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Maestros modernos bajo amenaza

Agosto de 2011

El auge del mercado mundial del arte, cuyo valor estimado en 2010 fue de 43 mil millones de euros, ha dado lugar a un alarmante aumento de la circulación de obras falsificadas. A medida que el valor comercial del arte ha ido creciendo, también lo ha hecho el número de copias ilegales de obras de alto precio que entran en el mercado. Tanto los galeristas como los titulares de derechos coinciden en que esta tendencia es motivo de gran preocupación. La falsificación de obras de arte1, es decir, la reproducción no autorizada de una obra de arte o de cualquier fragmento de ella, socava los derechos patrimoniales y morales de los artistas plásticos y amenaza la confianza pública en la integridad de los museos y otros custodios del patrimonio cultural, por no mencionar la indignación que sienten los amantes del arte y los coleccionistas al darse cuenta que han sido engañados y han invertido grandes sumas de dinero en lo que creían ser obras auténticas y originales.


Alberto Giacometti, Femme de Venise IX,
1956, bronce. A petición de la Fundación
Giacometti, se han incautado copias
falsas de esta obra original. (Foto:
Giacometti Foundation)

Si bien la copia ilegal de música y de cine y sus efectos lesivos sobre el empleo y la economía saltan con regularidad a los titulares de las noticias, la difícil situación de los artistas y la amenaza a la propiedad intelectual que supone la reproducción no autorizada de sus obras pasan a menudo desapercibidas. La Fundación Giacometti y la Sucesión Picasso, responsables de la gestión de los derechos sobre las obras de dos de los genios creativos del siglo XX – el escultor suizo Alberto Giacometti y el pintor español Pablo Picasso –, han intensificado recientemente sus esfuerzos con el fin de sensibilizar a la opinión pública sobre la necesidad de respetar los derechos de propiedad intelectual – patrimoniales y morales – de los artistas sobre sus obras.

Las obras de Alberto Giacometti (1901-1966) y de Pablo Picasso (1881-1973) alcanzan sistemáticamente los precios más altos del mercado. Por ello, habitualmente son víctimas de estafadores sin escrúpulos que tratan de sacar provecho de su fama y reputación. En 2009, por ejemplo, en una operación contra una de las estafas más elaboradas de los últimos tiempos, la policía alemana recuperó unas 1.200 esculturas – con un valor de mercado de más de mil millones de euros – realizadas al estilo figurativo de Giacometti. En abril de 2011, el tribunal regional de Stuttgart acusó a los demandados, no sólo de fraude comercial y falsificación de documentos originales, sino también, gracias a la personación de la Fundación, de infracción del derecho de autor, lo que ha dado lugar a la primera sentencia en que se reconoce a un artista víctima de una infracción del derecho de autor.

Un problema en aumento

Para Véronique Wiesinger, directora y conservadora de la Fundación Giacometti, la producción de arte falsificado es un problema creciente que ha alcanzado proporciones "industriales". "Actualmente estamos viendo cómo las imitaciones fraudulentas y las falsificaciones se infiltran incluso en las colecciones de los museos, donde están viciando la forma en que los visitantes entienden los legados de los artistas", señala. "Urge tomar medidas para proteger el patrimonio cultural de las generaciones futuras, para promover el respeto a los artistas, sus obras y sus derechos de propiedad intelectual, y para defender los intereses de los amantes del arte y los coleccionistas", añade. "Los precios que alcanzan las obras auténticas reflejan la creciente importancia del patrimonio cultural en la sociedad y la economía cultural. La proliferación de obras falsificadas que atraen estos elevados precios estrangula el mercado de obras auténticas y corrompe el patrimonio cultural de la humanidad”, indica. La Sra. Wiesinger está convencida de que el único interés de los falsificadores de arte es lucrarse. "Para ellos, se trata simplemente de obtener dinero fácil a costa de la reputación creativa de otros", afirma. "Son vampiros y parásitos, y su afán acabará asfixiando lenta pero inexorablemente la creatividad si no actuamos".

Las imitaciones y las falsificaciones no constituyen un fenómeno nuevo, pero hay varios factores que caracterizan el mercado mundial del arte que han exacerbado el problema en los últimos 20 años. Nunca ha habido tantos compradores de arte como en la actualidad: algunos analistas calculan que la cifra es al menos 20 veces superior a la de la década de 1990. En un ambiente de inestabilidad de los mercados financieros, el arte se ha convertido en un lugar de refugio para quienes buscan una inversión segura. Con unos valores en alza y un interés creciente por el arte, ha surgido un mercado paralelo de obras de arte falsificadas.

Las nuevas tecnologías

La gran disponibilidad de tecnologías digitales y el reducido costo de la producción de obras de arte tradicionales – pintura, dibujo, escultura – también han permitido a los falsificadores y estafadores entrar fácilmente en el mercado del arte y engañar a amantes del arte excesivamente ávidos para que compren su mercancía fraudulenta.

"Hay millones de obras de arte falsificadas circulando por Internet", explica la Sra. Wiesinger. Si bien Internet ha puesto al alcance a los usuarios "herramientas muy valiosas para encontrar y comprar todo tipo de productos también ha dado cabida a formas anónimas y profesionales de vender falsificaciones a escala mundial", señala.

Tanto para la Fundación Giacometti como para la Sucesión Picasso, no cabe duda de que la idea que arraigó en los primeros tiempos de Internet de que los contenidos pueden descargarse "gratuitamente" está socavando los intereses de los artistas y de la creatividad en general, y supone una importante amenaza para el sector cultural. Ambas apuntan a la necesidad de colaborar estrechamente con los proveedores de servicios Internet (ISP) y los sitios de subastas en línea con el fin de detectar las copias ilícitas de obras de arte y establecer métodos efectivos para poner fin a su circulación. Señalan que las prácticas actuales hacen que a los titulares de derechos les resulte extremadamente difícil vigilar eficazmente el mercado de arte en línea y localizar las obras falsificadas.

La ausencia de sindicatos organizados de artistas impide a este sector dotarse de medios adecuados para luchar contra el alarmante crecimiento de este comercio ilegal – una situación agravada por los bajos niveles de sensibilización en materia de propiedad intelectual con relación a las artes plásticas –. La Sra. Wiesinger explica que "los artistas rara vez se movilizan; suelen ser solitarios y están centrados en sus creaciones, en tanto que los falsificadores están bien organizados y, por lo general, mantienen vínculos con las redes mundiales de delincuencia".

Original
Alberto Giacometti, [Annette], 1960, óleo sobre lienzo. Esta obra, cuya firma está falsificada, data de la década de 1970 y fue incautada a petición de la Fundación Giacometti. (Foto: Giacometti Foundation)

Falsificación

Lo más parecido a un sindicato organizado de que disponen los artistas son las sociedades de gestión colectiva, y éstas normalmente "funcionan sobre una base territorial que cada vez está peor adaptada al mercado mundial", indica la Sra. Andrieu, responsable de los servicios jurídicos de la Sucesión Picasso. En su opinión, la escala y la complejidad del panorama mundial de la falsificación de obras de arte requieren una estrategia de propiedad intelectual más amplia. Las sociedades de gestión colectiva, señala, "tienen un ámbito de intervención mucho más reducido, que se limita estrictamente al derecho de autor". Dice que estas entidades a menudo no disponen de los recursos necesarios para emprender la costosa lucha de tiempo y dinero que supone combatir la falsificación de obras de arte.


Ejemplo de la reproducción no autorizada de las obras
de Picasso en un producto manufacturado.  (Foto:
Succession Picasso, Paris 2011)

A partir de su experiencia reciente, explica la Sra. Andrieu, la Sucesión Picasso está desarrollando un enfoque más directo y completo de la gestión y la protección del patrimonio Picasso. El objetivo primordial de la Sucesión es salvaguardar el legado de Picasso como gran artista que fue. La fama y la reputación del nombre del artista son tales, que para lograr esto se ha desarrollado una estrategia de propiedad intelectual multifacética que también se centra en los derechos de marca y de la personalidad. La Sucesión no sólo está haciendo frente a la reproducción no autorizada de las obras de Picasso, sino que también está tomando medidas concertadas contra el uso no autorizado del nombre del artista en productos de marca.

El nombre de Picasso es sinónimo de modernidad e inventiva, valores a los que la sociedad otorga gran importancia. Muchos agentes económicos, ya sean legítimos o no, se han dado cuenta de que asociar el nombre de un artista a sus productos le da un barniz positivo a éstos. Así pues, hay quienes han tratado de adquirir derechos privados sobre el nombre "Picasso", mediante el registro de una marca, sin la debida autorización de la Sucesión Picasso. Del mismo modo, señala la Sra. Andrieu, los nombres de dominio relacionados con el nombre Picasso "son autopistas que dirigen a los usuarios de Internet hacia sitios que nada tienen que ver con Picasso, y que con frecuencia atañen a productos Picasso no autorizados".

En un esfuerzo por combatir este "parasitismo", la Sucesión Picasso trata de garantizar los derechos de marca siempre que sea posible y de descubrir y detener el uso no autorizado del nombre del artista. Pero ésta es una lucha contra corriente, sobre todo porque en muchas jurisdicciones no es posible oponerse a un registro de marca si no se ha registrado previamente una marca en la clase de productos para la que se solicita ese registro.

Hacer frente a estos problemas requiere una inversión financiera sustancial. Los recursos que se destinan a vigilar constantemente el mercado en línea y a recoger datos de archivo para determinar la autenticidad y la procedencia de las obras de arte son considerables. La Fundación Giacometti y la Sucesión Picasso han invertido millones de euros en los últimos años para luchar contra las falsificaciones. Para la Sra. Andrieu, estas sumas son del todo insuficientes para perseguir todos y cada uno de los casos de infracción.

Con el fin de dar a conocer este problema, estos dos titulares de derechos están aunando esfuerzos con otras instituciones similares para intercambiar información y organizar una defensa coordinada de los derechos y el legado de los artistas cuyo patrimonio gestionan. Existe un creciente apoyo a la creación de una asociación internacional que represente esos intereses. "Las artes plásticas tienen que estar tan bien organizadas como la música y el cine para proteger sus derechos", afirma la Sra. Wiesinger.

Aunque la batalla para combatir la proliferación de obras de arte falsificadas es una labor titánica, la Sra. Wiesinger se expresa de forma inequívoca con relación a las responsabilidades de los titulares de derechos. "Los titulares de los derechos de un artista también tienen obligaciones. Una de ellas es la de hacer respetar el nombre o el patrimonio de éste. No queremos que sufra la reputación del artista. No queremos que el público sea engañado viendo copias e imitaciones de segunda categoría. No queremos que los coleccionistas sean estafados; queremos que los museos conozcan mejor las cuestiones de derecho de autor relacionadas con la exhibición, la reproducción y la conservación de las obras de arte", explica.

Los estafadores y los falsificadores de obras de arte no escatiman esfuerzos para darse aires de legitimidad. Cualquiera que sienta la tentación de entrar en el mercado del arte debe tener presente la conocida máxima de que “uno compra por su cuenta y riesgo”, ya que la probabilidad de encontrarse con obras de arte falsas ha aumentado en paralelo con el aumento del valor del arte.

La escala y la complejidad del panorama de la falsificación de obras de arte y sus efectos demoledores sobre los artistas y los titulares de derechos, así como sobre el patrimonio cultural colectivo, subrayan la necesidad de encontrar formas efectivas de atajar el problema. Las artes plásticas, según la Sra. Andrieu, se ven especialmente afectadas por una ausencia general de sensibilidad por parte de las autoridades públicas, la población en general y los medios de comunicación sobre los daños que causa la falsificación de obras de arte. Dice que "es una forma compleja de falsificación, que está relacionada con el carácter intrínseco de la obra. No sólo debe verse desde el punto de vista de la necesidad de acabar con las falsificaciones artísticas, sino desde la perspectiva de la protección de los derechos de autor, una dimensión que a menudo se olvida".

El premio Annette Giacometti

Con el fin de sensibilizar a la opinión pública sobre la difícil situación de los artistas y los problemas a los que se enfrentan los titulares de derechos, la Fundación Giacometti convocó este año por primera vez el Premio Annette Giacometti. Este premio, creado en honor a la infatigable labor de la esposa del escultor en la lucha contra la falsificación de obras de arte, fue otorgado al Museo Victoria y Albert de Londres (Reino Unido), por su exposición titulada “The Metropolitan Police Service’s Investigation of Fakes and Forgeries”, que tuvo lugar en enero y febrero de 2010. La exposición, en la que se exhibieron obras de arte falsificadas confiscadas, que, de haber sido auténticas, habrían alcanzado un valor de 4 millones de libras esterlinas, exploraba las consecuencias económicas y culturales de la falsificación del arte en la cultura contemporánea.

La Fundación también otorgó un premio en metálico de 10.000 euros a dos estudiantes, Florian Harribey y Lucas Perrinet, por un cortometraje documental en el que se hace el seguimiento de la creación de una obra de arte y su reproducción no autorizada posterior.

 

Falsificaciones e imitaciones

¿Qué diferencia existe entre una falsificación y una imitación fraudulenta? ¿Cuándo se puede copiar legalmente una obra de arte, y cuándo se trata de un delito? Cuando nos adentramos en el mundo de la falsificación de obras de arte, pronto nos encontramos ante una gran cantidad de términos confusos. La reciente exposición del Museo Victoria y Albert de Londres (Reino Unido) ofrece algunas ideas esclarecedoras al respecto de estas cuestiones.

¿Qué es una falsificación?
Se trata de un objeto que ha sido alterado: por ejemplo, se ha añadido una firma o se han introducido referencias falsas sobre la historia del objeto con la intención de cometer un fraude y aumentar el valor de la obra.

¿Qué es una copia?
Es una réplica directa de una obra ya existente, o una obra que imita o se ha creado siguiendo el estilo de un artista determinado. Si la obra es de dominio público, no es ilegal hacer una copia de ella siempre que no haya intención de engañar o hacer que alguien crea que se trata de una obra original. La reproducción de una obra contemporánea protegida por derechos de autor requiere el permiso del artista cuyo trabajo se copia.

¿Qué es la atribución errónea?
Se produce cuando se comete un error al determinar la autoría de una obra; por lo general, ocurre cuando las obras han sido restauradas y quedan ocultos detalles originales. Esto se considera un error legítimo, ya que no existe intención de engañar.

¿Qué es una imitación fraudulenta?
Es un objeto que se crea desde el principio a semejanza de una obra existente, con la intención de engañar.

¿Qué es una estafa?
Es un delito cuyo fin es el lucro y que utiliza como medio el engaño.
 

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1 Desde la perspectiva del Derecho de la propiedad intelectual, el término "falsificación" se asocia generalmente con las infracciones de los productos de marca, en tanto que la "piratería" suele utilizarse en el contexto de la infracción del derecho de autor - véase el artículo 51 (nota 14) del Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC) de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

El propósito de OMPI Revista es fomentar los conocimientos del público respecto de la propiedad intelectual y la labor que realiza la OMPI, y no constituye un documento oficial de la Organización. Las denominaciones empleadas en esta publicación y la forma en que aparecen presentados los datos que contiene no entrañan, de parte de la OMPI, juicio alguno sobre la condición jurídica de ninguno de los países, territorios o zonas citados o de sus autoridades, ni respecto de la delimitación de sus fronteras o límites. La presente publicación no refleja el punto de vista de los Estados miembros ni el de la Secretaría de la OMPI. Cualquier mención de empresas o productos concretos no implica en ningún caso que la OMPI los apruebe o recomiende con respecto a otros de naturaleza similar que no se mencionen.