Por Catherine Jewell, División de Comunicaciones, OMPI
En un mundo cada más interdependiente la amenaza de las enfermedades infecciosas es hoy en día quizás más grave que en los demás momentos de la historia de la humanidad. Erradicar y prevenir dichas enfermedades representa un enorme esfuerzo, sobre todo para las regiones del planeta que poseen escasos recursos, y obliga a contar con un diagnóstico precoz. La Dra. Helen Lee y sus colaboradores de la empresa Diagnostics for the Real World idearon un innovador instrumento de diagnóstico que se utiliza en la propia consulta médica y gracias al cual el personal de salud de las regiones de escasos recursos tiene la oportunidad de hacer exámenes, diagnosticar y tratar con eficacia a los pacientes en cuestión de horas. La Dra. Lee también creó el Departamento de Diagnósticos de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) y ahora nos cuenta en qué consiste ese revolucionario aparato y da su punto de vista sobre la innovación y la propiedad intelectual.
La verdad es que me hice inventora por necesidad. Siempre me propuse crear diagnósticos que fueran sencillos, precisos, rápidos, termoestables y baratos para las gentes de escasos recursos. La invención comienza con una necesidad, que es lo que la impulsa. Para conseguir lo que uno quiere hay que saber encajar los fracasos, uno tras otro, levantarse y seguir adelante y no rendirse nunca.
Por otra parte, soy muy curiosa y tuve la gran suerte de que mis padres nunca me pusieron límites, pues siempre me decían “¿por qué no pruebas?”. Es decir, nunca tuve nada que me detuviera y siempre busqué el modo de encontrar una solución.
Mi marido y yo hicimos un pacto: una vez yo me mudo por su trabajo y la vez siguiente él se muda por el mío. Cuando fui a Abbott Laboratories, él dejó un trabajo muy bueno para seguirme y, entonces, cuando le ofrecieron una cátedra en Cambridge, yo lo seguí. Aprendí mucho en Abbot y gané una experiencia muy valiosa, pero el mundo de la empresa no era para mí a largo plazo.
Creamos la empresa en 2003 para dar una salida comercial a las investigaciones realizadas en el Departamento de Diagnósticos de la Universidad de Cambridge, pues allí se llevaba a cabo la mayor parte de la investigación pura. La empresa sigue ampliando su actividad y ahora cuenta con 40 trabajadores. Queremos ganar dinero, pero la ganancia se limita a solamente el 15% en el caso de los países de ingresos bajos y medianos bajos, porque tenemos el lema “ganar dinero y hacer el bien”. Estaba decidida a establecer una empresa y aumentar la producción y la distribución. Suelo decir a mi grupo que si todo lo que hacemos es publicar algunos artículos en revistas famosas y fabricar un prototipo, habremos fracasado. Estamos entusiasmados con un pedido bastante considerable que recibimos hace poco del Fondo Mundial de Lucha contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria. Es el más importante hasta ahora y todos pusieron su granito de arena.
Ideamos un método sencillo y completo de diagnosticar las enfermedades infecciosas en el propio lugar de la consulta médica de las regiones de escasos recursos. Se utiliza la prueba del ácido nucleico con el cual, además de hacer el diagnóstico precoz de los organismos infecciosos como el VIH, se determina la eficacia del tratamiento. La prueba clásica del ácido nucleico exige personal sumamente preparado y complejas instalaciones de laboratorio para extraer, amplificar y detectar los ácidos nucleicos que interesan. Es una labor compleja y que cuesta mucho realizar en los lugares de escasos recursos. Nos propusimos simplificar dicho método para que resultara más práctico y completo, y lo conseguimos. Nuestro aparato, el SAMBA II (¡a nuestros técnicos les encanta el baile!), tiene el tamaño de una cafetera pequeña y convierte la detección del ácido nucleico en una sencilla señal visual como en la prueba del embarazo: dos líneas, es positivo; una línea, negativo; y ninguna línea, erróneo. Esa simplificación de un método que es sumamente complejo llevó años de investigaciones y en 2016 ganó el Premio al Inventor Europeo de la Oficina Europea de Patentes.
El SAMBA trabaja con una tableta que transmite los datos con toda facilidad al organismo de salud pública competente. También se utiliza papel termoestable que es muy duradero, por si hay que realizar una impresión. Nos llevó casi diez años poner a punto el último modelo de la máquina, el SAMBA II, que es mucho más práctico, y los respectivos compuestos químicos. El SAMBA viene con cartuchos que contienen la dosis de compuesto necesaria para realizar la prueba; los cartuchos comprenden 180 compuestos químicos y reactivos y se introducen con toda facilidad en la máquina. Los cartuchos tienen una forma especial, como las piezas del Lego, y solo se pueden introducir de una manera: la correcta. El SAMBA trabaja de manera muy sencilla e infalible, basta con introducir la muestra en el aparato y sale el resultado.
Teniendo en cuenta la realidad de las gentes de escasos recursos, se hizo todo lo posible para dotar a todos los elementos del instrumento de solidez, estabilidad y tolerancia al calor. El SAMBA II trabaja con temperaturas de hasta 38°C. También inventamos un método para estabilizar las enzimas lábiles con el fin de que nuestros reactivos puedan suportar las temperaturas elevadas, de hasta 37°C, por espacio de unos nueve meses. Para conseguir eso, hicimos algo fuera de lo corriente: suprimimos determinados compuestos químicos habituales. Entre ellos, suprimimos uno que produce cianuro, lo cual representa una enorme ventaja desde el punto de vista de la protección del medio natural y de la eliminación de los desperdicios.
El kit comprende todo lo que es necesario para tomar la muestra, hasta los guantes. La extracción y la recogida de la muestra son como las ruedas del coche: sin ellas no se va a ninguna parte. Estoy convencida de que eso es fundamental para el diagnóstico precoz y el correcto tratamiento de las enfermedades infecciosas. Nos sentimos satisfechos de que el SAMBA se use ahora en los hospitales regionales y de distrito, así como en las clínicas pequeñas de la República Centroafricana, Malawi, Uganda y Zimbabwe. Además, llevamos a cabo ensayos en países como el Camerún y Nigeria y pronto lo haremos también en Tanzanía.
Desde el comienzo se tuvo presente la realidad de las regiones de escasos recursos y se cometieron errores en los primeros momentos del proceso de desarrollo gracias a los fondos aportados por organizaciones como el Wellcome Trust, el Instituto Nacional de la Salud (NIH), el Children’s Investment Fund Foundation (CIFF) y, hace poco, el UNITAID. Muchos de los diagnósticos que se conocen en la actualidad están hechos para los mercados occidentales y no se pueden adaptar fácilmente a muchas clínicas de las regiones de escasos recursos en las que hay cortes de corriente todos los días. Se dotó a la máquina SAMBA de una fuente de alimentación ininterrumpida que se enciende si es necesario, gracias a lo cual se culminará la prueba aunque se vaya la luz.
Para nuestra sorpresa, el polvo fue el mayor problema imprevisto. Cuando se hace la prueba de amplificación del ácido nucleico, se precisa una corriente de aire para refrigerar el aparato, lo que significa que entra polvo por todas partes. Para resolver el problema se modificó el portafiltro de manera que se pudiese retirar con toda facilidad y ahora se usa un filtro de aire lavable.
Pensamos que la prueba del VIH con el SAMBA II es un invento realmente revolucionario porque la máquina está concebida de forma que se pueda analizar la muestra de sangre entera; esto es, se prescinde del flebotomista, que extrae la muestra de sangre, y de la centrifugadora, para preparar el plasma para la prueba, pues ambos escasean en las regiones de escasos recursos. Todo lo que necesita el SAMBA II es una gota de sangre del dedo, que se extrae con un sencillo pinchazo, la cual, tras ser depositada en un vial se introduce en la máquina, que indicará la presencia (o la ausencia) de infección.
Sí, y se puede utilizar de muy diversos modos: en los asilos de ancianos para diagnosticar la gripe e impedir su propagación; en los aeropuertos para someter a pruebas la fruta que se encuentra en cuarentena; y en las explotaciones pecuarias para hacer la prueba de la tuberculosis bovina. Es un novedoso instrumento que abre la puerta a nuevos usos y que, si todo va bien, nos hará ganar nuevos mercados.
Soy firme partidaria de la importancia que tiene la protección por patente, y pese a que somos una pequeña empresa, realizamos grandes inversiones en ella. Tenemos 17 familias de patentes, todas relacionadas con los diagnósticos, y hemos registrado la marca SAMBA. También protegemos nuestras tecnologías y para ello presentamos solicitudes internacionales de patente en virtud del Tratado de Cooperación en materia de Patentes. Ese sistema nos permite aplazar el costo de presentar solicitudes de patente en los territorios nacionales y puede brindar valiosos conocimientos sobre la patentabilidad de nuestras invenciones antes de decidir si explotaremos la actividad en dichos territorios.
Los derechos de PI nos ayudan a defender nuestros intereses del uso no autorizado y nos dan la libertad de explotar nuestra actividad. Eso lo es todo. Hace poco, una importante empresa trató de revocar una de las principales patentes del SAMBA, relativa a un método, sencillo, aunque innovador, de extracción de muestras para la prueba del ácido nucleico sin que haya desprendimiento de cianuro, que es un producto que resulta habitualmente de los métodos de extracción clásicos. Por suerte, dicho intento fracasó y logramos conservar la patente, con alguna que otra modificación menor, aunque está pendiente un recurso presentado por esa importante empresa. Me imagino que algo haremos bien cuando nos vigilan de cerca y tratan de invalidar nuestra patente.
Ahora que tenemos la autorización reglamentaria y nuestro primer pedido importante, estoy resuelta a hacer que prospere la empresa, pues es la única manera de conseguir que sea sostenible. Nos dedicamos a ampliar la actividad, mantener la calidad de los productos y obtener ganancias suficientes (gracias a nuestros derechos de propiedad intelectual (PI)) para proseguir la labor de crear y concebir nuevas aplicaciones para nuestra tecnología. Todo eso es muy apasionante, pero también agota.
Hace poco, visité una pequeña clínica de Kenya y me emocioné mucho al saber que gracias a que se usa nuestro SAMBA II para el diagnóstico precoz de los lactantes, los médicos pudieron, por primera vez, realizar pruebas a un bebé y tratarlo en el mismo momento sin esperar semanas o meses para tener el resultado. La centralización de las pruebas da resultados desparejos por las dificultades de transporte, de las comunicaciones y de tener que citar de nuevo a los pacientes. La realización de las pruebas y el tratamiento inmediato de los pacientes puede mejorar de forma notable los resultados sanitarios, y ahora con la prueba del SAMBA los médicos también pueden mostrar a los pacientes, gracias a la señal visual, que el tratamiento da resultado y eso los motiva a seguirlo.
Queremos saber en qué ámbitos puede dar mejores frutos el SAMBA, tanto en sus aspectos comerciales, como desde el punto de vista de conseguir mejores resultados sanitarios. Nos proponemos diagnosticar y tratar a millones de gentes en el decenio próximo. Me encantaría ver que nuestros aparatos, que son sencillos, pero eficaces, se usan en todo el mundo, pero para llegar a eso hay que hacer las cosas de forma inteligente y con visión estratégica. Todo esto es muy divertido y tengo muchas ganas de ver por qué caminos transitaremos y hasta dónde podemos llegar.
Me gustaría que se creara una especie de fondo para ayudar a que las pequeñas empresas defiendan sus derechos de PI durante la travesía de ese “valle de la muerte”, es decir, cuando ya inventaron la tecnología, pero tienen que conseguir clientes y comercializar la producción. La empresa que se beneficie del fondo podrá pactar, a cambio, que se pague un porcentaje de los ingresos que perciba en el futuro por las ventas y la concesión de licencias. De esa manera el fondo subsistirá por sí solo. Si hubiese existido un fondo como ese, habríamos podido demandar a una importante empresa de diagnósticos por infringir una de nuestras patentes principales. A menos que todas las empresas puedan proteger sus derechos de PI, solo se beneficiarán de una parte de la PI. Aún tenemos libertad de explotar nuestra actividad, no cabe duda de eso, pero los actos de infracción que no se denuncian minan el beneficio económico que pueden tener las empresas pequeñas. Eso es sumamente injusto y hay que combatirlo.
La innovación y las patentes que la protegen no dependen del género porque, sin duda, las mujeres son tan capaces como los hombres para decidir qué experimentos hacer y, a menudo, son inventoras natas. La brecha entre los géneros en la innovación es un problema de estructura porque, simplemente, no hay suficientes mujeres en los cargos directivos. Aunque hay montones de mujeres fantásticas en todas partes, les resulta difícil hacer carrera cuando tienen hijos. Sin condiciones de trabajo flexibles, las mujeres no podrán criar a los hijos y desempeñar la profesión sin lucha porque es simplemente imposible. Por eso, es tan importante que la empresa ofrezca condiciones de trabajo más flexibles y que los servicios sociales presten servicios de guardería excelentes y asequibles al mismo tiempo. Eso no tiene que ver con la liberación de la mujer, sino que se trata, simplemente, de aprovechar el talento de las mujeres y de conseguir que sea provechoso para la sociedad.
En calidad de miembro del jurado del Premio al Inventor Europeo 2018 de la Oficina Europea de Patentes, estoy muy feliz de ver que entre los ganadores premiados de este año figura un número nunca visto de mujeres. Eso demuestra a las claras que las mujeres inventoras conquistan posiciones muy destacadas gracias a sus logros.
La innovación tiene una importancia fundamental porque mejora la vida de los individuos en muchísimos y distintos planos. Si se explota como es debido, puede suprimir las desigualdades entre los sexos, las naciones y los pueblos, y eso es algo muy positivo.
Mi madre siempre me decía: “Si de verdad quieres hacer algo que valga realmente la pena, el mundo se hará a un lado para dejarte pasar.”
Mi madre, por supuesto, y una tal Dra. Rosemary Biggs, quien me dijo algo muy elemental: “Helen: tienes que ser útil en la vida”. Nunca olvidé eso y me encanta ser útil.
El propósito de OMPI Revista es fomentar los conocimientos del público respecto de la propiedad intelectual y la labor que realiza la OMPI, y no constituye un documento oficial de la Organización. Las denominaciones empleadas en esta publicación y la forma en que aparecen presentados los datos que contiene no entrañan, de parte de la OMPI, juicio alguno sobre la condición jurídica de ninguno de los países, territorios o zonas citados o de sus autoridades, ni respecto de la delimitación de sus fronteras o límites. La presente publicación no refleja el punto de vista de los Estados miembros ni el de la Secretaría de la OMPI. Cualquier mención de empresas o productos concretos no implica en ningún caso que la OMPI los apruebe o recomiende con respecto a otros de naturaleza similar que no se mencionen.