9 de agosto de 2023
Avances como el diagnóstico digital para hacer pruebas inmediatas de enfermedades como la diabetes o el paludismo o la fabricación innovadora de dispositivos médicos personalizados mediante la impresión tridimensional ponen de manifiesto que la salud digital está transformando la manera en la que las personas acceden a los servicios de salud y la forma de prestar esos servicios. El resultado de ello es una población más sana. A medida que sigue creciendo el sector de la salud digital, la propiedad intelectual (PI) adquiere cada vez más importancia en este ámbito y puede utilizarse para fomentar la colaboración y la innovación en los servicios digitales de salud. Ahora bien, queda mucho por hacer para que las soluciones de salud estén al alcance de todos y que el acceso sea equitativo a pesar de la “brecha digital”.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud digital en su Estrategia Mundial sobre Salud Digital (2020‑2025) como la utilización de las tecnologías digitales y los datos para mejorar los resultados sanitarios, optimizar el desempeño de los sistemas de salud y empoderar a los pacientes para que adopten decisiones fundamentadas sobre su salud y su bienestar. También se ponen de relieve los principios de transparencia, accesibilidad, escalabilidad, replicabilidad, interoperabilidad, privacidad, seguridad y confidencialidad.
El alcance de la salud digital crece con rapidez y abarca las aplicaciones de salud móvil, los dispositivos ponibles, la telemedicina, los registros sanitarios electrónicos, los sistemas de información de salud y la inteligencia artificial (IA). Estas tecnologías salvan vidas. Según un estudio reciente, la aplicación de tecnologías ponibles de IA como relojes inteligentes equipados con algoritmos de IA para supervisar la salud en tiempo real puede salvar cerca de 400 000 vidas en Europa, lo que generaría un ahorro de costos de 200 000 millones de euros. Además, teniendo en cuenta que en el mundo existen más de 100 empresas unicornio de tecnologías de salud digital, es evidente que se trata de un sector próspero.
La pandemia de COVID‑19 estimuló la adopción de más soluciones de salud digital en muchas partes del mundo, lo cual aumentó el acceso a la atención de salud, más allá de los medios tradicionales. Las plataformas digitales facilitaron la labor de rastreo de contactos y ayudaron a contener la propagación del virus. Surgieron servicios de atención a distancia que permitieron a los pacientes recibir orientación y apoyo médicos de carácter esencial desde la seguridad de sus hogares.
La rápida implantación de tecnologías digitales como los programas informáticos de rastreo de contactos brindaron oportunidades de reducir las desigualdades en el ámbito de la salud. Para que la atención de salud digital se aplique de manera eficaz y sea accesible a todos, es crucial intercambiar conocimientos, colaborar en el ámbito de la PI y fomentar la transferencia de conocimientos de manera que se produzcan descubrimientos científicos y se haga un reparto equitativo de los beneficios generados por dichos avances científicos y sus aplicaciones.
La PI respalda la salud digital. Proporciona la cobertura necesaria para proteger la innovación de los científicos y los empresarios y facilita el acceso a los usuarios a las ventajas de esos avances. Ya se trate de un algoritmo informático innovador para la supervisión a distancia de los pacientes o de una aplicación móvil que ofrezca planes personalizados de ejercicio físico y funciones de seguimiento de la salud, la PI garantiza que las soluciones de salud digital únicas y transformadoras puedan hacerse realidad y ponerse a disposición de un público amplio para mejorar los resultados sanitarios de las personas en todo el mundo. Al proteger y promover la creatividad y la innovación en la salud digital, la PI también contribuye al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, en particular, el Objetivo 3, “Salud y bienestar”, y el Objetivo 9, “Industria, innovación e infraestructuras”.
Si bien los productos de salud digital a menudo contienen partes que pueden patentarse, como componentes químicos, eléctricos o mecánicos, proteger componentes basados en la tecnología puede plantear dificultades debido a su carácter inmaterial y complejo. En algunas jurisdicciones, obtener derechos de patentes para métodos de análisis de datos puede llevar un tiempo considerable, lo que tiene como consecuencia que quienes innovan prefieran recurrir a la protección mediante secretos comerciales para salvaguardar sus invenciones de salud digital. Este modo de proceder garantiza la confidencialidad y se adecua muy bien a la rápida evolución de la tecnología y al carácter dinámico de las empresas de salud digital. Además, en este ámbito es fundamental proteger los programas informáticos, las bases de datos o la documentación para evitar el uso no autorizado de esos valiosos activos.
Existen otros derechos de PI importantes en el ámbito de la salud digital. Las marcas desempeñan una función fundamental en la protección de los nombres y los logotipos, pues permiten a las empresas distinguirse en el mercado. La apariencia distintiva de los productos se protege mediante los diseños, mientras que los diseños visuales distintivos se preservan mediante la presentación distintiva, lo cual ofrece a las empresas una ventaja competitiva en el mercado.
Los datos son el eje central de la salud digital. Los productos de salud digital a menudo recopilan y almacenan información sobre los pacientes que puede transmitirse a los profesionales sanitarios o a los hospitales. Están aumentando los riesgos a la protección de esos datos personales y a la privacidad. La protección de la PI salvaguarda los datos sanitarios de los pacientes, como las historias clínicas y los resultados de las pruebas diagnósticas, en virtud de varios instrumentos legislativos en la materia. Las tecnologías de gestión de los derechos digitales son una herramienta inestimable a este respecto.
La Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) asume la función decisiva de fomentar el debate y el intercambio de conocimientos entre los Estados miembros y las partes interesadas en materia de tecnología digital y PI. Su misión es prestar asistencia para la adopción de políticas bien fundamentadas y ofrecer herramientas prácticas y orientación para desenvolverse en el complejo panorama de PI en un mundo digital en rápido movimiento. Por medio de un proceso abierto, actualmente la OMPI dirige varios debates sobre temas relacionados con la salud digital. Estas conversaciones versan sobre la IA y las repercusiones en las políticas de PI, como el Diálogo sobre PI y Tecnologías de Vanguardia, que ofrece un foro para hablar sobre los efectos de las tecnologías de vanguardia en todos los derechos de PI, con la finalidad de subsanar las deficiencias en este ámbito en rápida evolución.
Las organizaciones internacionales han puesto en marcha iniciativas para aprovechar el potencial de la salud digital. Recientemente, la OMPI, la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) y la OMS han puesto en marcha la Iniciativa Mundial de IA para la Salud (Global Initiative on AI for Health) con los objetivos de velar por que la IA haga efectivo todo su potencial para apoyar el diagnóstico y el tratamiento y lograr unos servicios de atención de salud más eficientes e inclusivos. La iniciativa “Manténgase sano con la salud móvil”, impulsada por la UIT y la OMS, aprovecha la tecnología móvil para apoyar los servicios de atención de salud, especialmente en los contextos donde los recursos son escasos. La Alianza Mundial de Salud Digital (Global Digital Health Partnership) reúne a gobiernos, especialistas en salud digital y organizaciones con el objetivo de perfeccionar las normas y las mejores prácticas mundiales en materia de salud digital mediante la promoción del intercambio de conocimientos y la interoperabilidad.
Iniciativas como la Declaración abierta sobre la COVID‑19 (Open COVID Pledge) alentaron a las organizaciones a poner sus patentes y sus derechos de autor en el dominio público durante la pandemia para facilitar una implantación eficiente a escala mundial de las aplicaciones de rastreo de contactos y otras herramientas de salud digital. Además, Open COVID Pledge, uno de los socios para la aplicación del Acceso Mancomunado a las Tecnologías contra la COVID-19 (C‑TAP), que se puso en marcha en 2020, ofrece una plataforma en la que los desarrolladores pueden proponer su PI, sus conocimientos y sus datos a fabricantes de calidad demostrada, con el objetivo de garantizar a las personas de todos los países un acceso más rápido, equitativo y asequible a los productos sanitarios contra la COVID‑19.
Estas iniciativas, entre otras, ponen de manifiesto la voluntad de aprovechar el potencial transformador de la salud digital, que puede mejorar la prestación de la atención de salud y garantizar un acceso equitativo a servicios de salud de calidad en todo el mundo. Ahora bien, la brecha digital mundial persiste, por lo que se debe prestar ayuda a los países con una elevada carga de morbilidad que además carecen de una infraestructura digital suficiente.