La floreciente industria cinematográfica china
Por Emma Barraclough, escritora independiente
Hace diez años, cuando Yeffrey Yang, un abogado del bufete Reed Smith, regresó a su Shanghai natal después de pasar casi una década trabajando en Londres, encontró las calles repletas de vendedores ambulantes de DVD pirateados. “Había uno en cada esquina. Podías comprar el último éxito de taquilla el día mismo de su lanzamiento. Me pareció que no podría evitarse que los DVD falsificados hicieran estragos en la industria cinematográfica”, dice.
Por fortuna para los directivos del sector, Yang pecó de pesimista. Si algo ha marcado la historia de la industria cinematográfica china ha sido el éxito. El argumento de esta historia incluye un combate con los piratas, una revolución tecnológica y la participación de esforzados constructores de imperios, y en ella se entrelazan tres líneas narrativas distintas que ayudan a explicar cómo la industria cinematográfica china consiguió salvarse de los vendedores de DVD pirateados y en el proceso cambió hasta volverse casi irreconocible.
La venta de entradas de cine se dispara
La primera línea argumental gira en torno a la creciente afición a ir al cine de los jóvenes urbanitas y la pujante clase media de China. Según la Administración Estatal de Prensa, Publicaciones, Radio, Cine y Televisión, el año pasado los chinos gastaron más de 6.500 millones de dólares de los EE.UU. en entradas de cine – casi un 50% más que el año anterior – y se abrieron más de 20 salas de cine al día para cubrir la demanda. Si los ingresos de taquilla en China siguen creciendo al ritmo actual, a finales de 2017 alcanzarán los 11.900 millones de dólares, una recaudación superior a la de los Estados Unidos.
Las películas chinas representaron algo más del 60% de los ingresos de taquilla, y producciones nacionales como las películas de aventuras Monster Hunt y Mojin: The Lost Legend y la comedia Lost in Honk Kong lograron entrar en la lista de las cinco películas más taquilleras, junto a éxitos estadounidenses como Rápidos y furiosos 7 y Los Vengadores: La Era de Ultrón.
Según Amy Liu, de la consultoría de datos sobre la industria del cine EntGroup, la industria cinematográfica china obtiene más del 80% de sus ingresos en taquilla. Las productoras estadounidenses, en cambio, ganan tanto dinero con la venta de DVD, los derechos de emisión y la comercialización de productos relacionados con las películas como con la venta de entradas. Qiaowei Shen, profesora de mercadotecnia de la Universidad de Pensilvania (Wharton School), sugiere sin embargo que el sector cinematográfico chino tiene todavía un amplio margen de crecimiento, si se tiene en cuenta que mantiene tasas de crecimiento de dos dígitos y que la población del país, buena parte de la cual no tiene acceso a sus productos, es casi cuatro veces mayor que la de los Estados Unidos de América. Los cineastas chinos, al igual que sus homólogos en otros países, siguen teniendo problemas con las falsificaciones, los DVD piratas y las transmisiones ilegales por flujo continuo, pero en opinión de Liu la situación está empezando a mejorar. “Hasta hace poco China no era capaz de crear marcas en torno a sus propias películas como hace Hollywood. Ahora comenzamos a ver el desarrollo de franquicias de películas y acuerdos con empresas locales para desarrollar conjuntamente sus marcas”. Los productores cinematográficos chinos comienzan a explotar la demanda de productos relacionados con las películas. El año pasado, la empresa de venta de entradas por Internet Mtime, con sede en Beijing, llegó a un acuerdo con la principal cadena de cines del país, Wanda, con el fin de que esta instalara tiendas en sus cines para vender productos bajo licencia.
Políticas gubernamentales
La segunda línea argumental dentro de la historia de la industria cinematográfica china es el aumento del compromiso del gobierno con las industrias creativas. Según Andrew White, profesor asociado de Industrias Creativas y Medios Digitales en la Universidad de Nottingham, en Ningbo, una industria cinematográfica potente y dinámica no solo es valiosa desde el punto de vista del “poder blando”, sino que puede abrir el camino hacia el futuro posindustrial de China. “El país quiere que sus ciudades compitan con Londres, Tokio y Nueva York, y sabe que para eso necesita industrias creativas fuertes”.
Todo ello va asociado a una actitud más firme en la protección de la propiedad intelectual (P.I.). El compromiso del gobierno con la protección del derecho de autor en la industria cinematográfica china se refleja en la elaboración de proyectos de disposiciones para fortalecer la legislación de derecho de autor, en la ratificación en 2014 del Tratado de Beijing sobre Interpretaciones y Ejecuciones Audiovisuales, y en la próxima entrada en vigor de una Ley de Promoción de la Industria Cinematográfica. Pero por más que los abogados sugieran que los productores cinematográficos pueden recurrir a la legislación china para responder a las violaciones de los derechos de autor, las indemnizaciones por daños y perjuicios siguen siendo exiguas. “Las indemnizaciones no son tan elevadas como en los Estados Unidos de América y Europa”, dice Chen Jihong, del bufete de abogados Zhong Lun. “Si no es posible calcular la pérdida efectiva del propietario de los derechos de autor ni la ganancia efectiva obtenida de forma ilegal, el tope actual de indemnización es de 500.000 yuanes (75.000 dólares EE.UU.), por lo que la capacidad disuasoria es muy limitada en el caso del cine”.
Otro elemento importante dentro de esta línea argumental es la decisión del gobierno de limitar el número de películas extranjeras que se exhiben en los cines del país. Aunque no sea popular entre los directivos de los estudios cinematográficos extranjeros, la política de cuotas ha proporcionado a la industria nacional china el tiempo y el espacio que necesita para crecer. La existencia de reglamentaciones poco propicias a que las empresas extranjeras produzcan sus propias películas en China ha fomentado la creación de empresas conjuntas y de acuerdos de coproducción, y ha facilitado el acceso de los realizadores chinos a los conocimientos especializados de sus homólogos extranjeros, al tiempo que proporcionaba a las empresas extranjeras una puerta de entrada al mercado chino. Visto en retrospectiva, el controvertido sistema de cuotas parece haber contribuido a orientar los distintos intereses hacia una mayor sensibilización sobre la P.I. y un sistema más sólido de derecho de autor: los cineastas chinos y las empresas estatales que distribuyen las películas extranjeras están tan interesados en perseguir la piratería como cualquier productor de Hollywood.
Ecosistemas tecnológicos
La tercera línea argumental dentro de la historia de la industria cinematográfica china, la más importante de todas, va ligada a una revolución tecnológica y social. Al mismo tiempo que el aumento de los ingresos disponibles convertía ir al cine en una de las actividades preferidas de la población urbana china, la tecnología de Internet ha experimentado un gran crecimiento. China es actualmente el país del mundo con más personas en línea y, con la ayuda de algunas políticas gubernamentales favorables, ha visto surgir un grupo de empresas tecnológicas propias de primera línea, desde el fabricante de teléfonos inteligentes Xiaomi hasta las exitosas plataformas de Internet conocidas colectivamente con el nombre de BAT: el motor de búsqueda Baidu, la empresa de comercio electrónico Alibaba y la compañía de redes sociales Tencent.
Las empresas BAT aplican estrategias ambiciosas para crear ecosistemas que permiten el desplazamiento de las actividades “en línea a fuera de línea” y fomentar que las personas lleven a cabo una parte cada vez más importante de sus actividades cotidianas – desde comprar entradas de cine hasta ver películas – en sus plataformas. Las empresas BAT y otras plataformas promueven el crecimiento de sus imperios mediante la producción de contenidos audiovisuales propios y la negociación de acuerdos con socios de toda la cadena de valor del contenido. En 2013, por ejemplo, Baidu compró el proveedor de vídeo por Internet PPS. Un año más tarde logró que Xiaomi se comprometiera a invertir 300 millones de dólares de los EE.UU. en su plataforma de transmisión de vídeo por flujo continuo iQiyi. El acuerdo llegó la misma semana que Xiaomi compró una participación en Youku Tudou, otra plataforma de transmisión de vídeo por flujo continuo de la que Alibaba es copropietaria. El año pasado Alibaba y Tencent se hicieron con más acciones de Huayi Brothers, la mayor compañía cinematográfica privada china y la creadora de Mojin: The Lost Legend.
A la vista de los 650 millones de usuarios de Internet que hay en China, no es difícil entender el entusiasmo que muestran las empresas por el potencial de las plataformas en línea. Pero lo importante desde la perspectiva de la P.I. es que los acuerdos relacionados con el derecho de autor desempeñan ahora un papel crucial en su desarrollo. Las plataformas pretenden aprovechar las posibilidades que ofrece el cine para impulsar el crecimiento de sus juegos para móviles, la comercialización de artículos relacionados con las películas y otras formas derivadas de entretenimiento, a medida que van construyendo sus ecosistemas. “Lo que está de moda son los negocios relacionados con la P.I.”, dice Nic Garnett, consultor en materia de derecho de autor y comercio electrónico en Tilleke & Gibbins. “Se trata de diseminar P.I., en gran parte procedente del repertorio local, por las distintas plataformas. Lo interesante es que el derecho de autor ya no es un freno sino un estímulo para la innovación. La capacidad de adquirir P.I. es la piedra angular sobre la que se construyen estos imperios”.
Las empresas BAT y otras del mismo tipo están desdibujando las líneas divisorias entre los distintos tipos de contenido audiovisual, al permitir que sus usuarios vean grandes éxitos de taquilla, telefilmes, contenidos generados por los usuarios, espectáculos televisivos y un número cada vez mayor de programas de producción propia a través de diversos dispositivos. También experimentan con toda una gama de modelos operativos, basados tanto en la publicidad como en la suscripción o en el pago por visión. El objetivo que persiguen, compartido por muchas empresas en la industria cinematográfica mundial, es lograr que sus ecosistemas sean tan completos que los usuarios prefieran acceder al contenido de forma legal – aunque suponga un coste – que ir a buscar contenido pirateado.
A diferencia de las cadenas de cines y de los fabricantes de DVD, las plataformas de Internet también han podido reunir muchos datos acerca de las preferencias de sus usuarios: la música que escuchan, lo que compran por Internet y las estrellas de cine que siguen en las redes sociales. Eso les permite cotejar los datos y hacer películas orientadas a los gustos culturales de sus usuarios. “El proceso que se sigue para hacer películas en China es cada vez más lógico y científico y menos creativo”, bromea Amy Liu, de EntGroup. Es posible que este enfoque comercial no ayude a los realizadores chinos a ganar premios internacionales, pero sí contribuye a garantizar el futuro financiero del sector.
En ausencia de las tradicionales industrias culturales poderosas e influyentes que existen en muchas otras partes del mundo, las nuevas y dinámicas empresas chinas que operan en Internet han gozado de más libertad para evolucionar de forma innovadora. “Los jóvenes directivos que hay en China no conocen otra cosa que la comercialización de contenido en Internet”, dice Garnett. “Eso hace que el país sea distinto de Europa y los Estados Unidos de América, donde los directivos siempre se están preguntando si las nuevas formas de comercialización harán desaparecer las ya existentes”.
El rápido avance tecnológico de China no significa que su industria cinematográfica no haya encontrado dificultades en su transición a Internet. Los cineastas todavía sufren las consecuencias de la piratería, aunque los tribunales chinos son cada vez más duros con las plataformas de Internet que facilitan las infracciones del derecho de autor y con los anunciantes que mantienen en funcionamiento sitios ilegales. Los funcionarios de oficinas de P.I. proceden al cierre de cada vez más servicios ilegales de transmisión por flujo continuo, dice Han Yufeng, un antiguo juez que actualmente trabaja en el bufete de abogados Lung Tin, mientras que Zhan Wenlong, un administrador de programa en la Administración Nacional de Derecho de Autor, advierte a los piratas que este año habrá más medidas concretas contra ellos, en la línea de la campaña anual “Sword Net”. Incluso el Representante de los Estados Unidos para Asuntos Comerciales elogió en su informe anual “Especial 301” los esfuerzos que han llevado a cabo últimamente las autoridades chinas en la lucha contra la piratería y destacó la multa récord de 42 millones de dólares de los Estados Unidos que se impuso en 2014 a QVOD, un sitio web de transmisión de video por flujo continuo, por dar acceso a sus suscriptores a películas y programas televisivos pirateados.
Tras iniciar su recorrido a menudo en territorios de dudosa legalidad, muchas plataformas de Internet chinas han evolucionado hacia modelos comerciales lícitos y figuran entre las empresas tecnológicas más valiosas del mundo. Hoy los mecanismos de “notificación y retirada” dirigidos a notificar y suprimir contenido infractor son un elemento habitual en los sitios web importantes. Como consecuencia, aumentan rápidamente los ingresos por concesión de licencias que obtienen los productores cinematográficos.
¿Continuará?
Los modelos comerciales que están proponiendo las empresas chinas para distribuir películas y contenido audiovisual por Internet han convertido el país en una especie de laboratorio del derecho de autor y son objeto de un atento seguimiento por parte de los directivos y los investigadores del sector. Por ejemplo, un grupo de académicos liderados por Shen Xiaobai, de la Universidad de Edimburgo, está trabajando para el CREATe (Centre for Copyright and New Business Models in the Creative Economy) de los Consejos de Investigación del Reino Unido, en un proyecto relacionado con los nuevos modelos de producción y distribución de cine, música y ficción digital en China.
“Empresas chinas que hasta ahora se veían a sí mismas como meras receptoras dentro del régimen de P.I. comienzan a buscar formas de poner esos instrumentos a su servicio”, dice Shen. “Las empresas están reuniendo a sus mejores mentes para modelar y perfeccionar creativamente esos instrumentos y ponerlos a prueba en el mercado chino. Es posible que estén menos limitadas que en otros lugares para crear de forma imaginativa nuevos modelos operativos”.
La historia de la industria cinematográfica china tiene múltiples niveles y es muy ilustrativa de los nuevos modelos operativos existentes en las industrias culturales, de la progresiva disolución de las líneas divisorias entre el cine y otros contenidos audiovisuales, y de la evolución de las formas de consumir esos contenidos. Esto quizá no sea más que la primera parte de una larga saga.
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