Índice Mundial de Innovación 2017: la innovación alimenta al mundo
Por Catherine Jewell, División de Comunicaciones, y Sacha Wunsch-Vincent, División de Economía y Estadística, OMPI
La edición de 2017 del Índice Mundial de Innovación (GII 2017), publicada en junio, llega en el momento en que tiene lugar un nuevo impulso económico a nivel mundial. Sin embargo, los niveles de inversión y productividad permanecen en mínimos históricos. El establecimiento de los cimientos para el desarrollo orientado hacia la innovación es más importante que nunca. Solo será posible convertir el alza cíclica actual en un crecimiento económico sostenido si se respalda la inversión en la innovación.
Después de la crisis financiera mundial de 2009, el crecimiento de la investigación y el desarrollo (I+D) a nivel mundial descendió, pero sus peores efectos se contrarrestaron mediante políticas de innovación eficaces. No obstante, habida cuenta de que la inversión pública en I+D está descendiendo y de que el crecimiento de la I+D empresarial se está ralentizando, no hay motivos para sentirse satisfechos.
Medir los resultados en materia de innovación
El Índice Mundial de Innovación 2017 mide los resultados de 127 países en materia de innovación. Ofrece a los encargados de la formulación de políticas un panorama de los puntos fuertes de los ecosistemas nacionales en materia de innovación, así como de las esferas en las que se pueden realizar mejoras. En su décima edición, el Índice Mundial de Innovación destaca la naturaleza global de la innovación y demuestra que su capacidad para apoyar el desarrollo económico nacional suele verse limitada por deficiencias en, por ejemplo, el capital humano, la infraestructura o el grado de desarrollo del mercado.
El Índice Mundial de Innovación 2017 destaca una vez más la persistente brecha que existe en materia de innovación entre las economías de altos ingresos y las economías de ingresos medios y bajos, pero ofrece perspectivas prometedoras. Muestra que un número cada vez mayor de países en desarrollo está logrando resultados en materia de innovación mucho mejores de lo que cabría esperar en base a su actual nivel de desarrollo. De esos 17 “artífices de la innovación”, nueve proceden del África Subsahariana. Los países de ingresos bajos, encabezados por Rwanda, Uganda y Malawi, también siguen ganando terreno a las economías de ingresos medios.
La innovación es un motor del crecimiento, por lo que la adopción de políticas para fomentar la I+D, así como otros insumos y productos de la innovación, es esencial. Sin embargo, las actividades de innovación no se limitan ni deberían limitarse a los sectores de alta tecnología. Por este motivo, el Índice Mundial de Innovación 2017 se centra en los numerosos avances que se están dando en materia de innovación en los sectores de la agricultura y de los sistemas alimentarios.
Impulsar la agricultura mediante la innovación
La agricultura es la piedra angular de muchas economías y, al desbloquear su potencial mediante la innovación, se abre una vía prometedora para el desarrollo económico. Muchos factores alimentan el imperativo de innovación dentro del sector. Aparte de la creciente demanda de productos sostenibles por parte de los consumidores y de la necesidad de los productores de reducir los costos de producción, también entran en juego otros problemas mundiales. La población mundial está creciendo. Se espera que en 2050 la demanda mundial de alimentos sea, como mínimo, un 60% superior a los niveles de 2006. También está aumentando la competencia por los recursos naturales, agravada por los efectos del cambio climático.
Hay muchos intereses en juego, quizás más que en ninguna otra esfera, y las estadísticas son apremiantes. En torno a una de cada nueve personas en el mundo (795 millones de personas) padece hambre, y una de cada cuatro sufre hambre crónica en el África Subsahariana, de conformidad con el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola, el Programa Mundial de Alimentos y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación.
En este contexto, es más importante que nunca apoyar el desarrollo de sistemas de innovación agroalimentaria sostenibles e inclusivos.
La innovación puede evitar futuras crisis alimentarias a nivel mundial, pero alimentar al mundo es un desafío complejo cada vez mayor. Los responsables políticos deben enfrentarse a un crecimiento lento de la productividad agrícola y a obstáculos en los sistemas de innovación agrícola, en particular en las economías de ingresos bajos y medios.
Nuestra capacidad para mejorar el rendimiento y la sostenibilidad de los sistemas de producción agroalimentaria a nivel mundial depende de que adquiramos un conocimiento más profundo de los vínculos entre los insumos para la innovación y sus resultados, y de las vías de difusión en el sector. Solo entonces será posible aprovechar plenamente el potencial de la innovación agrícola, revertir los niveles persistentemente bajos de la productividad agrícola y garantizar un abastecimiento alimentario sostenible a nivel mundial.
Una nueva ola de innovación en la agricultura
A pesar de las dificultades, existen pruebas de una ola de nuevas tecnologías agrícolas innovadoras procedentes de otros sectores. Una convergencia sin precedentes entre la biología, la agronomía, la ciencia vegetal y animal, la digitalización y la robótica está transformando la cadena de valor agroalimentaria mundial.
Los avances en la genética, la nanotecnología y la biotecnología han demostrado su capacidad para lograr resultados muy rentables y de calidad y para aumentar los ingresos agrícolas. En la India, por ejemplo, gracias a la implantación del algodón genéticamente modificado (algodón Bt), la producción se ha duplicado con creces entre 2000 y 2015, las cosechas han pasado de 278 kilogramos a 511 kilogramos por hectárea y los ingresos del algodón Bt han aumentado en 18.300 millones de dólares EE.UU. No obstante, el uso de estas nuevas tecnologías sigue siendo controvertido y todavía no se conoce plenamente su incidencia concreta en la salud y el medio ambiente.
Las tecnologías digitales también están transformando el sector con su gran potencial para impulsar la productividad, la rentabilidad y la sostenibilidad de la producción agrícola en todos los aspectos. Estas son de amplio espectro e incluyen drones, vehículos autónomos, tecnologías de teledetección, sistemas de información geográfica, chips de identificación por radio frecuencia (RFID) para realizar el seguimiento de la salud animal, sistemas automatizados de ordeño y alimentación, así como sensores y robots para los cultivos en ambientes controlados como los invernaderos. Los datos recopilados mediante estas operaciones auguran la optimización de los recursos y el aumento de la productividad.
Sin embargo, el uso de estas potentes tecnologías sigue siendo, en el mejor de los casos, bajo en los países ricos, y es inexistente en muchas regiones en desarrollo, en particular el África Subsahariana. En esos países, muchos agricultores todavía no se han beneficiado de las primeras olas de innovación. Si se quiere desarrollar todo el potencial de las tecnologías agrícolas más modernas, estas se deben dar a conocer en el mundo entero.
Superar los obstáculos a la innovación
La cadena de valor agroalimentaria es compleja, tiene múltiples niveles y cuenta con la participación de muchos actores diferentes. La innovación está presente en toda la cadena de valor, pero está principalmente relacionada con la mejora de los procesos y los servicios. El fortalecimiento de los vínculos en cada etapa de la cadena de valor es de vital importancia para aumentar la productividad y la eficiencia. Normalmente, cuenta con una mezcla de innovación tecnológica y no tecnológica. Las innovaciones organizativas, como el aprendizaje permanente y la digitalización de la venta al por menor y la logística, pueden ser tan importantes como un nuevo producto o proceso.
Sin embargo, los agricultores y productores de muchas economías de ingresos bajos y medios se enfrentan a una gran cantidad de problemas que les impiden mejorar su productividad. Entre ellos, cabe destacar la falta de liquidez, insumos agrícolas de baja calidad, la falta de información y conocimiento sobre las tecnologías disponibles, y la inadecuación o falta de infraestructura posterior a la cosecha y de distribución.
La rápida aparición de enfoques innovadores para la producción agroalimentaria se ve con frecuencia coartada por la falta de formación e información. Los agricultores y otros operadores agrarios solo considerarán la posibilidad de adoptar un nuevo enfoque si ven sus posibles beneficios y se lo pueden permitir económicamente. Por consiguiente, los esfuerzos de extensión agrícola deben demostrar la viabilidad de una nueva tecnología e impartir la formación necesaria.
Existen enormes posibilidades para los agricultores de países de ingresos bajos y medios en lo que se refiere al acceso a la tecnología digital y a nuevas plataformas de servicios. No obstante, para ello debemos acercarnos a ellos y transmitirles la confianza necesaria para utilizar esas herramientas.
Políticas para fomentar la innovación agrícola
Las autoridades públicas desempeñan un papel crucial para estimular la innovación para el desarrollo de sistemas agrícolas sostenibles. Las políticas que aplican son las que establecen las reglas del juego y determinan las actividades de los productores y demás actores de la cadena de valor. Sin embargo, las políticas de innovación descuidan con demasiada frecuencia las industrias tradicionales o basadas en los recursos naturales, como la agricultura, lo que supone un error. El sector agroalimentario debería ser la piedra angular de la estrategia nacional de innovación de todos los países.
Las autoridades públicas pueden mejorar los marcos jurídico y reglamentario nacionales y reducir la burocracia para los agricultores y productores. Este proceso de simplificación también puede ayudar a reforzar los vínculos entre los diferentes actores institucionales y asegurar una mayor coherencia en la manera en que se desarrollan las políticas y se utilizan los recursos públicos.
Las autoridades públicas también tienen la función de garantizar el acceso a un sistema de P.I. eficaz que aliente la adopción y el uso de derechos de P.I. para apoyar el crecimiento de la innovación y el comercio. Es de vital importancia reforzar la sensibilización con respecto al hecho de que los derechos de P.I. añaden valor a las tecnologías y los productos nuevos. Los regímenes de P.I. eficaces permiten a los inventores obtener un rendimiento de sus inversiones en el desarrollo de una tecnología o un producto, lo que a su vez les permite seguir invirtiendo en innovación.
Cuando los mercados son disfuncionales, los encargados de la formulación de políticas son quienes deben tomar las medidas necesarias, por ejemplo establecer mecanismos de financiación para estimular la innovación en la agricultura y la producción de alimentos. En el Brasil, los responsables políticos han creado fondos sectoriales para fomentar las tecnologías en la agronomía, las ciencias veterinarias, la biotecnología y otras esferas, con muy buenos resultados. Estos fondos mantienen a los actores clave al día de la evolución de las nuevas tecnologías agrícolas, promueven su difusión y aumentan la inversión en la biotecnología agrícola tropical. No obstante, para crear dichos fondos, los encargados de la formulación de políticas deben colaborar estrechamente con instituciones de investigación para respaldar la I+D nacional y asegurar que las prioridades de investigación estén de conformidad con las necesidades y las circunstancias locales.
Ahora bien, la promoción de la sostenibilidad en el sector agroalimentario es un delicado equilibrio entre la promoción de una producción más intensiva por un lado y, por el otro, el apoyo de prácticas agrícolas como el uso de sistemas de irrigación eficientes y productos de alta eficiencia energética para minimizar el impacto sobre el medio ambiente. Una vez más, los responsables políticos son los encargados de crear un entorno que garantice el mantenimiento de un equilibrio adecuado.
Los regímenes fiscales preferenciales para los agricultores, junto con los programas destinados a mejorar el acceso a la tierra y el apoyo a la comercialización de las nuevas técnicas y tecnologías prometedoras, también son opciones interesantes para apoyar la innovación agroalimentaria.
Apoyar un enfoque empresarial
Los encargados de la formulación de políticas pueden mejorar la producción agrícola y obtener resultados más eficaces alentando a los productores a adoptar un enfoque más empresarial en sus operaciones. Con el apoyo adecuado en materia de políticas, es posible animar a los productores de toda la cadena de valor a que consideren sus operaciones como empresas comerciales que requieren una innovación constante para satisfacer la dinámica demanda del mercado. Así se establece el marco para la emergencia de nuevos procedimientos operativos más eficientes, y surgen nuevas vías hacia la comercialización.
Una vez más, es importante reforzar la sensibilización con respecto a cómo se pueden utilizar los derechos de P.I. para añadir valor a los productos agrícolas. Los programas gubernamentales diseñados para fomentar el desarrollo empresarial, como StartUp India, desempeñan un papel fundamental en la transformación del panorama de la innovación agrícola. El programa Startup India, que se puso en marcha en 2016, apoya la formación de nuevas empresas en varios sectores, entre otros, el sector agrícola, facilitándoles el acceso a la financiación, la incubación y otros servicios de apoyo empresarial. El objetivo es lograr que el sector sea más rentable e interesante para las generaciones futuras.
Gracias a estas y a otras iniciativas gubernamentales, el panorama agrícola de la India está resultando ser un terreno fértil para los innovadores, que llegan con una variedad de soluciones que permiten a los agricultores ahorrar agua y energía, reducir el uso de productos agroquímicos, mejorar los sistemas de gestión de explotaciones agrarias y reforzar los vínculos entre el agricultor y el mercado. Entre otros ejemplos cabe destacar la plataforma e-Choupal de ITC, que sirve como “centro de conocimiento digital” a más de cuatro millones de agricultores de la India. Asimismo, la aplicación móvil Trringo, desarrollada por Mahindra and Mahindra –uno de los productores de maquinaria agrícola de la India–, permite a los pequeños agricultores alquilar maquinaria agrícola a la que no podrían acceder de otro modo (véase GII 2017, capítulo 5).
Fortalecer los vínculos entre universidad e industria
Gran parte de la innovación se da a nivel agrícola y, con el apoyo adecuado, puede ampliarse aún más. Unos vínculos más fuertes entre las instituciones de investigación públicas, los empresarios y los agricultores locales pueden apoyar la difusión general de, al menos, las innovaciones básicas más eficaces. Estos vínculos también son importantes para responder a la demanda de innovación de los agricultores y otros operadores agrarios. Fortalecer la colaboración universidad-industria contribuirá a reducir el tiempo necesario para que una nueva tecnología pase del laboratorio a la explotación agrícola. Respaldadas por unas normas de transferencia de tecnología claras, incluida la comercialización de los productos de P.I., estas colaboraciones pueden ayudar a acelerar la transferencia y el uso de las nuevas tecnologías agrícolas.
Más datos necesarios para respaldar a los encargados de la toma de decisiones
Los sistemas de producción agroalimentaria son más inteligentes y están mejor integrados que nunca. Sin embargo, muchos países en desarrollo siguen estando a la zaga. Para encontrar soluciones apropiadas es necesario disponer de datos más precisos sobre las deficiencias en materia de capacidad agrícola y sobre las posibilidades de subsanarlas. Estos datos permitirán supervisar y evaluar los sistemas de innovación agrícola y, de ese modo, comprender mejor el tipo de iniciativas de políticas necesarias para respaldar el desarrollo de ecosistemas de innovación agrícola más productivos, eficaces y sostenibles. Todos necesitamos que estos ecosistemas de innovación alimenten al mundo en los años venideros. El Índice Mundial de Innovación 2017 es un pequeño paso en la dirección correcta.
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