y la OMPI, en 2019 pusieron en marcha un proyecto piloto para el desarrollo y el registro de Madd de Casamance como indicación geográfica.
El ejemplo de la fruta madd de Casamance ilustra cómo las indicaciones geográficas pueden favorecer las dimensiones medioambiental, social y económica de la sostenibilidad y la transición hacia un futuro verde.
A finales de noviembre de 2019, todos los actores locales (recolectores, trasformadoras y distribuidores) establecieron una asociación de productores encargada de proteger y promover la indicación geográfica Madd de Casamance. La asociación, Association pour la Protection et la Promotion de l’Indication Géographique Madd de Casamance (APPIGMAC), reúne a todas las partes involucradas en la recolección, producción y distribución de la fruta madd de Casamance, lo que les permite intercambiar ideas y acordar estrategias comunes para la gestión de la cadena de valor de la indicación geográfica. Tienen previsto finalizar el proceso de registro en 2020.
Cómo pueden las indicaciones geográficas favorecer la sostenibilidad
El ejemplo de la fruta madd de Casamance ilustra cómo las indicaciones geográficas pueden favorecer las dimensiones medioambiental, social y económica de la sostenibilidad y la transición hacia un futuro verde. Para mantener la reputación y las características de los productos de calidad procedentes de una zona determinada, los productores deben reconocer la importancia de gestionar eficazmente los recursos que determinan las cualidades de sus artículos, en particular cuando se trata de productos y alimentos naturales y agrícolas. No se trata solo de una obligación moral con respecto al medio ambiente, sino de un asunto de interés económico propio. La producción sostenible de esos bienes y, de hecho, el bienestar social y económico de las comunidades encargadas de producirlos, depende de unas prácticas eficaces y sostenibles de gestión de la tierra y los recursos naturales.
Las indicaciones geográficas tienen el potencial de contribuir a la expansión de las prácticas ambientalmente sostenibles, lo que podría resultar más difícil de lograr con empresas individuales.
Además, los agentes económicos de las cadenas de valor de las indicaciones geográficas –productores, transformadores y distribuidores– están acostumbrados a las auditorías independientes, en particular en lo que respecta a la producción y la calidad de los productos. A diferencia de muchos otros bienes, los productos protegidos por indicaciones geográficas están sujetos a controles regulares para garantizar que los consumidores disfruten de sus cualidades asociadas. Por ello, la adaptación de los productos distinguidos con una indicación geográfica a las auditorías de sostenibilidad puede ser relativamente fácil.
Por último, como esfuerzo colectivo –la certificación de indicaciones geográficas implica a numerosos actores dentro de una cadena de valor determinada–, las indicaciones geográficas tienen el potencial de contribuir a la expansión de las prácticas ambientalmente sostenibles, lo que podría resultar más difícil de lograr con empresas individuales. En este sentido, las indicaciones geográficas tienen un gran potencial para responder a los desafíos de la sostenibilidad y a las preocupaciones medioambientales de nuestro tiempo.
Cómo contribuyen las indicaciones geográficas al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible
Las indicaciones geográficas también pueden contribuir a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas relativos al cambio climático, la degradación del medio ambiente y la buena salud. Las indicaciones geográficas favorecen el desarrollo rural, la seguridad alimentaria, la promoción de las exportaciones y el turismo local.
En muchos casos, como en los sectores del queso, el vino, el café y el aceite de oliva, los productores de indicaciones geográficas privilegian las técnicas de cultivo tradicionales, más respetuosas con el medio ambiente, frente al uso de productos químicos que pueden disminuir la calidad de los alimentos o menoscabar la capacidad de cultivo de sus tierras. Las características intrínsecas de las indicaciones geográficas –en particular su vínculo con una localidad y la gestión colectiva– pueden dar lugar a un círculo virtuoso en el que los productores reconocen y respetan la necesidad de gestionar y mantener eficazmente el entorno natural y sus especificidades, que definen la calidad y las características de sus productos. Por consiguiente, las indicaciones geográficas desempeñan un papel importante en la gestión sostenible de los recursos naturales.