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Obtención de patentes y acceso a tecnologías energéticas no contaminantes en los países en desarrollo

Febrero de 2008

Por John H. Barton

Para que se realice en todo el mundo la transición a una economía con un nivel bajo de emisiones de carbono, es preciso que las tecnologías energéticas renovables estén disponibles a escala mundial.Un problema que se suele plantear es que el sistema de propiedad intelectual (P.I.) puede obstaculizar el acceso a la tecnología por parte de los países en desarrollo. En un artículo para el Centro Internacional de Comercio y Desarrollo Sostenible (CICDS), John Barton, Profesor de Derecho de la Universidad de Stanford, trata de determinar si la P.I. constituye un cuello de botella en los sectores de los biocarburantes y las energías solar y eólica. En este artículo resume sus conclusiones, centrándose en Brasil, China y la India.

En el sector farmacéutico, es frecuente que las patentes tengan un efecto considerable en el precio, ya que un nuevo medicamento específico puede no tener sustituto. En estas circunstancias, el titular de la patente se encuentra en una posición ventajosa en el mercado y puede fijar un precio muy superior al costo de producción. No obstante, en los tres sectores de energías renovables que se consideran aquí, la energía solar fotovoltaica, la biomasa y la energía eólica, hace tiempo que las soluciones tecnológicas básicas ya no están protegidas por patentes. En general, solo están patentadas las mejoras o algunos rasgos específicos. Así, hay una serie de productos patentados que compiten entre sí y, a consecuencia de esta competencia, bajan los precios, al contrario de lo que ocurriría con las regalías y los precios que se fijarían si hubiese un monopolio. Además, no sólo existe la competencia entre empresas dentro de un sector específico, sino también entre distintos sectores y otras fuentes de combustible o electricidad.

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La tecnología fotovoltaica básica es fácil de conseguir. En la imagen, un panel solar en una cabaña perdida de Khevsureti (Georgia), y una planta fotovoltaica de Freiberg (Alemania). (Fotos: (izquierda) CC Wim Koolhoven; (derecha) Eclipse.sx

El sector fotovoltaico

La tecnología fotovoltaica básica implica la fabricación y el tratamiento de una lámina de silicio que genera electricidad cuando recibe la luz del sol. Existen varias empresas especializadas en esta tecnología, organizadas más o menos en forma de oligopolio; las cinco empresas principales abarcan el 60 por ciento del mercado. Por lo tanto, es probable que los países en desarrollo puedan aprovechar los beneficios de la tecnología básica (lamina de silicio) incluso a pesar de las patentes.

Del mismo modo, es posible que las empresas de países en desarrollo que deseen entrar a formar parte del grupo de productores, obtengan licencias en términos razonables dado el amplio número de empresas que componen el sector. Los casos de Tata-BP Solar, una firma india basada en una empresa conjunta, y Suntech, una empresa china que no sólo ha conseguido elaborar sus propias tecnologías, sino que también ha comprado empresas de países desarrollados, ponen de manifiesto que es posible entrar en este sector.

La tecnología de los biocarburantes

La tecnología típica para producir biocarburantes se basa en la conversión del azúcar o el maíz en etanol. En este ámbito, una vez más, los países en desarrollo tienen un acceso aceptable a las tecnologías existentes. De hecho, hace tiempo que Brasil lidera el sector.

La cuestión se complica en lo que respecta a las nuevas tecnologías para biocarburantes. Se están desarrollando iniciativas financiadas por el gobierno o por capital de riesgo para desarrollar nuevos procesos, enzimas o microorganismos que produzcan biocarburantes, que actualmente no están fácilmente disponibles como combustible. Se solicitarán muchas patentes en estos campos. Sin embargo, por fuerza, la producción está descentralizada y hay competencia tanto entre los métodos de fabricación de biocarburantes como entre los distintos combustibles alternativos. Por tanto, parece probable en este ámbito que los titulares de patente estén interesados en conceder licencias para el uso de su tecnología y que no tarden en abaratarse los cánones de licencia para esas tecnologías.

Ha habido guerras de patentes relacionadas con algunas etapas de la producción de biocarburantes y las normas relativas a los combustibles. Sin embargo, las barreras a las que se enfrenten los países en desarrollo seguramente no estarán relacionadas con la P.I., sino con los aranceles y otros obstáculos comerciales impuestos contra los mercados internacionales del azúcar y el etanol. Así, los Estados Unidos han impuesto un arancel sobre el etanol brasileño, que es más barato, desde el punto de vista económico y medioambiental, que el etanol producido con maíz estadounidense.

El sector eólico

El sector eólico está más concentrado que el sector fotovoltaico: en este ámbito, cuatro empresas conforman aproximadamente el 75 por ciento de la industria. No obstante, el sector es suficientemente competitivo para permitir que los países en desarrollo construyan parques eólicos incorporando equipos procedentes del mercado mundial sin costos excesivos de P.I.

Sin embargo, a los países en desarrollo les sería más difícil introducirse en el mercado mundial de turbinas eólicas. Actualmente, existen unos líderes fuertes en el sector que se muestran reacios a compartir su tecnología por temor a que surjan nuevos competidores. Ha habido terribles batallas por patentes de este campo en los Estados Unidos. Asimismo, los aspectos de la transferencia tecnológica relacionados con la ingeniería han ocasionado algunos problemas. Aun así, tanto China como la India han conseguido crear grandes empresas en los últimos 10 años. La principal empresa india ha comprado empresas competidoras de países desarrollados.

Exportaciones, compra de empresas y P.I.

En resumen, no parece haber barreras insalvables relacionadas con la P.I. que impidan al mundo beneficiarse de la reducción de emisiones de carbono en los países en desarrollo. Cuando se examinan las oportunidades de estos países de entrar en los mercados de exportación de células fotovoltaicas, biocarburantes y aeromotores, entran en juego otros factores. No hay duda de que, para el etanol, los principales obstáculos van a estar relacionados con los aranceles y otras barreras similares, no con la P.I. En el caso de la energía fotovoltaica, es poco probable que sea el sistema de P.I. el que constituya un obstáculo significativo. En cuanto a la energía eólica, existen motivos de preocupación, pero es muy posible que, nuevamente, los problemas relativos a la P.I. no sean los más graves.

También estamos siendo testigos de un nuevo mecanismo de transferencia de tecnología, que consiste en que los países en desarrollo adquieran empresas de países desarrollados. No obstante, al mismo tiempo existe un riesgo de concentración mundial, en particular en el sector eólico, por lo que hay que estar atentos a la posible aparición de cárteles.

Los tres sectores de energías renovables examinados sirven de ejemplo para otras cuestiones relevantes a las que se enfrentan los países en desarrollo. Cabe preguntarse si estos países deberían reforzar la protección de su P.I. para alentar a los inversores extranjeros a transferir sus tecnologías. Los datos de estos sectores sugieren que una P.I. más fuerte contribuiría a que los países en desarrollo avancen en el ámbito científico, sin que dicho fortalecimiento implique grandes riesgos. Esta respuesta puede que no sea válida para países más pobres.

El papel de las subvenciones

Asimismo, estos tres sectores ponen de manifiesto que los aspectos económicos de la energía renovable requieren a menudo el apoyo o la regulación gubernamentales si la tecnología aún no se ha desarrollado (por ejemplo, una regulación del sistema de tarifas (feed-in law) que estipule que parte de la electricidad de una red deba provenir de fuentes renovables). Seguramente, los gobiernos de los países desarrollados tratarán de garantizar que los fabricantes nacionales se vean favorecidos en el proceso de concesión de licencias sobre tecnologías que han recibido financiación pública en su fase de elaboración. Para los países en desarrollo, esta tendencia resultaría perjudicial, aunque podría evitarse si los países desarrollados accediesen a dejar de favorecer a las empresas nacionales al conceder licencias sobre invenciones financiadas con dinero público, al menos en lo relativo a las tecnologías relevantes para el medio ambiente. Sería una situación parecida a la de las “cláusulas humanitarias” que se tienen en cuenta en los ámbitos de la medicina y la nutrición. Sería mejor llegar todavía más lejos: que los países desarrollados se comprometiesen a dedicar parte de su desarrollo tecnológico a cubrir las necesidades específicas de los países en desarrollo y garantizar que las empresas de estos últimos tuviesen la oportunidad de participar en sus iniciativas.

Eliminar los obstáculos al comercio

Por último, la labor más importante consistiría en eliminar los obstáculos innecesarios al comercio para los combustibles procedentes de fuentes renovables. A menos que se adopte un impuesto mundial sobre las emisiones de carbono, es esencial subvencionar las energías renovables. Sin embargo, con frecuencia, las subvenciones actuales se asignan en respuesta a problemas nacionales, en especial en el sector agrícola, y pueden acabar discriminando a los países en desarrollo. Si se estructurase de forma más justa la intervención en el mercado medioambiental podrían crearse de por sí mayores incentivos para la transferencia de tecnología hacia países en desarrollo.

Este artículo se ha reproducido por cortesía del CICDS.

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