Día Mundial de la Propiedad Intelectual – Innovar para un futuro verde

La crisis climática impulsa el cambio hacia una moda sostenible

Por John Zarocostas, periodista independiente

La creciente preocupación por la amenaza existencial que tanto el cambio climático como los efectos de la contaminación, los residuos tóxicos y el agotamiento de los recursos esenciales suponen para la salud y el entorno natural de la Tierra también está impulsando un cambio de paradigma hacia una industria de la moda sostenible.

La forma en que los consumidores hacen uso de la ropa también tiene una importante repercusión en el medio ambiente debido al agua, la energía y los productos químicos que emplean para lavarla, secarla y plancharla. Menos de la mitad de la ropa usada es reutilizada o reciclada. La mayoría termina en los vertederos o se incinera. (Foto: Getty/vuk8691)

Al margen de su glamur, esta industria se percibe cada vez más como uno de los principales usuarios de productos químicos nocivos y plaguicidas y como una considerable fuente de emisiones de carbono, residuos y contaminación ambiental. Las nuevas tendencias apuntan a que las marcas de moda están fortaleciendo su compromiso con la sostenibilidad por una serie de razones, en particular la necesidad de salvaguardar los valores de marca. Sin embargo, si la industria de la moda quiere dar un verdadero giro a sus credenciales ecológicas, ya no puede limitarse a hablar de la sostenibilidad, sino que debe adoptar medidas concretas para mejorar su comportamiento medioambiental.

Los investigadores ponen en entredicho al sector de la moda por su conducta en materia de sostenibilidad

Varios informes de investigación recientes arrojan luz sobre la enorme huella ecológica y de carbono que deja el sector durante el proceso que va desde el aporte de las materias primas hasta la fabricación, distribución y utilización de un producto por los consumidores y su posterior reciclaje y eliminación al final de su vida útil. Estos informes subrayan la necesidad de alejarse de los tópicos promocionales y adoptar medidas concertadas para mejorar la reputación medioambiental del sector.

Un informe de McKinsey & Company y Business of Fashion titulado The State of Fashion 2020 confirma lo antedicho y señala que cuando se trata de sostenibilidad, “el historial del sector suscita inquietud”. De acuerdo con el informe, el sector “sigue representando el 6% de las emisiones de gases de efecto invernadero y es responsable de entre el 10% el 20% del uso de plaguicidas”. Los lavados, disolventes y tintes utilizados en la fabricación son los causantes de una quinta parte de la contaminación provocada por las aguas industriales, y el sector de la moda representa entre el 20% y el 35% de los microplásticos vertidos en el océano. Los consumidores son cada vez más conscientes de esta realidad".

En una evaluación conjunta anterior publicada por Quantis y la ClimateWorks Foundation, Measuring Fashion, se estimó que, en su conjunto, las industrias mundiales de ropa y calzado “representan el 8% de las emisiones de gases de efecto invernadero en el mundo”.

Otro estudio realizado por el Servicio de Estudios del Parlamento Europeo (EPRS) sobre el impacto ambiental del sector textil y del vestido concluyó que la rama de la confección por sí sola “provoca entre el 2% y el 10% de los efectos ambientales derivados del consumo en la UE”.

Según un informe de McKinsey & Company y Business of Fashion, la industria de la moda representa el 6% de las emisiones de gases de efecto invernadero y es responsable de entre el 10% y el 20% del uso de plaguicidas. El informe también señala que la moda representa hasta el 35% de los flujos de microplásticos en el océano. (Foto: Getty/ Andrei Stanescu)

Los consumidores también dejan su huella

En el análisis del EPRS se señala que la forma en que los consumidores utilizan la ropa también deja una “importante huella ambiental debido al agua, la energía y los productos químicos que emplean para lavarla, secarla y plancharla, así como a los microplásticos que se vierten en el medio ambiente. Menos de la mitad de la ropa usada se recoge para su reutilización o reciclaje, y solo el 1% se recicla para producir ropa nueva”.

A la gente le sigue costando entender que la sostenibilidad no solo emana de lo ecológico, sino que también tiene un componente social, en particular en la industria de la moda.

Dorothée Baumann-Pauly, directora de investigación del Centro de Empresas y Derechos Humanos de la Facultad Stern de la Universidad de Nueva York

En la misma línea, la publicación N.º 13 de la serie de informes sobre consumo responsable de Dovetail Partners Environmental Impacts of Clothing Manufacture, Purchase, Use and Disposal concluye que el auge de la moda rápida supone un grave problema para la industria del vestido, ya que se trata de una “práctica relativamente reciente que consiste en comercializar modas de bajo costo y pasajeras, lo que provoca que aumenten los índices de consumo de ropa per cápita y los desechos”.

El informe indica que “la eliminación de la ropa se ha convertido en un problema de orden mundial” y remite a los resultados de investigación, conforme a los cuales se estima que cuatro quintos de las prendas de vestir desechadas en todo el mundo van a parar a los flujos de desechos, de los cuales aproximadamente el 57% termina en los vertederos, y la mayor parte del resto se incinera.

La sostenibilidad adquiere una mayor prioridad

En la actualidad, la industria se ve afectada de lleno por el deseo de sostenibilidad, desencadenado por un conjunto de factores. Estos incluyen la determinación de corregir el perjuicio para la imagen pública y las deficiencias de la industria documentados por los investigadores, las nuevas normativas y metas de cumplimiento en materia de sostenibilidad de algunas economías principales, las iniciativas voluntarias de sostenibilidad puestas en marcha por líderes y agrupaciones del sector de la moda, y la creciente conciencia de los consumidores sobre las amenazas que suscitan el cambio climático y los problemas ambientales.

La crisis climática es una de las cuestiones más importantes que se deben atajar. En cuanto cadena de moda a nivel mundial, tenemos una importante labor que desempeñar y la colaboración es clave.

Karl-Johan Persson, director general del Grupo H&M.

Muchas de estas nuevas iniciativas se multiplicaron tras el histórico Acuerdo de París de 2016, destinado a combatir el cambio climático e intensificar la acción hacia un futuro sostenible con bajos niveles de carbono, y tras la adopción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) por las Naciones Unidas en 2015. Estas iniciativas fundamentales han contribuido a que las cuestiones de sostenibilidad ocupen un lugar prioritario en el programa del sector de la moda y de las instancias encargadas de formular las políticas.

Una de las mayores iniciativas jamás alcanzadas en ese terreno es la Carta de la Industria de la Moda para la Acción Climática, que se puso en marcha en diciembre de 2018 en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP24) en Katowice (Polonia), impulsada por 43 de las marcas más prestigiosas, minoristas y organizaciones de proveedores, como Adidas, Burberry, Gap Inc., H&M Group, Hugo Boss y Sustainable Apparel Coalition.

La Carta establece que la industria de la moda “necesita adoptar un cambio más profundo y sistémico y procesos más eficaces de bajas emisiones de carbono”. Su visión es reducir a cero las emisiones netas antes de 2050. A este respecto, sus objetivos incluyen disminuir en un 30% las emisiones de gases de efecto invernadero antes de 2030 (a partir de los niveles de 2015), favorecer la logística de bajas emisiones de carbono y los materiales con un impacto climático mínimo, así como llevar a cabo medidas de eficiencia energética y energía renovable en la cadena de valor de la moda.

“La crisis climática es una de las cuestiones más importantes que se deben atajar. En cuanto cadena de moda a nivel mundial, tenemos una importante labor que desempeñar y la colaboración es clave”, declaró Karl-Johan Persson, director general del Grupo H&M, en un llamamiento público de un grupo de 86 empresas de moda durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP25) celebrada en Madrid en diciembre de 2019.

El Pacto de la Moda es otra iniciativa emblemática. Está integrado por una coalición mundial de 56 empresas que representan a unas 250 marcas de la industria textil y de la moda (prendas de confección, artículos de deporte, de moda y de lujo), incluidos los proveedores y distribuidores, que se comprometen a alcanzar un conjunto común de objetivos ambientales esenciales en tres esferas: detener el calentamiento global, restaurar la biodiversidad y proteger los océanos (véase el cuadro).

Acerca del Pacto de la Moda

El Pacto de la Moda es una coalición mundial integrada por empresas textiles y de moda y sus respectivos proveedores y distribuidores. La coalición se ha comprometido a alcanzar objetivos ambientales en tres esferas, a saber, detener el calentamiento global, restaurar la diversidad biológica y proteger los océanos.

Entre sus miembros figuran el Grupo Armani, Carrefour, Chanel, Inditex, Fung Group, H&M, Kering, Nike, Puma, Prada S.p.A, PVH, Ralph Lauren y Stella McCartney.

El Pacto de la Moda se concibió como una misión encomendada por el presidente galo Emmanuel Macron a François-Henri Pinault, presidente y director general del grupo de lujo francés Kering.

El pacto fue presentado a los jefes de Estado en la Cumbre del G-7 celebrada en Biarritz (Francia) en agosto de 2019.

Margen de mejora

Expertos de todo el mundo abundan en que la sostenibilidad es hoy en día una prioridad fundamental para la industria de la moda y lo seguirá siendo en el futuro. Sin embargo, también señalan que hay una falta de rigor con respecto a los criterios de presentación de informes y las normas de diligencia debida en todo el sector.

“Las marcas, los vendedores minoristas, saben que deben ocuparse de las cuestiones relacionadas con la cadena de suministro y las cuestiones sociolaborales, así como del cumplimiento y la diligencia debida en materia de derechos humanos, pero al mismo tiempo deben ocuparse de las cuestiones ambientales vinculadas al clima y de la eficiencia de los recursos”, señala Joseph Wozniak, jefe del Programa de Comercio para el Desarrollo Sostenible del Centro de Comercio Internacional (CCI).

“Esto se ha convertido, sobre todo con la moda rápida, en un tema de primer orden para la mayoría de las marcas con sede en Europa, pero también para las de América del Norte... y para los consumidores”, apunta.

Estas afirmaciones se ven respaldadas por un reciente estudio del CCI, que constató que al menos el 95% de los minoristas y las marcas prevén que la demanda de productos sostenibles en toda una gama de bienes de consumo principales, en particular las prendas de vestir, se mantendrá elevada durante los próximos cinco años como mínimo. El estudio, financiado por la Unión Europea (UE), se centró en 1.500 empresas de Francia, Alemania, Italia, Países Bajos y España.

No obstante, en general se constatan lagunas en lo que se refiere a la presentación de informes y a la documentación de los efectos de las iniciativas impulsadas por el sector. John Christiensen, director de la Asociación entre el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Universidad Técnica de Dinamarca (DTU) señala que “[aunque] el potencial es enorme, los efectos documentados todavía son relativamente mediocres. No sé si los resultados son mediocres, pero los efectos documentados sí lo son. Muchas empresas carecen de normas estrictas de presentación de informes con enfoques unificados, por lo que es difícil saberlo”.

Kathryn Fernholz, presidenta y directora general de Dovetail Partners, Inc., indica que, si el punto de partida principal radica en “entender la huella energética y la fuente de energía, ya se trate de la energía utilizada para la fabricación, distribución, recolección o eliminación, entonces se podrá progresar”. La Sra. Fernholz espera que se intensifique, en particular, la limitación de los efectos de la industria textil que contribuyen a la contaminación causada por los microplásticos, para lo cual será necesario idear nuevas tecnologías más eficaces.

Las soluciones son complejas desde el punto de vista de la eliminación de los microplásticos y de la tecnología que se necesita para ello y para evitar que los materiales entren en nuestros sistemas de agua. Se trata de una cuestión esencial, pero será difícil solventarla en vista de las necesidades tecnológicas que se requieren y de las muchas formas en que estos materiales entran en los sistemas de agua

Kathryn Fernholz, presidenta y directora general de Dovetail Partners, Inc.

Según el PNUMA, de los 6.300 millones de toneladas de residuos plásticos producidos desde los años 50, solo se ha reciclado el 9% e incinerado el 12%. Se estima que 100 millones de toneladas de plástico, de las cuales hasta un 90% proviene de recursos terrestres, se encuentran en los mares del planeta.

Dorothée Baumann-Pauly, directora de investigación del Centro de Empresas y Derechos Humanos de la Facultad Stern de la Universidad de Nueva York, asegura que “a la gente le sigue costando entender que la sostenibilidad no solo emana de lo ecológico, sino que también tiene un componente social, en particular en la industria de la moda”. La profesora Baumann-Pauly sostiene que las empresas del sector “tienen que empezar a centrar la mirada en las cuestiones de derechos humanos que surgen en la cadena de suministro mundial” y en los “derechos laborales en las fábricas en las que producen la ropa”.

Sin embargo, por cómo están evolucionando las cosas, algunos expertos creen que determinados gobiernos, al menos en Europa, están tomando en sus propias manos los asuntos relativos a la sostenibilidad. Por ejemplo, en 2017, Francia aprobó la Ley N.º 2017-399 relativa al deber de vigilancia de las empresas, por la que se exige que las grandes empresas publiquen planes de diligencia debida para prevenir los efectos perjudiciales sobre los derechos humanos y el medio ambiente vinculados a sus operaciones y cadenas de suministro. La Ley imputa a las empresas la responsabilidad de los daños que pueden producirse si la incumplen.

La profesora Baumann-Pauly explica que Suiza también tiene previsto introducir una ley sobre diligencia debida en materia de derechos humanos en el marco de su iniciativa de empresas responsables.

Tendencias de sostenibilidad destacables en la industria de la moda

Muchas empresas de la industria textil y de la moda han puesto en marcha iniciativas para reiterar su compromiso con el cumplimiento de objetivos ambientales. Las iniciativas de las marcas y las agrupaciones industriales son un paso en la dirección correcta, pero la industria de la moda tiene todavía un largo camino por delante antes de poder lograr un equilibrio ecológico firme. (Foto: Getty/Björn Forenius)

Según los expertos, las tendencias de interés en materia de sostenibilidad en la industria de la moda reflejan los compromisos asumidos por algunas empresas para:

  • usar solo el algodón más sostenible u orgánico (C&A);
  • realizar la transición hacia fuentes de energía renovables y materiales y recursos ecológicos, y
  • aumentar los niveles de reciclado y reutilización e introducir planes de recogida (Nike), así como forjar una mentalidad de economía circular en sus operaciones (Kering), (véanse los ejemplos en el cuadro).

Por último, algunos expertos en moda y empresas del ámbito abogan por un cambio hacia la “moda lenta” y alientan a los consumidores a que compren menos artículos de moda pero de mejor calidad y más duraderos.

Michael Stanley Jones, cosecretario de la Alianza de las Naciones Unidas para la Moda Sostenible en el PNUMA, observa que el sector de la moda ha hecho progresos en dos esferas. En primer lugar, en el plano de la trazabilidad y la rendición de cuentas, que se han visto respaldadas por las aplicaciones de las nuevas tecnologías, como la cadena de bloques y los pasaportes de productos. Y, en segundo lugar, en lo que se refiere a la medición de las emisiones de carbono generadas a lo largo de las cadenas de valor de las empresas individuales a través, por ejemplo, de la iniciativa relativa a los objetivos basados en la ciencia, que “apuesta por el establecimiento de objetivos basados en la ciencia como una forma poderosa de impulsar la ventaja competitiva de las empresas en la transición hacia una economía de bajas emisiones de carbono”. La iniciativa proporciona a las empresas “una vía claramente definida para lograr un crecimiento con garantías para el futuro y especifica en qué grado y con qué rapidez necesitan reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero”.

Se precisa más acción

Los expertos en sostenibilidad creen que las iniciativas de las marcas y agrupaciones industriales son un paso en la dirección correcta, pero también consideran que la industria de la moda tiene todavía un largo camino por delante antes de lograr un equilibrio ecológico firme.

El Sr. Stanley-Jones subraya que las marcas que afirman tener planes creíbles para detener las emisiones netas de gases de efecto invernadero dependen principalmente de las compensaciones de las emisiones de carbono, pero indican que “a largo plazo, los avances para lograr un balance cero de las emisiones de carbono tendrán que provenir de mejoras en los procesos de producción y la cadena de suministro, más que de esas compensaciones”.

“El PNUMA desearía que la combinación fuera del orden de 90/10 y que las compensaciones correspondiesen a la menor de las proporciones”, señala.

“El Sr. Stanley-Jones observa que “ninguna marca mundial ha ofrecido hasta la fecha una colección de fondo de armario neutra en emisiones de carbono que dé a los consumidores la opción de comprar ropa para sus necesidades diarias sin que ello contribuya al calentamiento del planeta. De aquí a que lo hagan, puede que sigan perdiendo cuota de mercado frente a otras opciones alternativas, como los negocios de segunda mano o de reparación y los ‘intercambios de armario’ entre particulares (que consisten en intercambiar recíprocamente entre amigos las prendas de vestir que no utilizan)”.

“La industria en general no está logrando resultados satisfactorios a la hora de reducir su huella de carbono, y se calcula que las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas al vestido y el calzado ascienden al 8,1% (2018) de las emisiones totales en el mundo”, concluyó, señalando que, si bien las nuevas tendencias son prometedoras, hasta ahora ninguna de ellas “ha tomado medidas concretas que permitan afrontar el reto de convertir la industria de la moda en un motor del desarrollo sostenible”.

Ejemplos de empresas de moda con una mentalidad de cambio volcada en la sostenibilidad

KERINGKering ha desarrollado una herramienta innovadora para medir y cuantificar el impacto ambiental de sus actividades. La cuenta de resultados ambientales de Kering, considerada como “un elemento clave para un modelo de negocio sostenible”, mide las emisiones de carbono, el consumo de agua, la contaminación del aire y del agua, el uso de la tierra y la producción de residuos en toda la cadena de suministro, con el fin de hacer visible, cuantificable y comparable el impacto medioambiental de las actividades del grupo. Este impacto se traduce posteriormente en valores monetarios para cuantificar el uso de los recursos naturales. La empresa utiliza la herramienta con el objetivo de “orientar su estrategia de sostenibilidad, mejorar sus procesos y fuentes de suministro y elegir las tecnologías mejor adaptadas”.

C&A Para 2020, la cadena internacional de ropa C&A se ha marcado el objetivo de lograr que el 100% del algodón que utiliza sea más sostenible. C&A es el principal comprador mundial de algodón orgánico, que tiene una menor huella ambiental que el algodón que se cultiva tradicionalmente. En 2018, el 71% del algodón que vendió era algodón orgánico certificado u obtenido con arreglo a los estándares de Better Cotton. Al abastecerse de algodón más sostenible, la empresa trata de normalizar las mejores prácticas en el conjunto de la industria algodonera y de demostrar que es posible abastecerse de algodón 100% más sostenible.

NIKENike está ayudando a proteger el futuro del deporte para todos los atletas, lo cual requiere de un mundo en buena salud, y lo hace través de una serie de iniciativas, como Move to Zero, que representa el camino de la empresa hacia la neutralidad en las emisiones de carbono y la eliminación de residuos. La finalidad de la iniciativa es reducir a cero las emisiones de carbono de sus operaciones antes de 2025 y eliminar los residuos de su cadena de suministro, diseñándola a partir de sus productos y optimizando sus procesos de fabricación. Nike despacha enormes cantidades de pedidos anualmente a nivel mundial y está examinando formas de hacerlo de manera más sostenible. Por ejemplo, su centro de distribución recién inaugurado en Ham (Bélgica) con el nombre de The Court funciona completamente a base de energía renovable producida a partir de cinco fuentes locales —a saber, energía eólica, solar, geotérmica, hidroeléctrica y de biomasa— y recicla el 95% de los residuos que genera in situ.

NEW BALANCE – La empresa de artículos deportivos New Balance cree en la filosofía de “andar con cuidado con los recursos limitados” y de “esforzarse por alcanzar el nivel cero de residuos” en lo que hace y en la evaluación de los “efectos del ciclo de vida” de sus productos y actividades. Su objetivo es crear productos que sean completamente recuperables, que no generen residuos ni impliquen el uso de sustancias tóxicas y que no tengan un impacto ambiental negativo. Para más información, cabe consultar: www.newbalance.co.uk/inside-nb-environment.html.

PATAGONIALa ropa usada de Patagonia es el vector para prolongar la vida del material. La empresa señala que mantener la ropa en uso durante nueve meses adicionales puede reducir las huellas producidas por el carbono, el agua y los residuos hasta en un 30%. En su sitio web, la empresa explica que “lo mejor que podemos hacer por el planeta es reducir el consumo y aprovechar más las cosas que ya tenemos”.