Cambio climático: es hora de actuar
Por Cecelia Thirlway, escritora independiente
El cambio climático es uno de los problemas más apremiantes y complejos de nuestros tiempos. Si queremos preservar el ecosistema del planeta, debemos reducir drásticamente nuestras emisiones netas de dióxido de carbono (CO2), al tiempo que seguimos sosteniendo una población que es cada más numerosa.
Hoy en día, casi nadie pone en duda la veracidad de ese problema, pero la forma de enfrentarlo sigue siendo motivo de debate. Algunas personas creen que simplemente tenemos que aprender a consumir menos, mientras que otras consideran que la tecnología por sí sola puede ser la solución.
Ahora bien, la capacidad creativa y de innovación de la humanidad ¿pueden realmente salvar el mundo?
Mejorar nuestra eficiencia
El cumplimiento de los objetivos de reducción de emisiones para limitar el calentamiento global a 1,5º C es un desafío importante y “requeriría una transición rápida y de gran alcance en las esferas de la energía eléctrica, el uso de la tierra, el desarrollo urbano y la infraestructura (incluidos los sistemas de transporte y la construcción), así como en los sistemas industriales”, según se indica en un informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).
La innovación siempre representa un riesgo, y dada la complejidad de las circunstancias, es difícil predecir el comportamiento del mercado; por lo tanto, la propiedad intelectual (PI) sigue siendo un activo empresarial eficaz para resolver algunos de nuestros problemas más importantes.
Profesor Steve Evans, Manufacture Institute de la Universidad de Cambridge (Reino Unido)
Como consumidores, podemos contribuir a reducir las actividades que general un alto nivel de emisiones; podemos, por ejemplo, bajar la potencia de nuestros sistemas de climatización, comprar comida local, viajar menos en avión o caminar y montar más en bicicleta. No obstante, este cambio de comportamiento, sobre todo a escala mundial, lleva tiempo y depende de una compleja interacción de distintos factores.
Nuestras acciones pueden parecernos insignificantes. Incluso al consumidor con las mejores intenciones le cuesta tomar las decisiones adecuadas en un sistema complejo y opaco. Además, no todos los consumidores en el mundo pueden permitirse el lujo de poner en tela de juicio su cadena de suministro personal.
Entonces, ¿cómo podemos conseguir que nuestras emisiones disminuyan mientras nuestro consumo sigue aumentando? ¿Es la innovación la respuesta? El profesor Steve Evans del Institute for Manufacturing de la Universidad de Cambridge tiene un punto de vista ponderado.
“Me preocupa un poco que estemos tan desesperados por inventar una salida al problema que no logramos cambiar la forma en que vemos el mundo. Solo estamos esperando que la energía renovable, la captura de carbono y los científicos resuelvan el problema, en lugar de que los empresarios, los políticos y los ciudadanos se involucren”.
Las muestras del ingenio humano en la lucha contra el cambio climático son abundantes.
El trabajo del profesor Evans consiste en detectar las esferas donde hay un derroche en los sistemas de fabricación a fin de mejorar su eficiencia (en lo relativo a la gestión de los recursos, el tiempo, la energía eléctrica, los materiales, etcétera). Antes de que un producto, por ejemplo, un automóvil, llegue al comprador, su proceso de producción ya ha tenido un importante impacto medioambiental. Sin embargo, de acuerdo con las investigaciones del profesor Evans, el margen para mitigar ese impacto es enorme.
¿Lo sabía?
Cada vez que se lava una prenda en tejido polar u otro material sintético, se liberan hasta 700.000 diminutas microfibras plásticas que llegan a los ríos, lagos y océanos del mundo y terminan por entrar en la cadena alimentaria. La buena noticia es que los sistemas de filtración innovadores pueden evitar que esto suceda.
“Muchas personas pueden pensar, aplicando la lógica, que debemos de estar cerca de la mejor eficiencia posible”, señala el profesor Evans. “Recuerden que estamos hablando de energía eléctrica, agua, materiales, contaminación: aspectos que cuestan dinero a las empresas. De acuerdo con los principios económicos tradicionales, las empresas tendrían que estar consiguiendo esa eficiencia sin incurrir en un derroche excesivo, pero mis datos muestran lo contrario”.
La fábrica de automóviles más eficiente de Europa ha reducido del 8%, cada año, durante los últimos 14 años, la energía eléctrica utilizada para la fabricación de un automóvil. Gracias a eso, ahora puede producir cuatro automóviles con la energía eléctrica que solía utilizar para fabricar uno. Ante la posibilidad de lograr una disminución de costos a tal escala, podría esperarse que todo el sector hubiera seguido ese ejemplo, pero no ha sido así, anota el profesor Evans.
“Si en el resto del mercado se aplicara la mitad de las mejores prácticas que existen hoy, tan solo la mitad, los beneficios aumentarían del 12%, los empleos del 15%, y los gases de infecto invernadero se reducirían del 5%”.
Entonces, ¿deberíamos tratar de derrochar menos y mejorar la eficiencia en la fabricación y la industria, en lugar de inventar nuevas tecnologías para luchar contra el cambio climático? No necesariamente, afirma el profesor Evans. La respuesta yace en el equilibro y en acelerar la incorporación de conocimientos nuevos al mercado, eliminando al mismo tiempo los riesgos que ese proceso conlleva.
“Hoy en día, contamos con tecnología suficiente para ser sostenibles, pero es necesario aprender a aplicarla en las operaciones cotidianas”.
Para ello, el profesor, en su calidad de presidente de Project X Global, un ambicioso proyecto de desarrollo empresarial, presta asistencia a los científicos para que comercialicen sus invenciones con rapidez.
“Los científicos que trabajan en un laboratorio universitario de investigación [y] que patentan una invención tienen que prever aproximadamente entre 10 y 15 años hasta conseguir que esa tecnología se masifique. Mi objetivo es que eso se logre en 10 o 15 meses”.
La labor de Project X se centra en el dilema que representa para las empresas emergentes el primer pedido en gran escala, pues por lo general, para invertir en ellas, los inversores exigen que las empresas ya hayan recibido uno, aun cuando la mayoría de las grandes empresas no trabajan en gran escala con las pequeñas empresas emergentes de alto riesgo. Por ello, el crecimiento orgánico suele llevar mucho tiempo. Así pues, el objetivo de Project X es acelerar ese proceso.
“Trabajamos con grandes empresas ayudándolas a determinar sus problemas, y luego buscamos las invenciones que permitan resolverlos. Sin embargo, es fundamental que desde un principio la empresa se comprometa a adquirir en masa la tecnología que supere sus pruebas. Es decir, la empresa decide cuál será la prueba y, si el producto la supera, debe comprar 1.000 toneladas o 10.000 unidades o algo por el estilo”.
A fin de eliminar los riesgos que la iniciativa podría suponer para la empresa, Project X Global emplea una sólida metodología de investigación que se complementa mediante una revisión por expertos, para garantizar que solo se seleccionen las soluciones más eficaces y sostenibles.
La innovación siempre representa un riesgo, y dada la complejidad de las circunstancias, es difícil predecir el comportamiento del mercado; por lo tanto, la propiedad intelectual (PI) sigue siendo un activo empresarial eficaz para resolver algunos de nuestros problemas más importantes.
La empresa Xeros Technology Group constituye un claro ejemplo de ello: sus tecnologías están ayudando a las industrias de fabricación y limpieza de prendas de vestir a reducir el consumo de agua y la utilización de energía eléctrica en procesos como el de teñido o lavado. Esta empresa, que se basa totalmente en la PI, concede licencias de sus tecnologías a fabricantes de todo el mundo.
“Nuestro modelo operativo consiste en obtener ingresos mediante la concesión de licencias sobre nuestra PI; no participamos directamente en los mercados", explica Mark Nichols, director general de Xeros. "Por lo tanto, es fundamental que protejamos nuestras patentes y marcas para asegurar y preservar nuestros ingresos y obtener beneficios de la inversión que hemos realizado para convertir nuestras innovaciones en productos comerciales. En términos más simples, si no contáramos con unas patentes de alta calidad y una amplia cobertura geográfica, no tendríamos un negocio”.
A modo de ejemplo, la tecnología XOrbTM de la empresa, que consiste en unos polímeros esferoidales, solo requiere una reducida cantidad de agua y de productos químicos para eliminar la suciedad y los tintes perdidos al lavar los textiles. Además, favorece la eficiencia de los procesos de teñido de los tejidos (como la penetración y la fijación) y reduce drásticamente el tiempo, el agua y la energía eléctrica necesarios.
Al disponer de más de 40 familias de patentes que cubren una amplia gama de tecnologías, Xeros sigue un enfoque estratégico que no se aparta de la PI, y atrae a inversores que comprenden el valor de las tecnologías que desarrolla y la necesidad de protegerlas.
“Vemos que se han creado más y más fondos para realizar inversiones ecológicas y que ahora la Bolsa de Londres otorga también un certificado de economía respetuosa con el medioambiente a las empresas que obtienen al menos el 50% de sus ingresos de la comercialización de productos y servicios que favorecen la economía ecológica mundial”.
En gran medida, la tecnología de captura directa de aire forma parte de un conjunto de soluciones, pero no es la fórmula mágica en absoluto. La magnitud del cambio climático es tal que necesitamos que todas las soluciones trabajen coordinadamente.
Louise Charles, directora de comunicaciones de Climeworks
Eliminar el CO2
La ciencia ha demostrado que para alcanzar los objetivos de temperatura establecidos no solo debemos reducir las emisiones, sino también eliminar el CO2 existente en la atmósfera.
Si bien buena parte de la tecnología que facilita la captura y el secuestro de carbono existe desde hace décadas, el problema siempre ha sido la magnitud. Examinemos, por ejemplo, la captura directa de aire.
"La captura del CO2 del aire no es una novedad; se ha utilizado en los submarinos y en los viajes espaciales, en todos los espacios cerrados en los que las personas necesitaban respirar durante largos períodos", explica Louise Charles, directora de comunicaciones de Climeworks. "Lo que Climeworks está haciendo de forma diferente es capturar el CO2 a una escala mucho mayor".
Fundada por dos ingenieros mecánicos suizos que estudiaron la captura directa de aire en la Escuela Politécnica Federal de Zúrich, Climeworks ha desarrollado plantas de esta tecnología a gran escala que se basan en un sistema modular de colectores de CO2. Esos colectores, cada uno del tamaño de un automóvil pequeño, pueden apilarse en cualquier configuración para crear una planta de tamaño variable capaz de extraer el CO2 del aire ambiente. Posteriormente, ese CO2 puede venderse para elaborar bebidas gaseosas, combustibles neutros en carbono o fertilizantes. También puede almacenarse bajo tierra, inyectando una mezcla de CO2 y agua en el interior de formaciones rocosas adecuadas en las que, gracias a una reacción química, se petrifica. Solo se necesita una fuente de energía renovable y, en caso de que no se opte por su venta, un sitio geológico adecuado para almacenarlo.
Dado que el clima es un sistema interconectado que depende de una multitud de factores, incluso la determinación exacta de los problemas que deben resolverse (primer paso normal hacia la innovación) es en muchos sentidos más difícil que encontrar una solución.
"Actualmente nuestras emisiones incorporadas ascienden al 10%, así que por cada 100 kg de CO2 que eliminamos del aire, durante el ciclo de funcionamiento de la planta emitimos otros 10 kg. Es decir, nuestra eficiencia neta es del 90%, y nuestro objetivo es aumentarla al 94%. La captura directa de aire no requiere que se disponga de un gran terreno, y el proceso no necesita agua; de hecho, producimos agua como producto derivado".
Climeworks es titular de varias patentes sobre su tecnología y considera que son valiosas pues permiten proteger su conocimiento y asegurar las inversiones. La empresa, que en un principio se financiaba gracias a programas de desarrollo y subvenciones para la investigación, entró en operaciones en 2009, y desde entonces ha recibido inversiones por 50 millones de francos suizos.
"La tecnología de captura directa de aire, en efecto, forma parte de un conjunto de soluciones, pero no es la fórmula mágica en absoluto. La magnitud del cambio climático es tal que necesitamos que todas las soluciones trabajen coordinadamente".
Ahora bien, ¿existe un mercado sólido para esa tecnología? La respuesta es afirmativa. La industria de combustibles renovables está cobrando impulso y el mercado de la eliminación voluntaria de CO2 (a diferencia del mercado de eliminación obligatoria) está creciendo a gran velocidad. Según el más reciente informe de Forest Trends sobre captura de carbono, desde 2016 se ha registrado un aumento del 52% en la compensación de emisiones y este mercado podría acercarse a su punto de inflexión.
Regresar a la naturaleza
Existen además otras iniciativas para hacer frente al cambio climático que no requieren mucha invención. Sorprendentemente, en el mencionado informe de Forest Trends se señala que la compensación lograda mediante actividades forestales y de uso de la tierra ha aumentado un 264% y que el 57% de esas actividades se concentran en el Perú. La reforestación puede tener una gran influencia en el secuestro de carbono, la biodiversidad y los ecosistemas en general.
En el año 2000, Isabella Tree y su esposo Charlie Burrell comenzaron a reforestar su finca Knepp de 1.416 hectáreas en el Reino Unido, hasta recobrar su estado natural por completo. Los resultados fueron asombrosos: en dos años, el terreno estaba repleto de vegetación y vibraba al sonido de insectos en cantidades que no se habían visto en generaciones; ahora sirve de lugar de cría para aves de múltiples especies que están en peligro de extinción. No obstante, cabe también señalar que ha crecido el valor de la finca Knepp como sumidero de carbono, con arreglo a los resultados de la evaluación del Departamento de Medioambiente, Alimentación y Asuntos Rurales (DEFRA) realizada por conducto de la Universidad de Bournemouth, pues de la calificación de 1 pasó a la calificación máxima de 5. La Sra. Tree señala en su libro sobre la finca Knepp, que según estimaciones de la evaluación, en 50 años la finca capturará y almacenará carbono adicional por un valor de 14 millones de libras esterlinas gracias a sus pastizales y bosques de hoja ancha restaurados.
Sin embargo, mientras que el IPCC sugiere que es necesario incrementar el área de los bosques en 1.000 millones de hectáreas a fin de limitar a 1,5º C el calentamiento global para 2050, un mapa trazado recientemente de la cubierta forestal de la Tierra revela que es probable que solo haya 900 millones de hectáreas que puedan ser reforestadas sin perturbar el uso actual que la humanidad da a los bosques. Además, los plazos también suponen un problema:
"Es posible que la captura de carbono asociada a la restauración forestal mundial no se produzca de inmediato, ya que los bosques podrían tardar varias décadas en alcanzar su madurez".
Las muestras del ingenio humano en la lucha contra el cambio climático son abundantes. La organización de investigación Project Drawdown, que revisa, analiza y determina las soluciones de alcance mundial más viables ante el cambio climático, ha establecido más de 80 categorías de soluciones, que abarcan desde la reducción del desperdicio de alimentos y la planificación familiar hasta los innovadores microrredes y bioplásticos.
Ahora bien, enfrentar un problema tan complejo no es tarea fácil. Dado que el clima es un sistema interconectado que depende de una multitud de factores, incluso la determinación exacta de los problemas que deben resolverse (primer paso normal hacia la innovación) es en muchos sentidos más difícil que encontrar una solución.
Algo que es indiscutible en la carrera por salvar nuestro precioso planeta es que se están creando nuevos conocimientos y técnicas a un ritmo sin precedentes. Que se logre superar este grave problema dependerá probablemente de la combinación de brillantes innovaciones, cambios radicales en los hábitos de vida y una actitud más responsable hacia la biodiversidad y los sistemas naturales de este planeta. Como dijo David Attenborough recientemente a un niño de cinco años que le preguntó qué podía hacer para salvar el planeta:
"No desperdicies la electricidad, no desperdicies el papel, no desperdicies la comida. Vive como quieras vivir, pero no desperdicies. Cuida el mundo natural y los animales que habitan en él, y las plantas también. Este planeta es tan suyo como nuestro. No los desperdicies".
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