La innovación: el gran regalo de la historia
Por Mark F. Schultz, Director e investigador principal del Centro de Protección de la Propiedad Intelectual de la Facultad de Derecho Antonin Scalia de la Universidad George Mason, Arlington, Virginia, y catedrático de Derecho de la Universidad de Southern Illinois, Carbondale, Illinois (Estados Unidos de América).
El concepto de “innovación” sufre la contradicción de tener demasiada difusión y, a la vez, estar subestimado. Los países procuran forjar economías innovadoras, las regiones desean ser centros de innovación, las empresas quieren ser visualizadas como innovadoras, y así sucesivamente. Si bien no cabe duda de que la innovación es considerada importante y deseable, en ocasiones no se reconoce su importancia fundamental en la economía moderna.
La innovación desempeña un papel crucial en la promoción del crecimiento económico. Gran parte del rendimiento económico actual de los países desarrollados es el resultado de las innovaciones tecnológicas de los últimos 150 años. El mundo debe mucho a la innovación y a los sistemas de protección de la propiedad intelectual (P.I.) que aseguran la inversión en la innovación.
Definir la “innovación”
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) define la innovación como: “la introducción de un producto (bien o servicio) o de un proceso, nuevo o significativamente mejorado, o la introducción de un método de comercialización o de organización nuevo aplicado a las prácticas comerciales, a la organización del trabajo o a las relaciones externas”.
Existen muchas definiciones diferentes de “innovación”, pero esta resulta útil porque abarca una gran variedad de actividades nuevas y beneficiosas desde el punto de vista económico. La creatividad humana está procurando constantemente formas de mejorar la actividad económica, desarrollar nuevos procesos y modelos de negocio, y brindar nuevos productos y servicios.
La diversidad de actividades que abarca el concepto de innovación también se ve reflejada en el Índice Mundial de Innovación (véase la pág. 20) producido por la OMPI y sus socios, que compara los resultados en materia de innovación de alrededor de 130 países con respecto a más de 80 factores.
La innovación es más que una mera invención. A las personas se les ocurren ideas geniales todo el tiempo, pero el reto consiste en crear un producto comercializable. El economista Joseph Schumpeter señaló que hay innovación cuando una invención es llevada al mercado para que las personas puedan disfrutar de sus beneficios. Esta distinción entre invención e innovación ayuda a destacar la importancia de la P.I. como forma de garantizar la inversión necesaria para crear y comercializar invenciones a fin de que puedan convertirse en innovaciones.
Los tres principales tipos de innovación
Hay muchos tipos de innovación. A continuación se describen tres categorías específicas que atraen mucha atención en los círculos de la política internacional.
El primer tipo, las innovaciones revolucionarias, no necesita demasiada explicación. Se trata de tecnologías que transforman la sociedad y la actividad comercial, alteran las prácticas establecidas y pueden generar nuevas industrias. Algunos ejemplos de este tipo de innovación son: el motor de combustión interna, los antibióticos y, más recientemente, el teléfono móvil.
Para que la telefonía móvil pudiera prosperar, las redes inalámbricas necesitaban una forma ágil y eficiente de gestionar un gran número de señales que compartían un número limitado de ondas de radio. El avance decisivo tuvo lugar a través de dos innovaciones diferentes. La tecnología de Acceso Múltiple por División de Código (CDMA, por sus siglas en inglés), de uso generalizado en los Estados Unidos, fue inventada por Irwin Jacobs y comercializada por la empresa Qualcomm, fundada por él. Por su parte, la tecnología GSM (sistema mundial para comunicaciones móviles), muy utilizada en Europa, fue creada por varias instituciones y empresas europeas.
Esas tecnologías innovadoras sirvieron de plataforma para desarrollar lo que se ha convertido en una tecnología casi omnipresente que ha dado lugar a muchas actividades comerciales y cambios sociales.
En cambio, el segundo tipo, denominado innovación incremental, abarca mejoras secundarias a la tecnología existente. Dichas innovaciones no generan grandes adelantos, sino pequeños avances. Si bien en ocasiones se considera que las innovaciones incrementales son irrelevantes, en realidad, la mayoría de las innovaciones son de ese tipo y la acumulación de avances graduales puede generar cambios importantes.
Para continuar con el ejemplo de los teléfonos móviles, los teléfonos inteligentes mejoran cada año, pero sus cambios son mínimos. Apple ha convertido la presentación de cada nueva generación del iPhone en un gran espectáculo, aunque objetivamente, cada generación apenas se distingue de la anterior.
No obstante, los teléfonos inteligentes de hoy en día difieren drásticamente de los primeros modelos. Esa evolución ha sido el resultado de la suma de innovaciones acumuladas.
El tercer tipo, la innovación frugal, describe un enfoque de innovación que consiste en crear un producto de mayor valor social mediante la utilización de escasos recursos. Este tipo de innovación suele producirse en entornos donde los recursos son limitados, para satisfacer las necesidades de comunidades de bajos y medianos ingresos.
El interés en la innovación frugal ha aumentado como consecuencia del afán de que la innovación llegue a todas las personas, independientemente de su ubicación o sus medios. A largo plazo, el gran crecimiento generado por la innovación mejora la situación de todas las personas, dado que se produce un aumento general de los ingresos, los productos se vuelven menos costosos y los nuevos medicamentos y servicios mejoran el nivel de vida. Pero esto puede llevar mucho tiempo. Para que la innovación llegue a determinadas comunidades, habría que adaptarla a las necesidades específicas de las personas en el lugar donde viven. Por ejemplo, para que las tecnologías sean útiles o valiosas para las personas que viven en zonas remotas, deben adaptarse a un entorno sin conexión eléctrica.
La innovación frugal es una respuesta a las necesidades de quienes viven en entornos donde los recursos son limitados, pero al mismo tiempo, ha ganado reconocimiento en cuanto que oportunidad para promover un uso más eficiente de los recursos y añadir valor a los clientes. Cada vez la están adoptando más actores. Los empresarios locales están respondiendo a las necesidades de sus comunidades, las organizaciones sin fines de lucro están formando asociaciones público-privadas para adaptar la tecnología a las necesidades locales y las empresas multinacionales están reconociendo el valor de integrar la innovación frugal en sus procesos de producción para penetrar en esos mercados.
La innovación frugal también está patente en el campo de la telefonía móvil. Un ejemplo de ello es el modo en que Andrew Bastawrous y su equipo han aprovechado la versatilidad y el potencial de los teléfonos inteligentes para desarrollar su Kit Portátil de Examen Ocular (PEEK). El kit combina una aplicación y un lente de cámara desmontable para crear una clínica portátil de examen ocular. PEEK ofrece atención oftalmológica asequible, rápida y de buena calidad a pacientes que viven en comunidades muy remotas y de muy bajos recursos.
En conclusión, la innovación, independientemente del tipo de que se trate, brinda grandes beneficios a la sociedad.
Desafiar la ley de la escasez
La innovación también es un importante impulsor del crecimiento económico. Sin innovación, viviríamos en un mundo con escasos recursos, donde las opciones serían muy limitadas. El economista Paul Samuelson señaló en su manual de economía que: “en el mundo tal cual lo conocemos, se enseña a los niños que ‘ambos’ no es una respuesta admisible a la pregunta ‘¿cuál de los dos?’”.
La ley de la escasez, el problema económico fundamental de satisfacer las necesidades humanas en un mundo donde los recursos son limitados, suele plantearse en términos de concesiones. Si queremos producir en mayor cantidad una cosa utilizando la mano de obra y el capital que tenemos a disposición, tendremos que producir otra cosa en menor cantidad. Dicho de otro modo, nadie regala nada.
Sin embargo, al igual que sucede con la mayoría de las reglas, hay excepciones, y la innovación quizá sea la excepción más importante de la historia. Según afirma el historiador económico Joel Mokyr en su libro La palanca de la riqueza, “el progreso tecnológico ha sido una de las fuerzas más potentes de la historia porque ha brindado un enorme regalo a la sociedad, es decir, un aumento de la producción que no es acorde con el aumento del esfuerzo y el costo necesarios para lograrlo”
La innovación desafía las reglas de la escasez porque brinda a la humanidad un regalo tras otro y hace posible que la economía produzca más utilizando los mismos o menos recursos.
Cabe considerar a ese respecto el drástico aumento de la productividad agrícola que se registró entre 1830 y 1990. En 1830, un productor agrícola estadounidense debía trabajar de 250 a 300 horas y necesitaba 2 hectáreas de terreno para producir 100 fanegas de trigo. En 1990, solamente se necesitaban tres horas de trabajo y 1 hectárea de terreno para obtener el mismo rendimiento. Esta ganancia de productividad se debe, en gran medida, a la innovación y a las oportunidades que brindó a los productores, al permitirles reemplazar sus herramientas manuales con máquinas y utilizar mejores semillas y fertilizantes
La innovación también crea valor nuevo para recursos existentes. La arena es un ejemplo de ello: solía tener muy poco valor, pero a lo largo de los siglos los innovadores han desarrollado una gran variedad de aplicaciones de gran valor, entre las que figura su utilización para hacer argamasa, yeso, cemento, ladrillos y vidrio y, más recientemente, el silicio de los chips de computadora.
La innovación logra mejores productos y métodos de producción más eficientes, y también genera nuevas categorías de productos como, por ejemplo, las computadoras, los teléfonos móviles y el comercio electrónico. Cada uno de ellos ha generado nuevas industrias, oportunidades y modelos de negocios.
La innovación permite a las personas hacer más con menos, hacer algo nuevo a partir de recursos viejos y crear productos e industrias completamente novedosos. Como consecuencia de ello, hay un aumento en la producción, las oportunidades de empleo y los salarios, crece la economía y las personas tienen más opciones. La innovación nos permite disfrutar y hacer cosas completamente nuevas y diferentes. Su importancia en promover el desarrollo económico y social es innegable.
Medición de los efectos de la innovación
¿En qué medida la innovación impulsa la economía? Durante mucho tiempo, los economistas han sostenido que la innovación es responsable del éxito económico de los Estados Unidos. En 1957, el economista ganador del Premio Nobel Robert Solow afirmó que la innovación había representado alrededor del 90% del aumento de la productividad de los Estados Unidos durante la primera mitad del siglo XX. Más recientemente, William Baumol calculó que en 2011 alrededor del 90% del rendimiento económico de los Estados Unidos era el resultado de “la innovación llevada a cabo desde 1870”.
Los derechos de P.I. permiten a los inventores y a sus inversores asegurar un porcentaje del valor comercial de sus invenciones. Sin embargo, la mayoría de los beneficios que surgen de sus innovaciones se distribuyen entre la población general y abarcan a toda la economía. Baumol calcula que el 90% o más de los beneficios de la innovación llegan de modo indirecto a personas que en nada contribuyeron a su creación.
Este es precisamente el resultado que el sistema de P.I. ha sido concebido para producir. Los derechos de P.I. permiten a los inventores proteger los frutos de su trabajo y atraer la inversión necesaria para desarrollar y comercializar un producto. El sistema de P.I. no existe para brindarles los frutos del trabajo de otras personas. El innovador que descubre la cura para una enfermedad puede cobrar por los medicamentos que se utilizan para tratarla, pero no se queda con los salarios de las personas a quienes los medicamentos salvaron la vida. De modo similar, el teléfono inteligente ha permitido desarrollar un gran número de aplicaciones para educarnos, entretenernos y volvernos más productivos. Quienes más se benefician de vender esas aplicaciones son los desarrolladores de aplicaciones, y no los fabricantes del teléfono inteligente. Como usuarios de las aplicaciones, nos quedamos con los beneficios que hacen que nuestras vidas sean más productivas, informadas y divertidas.
La innovación, un gran regalo
Es indiscutible que la innovación desempeña un papel importante y en apariencia maravilloso en el desarrollo económico. Como señalaron Morton Kamien y Nancy Schwartz, la creencia de que es posible desafiar la ley de la escasez “roza los límites de la magia, de sacar conejos de una chistera. Y, sin embargo, por extraño que parezca, se ha ejecutado el truco... a través de la magia de la tecnología”.
Únicamente la innovación y los derechos de P.I. que la impulsan pueden lograr el tipo de crecimiento impresionante y de beneficios generalizados que pueden mejorar la vida de todos los seres humanos. Juntos, pueden forjar un futuro sostenible para todos.
El propósito de OMPI Revista es fomentar los conocimientos del público respecto de la propiedad intelectual y la labor que realiza la OMPI, y no constituye un documento oficial de la Organización. Las denominaciones empleadas en esta publicación y la forma en que aparecen presentados los datos que contiene no entrañan, de parte de la OMPI, juicio alguno sobre la condición jurídica de ninguno de los países, territorios o zonas citados o de sus autoridades, ni respecto de la delimitación de sus fronteras o límites. La presente publicación no refleja el punto de vista de los Estados miembros ni el de la Secretaría de la OMPI. Cualquier mención de empresas o productos concretos no implica en ningún caso que la OMPI los apruebe o recomiende con respecto a otros de naturaleza similar que no se mencionen.