El cambio climático – Un desafío tecnológico
Con motivo del Día Mundial de la Propiedad Intelectual, este número especial de la Revista de la OMPI contiene una recopilación de artículos ya publicados sobre el desafío que supone encontrar soluciones tecnológicas al cambio climático. En esos artículos se citan algunos ejemplos de innovación inocua para el clima y se examina la manera en que la propiedad intelectual contribuye al desarrollo de tecnologías con un nivel bajo de emisiones de carbono y a su transferencia a los países en desarrollo.
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Funafuti, Tuvalu. (c) El fotógrafo y periodista Gary Braasch lleva documentando sucesos relacionados con la climatología desde el año 2000.
¿Es Tuvalu una idílica isla tropical del Pacífico Sur de mares de un azul perfecto, arrecifes de coral y palmeras repletas de cocos? iquest;O es acaso el principio de una pesadilla? Con el punto más alto de su territorio a tan sólo 4,5 metros por encima del nivel del mar, este pequeño país es uno de los de menor elevación del mundo. A medida que se eleva el nivel del mar, los habitantes de Tuvalu se enfrentan a la temible perspectiva de que su país desaparezca progresivamente bajo las olas. La vida de estos isleños ya se está viendo afectada por el cambio climático, provocado por la emisión a la atmósfera de gases de efecto invernadero. Los tanques subterráneos donde se almacena el agua de lluvia para obtener agua potable se están contaminando debido a las inundaciones. Además, el agua salada que se filtra en los terrenos de cultivo ha echado a perder las cosechas y los habitantes de la isla han pasado a depender de las conservas importadas.
La punta del iceberg
“El cambio climático es una de las amenazas más complejas, multiformes y graves a las que se enfrenta el planeta. La respuesta a esta amenaza está estrechamente relacionada con las apremiantes cuestiones del desarrollo sostenible y la justicia mundial, la economía, la reducción de la pobreza y la sociedad, y el mundo que queremos dejar a nuestros hijos.” Ban Ki-moon, Secretario General de las Naciones Unidas
Tuvalu no es más que la punta del famoso iceberg. En noviembre de 2007, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, que reúne a científicos de todo el mundo, declaró que el cambio climático es un hecho innegable. Muy pocas personas ponen ya en duda que el calentamiento del planeta es una realidad, ni sus posibles consecuencias si no se hace nada por detenerlo. Los expertos pronostican que van a derretirse las capas de hielo y a elevarse el nivel del mar, que va a haber sequías, inundaciones y huracanes, y que todo ello provocará pérdidas de cosechas, conflictos, hambrunas, enfermedades, etcétera. Al describir este fenómeno como “una de las amenazas más complejas, multiformes y graves a las que se enfrenta el planeta”, el Sr. Ban Ki-moon, Secretario General de las Naciones Unidas, está haciendo un llamamiento a los gobiernos, al sector privado y a la sociedad civil para que se movilicen de forma generalizada y urgente.
Con este propósito, en diciembre de 2007, más de 11.000 participantes se reunieron en Bali (Indonesia) en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Representantes gubernamentales se codearon con expertos en medio ambiente, grupos de la industria se relacionaron con miembros de grupos de presión en materia de desarrollo y defensores de los derechos humanos alternaron con responsables del comercio de derechos de emisión. Se fue caldeando el ambiente dentro y fuera de las salas de reunión, a medida que los delegados discrepaban sobre cuestiones como los objetivos de reducción de las emisiones de carbono. Sin embargo, todos se mostraron de acuerdo en una cosa: la innovación y las nuevas tecnologías desempeñarán un papel crucial en la forma de abordar el problema.
La innovación como salvación del planeta
Los países desarrollados y los países en desarrollo están igualmente ansiosos por evitar los recortes, o las políticas de restricción energética, que frenarían su crecimiento industrial y su competitividad. Lo que todo el mundo desea son soluciones que no sólo sean buenas para el planeta, sino que además favorezcan el comercio y el desarrollo, y se confía en que la innovación tecnológica permita satisfacer esos tres objetivos al mismo tiempo.
Se precisan soluciones tecnológicas tanto para los desafíos de la “mitigación” como para los de la “adaptación”, como se denomina a esos conceptos en la terminología relativa al cambio climático. La mitigación consiste en frenar el calentamiento del planeta reduciendo el nivel de gases de efecto invernadero que se liberan a la atmósfera. Entre las diversas tecnologías de mitigación que ya se comercializan o están a punto de salir al mercado, se encuentran las fuentes de energía renovables, como los biocarburantes, la biomasa y la energía eólica, solar e hidráulica; el material de construcción con bajo nivel de emisiones de carbono y las tecnologías emergentes destinadas a captar el carbono de la atmósfera para almacenarlo de forma segura.
La adaptación consiste en paliar las repercusiones previstas o las que ya ha ocasionado el cambio climático, en particular en los países en desarrollo, los países menos adelantados y las islas pequeñas, que son los más afectados. Además de las tecnologías “inmateriales”, como la alternancia de cultivos, entre las tecnologías “materiales” de adaptación se encuentran las técnicas de regadío perfeccionadas para combatir las sequías y las obtenciones vegetales resistentes a la sequía o al agua salada.
El uso de las tecnologías de mitigación se ha acelerado en los últimos años, alentado por las políticas gubernamentales en ese sentido. Sin embargo, para los consumidores europeos y estadounidenses concienciados con el medio ambiente, no basta con instalar paneles solares en sus casas ni con cambiar los automóviles que consumen mucho por modelos híbridos. La incidencia y la eficacia de las soluciones tecnológicas dependen de que éstas se desarrollen a escala mundial. La Agencia Internacional de la Energía calcula que, de aquí a 2020, el 60 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero provendrá de economías en transición y de países en desarrollo, y hace hincapié en que estos países tendrán que “saltarse una o dos generaciones tecnológicas” para evitar la trampa de los combustibles fósiles y pasar directamente a las tecnologías racionales desde el punto de vista medioambiental.
Por lo tanto, será preciso que se produzca la transferencia de tecnología de los países desarrollados a los países en desarrollo, y cada vez más entre países en desarrollo, a una escala sin precedentes, según la Secretaría de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Los debates en curso en las Naciones Unidas se centran principalmente en la mejor manera de conseguir esta meta. Entre las posibles estrategias, se encuentran los mecanismos de financiación, la creación de capacidades, las redes de investigación internacionales, las alianzas de cooperación entre el sector público y privado, y el uso de acuerdos comerciales bilaterales y multilaterales para crear incentivos.
¿Cuál es el papel de la P.I. en este ámbito?
El sistema de derechos de P.I. no distingue entre las tecnologías inocuas para el medio ambiente y las demás tecnologías. La P.I. contribuye al desarrollo y a la difusión de nuevas tecnologías para combatir el cambio climático en igual medida que en cualquier otro ámbito de la tecnología: fomenta la innovación al proporcionar los medios necesarios para rentabilizar las inversiones en el desarrollo de tecnologías que producen un nivel bajo de emisiones de carbono (en especial, a medida que crece la demanda cuando se ha incentivado el mercado mediante políticas adecuadas) y confiere a las empresas la confianza necesaria para conceder licencias sobre las tecnologías patentadas para su uso o perfeccionamiento donde más se necesiten. Asimismo, la información sobre patentes puede resultar de gran utilidad. Los documentos de patente publicados constituyen una fuente amplia y gratuita de información tecnológica en la que pueden basarse otras personas. El desarrollo de pilas de hidrógeno como fuente de energía renovable es sólo un ejemplo de cómo puede surgir la innovación a partir de los resultados de investigaciones contenidos en información sobre patentes publicada anteriormente (Revista de la OMPI, Nº 1/2007). El análisis detallado de las patentes concedidas en el ámbito de las tecnologías energéticas alternativas también puede usarse, por ejemplo, para conocer con qué ritmo y en qué dirección se mueve la innovación y definir la evolución futura en esa esfera.
A medida que se despliegan esfuerzos por acelerar la transferencia a los países en desarrollo de tecnologías asequibles que no dañen el clima, se deberá examinar atentamente esas iniciativas para garantizar que la P.I. contribuya eficazmente a facilitar ese proceso, así como para resolver los problemas que surjan. Este examen ya se está llevando a cabo y hay grupos, como la Red del Tercer Mundo, que han advertido de que las patentes sobre nuevas tecnologías están manteniendo los precios demasiado altos y restringiendo el acceso a la tecnología por parte de los países en desarrollo. Recientemente, parlamentarios europeos propusieron elaborar un estudio sobre la viabilidad de modificar el Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC) con el fin de permitir la concesión de licencias obligatorias sobre tecnologías “necesarias desde el punto de vista medioambiental”. Sin embargo, otros análisis, como los detallados estudios de casos recopilados por la Iniciativa sobre Tecnología del Clima, la Agencia Internacional de la Energía y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, llegan a la conclusión de que uno de los obstáculos más relevantes a la transferencia de las tecnologías inocuas para el clima es la falta de protección de los derechos de P.I. en algunos países en desarrollo.
En la presente edición de la Revista de la OMPI, se siguen estudiando esas cuestiones en un artículo del Profesor John Barton, que examina las repercusiones de las patentes en la transferencia de tecnologías energéticas renovables a Brasil, China y la India. Asimismo, estuvimos conversando con el inventor de un nuevo material de construcción respetuoso con el medio ambiente acerca de su innovación y de su estrategia en materia de P.I. Otros artículos en este número ilustrarán la ayuda que la OMPI está brindando a los países en desarrollo para fomentar la capacidad de concesión de licencias sobre tecnologías, alentar la colaboración en investigación y desarrollo, y crear entornos que favorezcan la innovación y la transferencia de tecnología, todos ellos, pequeños pasos en el arduo camino hacia la solución del desafío tecnológico.
Por Elizabeth March, OMPI, Oficina del Director General
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