Francis Gurry habla del futuro de la propiedad intelectual, sus oportunidades y desafíos
Francis Gurry, director general de la OMPI, se reunió hace poco con la Revista de la OMPI para hablar del futuro, en un momento en que los avances revolucionarios de las tecnologías de la información y las ciencias de la vida están empezando a poner a prueba los postulados y las prácticas del sistema de propiedad intelectual (PI).
De cara al futuro, es previsible que cada vez más sea la tecnología la que conforme la estructura del sistema internacional y su gobernanza.
Director General Francis Gurry
En su opinión, ¿cuáles son los principales desafíos que se plantean al sistema de PI?
Hoy se están creando tecnologías que tendrán repercusiones fundamentales en el actual panorama de la PI. Aunque todavía no las entendemos en toda su dimensión, podemos estar seguros de que plantearán importantes desafíos en relación con la administración, las políticas y la gobernanza en el ámbito de la PI. También cabe prever que planteen grandes retos en materia de desarrollo dadas las enormes diferencias que se acusan en el mundo en cuanto a capacidad tecnológica. Pero todo desafío va acompañado de oportunidades. Las novedades que están introduciendo esos retos no son negativas de por sí. Solo se trata de comprender cómo incidirán en el actual sistema de PI y en su evolución.
¿En qué medida se plantean desafíos para la gestión?
Los desafíos tienen que ver con la creciente demanda mundial de derechos de PI. El lugar cada vez más central que ocupa la PI en la economía de los conocimientos va a la par de un aumento en la demanda de derechos de PI y es probable que así siga. En 2015, por ejemplo, se presentaron 2,9 millones de solicitudes de patente, alrededor de 6 millones de solicitudes de registro de marcas y 870.000 solicitudes de protección de dibujos o modelos industriales. Son cifras extraordinarias. Responder a esa demanda en auge es un gran desafío para las oficinas de PI. Pero a medida que vayan introduciéndose nuevas soluciones de TI será más fácil gestionar esa demanda y los procedimientos administrativos de PI en general.
¿Está el actual sistema de PI adaptado a las circunstancias?
El actual sistema de PI cumple bien su propósito en un gran número de aspectos pero hay ámbitos en los que necesita readaptarse. La inteligencia artificial (IA) y las ciencias de la vida son dos campos fundamentales del avance tecnológico y científico que van a plantear importantes desafíos en relación con la PI y con otras esferas normativas, habida cuenta de su naturaleza multidimensional. La IA, por ejemplo, plantea problemas tecnológicos a la vez que económicos, que van desde la creación de incentivos para concebir sistemas de IA que puedan aplicarse hasta el desplazamiento del empleo. Y es inevitable que la aplicación de las TI a las ciencias de la vida, en particular, plantee problemas de ética y de gobernanza. De ahí que debamos reflexionar detenidamente sobre las consecuencias que tendrán esas tecnologías, de rápida evolución, en el sistema de PI y su administración.
¿Qué desafíos de política pública se plantean?
Los desafíos de política pública obedecen a la mundialización, sumada a la aceleración de los cambios tecnológicos. Juntas, esas dos fuerzas propulsan el desarrollo, la adopción y el uso de nuevas tecnologías en todo el mundo, y generan una perturbación radical y continua. La rápida difusión ofrece la oportunidad de que todos los países se beneficien de la implantación y el uso de esas tecnologías. En el plano normativo, esos avances están generando ya oportunidades concretas sin precedentes para la cooperación, por ejemplo, el establecimiento de plataformas de múltiples interesados y otras alianzas. Seguro que esas oportunidades van a ir en aumento.
Hoy se están creando tecnologías que tendrán repercusiones fundamentales en el actual panorama de la PI.
Sin embargo, es probable que la elaboración de políticas públicas sea más difícil por cuanto el actual sistema internacional no está pensado para hacer frente al tipo de cambios rápidos y radicales que se nos plantean.
¿Cómo podrían superarse esos desafíos para la elaboración de políticas?
Una de las soluciones sería, quizás, que la comunidad internacional cree un espacio para la reflexión colectiva y libre de riesgos, en el que los países puedan intercambiar ideas libremente y sin compromiso. Se crearían así oportunidades para allanar todavía más el terreno del entendimiento acerca de las consecuencias para la institución de la PI que van a tener esos radicales avances científicos y tecnológicos. En aras de ese entendimiento hay que dejar entrar en ese espacio a los que producen las tecnologías, es decir, a los sectores empresarial y de la innovación, de modo que los debates estén fundamentados y sean pertinentes. Además, es esencial promover la participación de todos los interesados, tanto para aclarar la función que desempeña el sistema de PI como para determinar qué incentivos económicos deben ofrecerse a fin de alentar y apoyar esos avances tecnológicos.
Desde esa óptica hay un gran margen para mejorar la estructura actual del sistema internacional, reforzar la cooperación mundial y fomentar una elaboración más eficaz de políticas de PI.
Se ha referido usted también a los desafíos para el sistema. ¿Qué suponen esos desafíos?
Me refiero a nuevos desafíos que tienen que ver con el principio fundamental de transparencia, cimiento del actual sistema de PI. Permítame que me explaye. Cualquiera puede solicitar una patente, el registro de una marca o de un diseño o cualquier otro derecho de PI a condición de cumplir determinadas condiciones. Una de ellas consiste en divulgar al público determinada información sobre la nueva tecnología, o el nuevo producto o servicio. Eso hace posible que los demás sepan de quién es la nueva tecnología o el nuevo producto o servicio y qué derechos supone eso. La finalidad es facilitar el intercambio de información y una utilización eficaz de esos derechos, lo que va en beneficio del desarrollo tecnológico, la expansión empresarial y el progreso social. La transparencia ha sido siempre una piedra angular del sistema de PI. Pero es probable que la tendencia actual de privatizar funciones que antes desempeñaba el sector privado, y la aparición de nuevas tecnologías como la de bloques en cadena, que en líneas generales ofrece un medio seguro para dejar constancia de los datos, dificulten todavía más la distinción entre las esferas pública y privada.
"Muchos de los problemas que se nos plantean son
de naturaleza multidimensional y juntos constituyen
un enorme reto de gobernanza”, señala el Sr. Gurry.
¿Hasta qué punto pondrán a prueba esas tendencias la transparencia del actual sistema de PI?
Una de las funciones que desempeñan desde siempre las oficinas de PI es mantener un Registro público de derechos de propiedad en relación con los conocimientos, la tecnología y las obras culturales. Aun cuando la tecnología de bloques en cadena, por ejemplo, suponga un aumento de la eficacia y la seguridad del sistema, se trata de una tecnología privada y no de un registro público. Ahora mismo se está experimentando mucho con la tecnología de bloques en cadena en la esfera del derecho de autor, y no es difícil imaginar la aplicación que tendrá esa tecnología en todos los aspectos de la negociación de licencias de PI. Hay que entender que con la tecnología de bloques en cadena, puede que el sector privado se transforme en un Registro secundario. Y debemos plantearnos cómo incidirá eso en la transparencia del mercado de productos basados en los conocimientos. ¿Será más eficaz ese mercado por el uso de esas tecnologías? ¿Harán mejorar los sistemas de gestión de los derechos de PI? Desde luego, en ese sentido, el potencial es enorme.
¿Cree usted que se van a redefinir los derechos de PI tal como se entienden en la actualidad?
Hoy, al ir ganando terreno los conjuntos extensos de datos y encaminarnos hacia la Internet de las cosas, se están generando grandes cantidades de información. Gran parte de todo eso queda al margen de las categorías tradicionales del sistema de PI, y es una de las razones por las que los investigadores recurren cada vez más a la normativa de los secretos comerciales para proteger su labor de investigación precompetitiva. Además, las principales plataformas en línea, como Facebook y YouTube, están creando montones de datos valiosos a partir de sus actividades, lo que les brinda, así como a todos los que cuentan con esas memorias de datos, una oportunidad económica considerable. Sin embargo, a ese respecto se plantean numerosas preguntas complejas acerca de la propiedad (en el sentido tradicional) de esos datos. Esas preguntas tienen que ver también con la problemática de la privacidad y la seguridad. Por ejemplo, ¿de quién son los datos personales, o los datos generados a lo largo de la vida de una persona? ¿Debemos redefinir lo que se entiende por propiedad en relación con esos datos así como los derechos y obligaciones que van con ellos?
Se están desarrollando nuevas tecnologías y difundiéndose por todo el mundo a un ritmo sin precedentes. La dificultad principal reside en garantizar que todos los países se beneficien de la rápida difusión de esas tecnologías…
No hay duda de que es necesario redefinir los derechos de propiedad en relación con las clases de datos que no corresponden a las categorías clásicas de la PI; en cambio, reformular los derechos de PI tal como se entienden en la actualidad dependerá de los objetivos que fijen los encargados de adoptar políticas. Por ejemplo, si se parte de que la finalidad es recabar y explotar datos que permitan entender mejor la salud humana, los encargados de adoptar políticas deberán tener presentes varios factores. ¿Ofrecen los acuerdos actuales de PI los incentivos adecuados con ese fin? ¿Se necesitan incentivos adicionales? ¿O existen ya suficientes incentivos en el mercado? ¿Deben reglamentarse las prácticas de los “recolectores de datos”? Las leyes de secretos comerciales ya contemplan varios de esos aspectos pero es realmente necesario centrarnos en esa problemática, que evoluciona constantemente.
¿Qué desafíos se plantearán en adelante con respecto al desarrollo?
El mundo es profundamente asimétrico. Por un lado están las economías avanzadas, que invierten billones de dólares en I+D, y por otro, los países de bajos y medios ingresos y las economías en transición, que se ven apremiadas a responder a montones de demandas con recursos sumamente limitados. Al mismo tiempo, se están desarrollando nuevas tecnologías y difundiéndose por todo el mundo a un ritmo sin precedentes. La principal dificultad reside en garantizar que todos los países se beneficien de la rápida difusión de esas tecnologías y que no se exacerben las inmensas diferencias que existen en capacidad tecnológica. Se trata de una cuestión de importancia crítica que exige un examen detenido.
¿Qué consecuencias tendrán esos desafíos para la gobernanza del sistema internacional de PI?
Muchos de los problemas que se nos plantean son de naturaleza multidimensional y juntos constituyen un enorme reto de gobernanza. Las tecnologías que están creando esos movimientos sísmicos son de índole transversal, pues tienen que ver con la PI, la ética, la privacidad, la seguridad, la bioseguridad, etcétera, pero la estructura actual de las organizaciones internacionales no está pensada para hacer frente a los problemas multidimensionales que se nos plantean. En la actualidad, suele haber un organismo para cada problemática, como la salud, la PI, el trabajo o el comercio. Y los debates de política pública suelen estar exclusivamente en manos de los Estados. Aun cuando los problemas se aborden a nivel nacional, por lo general es muy beneficioso abordarlos desde una perspectiva bilateral o plurilateral o en los grupos regionales que comparten intereses comunes. Y de forma más general, pueden ser objeto de examen en el plano internacional. De cara al futuro, es previsible que cada vez más sea la tecnología la que conforme la estructura del sistema internacional y su gobernanza. Aun cuando cabe prever que todo cambio en la estructura de los sistemas de gobernanza estará impregnado por los valores, ampliamente compartidos, de universalidad, equilibrio y oportunidad, debemos reflexionar detenidamente sobre la forma en que la comunidad internacional puede responder con eficacia a esos avances rápidos y potencialmente radicales. Se está fraguando un mundo totalmente nuevo y debemos estar preparados para hacer frente a una situación muy diferente.
¿Cuál es el foro más adecuado para abordar esas cuestiones?
Buena pregunta. Puede que haga falta una nueva organización para abordarlas o que debamos estrechar la cooperación entre los organismos existentes. Solo deben crearse nuevas organizaciones si hay lagunas. Y hay que reflexionar sobre el lugar idóneo para debatir esas cuestiones de forma adecuada.
¿Está cambiando el debate público sobre la PI?
En los últimos años ha aumentado de forma considerable el interés del público, en gran parte, gracias a Internet, que ha puesto a los usuarios en contacto directo con los problemas de PI. Y es muy probable que eso continúe.
Sin embargo, se suele utilizar la PI como campo de batalla para resolver otros problemas. Pensemos, por ejemplo, en la controversia que se produjo en 1988 en relación con el patentamiento del oncorratón por la Universidad de Harvard. Naturalmente, lo que atrajo la atención del público fue sobre todo la cuestión de los derechos porque la publicación de una solicitud de patente suele ser la primera manifestación pública de una nueva tecnología. Pero en realidad, el meollo de la cuestión era determinar si era aceptable o conveniente que los investigadores pudieran manipular organismos superiores. Hoy estamos ante una situación similar en lo que respecta a la aplicación de la tecnología CRISPR-Cas9, que aumenta la capacidad de manipular todos los organismos y que va a tener repercusiones extraordinarias en la biotecnología sanitaria, agrícola e industrial.
¿Mira usted el futuro con optimismo?
En términos generales, sí. Pero hay muchas cosas en juego, por lo que debemos perfeccionar nuestras técnicas de gestión de riesgos.
Sobre la patente del “oncorratón”
En 1988, la Oficina de Patentes y Marcas de los Estados Unidos de América (USPTO) se convirtió en la primera oficina en el mundo en conceder una patente sobre una forma de vida superior (patente Nº4736866). En la solicitud de patente del “oncorratón”, desarrollado por investigadores de la facultad de medicina de la Universidad de Harvard, se reivindicaba un “mamífero transgénico no humano cuyas células germinales y somáticas contienen una secuencia oncogénica recombinante que ha sido introducida en dicho animal”. La invención se consideraba un importante avance para entender el cáncer y desarrollar tratamientos más eficaces. Sin embargo, también planteó profundas inquietudes éticas que dieron pie a intensos debates políticos en los Estados Unidos y otros muchos países para determinar si es apropiado patentar formas superiores de vida.
El propósito de OMPI Revista es fomentar los conocimientos del público respecto de la propiedad intelectual y la labor que realiza la OMPI, y no constituye un documento oficial de la Organización. Las denominaciones empleadas en esta publicación y la forma en que aparecen presentados los datos que contiene no entrañan, de parte de la OMPI, juicio alguno sobre la condición jurídica de ninguno de los países, territorios o zonas citados o de sus autoridades, ni respecto de la delimitación de sus fronteras o límites. La presente publicación no refleja el punto de vista de los Estados miembros ni el de la Secretaría de la OMPI. Cualquier mención de empresas o productos concretos no implica en ningún caso que la OMPI los apruebe o recomiende con respecto a otros de naturaleza similar que no se mencionen.