El padre del karaoke
Alguna vez ha proclamado que iba a la escuela para dormir y que la pereza fue lo que más le ayudó a dar con la idea del karaoke. Daisuke Inoue nunca estudió solfeo: tocaba de oído, a fuerza de repetición. En una entrevista concedida a la revista Time aseguró que en sus años escolares en Osaka (Japón) eligió como instrumento la batería "porque sólo hay que golpearla".
A principios de la década de 1970, Daisuke formaba parte de un grupo que tocaba en bares y clubes en la vecina Kobe. En el Japón era habitual que el público acompañara cantando a los grupos encargados de la amenización musical de los locales nocturnos. El Sr. Inoue tuvo la idea de grabar una serie de bases musicales (baking tracks) y alentar a los clientes a que, olvidando sus carencias musicales y su timidez, cantaran siguiendo la música. Por medio de artificios técnicos se obviaban o atenuaban las voces más discordantes.
El karaoke propiamente dicho nació en 1971, cuando el presidente de una siderúrgica propuso a Daisuke que se hiciera cargo de la amenización musical en un viaje de empresa de un fin de semana a un complejo vacacional. El Sr. Inoue no pudo asistir, pero entregó la música grabada en una cinta. Los resultados fueron sensacionales. Daisuke podría haberse hecho millonario si hubiera pasado por su mente la idea de patentar el invento, pero, como declaró al diario The Independent, no lo lamenta: "No soy un inventor. Simplemente combiné cosas que ya existían, lo que es muy distinto. Hice el karaoke con el equipo de música de un automóvil, una caja de monedas, y un pequeño amplificador. ¿A quién se le hubiera ocurrido patentar eso?"
Otros sí lo hicieron y elaboraron, por supuesto, modelos mucho más perfeccionados. Al principio, sin embargo, el Sr. Inoue alquilaba sus aparatos de karaoke con cintas de música a un precio relativamente barato: 100 yenes por canción, lo que valían un par de copas en 1971. Pronto comenzaron a surgir competidores que ponían en peligro su negocio, en especial cuando aparecieron los aparatos para discos láser en la década de 1980. Daisuke reaccionó rápidamente ofreciendo sus servicios a uno de sus principales competidores, la Daiichikosho Company.
Hoy la palabra "karaoke" se ha naturalizado en todas las lenguas del mundo. Su significado en japonés es "sin orquesta". Un ciudadano filipino, Roberto del Rosario, obtuvo en 1983 y 1986 patentes por un dispositivo denominado "aparato de karaoke".
Actualmente, el aparato de karaoke más básico contiene un micrófono, un dispositivo para modificar el tono de la música y altavoces. En los hoteles, bares, clubes, salas de espera, restaurantes y locales nocturnos, se encuentran modelos cada vez más sofisticados, como las salas de karaoke, que son pequeñas habitaciones o espacios aislados que se alquilan por horas o medias horas. Sin embargo, lo que más complace a Daisuke Inoue es oír que el karaoke tiene efectos terapéuticos en las residencias de ancianos y los hospitales y que ayuda a las personas solitarias o deprimidas. Es una forma de liberar las tensiones que hace que uno se sienta mejor. O un modo de realizar el anhelo secreto de ser un artista, por mal que uno cante.
Recientemente, el Sr. Inoue inventó y vendió un dispositivo que libera productos químicos para matar a las cucarachas que entran en los aparatos de karaoke, anidan en ellos y roen sus cables. Su última invención es una cuba de electrólisis para lavar la ropa o la vajilla, o incluso para lavarse la boca, sin utilizar detergentes o productos químicos, respetando el medio ambiente. Esta vez sí ha hecho uso de los sistemas nacional e internacional de patentes.
Por Anuradha Swaminathan, Dependencia Editorial de la OMPI
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