La huella ecológica del whisky escocés
El whisky escocés, producido con esmero en toda Escocia desde hace siglos, es la bebida nacional de ese territorio y goza además de una gran notoriedad y reputación entre los consumidores de todo el mundo. La denominación “Scotch Whisky” (whisky escocés) está protegida en la legislación del Reino Unido desde 1933 y, en la Unión Europea, está protegida como indicación geográfica desde 1989. El whisky escocés se define como el whisky producido en Escocia con arreglo a unos métodos tradicionales de producción específicos.
La Scotch Whisky Association (SWA) es la entidad encargada de proteger y promocionar el whisky escocés por el mundo entero y vela por que sus productores puedan comerciar libremente y competir en igualdad de condiciones con otros productos similares en el mercado internacional. Sin embargo, la competencia no es la única prioridad de la SWA, que también dedica importantes esfuerzos a garantizar la sostenibilidad de la producción de whisky. Al tratarse de una indicación geográfica, el whisky escocés está intrínsecamente vinculado al medio en que se elabora y a los productores locales. Así pues, la SWA reconoce que disfrutar de un medio ambiente sano es esencial para el whisky escocés. En 2009, la SWA puso en marcha la estrategia medioambiental de la industria del whisky escocés (Scotch Whisky Industry Environmental Strategy), la primera de este tipo que abarca todo un sector.
La industria del whisky escocés ya ha demostrado su liderazgo en cuestiones medioambientales, puesto que está incorporando los combustibles no fósiles y realizando importantes inversiones en tecnologías renovables en Escocia. Tras haber establecido unas metas para el año 2020 en cuanto al uso de combustibles no fósiles, el sector ha superado ese objetivo con cuatro años de antelación. En 2016 los combustibles no fósiles representaron el 21% del uso de la energía primaria (en comparación con el 3% en 2008), cifra que probablemente se superará en 2020, cuando se disponga de los datos más recientes. Ello ha contribuido, junto con las mejoras introducidas en la eficiencia energética, el cambio de combustible y la descarbonización de la red, a que el sector reduzca las emisiones de gases de efecto invernadero en un 22% desde 2008.
Tanto los cereales como la turba, los campos escoceses, las colinas y los bosques influyen en la producción del whisky escocés, y el sector reconoce su deber de proteger esos importantes recursos naturales.
El consumo de agua, uno de los tres ingredientes del whisky escocés, es una parte importante de esta industria. Desde 2009, trabajamos con la Agencia Escocesa de Protección del Medio Ambiente (SEPA) y otras partes interesadas a fin de analizar los datos sobre el agua y determinar las posibilidades de optimización del agua en las destilerías. Los análisis de 2016 muestran que la eficiencia del agua de destilación mejoró en un 29% desde 2012, el año de referencia. Con arreglo al último estudio sobre el cumplimiento de la normativa ambiental (Compliance Assessment Scheme), que la SEPA publica cada año, la industria del whisky escocés ha obtenido una puntuación del 97%, un resultado excelente.
En 2016 se incluyó el uso sostenible de la tierra para comenzar a estudiar cómo se podría mejorar también el impacto ambiental del sector en todo el territorio escocés. Tanto los cereales como la turba, los campos escoceses, las colinas y los bosques influyen en la producción del whisky escocés, y el sector reconoce su deber de proteger esos importantes recursos naturales. Con la ayuda de las organizaciones ambientales, vamos a publicar un plan de protección de la turba (Peat Action Plan) como parte de la estrategia revisada del sector.
Las asociaciones de productores con una participación directa en la gestión cotidiana de las indicaciones geográficas pueden contribuir significativamente a propiciar el cambio hacia modalidades de producción más respetuosas con el medio ambiente.
En la actualidad, la SWA examina su estrategia medioambiental para estudiar objetivos de mayor alcance y nuevos ámbitos en que sellar compromisos, y prevé que esté lista para la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 26), que se celebrará en Glasgow en noviembre. La Conferencia pondrá de relieve a escala mundial la ambiciosa labor de Escocia en la lucha contra la actual emergencia climática. También es una gran oportunidad para que las industrias emblemáticas del panorama cultural escocés den a conocer el esfuerzo que realizan para ayudar al Gobierno escocés a alcanzar sus objetivos de carbono neto cero para 2045.
La producción de whisky escocés demuestra que las indicaciones geográficas pueden servir como vehículo para fomentar la sostenibilidad. La gestión colectiva de las indicaciones geográficas, que requiere indispensablemente el consenso de todas las partes implicadas en la cadena de suministro, ayuda a lograr los objetivos de sostenibilidad. Las asociaciones de productores con una participación directa en la gestión cotidiana de las indicaciones geográficas pueden contribuir significativamente a propiciar el cambio hacia modalidades de producción más respetuosas con el medio ambiente.