Retratos del PCT: Ecoinventores
Desde la entrada en vigor del Tratado de Cooperación en materia de Patentes (PCT) en 1978, se han presentado más de 1,6 millones de solicitudes de patentes internacionales que abarcan todo tipo de nuevas tecnologías. Continuando con nuestra serie de retratos, la Revista de la OMPI sigue buscando a las personas que se encuentran detrás de las patentes. En esta edición, las invenciones de un ingeniero químico sino-canadiense, de un trabajador estadounidense de la construcción y de dos hermanos noruegos del sector de los supermercados ponen a trabajar los residuos por un planeta más verde.
¿Quién teme al lobo feroz?
La gente reacciona de forma distinta ante las malas noticias. Cuando a David Ward, antiguo trabajador de la construcción de Oregón, Estados Unidos de América, le dijo su médico que la exposición a materiales de construcción había hecho que el "análisis químico de su sangre pareciera una lista de disolventes industriales", no se jubiló ni trató de que le resarcieran, sino que se puso a buscar una forma menos nociva de construir casas.
Sabiendo que los ladrillos tradicionales de barro mezclado con fibras vegetales son un material de construcción muy efectivo, comenzó a investigar formas de utilizar la paja, un producto agrícola de desecho, para fabricar paneles de construcción. En sí mismo, esto no era nada nuevo. Ya existían procedimientos industriales para fabricar ladrillos de paja comprimida. La visión creativa de David Ward fue trasladar el proceso de la fábrica a los campos. Con esto no sólo conseguía recortar los gastos generales de la fábrica sino que, al utilizar directamente del campo paja íntegra y sin aplastar, aumentaba considerablemente la resistencia de la amalgama resultante.
En diciembre de 2002, con la ayuda de la Universidad Estatal de Oregón y una subvención de la Agencia para la Protección del Medio Ambiente, David Ward había terminado y probado sobre el terreno su primera cosechadora combinada StrawJet. Esta cosechadora produce como "material de desecho" un cable continuo de paja, de cinco centímetros de diámetro, ligado mediante un agente aglomerante de arcilla y pulpa de papel. A continuación, un "camión-telar" entreteje el cable para formar esteras que posteriormente se convierten en resistentes paneles de construcción. El Sr. Ward ha fundado una sociedad sin ánimo de lucro, Ashland School of Environmental Technology, para seguir adelante con el proyecto. Su solicitud PCT para la cosechadora StrawJet se ha publicado este año.
Al Sr. Ward le ha llevado 13 años llegar hasta aquí. "A veces", reconoce, "estaba convencido de que nunca iba a funcionar". Sin embargo, la perseverancia dio sus frutos, y el proyecto StrawJet está obteniendo cada vez un mayor reconocimiento tras obtener el galardón Modern Marvel of the Year 2006 del National Inventors Hall of Fame de los Estados Unidos de América.
La tecnología Strawjet pretende ser de utilidad tanto para los países desarrollados, como material de construcción sostenible desde el punto de vista ecológico, como para los países en desarrollo, donde la paja u otros subproductos de fibras vegetales (como las hojas de palma o el cáñamo) pueden brindar una alternativa económica y abundante a los materiales convencionales.
Tratar los residuos con residuos
"Para mí, esta imagen se encuentra entre las más bellas". El profesor Jia muestra una imagen obtenida a través de microscopio electrónico de una partícula de ECOcarbón, producida a partir de arenas alquitranadas inservibles. Cortesía de C. Jia)
Los depósitos de arenas alquitranadas son una fuente importante de petróleo crudo en el Canadá y Venezuela. Sin embargo, el coste medioambiental potencial de su explotación es muy elevado. El procedimiento de extracción puede dejar un rastro de productos residuales tóxicos; y por cada barril de petróleo sintético obtenido a partir de arenas petrolíferas de Alberta, en el Canadá, se liberan a la atmósfera más de 80 kilos de gases con efecto invernadero.
El profesor Charles Jia, ingeniero químico de China y experto en las aplicaciones medioambientales de la química del azufre, trabaja actualmente en la Universidad de Toronto (Canadá). Con su colega el profesor Don Kirk han desarrollado el procedimiento SOactive, mediante el cual se utiliza el dióxido de azufre para convertir el combustible fluido de arenas alquitranadas en ECOcarbón activo y para eliminar el mercurio de los residuos industriales.
"Nuestro mayor problema", dijo el profesor Jia a la Revista de la OMPI, "fue la difundida creencia de que los residuos son residuos. Nadie creía que el coque líquido de las arenas alquitranadas, un sólido con una estructura densa en capas, pudiera activarse". Él y el profesor Kirk se encuentran actualmente en proceso de consolidar la financiación de las pruebas de campo de la efectividad del SOactive y del ECOcarbón para eliminar el mercurio en las instalaciones de una empresa que emite mercurio y azufre en sus residuos industriales.
Los propios profesores redactaron la solicitud de patente y las reivindicaciones, antes de que un abogado de patentes acabara por finalizarlas. "Para mí, ha supuesto un proceso de aprendizaje", comenta el profesor Jia, "y bastante exigente en lo que respecta al tiempo y al dinero". Su solicitud PCT se publicó en 2003.
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¿Quién dijo que la basura no es negocio?
TOMRA ha instalado 50.000 máquinas expendedoras inversas en todo el mundo para fomentar el reciclaje de botellas de vidrio y de plástico. (Cortesía de TOMRA)
Se calcula que en el mundo circulan unos setecientos mil millones de envases de plástico de bebidas, botellas y latas, la mayoría de las cuales todavía siguen acabando en vertederos. La materia prima y la energía consumida para fabricar cada vez más botellas exacerba el agotamiento de los recursos naturales. Sin embargo, en Noruega, los consumidores ahora devuelven el 90 por ciento de los envases de bebidas usados a los supermercados para su reciclaje a cambio de dinero. El éxito de esta iniciativa noruega ha sido posible en parte gracias al ingenio de dos hermanos, Petter y Tore Planke, fundadores de TOMRA.
Su historia arranca en 1971, cuando el propietario de uno de los supermercados más grandes de Oslo solicitó su ayuda: el gobierno noruego exigía a las tiendas reembolsar a los consumidores por las botellas vacías, pero los supermercados eran incapaces de manejar las enormes cantidades de botellas. Necesitaban algún tipo de sistema automático de procesamiento. En el plazo de un año, los hermanos habían ideado un prototipo de "máquina expendedora inversa" que dispone de una abertura única para la devolución de todo tipo de botellas y una impresora para emitir recibos por la cantidad reembolsada. Tore Planke presentó su primera patente en la Oficina de Patentes de Noruega en diciembre de 1971.
A partir de ahí, los hermanos empezaron a desarrollar nuevos productos y procedimientos que comprendían todo el proceso, desde la recogida de botellas hasta la entrega en los puntos de reciclaje. Treinta y cuatro años después, TOMRA es líder de mercado en máquinas expendedoras inversas de botellas de vidrio y plástico y de latas. Bajo el lema "ayudar al mundo a reciclar", la empresa ha instalado cincuenta mil máquinas en cuatro continentes.
La empresa cuenta con más de 30 solicitudes PCT, que abarcan desde mecanismos para levantar, rotar y trasladar botellas vacías hasta complejas tecnologías de reconocimiento de imagen para identificar los distintos tipos de envases. El mantenimiento de las patentes es bastante caro. Sin embargo, Andreas Nordbryhn, director científico de TOMRA, dice que sin los derechos de patente "no tienes forma de calcular las posibles pérdidas si llegas a tener problemas. Es muy parecido a un seguro. ¿Quién tendría hoy en día una empresa sin un seguro adecuado?"
Para más información véase http://www.tomra.com/
Por Elizabeth March, OMPI, Oficina del Director General
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