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La protección de la P.I.: alcanzar un equilibrio

Diciembre de 2013

Por Mike Weatherley, miembro del Parlamento, Asesor en materia de propiedad intelectual del Primer Ministro del Reino Unido

Después de trabajar durante 10 años en las industrias de la música y el cine, en 2010 fui elegido miembro del Parlamento del Reino Unido. Desde entonces, he encabezado muchas iniciativas en el Parlamento para concientizar a mis colegas y estimular el debate sobre la importancia de proteger los derechos de propiedad intelectual (P.I.). Esta labor me ha llevado a ser nombrado recientemente asesor en materia de propiedad intelectual del primer ministro del Reino Unido, David Cameron.

Izquierda: Puesto en marcha en 2011 por Mike Weatherley, Asesor del Primer Ministro del Reino Unido en materia de propiedad intelectual, el concurso Rock the House tiene como objetivo sensibilizar a los parlamentarios sobre la importancia de los derechos de autor para los músicos. (Crédito: Jolly Scarecrow Designs); Derecha: The Verdict, ganadora del concurso Rock the House en la categoría de bandas en 2012, con el parlamentario Mike Weatherley. (Crédito: Roger Goodgroves)

En este puesto de nueva creación, me enfrento a una pregunta fundamental: ¿cuál es el enfoque adecuado para mantener los derechos de propiedad intelectual y cómo deben hacerse respetar? ¿Es necesaria la participación del gobierno, la participación de la industria, o una combinación de ambos? Un primer paso para tratar la cuestión es examinar las repercusiones de la reforma de la legislación en materia de concesión de licencias, tanto nacional como europea. Se trata de una cuestión muy compleja que atañe a muchos sectores creativos, cada uno de ellos con sus propias cuestiones de mercado, en su mayoría caracterizados por la existencia de bases de datos de derechos inadecuadas (incluso para los cánones de la era analógica, por no hablar de una era altamente digitalizada) y diferentes políticas que surgen de intereses nacionales europeos en conflicto.

Propuestas para la reforma interna

En los últimos años, el Gobierno del Reino Unido ha encargado el estudio Hargreaves (Revista de la OMPI 6/2011), y el posterior informe Hooper sobre la economía digital y una bolsa digital de derechos de autor o “centro de derechos de autor”.

Acerca del informe Hooper

El informe independiente titulado Copyright Works, elaborado por Richard Hooper, Comendador de la Orden del Imperio Británico, y el Dr. Ros Lynch, publicado en julio de 2012, examina la viabilidad de crear una bolsa digital de derechos de autor como se recomienda en el estudio de Hargreaves. De acuerdo con un comunicado de prensa de la Oficina de Propiedad Intelectual del Reino Unido, las dos recomendaciones fundamentales del informe son la creación de un centro de derechos de autor sin fines de lucro tutelado y financiado por la industria, y la creación de un grupo de dirección para llevar adelante y supervisar el diseño y la implantación del centro. El centro de derechos de autor tendrá cinco objetivos principales:

  • Actuar como hito y mecanismo para navegar por el complejo mundo de los derechos de autor;
  • Ser un lugar al que acudir para educarse en materia de derechos de autor;
  • Ser el lugar donde cualquier titular de derechos de autor pueda registrar obras, derechos conexos de las obras, usos permitidos y licencias concedidas;
  • Ser el lugar donde puedan acudir los posibles licenciatarios para obtener fácilmente, de manera transparente y a un bajo costo licencias de uso de derechos de autor;
  • Ser un lugar de autoridad, donde los posibles usuarios de obras huérfanas puedan ir a demostrar que han hecho una búsqueda correcta, razonable y con la diligencia debida de los propietarios de las obras antes de digitalizarlas.

"Establecer un centro de derechos de autor sin fines de lucro tutelado y financiado por la industria ayudará a aumentar al máximo las posibilidades de los creadores y titulares de derechos, desde el lado de la oferta, y de la gran diversidad de licenciatarios y usuarios, desde el lado de la demanda", dijo Richard Hooper en la presentación del informe.

Con el estudio de Hargreaves, muchos expertos de la industria, al comentar sus recomendaciones sobre las excepciones, pensaban que se había cedido demasiado terreno de manera unilateral a la defensa de los consumidores o de los grupos de derechos abiertos en nombre de un compromiso. Por ejemplo, la parodia, que en el estudio de Hargreaves se considera que cumple los requisitos para clasificarse entre las exenciones, es un ejemplo que los expertos pensaban que tal vez cabría reconsiderar. Los derechos de propiedad intelectual se confirmaron en ambos informes como un derecho importante de propiedad, y el estudio de viabilidad de la bolsa digital de derechos de autor de Richard Hooper avanzó el debate al centrarse en cómo podría funcionar una solución tutelada por la industria.

Incapacidad de estar a la altura de los tiempos

Al fin y al cabo, el sector creativo debe asumir la responsabilidad de su fracaso a la hora de mantener el ritmo de la era digital. La tecnología siempre abrirá nuevas formas de acceder a los contenidos. Si los creadores no empiezan a adoptar estas tecnologías saldrán perdiendo y, por defecto, las condiciones del mercado serán impuestas por los grupos de interés de los “derechos abiertos”. La industria de la creación es la única responsable de no evolucionar con la suficiente rapidez. La industria de la música, por ejemplo, ha pasado años diciendo “no”, en lugar de preguntarse “¿cómo?”.

La lenta adopción de la tecnología es sólo una de las áreas en que la industria creativa tiene que replantearse sus políticas y creencias. La industria creativa también tiene que defender de forma más dinámica los derechos de propiedad intelectual. En el Foro mundial de las Naciones Unidas para la Gobernanza de Internet, celebrado en Vilnius (Lituania) en 2010, resultó vergonzoso que no hubiera ningún representante de la industria o del gobierno para defender la protección de los derechos de propiedad intelectual. Sin embargo, el Partido Pirata estaba allí con toda su fuerza sosteniendo que todos los contenidos debían estar disponibles de forma gratuita.

Los titulares de derechos tienen un papel fundamental

Los titulares de derechos de toda la industria han de tomar conciencia de que tienen una responsabilidad y un papel fundamental que desempeñar a la hora de encauzar el debate en curso sobre los derechos de autor. La industria habla consigo misma de manera reiterada y con mucha eficacia, pero a menudo no logra atraer al público de fuera. Algunas iniciativas prosperan, como por ejemplo los concursos parlamentarios Rock the House (véase el recuadro), Film the House y House the House, pero la industria hace poco para "educar" a la población sobre las ventajas de la protección de la propiedad intelectual. La industria ha estado perdiendo la guerra de propaganda, y ha permitido que las excepciones señaladas en el estudio de Hargreaves ganen adeptos. La industria se dice a sí misma que no le gustan estas excepciones, pero la población piensa de otra manera y su mensaje es el que está escuchándose.

Acerca del concurso Rock the House

Rock the House, idea original del miembro del Parlamento británico Mike Weatherley, es un concurso parlamentario de música en directo que se puso en marcha en 2011, cuya finalidad es celebrar los nuevos artistas británicos. La edición de 2013 de Rock the House atrajo a más de 1.500 músicos y bandas participantes. El concurso tiene como objetivo sensibilizar a los parlamentarios sobre la importancia de los derechos de autor para los músicos. Cada miembro del Parlamento propone un artista en solitario, una banda, un artista menor de 18 años y el mejor local pequeño de música en directo de su circunscripción electoral para participar en el concurso. Un grupo internacional de expertos de la industria musical y músicos decide quiénes serán los finalistas que competirán en una batalla de bandas en directo. Los ganadores de cada categoría son invitados a actuar en directo en la Cámara de los Comunes.

Crear un centro de derechos de autor tutelado por la industria

Una recomendación clave del informe Hooper es la creación de "un centro de derechos de autor sin fines de lucro tutelado por la industria, interoperable y escalable con la creciente red nacional e internacional de bolsas de derechos de autor digitales del sector público y privado y de registros de derechos... utilizando conjuntos de datos y normas intersectoriales e internacionales acordadas, basadas en principios de carácter voluntario, facultativos y no excluyentes y que propicien la competencia".

Este enfoque promete ser mucho más eficiente y eficaz que uno legislado por los doctos redactores de políticas de Westminster o de la Unión Europea, ya que es la industria quien lleva la iniciativa y, por tanto, cuenta con la voluntad de implicarse de los interesados.

Otras soluciones

La Motion Picture Licensing Corporation, por ejemplo, reconoció que el modelo de concesión de licencias, título por título, de películas para su visionado fuera de las sala de cine, que resulta caro y burocrático, estaba fallando en toda Europa. Los usuarios se saltaban el procedimiento, y optaban por mostrar vídeos de forma ilegal, socavando, por tanto, los ingresos de los realizadores. Con el fin de garantizar unos ingresos razonables en concepto de tasas, la Motion Picture Licensing Corporation aunó fuerzas con la industria del cine para crear e implantar un modelo de tarifa anual fija que está dando muy buenos resultados. Si bien está adaptada a cada territorio, se ha aplicado en muchos países diferentes.

Sin embargo, dado el carácter territorial del derecho de propiedad intelectual, es decir, que los derechos de propiedad intelectual sólo tienen efectos legales en el país en el que se otorgan, sería de gran utilidad disponer de una base de datos central que dirija a los usuarios a soluciones de concesión de licencias y que proporcione información como el idioma de las transmisiones por flujo continuo, los impuestos y las normas aplicables. Ahora bien, una base de datos de este tipo nunca puede ser una solución de concesión de licencias obligatoria dirigida centralmente que merme la capacidad de los titulares de derechos de fijar los precios. La mejor manera de avanzar es una solución de la industria con un fuerte respaldo del gobierno.

Aplicabilidad fuera del Reino Unido

Cabe preguntarse si todo esto tiene mayor interés fuera del Reino Unido. ¿Puede utilizarse y aplicarse una política del Reino Unido de manera más general en la Unión Europea? Como primera potencia mundial en el universo electrónico de servicios digitales (por delante de la República de Corea, China, el Japón y los Estados Unidos de América) y uno de los tres exportadores netos de música del mundo (junto con Suecia y los Estados Unidos de América), el Reino Unido está suficientemente cualificado para adoptar una posición de liderazgo en la ordenación de esta esfera de la política europea.

Si bien algunos pueden creer, erróneamente, que las excepciones señaladas en el informe Hargreaves son una indicación de que el Reino Unido está tratando de debilitar el derecho de autor, esas excepciones no deben eclipsar el hecho de que el informe en su conjunto respalda rotundamente la propiedad intelectual. No debe haber ninguna confusión. El Gobierno británico reconoce el valor de un sistema equilibrado de derechos de autor, y está muy comprometido con esa labor. Mi nombramiento es prueba de ello.

La Unión Europea está pidiendo actualmente a las industrias creativas que ideen soluciones a corto plazo, y el Parlamento Europeo está debatiendo legislación a medio y largo plazo para actualizar el derecho de autor. Sin embargo, si como sugiere el informe Hooper, la industria puede simplificar y unificar la concesión de licencias de derechos de autor para reducir la complejidad y los costos, razones a las que con frecuencia se recurre para justificar la piratería, se eliminarían la necesidad de legislación y los argumentos en favor de las "excepciones".

En lugar de seguir aumentando el rosario de excepciones, una forma más eficaz y creíble de avanzar sería alentar a la industria a que proporcione un acceso sencillo, asequible y legal a las obras protegidas. El argumento en favor de una legislación para velar por el cumplimiento de la protección de los derechos de autor está todavía ahí, pero a la hora de debatir y aplicar futuras directivas de la Unión Europea el centro de interés debe estar en la forma de proteger a los titulares de derechos de autor y sus bienes, no en la forma de socavar la producción aumentando las excepciones o permitiendo el acceso libre, como abogan algunos desde los puntos de vista opuestos más extremos. Este es el delicado equilibrio que toda buena legislación debe alcanzar.

Entonces, ¿cómo podemos asegurarnos de que los enfoques legislativos y sectoriales alcanzan un equilibrio adecuado entre los intereses de los titulares de derechos y los intereses de los consumidores? A mi juicio, el camino a seguir es adoptar un "enfoque de tres frentes'' respecto de la propiedad intelectual: la educación, la zanahoria y el palo.

Educación

Es responsabilidad de la industria y del gobierno concienciar a los consumidores sobre la importancia de apoyar los derechos de propiedad intelectual. Si no se paga por los contenidos, sencillamente se promueve la producción de contenidos de mala calidad y se contribuye a destruir un mercado rebosante de una gran diversidad de productos. En una situación así, todos salen perdiendo. Así que ganar esta batalla por medio de la "educación" es un primer paso decisivo.

La "zanahoria"

En lo que respecta a la "zanahoria", la industria debe cambiar la forma en que pone a disposición sus productos a fin de garantizar que los consumidores puedan acceder fácilmente a los contenidos de manera legal. Los defensores de la piratería dicen que descargar los contenidos de forma legal es demasiado complicado. La industria, por tanto, debe encontrar formas innovadoras para asegurar un acceso fácil a los contenidos y, con ello, convertir la piratería en una opción menos atractiva. Hay que dejar de lado viejos dogmas e idear y desarrollar nuevas soluciones viables. La opción de licencia multiformato para uso doméstico de la industria cinematográfica, por ejemplo, es un compromiso innovador. Tenemos que empezar a adoptar soluciones como Spotify y Bloom.fm, ambos de los cuales tienen un modelo de licencia de pago único que está demostrando tener gran aceptación.

El "palo"

Si ni la "educación" ni "la zanahoria" funcionan, entonces es necesario que haya un "palo". El gobierno debe respaldar a la industria estableciendo los mecanismos de observancia necesarios. Esto incluiría responsabilizar a los proveedores de servicios de Internet si a sabiendas facilitan prácticas de descarga ilegal y no toman las medidas necesarias para poner fin a esta forma de piratería.

El sector creativo contribuye de manera importante al producto interno bruto de cada país. Para prosperar, la sociedad tiene que recompensar a los creadores. La ciudadanía tiene que respaldar el mensaje de que obtener algo gratuitamente (o por debajo de su precio adecuado) en beneficio personal a corto plazo, hace que la innovación y la creatividad se tambaleen en detrimento de todos. Así que todo empieza por transmitir mensajes eficaces y educar sobre la posición de la industria y las consecuencias de no entender correctamente el marco normativo del derecho de autor. Por tanto, la industria ha de tomar la iniciativa y dar a los consumidores lo que quieren en un mercado que cambia con rapidez. La industria ha de asegurarse de que la "zanahoria" es atractiva. Y luego, si todo lo demás falla, es preciso que exista el apoyo legal de los legisladores.

El sector creativo ha de mostrar una mayor flexibilidad y formar parte de la solución.

Acerca de Mike Weatherley

Mike Weatherley fue nombrado recientemente por el Primer Ministro del Reino Unido, David Cameron, en el nuevo puesto de asesor en materia de propiedad intelectual. Antes de su cargo parlamentario, fue Vicepresidente (Europa) de la Motion Picture Licensing Corporation y previamente fue Director de Finanzas de Pete Waterman Group.

El propósito de OMPI Revista es fomentar los conocimientos del público respecto de la propiedad intelectual y la labor que realiza la OMPI, y no constituye un documento oficial de la Organización. Las denominaciones empleadas en esta publicación y la forma en que aparecen presentados los datos que contiene no entrañan, de parte de la OMPI, juicio alguno sobre la condición jurídica de ninguno de los países, territorios o zonas citados o de sus autoridades, ni respecto de la delimitación de sus fronteras o límites. La presente publicación no refleja el punto de vista de los Estados miembros ni el de la Secretaría de la OMPI. Cualquier mención de empresas o productos concretos no implica en ningún caso que la OMPI los apruebe o recomiende con respecto a otros de naturaleza similar que no se mencionen.