La innovación mundial es una propuesta con la que todos ganan. Este es el mensaje del Índice Mundial de Innovación de 2016 , la última edición de este estudio anual sobre la innovación que la OMPI realiza en colaboración con la Universidad de Cornell y el INSEAD.
El Índice Mundial de Innovación de 2016, cuyo tema central es “La innovación a escala mundial: para que todos ganen”, hace un llamamiento a los gobiernos para apoyar una inversión constante destinada a la innovación y la investigación. Los resultados del Índice Mundial de Innovación de 2016 sugieren que una nueva cultura de innovación empresarial, construida en torno a nuevas asociaciones y plataformas de innovación, tiene un gran potencial para impulsar un crecimiento económico a largo plazo.
Una referencia anual acreditada
El Índice Mundial de Innovación de 2016 compara los resultados de la innovación de 128 economías, que representan el 92,8% de la población mundial y el 97,9% del PIB mundial (en dólares EE.UU. corrientes). Los resultados individuales de cada país se contrastan con un amplio conjunto de indicadores cualitativos y cuantitativos para medir los recursos que se destinan a la innovación –lo que los países están haciendo para reforzar sus ecosistemas de innovación– y la producción de innovación, es decir, el rendimiento y los resultados en el ámbito de la innovación. Esas mediciones se comprueban y actualizan cada año para proporcionar la mejor y más actual evaluación de la innovación mundial.
Si bien el Índice clasifica el rendimiento en innovación de los países encuestados, su principal objetivo es generar ideas, identificar prácticas óptimas y proporcionar apoyo concreto a los encargados de la formulación de políticas y directivos de empresa en su esfuerzo por mejorar el rendimiento en innovación. Ya en su novena edición, el Índice se ha convertido en una importante referencia en materia de innovación mundial.
El Índice Mundial de Innovación de este año destaca los beneficios mutuos del aumento de la cooperación internacional para la innovación. La innovación mundial se suele ver como una propuesta de suma cero, con importaciones de tecnología o de servicios que requieren altos niveles de tecnología que suponen un costo. Por otro lado, el Índice muestra que la inversión internacional en la innovación ofrece enormes posibilidades para complementar los sistemas nacionales y lograr un crecimiento económico a largo plazo.
“Invertir en innovación es fundamental para impulsar un crecimiento económico a largo plazo”, explica el director general de la OMPI, Francis Gurry. “En la coyuntura económica actual, la prioridad de todas las partes interesadas es encontrar nuevas fuentes de crecimiento y aprovechar las oportunidades que ofrece la innovación a nivel mundial”.
La innovación: cada vez más global pero aún con lagunas
El Índice Mundial de Innovación de 2016 revela un mundo multipolar de investigación e innovación, aunque la mayor parte de la innovación se concentra en las economías de altos ingresos y en determinadas economías de ingresos medios.
La lista de los diez principales países sigue siendo prácticamente la misma que en 2015, con Suiza a la cabeza por sexto año consecutivo. Alemania es la única nueva entrada, después de que Luxemburgo, que se encontraba en el noveno puesto el año anterior, haya pasado a ocupar el 12º lugar.
Por primera vez, un país de ingresos medios –China (que ocupa el 25º lugar)– ha entrado en la lista de las 25 economías más innovadoras del mundo. La progresión de China refleja una mejora en su desempeño en el ámbito de la innovación, en particular con respecto a la calidad de su infraestructura de innovación y a la solidez de su inversión en investigación y capital humano, y pone de relieve también consideraciones metodológicas como el perfeccionamiento de los sistemas de medición del Índice.
Pese a la progresión de China y a una concienciación cada vez mayor de los responsables políticos con respecto a la importancia fundamental de la innovación para el crecimiento económico, sigue existiendo una gran brecha entre las economías de ingresos medios altos y sus homólogos de ingresos altos. Muchas economías de ingresos medios altos siguen dependiendo de la transferencia de tecnología desde las economías de ingresos altos para solucionar problemas principalmente internos, por ejemplo en las esferas de la salud y la energía.
Desde un punto de vista más positivo, las economías de ingresos bajos siguen colmando la brecha en materia de innovación que les separa de las economías de ingresos medios, y algunos países que se encuentran fuera de la lista de los 25 principales están superando a su grupo de ingresos. Entre estos “artífices de la innovación” figuran muchas economías de África, como Kenya, Madagascar, Malawi, Rwanda y Uganda, así como economías de otras regiones como Armenia, la India, Tayikistán y Viet Nam.
Una mejor difusión de la tecnología hacia las economías de ingresos medios y bajos y dentro de ellas, mediante una mayor colaboración en materia de innovación, contribuirá a reducir esos desequilibrios.
Aprovechar la innovación mundial para impulsar el crecimiento
El Índice Mundial de Innovación de 2016 destaca la importancia fundamental de invertir en investigación y desarrollo (I+D) y en innovación para lograr un crecimiento económico. Todos los países que obtienen buenos resultados con regularidad o que muestran mejoras en sus resultados de innovación tienen como prioridades clave el gasto en I+D y la innovación.
El reto consiste en mejorar los resultados de innovación de otras economías. ¿Cómo se puede evitar la dependencia excesiva de unos pocos países para impulsar el crecimiento mundial en materia de I+D? ¿Cómo se puede distribuir sistemáticamente la investigación y el desarrollo en las economías de ingresos bajos y medios que necesitan desesperadamente una innovación apropiada?
En el informe se indica que la colaboración internacional es, en gran parte, la solución. Mediante un aumento en la inversión pública en innovación, los responsables políticos pueden estimular la demanda a corto plazo y aumentar el potencial de crecimiento a largo plazo. Invertir en la innovación y aumentar la cooperación mundial en I+D en los ámbitos empresarial y público es positivo para todos. El objetivo debe ser impulsar la cooperación mundial en materia de innovación mediante mecanismos de gobernanza más inclusivos que apoyen la difusión de conocimientos e ideas más allá de las fronteras.
El Índice Mundial de Innovación de 2016 hace un llamamiento a una nueva mentalidad en materia de innovación mundial basada en políticas de innovación inteligentes y con una orientación global. Así, las empresas se podrán beneficiar del potencial sin explotar de la innovación mundial y ello también contribuirá a apaciguar los sentimientos emergentes de nacionalismo y fragmentación.
Para los responsables políticos, es fundamental facilitar una mayor colaboración internacional y complementar los enfoques introspectivos y los enfoques dirigidos hacia el exterior para lograr un éxito prolongado en la innovación. De manera similar, para que las empresas tengan éxito deben simultáneamente desarrollar la capacidad mundial de I+D y elaborar soluciones localizadas para responder a las necesidades de los clientes locales.
La innovación es un bien público mundial: independientemente de quién realice grandes inversiones dando lugar a avances científicos o innovaciones, los resultados suelen sobrepasar ampliamente las fronteras para enriquecer a otros países. En el mismo sentido, las políticas nacionales de innovación de diferentes países –cuyos innovadores y empresas suelen competir entre ellos– tienen efectos en su mayoría positivos.
Crear sistemas de innovación sólidos: no hay fórmula mágica
Cuando se trata de crear sistemas de innovación eficaces, no existe una fórmula milagrosa. El establecimiento de sistemas de innovación con recursos sólidos, mercados sofisticados, un sector empresarial próspero y fuertes vínculos con los agentes de la innovación, es un proceso complejo.
La pregunta de cómo crear sistemas de innovación que se autoperpetúen y sean orgánicos es un dilema que perdura para los gobiernos. Por un lado, actualmente se acepta que los gobiernos deben desempeñar una función importante en la creación de innovación. Pero por el otro, si se exceden, corren el riesgo de inhibir el surgimiento de ecosistemas de innovación autosuficientes y orgánicos.
También forma parte de la ecuación proporcionar el espacio suficiente para el espíritu empresarial y la innovación, unos incentivos adecuados y una cierta “libertad de acción” que desafíe la situación actual. Nunca ha sido tan difícil encontrar el equilibrio apropiado.
Mantener el impulso en el África Subsahariana
Durante varios años, las clasificaciones del Índice Mundial de Innovación de 2016 han seguido los resultados positivos de innovación de países del África Subsahariana que, desde 2012, ha reclamado más artífices de la innovación que cualquier otra región. Kenya, Madagascar, Malawi, Mozambique, Rwanda y Uganda –casi todos países importadores de petróleo– están obteniendo mejores resultados de lo que cabría esperar en base a su nivel de desarrollo. Pero esta tendencia no es uniforme en toda la región, y tampoco existen garantías de que vaya a seguir así. Si tiene lugar la desaceleración económica prevista en África, las economías africanas deberán redoblar sus esfuerzos para mantener el impulso actual en materia de innovación y reducir su dependencia del petróleo y de los ingresos derivados de los productos básicos.
El potencial no aprovechado de América Latina
América Latina tiene un importante potencial de innovación, pero el Índice sugiere que se no se está aprovechando correctamente. En el Índice Mundial de Innovación de 2016, Chile, Colombia, Costa Rica, México y el Uruguay son los primeros clasificados de la región, pero no se ha identificado a ningún país o economía de América Latina como artífice de la innovación. A pesar de que el programa de innovación sigue siendo una prioridad importante, la región se ha visto envuelta en una considerable turbulencia económica. En este contexto, es muy importante que estos países superen las dificultades políticas y económicas a corto plazo y que crean profundamente en sus compromisos y resultados a largo plazo en materia de innovación. Una mayor cooperación regional en las esferas de I+D e innovación podría ser útil para este proceso.
Norteamérica
Los Estados Unidos ocupan el cuarto lugar en el Índice Mundial de Innovación de 2016 y siguen siendo uno de los países más innovadores del mundo. Entre sus puntos fuertes figuran la existencia de empresas que se implican en I+D a escala mundial, el gasto en programas informáticos y las condiciones de sus polos de innovación. El Canadá, que ocupa el 15º lugar, obtiene altas calificaciones por las facilidades para emprender un negocio y su creatividad en Internet. Si bien ambos países están bien posicionados gracias la sofisticación de sus mercados financieros (incluido el capital de riesgo) y a la calidad de sus universidades y publicaciones científicas, los dos han demostrado que se puede mejorar la inversión y la productividad en el conjunto de la economía, que son fundamentales para el crecimiento futuro.
Asia Central y Meridional
Seis de las diez economías de esta región han entrado en la lista de las 100 primeras en 2016. La India, que ocupa el 66º lugar, mantiene la primera posición de estas economías. La India obtiene calificaciones altas por la calidad de sus universidades, publicaciones científicas e I+D, junto con la sofisticación de su mercado y las exportaciones de servicios de las TIC, apartado en el que la India lidera la clasificación mundial. Kazajstán, en el 75º puesto, es la segunda economía de la región, seguida de la República Islámica del Irán (78º), Tayikistán (86º), Sri Lanka (91º) y Bhután (96º).
África del Norte y Asia Occidental
De los cinco países que aparecen en el Índice como los de mejor rendimiento en la región, dos de ellos –los Emiratos Árabes Unidos (41º) y la Arabia Saudita (49º)– pertenecen al Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), que está integrado por seis miembros. Esto refleja el hecho de que muchos países del CCG están diversificando sus economías para que dejen de estar supeditadas a la producción de petróleo y se dirijan hacia fuentes de crecimiento más orientadas a la innovación.
Los dos países que lideran por cuarto año consecutivo la región son Israel (21º) y Chipre (31º).
Asia Sudoriental, Asia Oriental y Oceanía
Las 14 economías de la región figuran en la lista de las 100 primeras en el Índice Mundial de Innovación de 2016. Las siete primeras –Singapur (6º), la República de Corea (11º), Hong Kong (China) (14º), el Japón (16º), Nueva Zelandia (17º), Australia (19º) y China (25º)– se encuentran entre las 25 economías principales de la clasificación. En promedio, el desempeño más sólido en la región se registra en el número de enseñantes por alumno y en el crecimiento de la productividad. Sin embargo, los resultados indican que se deben aumentar la investigación y el desarrollo financiados por empresas extranjeras, las exportaciones e importaciones de servicios de TIC y los ingresos en concepto de P.I.
Europa
Quince de las primeras 25 economías del Índice Mundial de Innovación de 2016 son europeas, entre ellas las tres primeras –Suiza, Suecia y el Reino Unido.
En términos comparativos, Europa goza de instituciones sólidas e infraestructuras bien desarrolladas, pero podría mejorar en el grado de desarrollo y complejidad de las empresas y en la producción de conocimientos y tecnología. Europa tiene resultados especialmente buenos en lo que se refiere al desempeño ecológico, el acceso a las TIC y la esperanza de vida escolar.
La calidad es la clave
El Índice brinda un enfoque holístico para evaluar los resultados de innovación. Este se aparta de las medidas puramente cuantitativas y se centra en la calidad de la innovación. La calidad es un sello distintivo de líderes en materia de innovación como Alemania, el Japón, el Reino Unido y los Estados Unidos.
El Secretario General de las Naciones Unidas, Sr. Ban Ki-Moon, se ha referido al Índice como un “instrumento único para mejorar las políticas de innovación… proporcionar un panorama preciso de la función de la ciencia, la tecnología y la innovación en el desarrollo sostenible”. Las lecciones extraídas del Índice Mundial de Innovación de 2016 ayudarán a los responsables políticos y a los líderes empresariales a mejorar la calidad de la innovación en el mundo entero.