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Mecanismos para fomentar inversiones ecológicas

Septiembre de 2010

A la vista de los complejos retos que plantea el cambio climático, la innovación tecnológica es nuestra mejor esperanza para obtener soluciones que sean buenas para el planeta, para el desarrollo y para la empresa. Aunque todo el mundo coincide en la importancia de la innovación, cómo estimularla es algo que todavía se nos escapa. Este artículo se centra en el papel de la inversión como motor de la innovación, desde la I+D hasta la aplicación y difusión de los conocimientos. Crear un entorno favorable para las inversiones es fundamental para marcar el ritmo al que desembarcan en el mercado las tecnologías que contribuyen a fomentar un planeta sostenible.

Financiación institucional

La financiación institucional a cargo del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM)1 y de los bancos multilaterales de desarrollo (BMD), y sus brazos financieros, juega un papel fundamental en la creación de demanda de tecnologías limpias, especialmente en los países en desarrollo y en los menos adelantados, donde el impacto del cambio climático suele ser mayor. Este tipo de financiación permite a los gobiernos de muchos países acceder en condiciones ventajosas a préstamos y donaciones para proyectos relacionados con las tecnologías limpias.

El FMAM, una asociación entre cuyos fines está transformar las preocupaciones mundiales en materia medioambiental en estrategias nacionales de desarrollo sostenible, apoya proyectos relacionados con cuestiones medioambientales2. Hasta la fecha, el FMAM ha destinado unos 8.800 millones de dólares, y otros 38.700 millones de dólares en acuerdos de cofinanciación, a 2.400 proyectos relacionados con el cambio climático en más de 165 países.

En lugar de financiar directamente la I+D, los BMD impulsan proyectos que emplean tecnologías limpias para que los países en desarrollo mitiguen los efectos del cambio climático o se adapten ellos. Con esta estrategia de creación de demanda de tecnologías limpias, ayudan a que las inversiones en I+D e innovación en estas tecnologías sean más atractivas y generen una cadena de efectos secundarios importantes para la innovación doméstica.

Este impacto positivo ha llevado a los BMD a conceder más préstamos durante estos últimos años. En 2005, el volumen anual de préstamos bancarios alcanzó una cifra de 66.162 millones de dólares, y la tasa media de préstamo durante los últimos 10 años ha superado los 40.000 millones anuales. Solamente el Banco Mundial, por medio del Banco Mundial de Reconstrucción y Fomento3 (BIRF) y de la Asociación Internacional de Fomento, aumentó en un 20% cada año, entre 2004 y 2009 la partida destinada a financiar energías limpias.

Si bien la creación de demanda de energías limpias es fundamental, el riesgo y el retorno son dos factores clave a la hora de decidir las inversiones.

Por este motivo, invertir en el desarrollo de tecnologías relacionadas con el cambio climático es una apuesta económicamente sólida, pues sus beneficios sociales superan con creces los costes de desarrollo e implementación. Entre las ventajas que ofrecen está la reducción del impacto del cambio climático, la modernización de las infraestructuras, la reducción de los costos energéticos, la mejora de la eficiencia de los procesos de fabricación y la creación de nuevos puestos de trabajo.

No obstante, para el inversor privado, invertir en operaciones de alto riesgo como éstas, especialmente en un mercado infrarregulado, no siempre es una opción atractiva. La supervivencia comercial pasa por generar un retorno sobre la inversión y aumentar los márgenes de beneficio para permitir nuevas inversiones. Este hecho subraya la necesidad de un entorno regulador eficaz que fomente las inversiones en tecnologías en favor del medio ambiente. Pensemos, por ejemplo, en el impacto positivo que tendrían unos controles de la contaminación más rigurosos en el desarrollo de motores más limpios y que consumieran menos combustible.

Estas inversiones, además, conllevan compromisos financieros a largo plazo y pueden acarrear un riesgo todavía mayor en regiones con menos ingresos, en las que la compra de energía está limitada, el impacto del cambio climático, mayor y las inversiones, muy necesarias.

Mientras que, por lo general, la demanda del mercado permite a los inversores anticipar los posibles retornos de una inversión, este tipo de predicciones resultan más complicadas en las iniciativas de I+D a largo plazo, como las del ámbito de las tecnologías limpias, e incluso en aquellos casos en los que la inversión propicia un avance tecnológico.

En algunos mercados, como el estadounidense o el chino, las empresas privadas empiezan a entender el potencial comercial de invertir en tecnologías “verdes”. Durante el primer semestre de 2010, las empresas estadounidenses invirtieron 5.100 millones de dólares en empresas de tecnologías verdes, un aumento de la inversión del 325% en comparación con ese mismo período de 2009. General Electric, por ejemplo, tiene previsto invertir 10.000 millones de dólares más en proyectos sobre tecnologías verdes durante los próximos cinco años. También ha aumentado el número de inversores que invierten, a título privado, en el creciente mercado chino de tecnologías verdes, y que han inyectado, solamente en el segundo trimestre de 20104, unos 1.730 millones de dólares en ofertas públicas iniciales sobre empresas centradas en las tecnologías verdes.

La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático apoya la creación de un entorno atractivo para las inversiones por medio de distintas medidas prácticas, entre ellas las evaluaciones de las necesidades tecnológicas, que:

  • ofrecen a los gobiernos una información valiosa para dar prioridad a proyectos tecnológicos relacionados con el clima;
  • brindan a los inversores en I+D información valiosa sobre el mercado;
  • contribuyen a reforzar las habilidades y los conocimientos técnicos dentro de los países para velar por la aplicación eficaz de estas tecnologías; y
  • respaldan la creación de un marco regulador que fomente la inversión en proyectos de desarrollo a largo plazo inocuos para el clima.

El reciente proyecto Redes y Centros de Tecnología de la Convención Marco promete seguir animando los avances en estas áreas.


Foto: iStockphoto / Leonid Yastremskiy

Crear un marco que permita a las empresas privadas confiar en obtener un rendimiento saludable por su inversión serviría para canalizar los recursos y el talento del sector privado, históricamente el principal motor de actividad innovadora. El sistema de la P.I. es un mecanismo consolidado para lograrlo, con el beneficio añadido de que permite la difusión amplia de las tecnologías desarrolladas.

Gracias a las patentes, por ejemplo, las empresas pueden obtener un rendimiento sobre su inversión en I+D al comercializar nuevos productos. Los acuerdos de licencia basados en los derechos de P.I. también crean nuevas oportunidades para mayores perspectivas de negocio y son el núcleo de muchas asociaciones comerciales. Asimismo, el sistema de patentes permite acceder de manera gratuita a una gran cantidad de información tecnológica que puede servir para innovaciones futuras. El análisis de la actividad de patentamiento puede emplearse para identificar nuevas oportunidades de negocio, y respaldar la elaboración de políticas nacionales al mostrar las tendencias emergentes y las categorías de tecnologías conexas (Véase Revista de la OMPI 01/2008 - El cambio climático — Un desafío tecnológico].

Para algunos comentaristas, el sistema de la P.I. bloquea el acceso a las tecnologías de mitigación y adaptación porque aquellos países que más las necesitan simplemente no se pueden permitir pagar los precios de mercado. No obstante, negar la posibilidad de utilizar la P.I. como una herramienta política y empresarial estratégica reduciría, de hecho, el retorno desde un punto de vista tecnológico, económico y social.

Los derechos de P.I. y los incentivos que ofrecen son factores esenciales de la ecuación de la inversión. Un sistema equilibrado de P.I. que ofrezca una protección eficaz puede servir para atenuar los riesgos asociados a proyectos de I+D costosos y a largo plazo, al tiempo que garantiza un rendimiento sobre inversiones comercialmente viables y refuerza, de paso, los argumentos económicos de los inversores (públicos y privados). Asimismo, al facilitar la difusión de tecnología, también contribuye al interés público en un sentido más amplio, pues genera una serie de oportunidades económicas y colma una necesidad social importante.

Las inversiones directas financiadas por los BMD han generado un aumento de la demanda de tecnologías energéticamente eficientes en países en desarrollo y con ingresos bajos, y han hecho más atractivas las inversiones en I+D de tecnologías limpias. Los gobiernos nacionales pueden desempeñar un papel clave a la hora de asegurar el cumplimiento de los objetivos de las políticas públicas fijando unos marcos legales y reguladores adecuados. También el sector privado es un agente clave en el sostenimiento de las inversiones en tecnologías limpias, y su potencial para impulsar eficazmente la innovación, enorme.

El cambio climático es un problema global que necesita del compromiso y el ingenio del conjunto de la humanidad. Aunque los BMD han logrado canalizar la demanda de tecnologías “verdes”, queda mucho por hacer si queremos pasar con éxito a una economía sostenible y con una menor dependencia del carbón. En esta transición, los derechos de P.I. y su protección tendrán, obviamente, un papel fundamental. 

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1  El FMAM, una organización financiera independiente y en activo desde 1991, ofrece financiación para proyectos relacionados, entre otros, con el cambio climático y la biodiversidad en países en desarrollo y países con mercados emergentes. Véase http://www.thegef.org/gef/whatisgef.
2  Entre ellas, la biodiversidad, el cambio climático, las aguas internacionales, la degradación de las tierras, la capa de ozono y los contaminantes orgánicos persistentes.
3  Para acceder a un préstamo del BIRF, la renta per cápita de un país debe situarse entre los 857 y los 10.276 dólares.
4  Esta cifra representa el 75% de todas las inversiones chinas en ofertas públicas iniciales durante ese período.

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