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Tecnologías de fitomejoramiento para luchar contra el hambre – Un nuevo arroz para África

Marzo de 2009

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Pie de foto: El 17 de junio es el Día Mundial de
Lucha contra la Desertificación y la Sequía.
(Foto: © FAO/Giulio Napolitano)

Cambio climático, sequía, desertificación, aumento del precio de los alimentos, hambre... En ningún lugar este cúmulo de amenazas relacionadas entre sí pone el desarrollo en tan grave peligro como en África.

Para paliar esas amenazas el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, reclamó en la reunión anual de la Comisión de Desarrollo Sostenible, celebrada en mayo de 2008, una nueva generación de tecnologías agrícolas para propiciar una segunda revolución verde, "que haga posible una mejora sostenible de la productividad con un daño medioambiental mínimo y contribuya a los objetivos de desarrollo sostenible".

Las tecnologías de fitomejoramiento, que con frecuencia combinan los conocimientos tradicionales con las técnicas biotecnológicas más avanzadas, tienen ya una repercusión palpable en el logro de esos objetivos. Según el informe de Seguimiento del Mercado del Arroz de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la producción de arroz ha crecido en África durante siete años consecutivos, y se prevé que en 2008 siga aumentando y alcance los 23,2 millones de toneladas. Un factor decisivo en ese aumento han sido los buenos resultados obtenidos de un nuevo tipo de arroz al que se ha denominado "el nuevo arroz para África": NericaTM (NEw RICe for Africa).

El nuevo arroz es el resultado de la labor que ha llevado a cabo durante años un equipo de fitomejoradores y biólogos moleculares dirigido por el científico de Sierra Leona Monty Jones en la Asociación para el Desarrollo del Cultivo del Arroz en el África Occidental (ADRAO), actualmente denominada Africa Rice Center.  En 1991, cuando el Dr. Jones inició el programa de investigación biotecnológica, aproximadamente 240 millones de personas del África Occidental dependían del arroz como fuente primaria de hidratos de carbono y proteínas; sin embargo, la mayor parte del arroz consumido en África se importaba, con un costo anual de 1.000 millones de dólares de los EE.UU.  El objetivo de la ADRAO era producir una variedad de arroz que se adaptara mejor a las inhóspitas condiciones de África.

Las variedades tradicionales

Los agricultores africanos disponían fundamentalmente de dos variedades de arroz tradicionales, que tenían características diferentes:

- El arroz nativo africano (Oryza glaberrima) viene cultivándose en la región desde hace aproximadamente 3.500 años.  Se trata de un arroz fuerte y resistente.  Su abundante foliación ahoga las malas hierbas, y la planta ha adquirido una tenaz resistencia genética a enfermedades y plagas como la devastadora mosca de la agalla del arroz, el virus moteado amarillo del arroz, y el añublo.  Sin embargo, es poco productivo, entre otros motivos por la tendencia de las plantas a doblarse cuando las espigas maduran y sufrir un proceso de "desgranado" que las induce a perder el grano antes de la cosecha.  En consecuencia el cultivo de O. glaberrima se ha abandonado casi por completo, ya que los agricultores prefieren el arroz asiático, que es más productivo.

- El arroz asiático (Oryza sativa), introducido por los marinos portugueses hace aproximadamente 500 años, ha sustituido a la mayor parte de las variedades de arroz africanas. El arroz asiático es muy productivo, pero necesita agua en abundancia para desarrollarse.  Sus plantas son de menor tamaño, y las malas hierbas pueden desbancarlas fácilmente; además, son vulnerables a las enfermedades y plagas africanas. Resulta un cultivo particularmente inadecuado para las zonas de arroz de secano del África Subsahariana, donde los pequeños agricultores no disponen de medios para regar o comprar fertilizantes químicos y pesticidas.

La solución era, evidentemente, cruzar las dos variedades.  Pero las especies, que habían evolucionado por separado durante milenios, eran tan diferentes genéticamente que resultaba imposible la fecundación cruzada por medios naturales.  Los repetidos intentos de cruzarlas sólo habían producido híbridos estériles o inestables.

Con la ayuda de colaboradores de la región y de otros continentes, el equipo del Dr. Jones reunió y clasificó todas las variedades de arroz disponibles, entre las que figuraba un banco de genes de 1.500 variedades de la especie nativa O. glaberrima, que había estado en peligro de extinción.  Luego comenzó el laborioso proceso de selección de líneas parentales para obtener la mejor combinación de caracteres, cruzando los parentales para obtener descendientes híbridos y a continuación cruzando esos descendientes con la línea parental O. sativa a fin de fijar los rasgos deseados. Tras una serie de fracasos, recurrieron a técnicas de "rescate de embriones", cultivando en un medio artificial los embriones obtenidos mediante fecundación cruzada. A mediados de la década de 1990 lograron producir plantas fértiles y robustas: había nacido la primera variedad de Nerica. Las pruebas de cultivo del nuevo arroz comenzaron en 1994 y, con el perfeccionamiento de la técnica, se generaron muchas más líneas cada año. Actualmente hay más de 3.000 líneas de Nerica.

Lo mejor de ambos mundos

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Las agricultoras de Benin han visto aumentar sus ingresos con el cultivo de Nerica. (Crédito: Africa Rice Center (ADRAO))

Aunque han dificultado el cruzamiento, las diferencias genéticas entre las dos especies han permitido obtener una nueva variedad que aprovecha el fenómeno de la heterosis (también llamado "vigor híbrido"), que se da cuando los descendientes de líneas parentales genéticamente diferentes tienen caracteres más ventajosos que las variedades de las que proceden. 

Como sus progenitores africanos, las nuevas variedades de Nerica ahogan las malas hierbas, resisten la sequía y las plagas, y pueden desarrollarse en suelos pobres.  Y como sus progenitores asiáticos, el arroz Nerica es muy productivo.  Su espiga contiene entre 300 y 400 granos, mientras que las de las variedades cultivadas tradicionalmente en la región tienen entre 75 y 100.  Sus tallos y espigas son fuertes e impiden el desgranado y, al ser más altas, las plantas son más fáciles de cosechar.

Además, las líneas más utilizadas de Nerica tardan sólo tres meses en madurar, mientras que las especies parentales necesitan seis; de este modo los agricultores africanos pueden cultivar en una misma temporada, además del arroz, otros cultivos de gran capacidad nutritiva, como las verduras y hortalizas, o de alta rentabilidad, como los cultivos de plantas fibrosas.  Como beneficio adicional, las nuevas líneas contienen hasta un 12 % de proteína, frente al 10 % del arroz de importación que se vende en los mercados de la región.  Como ha señalado el Director General de la ADRAO, Papa Abdoulaye Seck: "el Nerica es un arma poderosa para combatir el hambre y la pobreza en África" .

“De modo paradójico, los científicos de África están enzarzados en el combate más encarnizado del mundo, la lucha contra la pobreza y el hambre.” – Dr. Monty Jones

Tecnología de África para África

En 2004, Monty Jones obtuvo el Premio Mundial de la Alimentación por los avances tecnológicos realizados en la lucha contra el hambre.  El pasado año, la revista Time lo incluyó en su lista de personas más influyentes del mundo.  El jurado del Premio Mundial de la Alimentación también puso de relieve el liderazgo y la innovación del Dr. Jones en la fase de seguimiento, cuyo objetivo es poner la tecnología del arroz Nerica en manos de los agricultores en el plazo más breve posible.  El Dr. Jones estableció mecanismos para coordinar la labor realizada por la ADRAO, los dirigentes políticos, las ONG y las instituciones de investigación;  enseñó a los agricultores a producir semillas e introdujo programas participativos de base comunitaria para difundir rápidamente las semillas y otorgar a los cultivadores de arroz, en su mayoría mujeres, un papel activo en la plantación y evaluación de las nuevas variedades de arroz y la propagación continua de los nuevos conocimientos en las zonas rurales.

Al ser un arroz de secano, el Nerica puede cultivarse sin necesidad de sistemas de inundación, lo que ha permitido a los agricultores africanos cultivar arroz en lugares donde antes se creía imposible. En Nigeria, el nuevo arroz ha hecho posible aumentar en un 30 % el cultivo de arroz de secano.  En Guinea, el Nerica ha reemplazado rápidamente a las variedades modernas introducidas por el sistema nacional.  La Organización Nacional de Investigación Agrícola (NARO) de Uganda comunica que, desde 2004, cuando se inició el Proyecto para el arroz de secano, uno de cuyos principales componentes es el arroz Nerica, el número de cultivadores de arroz se ha multiplicado casi por nueve, pasando de 4.000 a más de 35.000 en 2007.  Al mismo tiempo, el país ha reducido casi a la mitad sus importaciones de arroz, pasando de 60.000 toneladas en 2005 a 35.000 en 2007, con un ahorro de cerca de 30 millones de dólares estadounidenses.

¿Qué función desempeña la propiedad intelectual (P.I.) en todo esto?   La misión del Central Advisory Service on IP (CAS-IP), una unidad del Grupo Consultivo sobre Investigaciones Agrícolas Internacionales (GCIAI), al que pertenece la ADRAO, es ayudar a los centros de investigaciones agrícolas a administrar su patrimonio intelectual como bien público. La ADRAO y el CAS-IP organizan periódicamente talleres para determinar la manera más adecuada de utilizar la P.I. para promover los efectos de este logro ejemplar de la investigación agrícola.  Nerica se registró como marca en 2004 y, dado que la creciente gama de productos Nerica goza de una aceptación cada vez mayor entre los pequeños agricultores, el CAS-IP indica que será cada vez más importante proteger a las asociaciones de defensa de la calidad que con tanto esmero ha establecido la ADRAO y garantizar que las semillas Nerica que adquieren los agricultores no sean productos falsificados.

Como señala la ADRAO con legítimo orgullo en sus páginas Web, el Nuevo Arroz para África, una tecnología de África y para África, se ha erigido en un símbolo de esperanza en la seguridad alimentaria, en una región del mundo donde un tercio de la población padece desnutrición y la mitad lucha por sobrevivir con menos de 1 dólar al día. 

Por Elizabeth March, OMPI, Oficina del Director General.

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