…Y un té
“Fue el caso del Rooibos el que nos hizo despertar a la realidad”, dijo el Dr. Dirk Troskie, del Departamento de Agricultura del Cabo Occidental de Sudáfrica, a los participantes en el Simposio de 2007 sobre Indicaciones Geográficas.
Los sudafricanos llevan varias generaciones bebiendo té Rooibos, que de hecho se designa a menudo como la bebida nacional. La planta Rooibos (literalmente: “arbusto rojo”) crece sólo en determinadas zonas áridas del occidente de Sudáfrica, en suelos de características muy concretas. Si bien no son más de 350 agricultores los que intervienen en la producción de Rooibos, éste desempeña un papel esencial en la cultura y la economía de algunas comunidades rurales en las regiones de Wuppertal y Heiveld. Sin embargo, se ha corrido la voz sobre las propiedades beneficiosas del té Rooibos en los últimos años y su popularidad ha crecido como la espuma en todo el mundo.
Fue en 1992 cuando una empresa sudafricana, Forever Young, registró Rooibos como marca en los Estados Unidos para usarlo en productos para el cuidado de la piel. Cuando la propietaria de la empresa se jubiló en 2001, vendió la marca por diez dólares a su socio comercial americano, Burke International. Aunque el mayor productor de Rooibos de Sudáfrica, Roiboos Ltd., inició el procedimiento para anular la marca poco después de que se registrase, los detalles del caso sólo se dieron a conocer por la prensa cuando una cooperativa, que representaba a agricultores con escasez de recursos de Wuppertal, tuvo problemas legales al tratar de exportar su Rooibos a los Estados Unidos. Por si eso no fuese suficiente, Burke International exigió regalías de las empresas sudafricanas por usar el término Rooibos en los Estados Unidos. Afortunadamente para los sudafricanos, varias cafeterías de los Estados Unidos ejercieron su influencia en el litigio, ya que ellas también querían poder vender té Rooibos, y el caso se resolvió sin necesidad de pasar por los tribunales, a raíz de una decisión emitida en febrero de 2005 por un juzgado de distrito de Missouri. Llegado este momento, el caso ya le había costado 1 millón de dólares al sector.
El caso incitó al Gobierno y a la industria a examinar con urgencia la forma de proteger los productos como el Rooibos, que se consideran parte del patrimonio del país. (Foto Maya Leclercq)
El caso llevó a la creación del Consejo del Rooibos, e incitó al Gobierno y a la industria a examinar con urgencia la forma de proteger los productos como el Rooibos, que se consideran parte del patrimonio del país.
Entre las alternativas que se consideraron, se encontraba el uso de indicaciones geográficas. Actualmente, Sudáfrica tiene dos sistemas institucionales para proteger las indicaciones geográficas. El sistema para el vino y las bebidas espirituosas está muy asentado y funciona bien. Sin embargo, el Dr. Troskie describe el sistema para proteger los productos sin alcohol como una mezcla de legislaciones sobre marcas, competencia desleal y protección del consumidor, motivada principalmente por las obligaciones de Sudáfrica de cumplir los compromisos internacionales, en especial el Acuerdo sobre los ADPIC. Se lamenta de que “el resultado es que el sistema está más dirigido a proteger las indicaciones geográficas extranjeras que las nacionales”.
El caso Rooibos ha impulsado el cambio institucional. Junto con otros colectivos interesados, los departamentos gubernamentales de Sudáfrica participan ahora en varios grandes proyectos de investigación cooperativa centrados en entender mejor la manera de servirse de las indicaciones geográficas para proteger otros productos además del vino y las bebidas espirituosas. El té Rooibos se ha incluido en una serie de seis estudios procedentes de Sudáfrica. A este fin, se han elaborado minuciosas descripciones (basadas tanto en el consenso como en pruebas científicas sobre los requisitos de la producción de té Rooibos de calidad) de las condiciones geográficas, las prácticas de producción, la recolección, la biodiversidad y las normas de procesado.
Si se consigue, el registro de la marca no sólo garantizará la titularidad de Sudáfrica sobre un producto emblemático para el país, sino que beneficiará a los productores sudafricanos al añadir valor desde la fase de producción, y no sólo tras la exportación.
Elizabeth March, Redacción, Revista de la OMPI, Communications and Public Outreach Division.
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