La sostenibilidad y la economía circular
Por Cecelia Thirlway, escritora independiente
En la película Regreso al futuro II, el Dr. Emmet Brown modificó su máquina del tiempo, el emblemático automóvil DeLorean, para que funcionara con desechos domésticos. Esa innovación, perteneciente a un futuro imaginario, tenía lugar en 2015, por lo que ya llevamos al menos cinco años de retraso. No obstante, aunque que todavía no se vislumbre el día en que los vehículos se alimentarán con cáscaras de banana y bolsas de plástico, el mundo de los residuos ha conocido innovaciones revolucionarias.
Conforme con el Banco Mundial, salvo que se adopten medidas urgentes, la generación anual de residuos a nivel mundial será de 3.400 millones de toneladas en 2050, lo que representa un aumento del 70% frente a 2018. Si bien en los países de ingresos altos más de un tercio de los desechos producidos se recuperan a través del reciclaje y el compostaje, en los países de ingresos bajos solo se recicla el 4% de los residuos.
Dar respuesta al problema del reciclaje nos permitiría también progresar en la resolución de la crisis climática y la consiguiente pérdida de valiosos hábitats. Cuantos más recursos naturales vírgenes usamos, más daño infligimos a nuestro planeta. El Foro Económico Mundial (FEM) estima que “la extracción y el procesamiento de recursos causan por sí solos más del 90% de la pérdida de biodiversidad y del estrés hídrico en el mundo, y contribuyen a cerca de la mitad de los efectos del cambio climático mundial.”
La reducción de nuestra dependencia de la extracción de petróleo y minerales redundará en una disminución de la generación de altos niveles de emisiones, lo que ayudará a la restauración de los maltrechos ecosistemas de nuestro planeta. Y he aquí una oportunidad. Como señala el FEM: "El uso inteligente de los recursos y los modelos de negocio que no dependan de la extracción de recursos naturales son un gran campo sin explotar para la innovación y para un nuevo modelo de crecimiento.”
La basura de unos es el tesoro de otros
La clave para la creación de sistemas de ciclo cerrado plenamente sostenibles, en los que los recursos se reutilizan, se reciclan y nunca se descartan, radica en su valor económico. Cuando comencemos a percibir que el valor de los desechos es igual o incluso superior al de los recursos utilizados para generarlos, habremos cerrado el ciclo y creado una economía verdaderamente circular. La idea, en sí, no es nueva. Por ejemplo, en el siglo XVII, los productores de whisky comenzaron a reutilizar los barriles de roble en los que se traía el jerez desde España. Para ellos, esta solución era mucho más económica que comprar roble nuevo, además de que renviar los barriles vacíos a España para rellenarlos carecía de sentido. Solo más tarde se descubrieron los beneficios organolépticos aparejados a esa práctica.
Del mismo modo, en 1935 se aprobó en los Estados Unidos de América una ley para proteger la industria de la tonelería que obligaba a un uso único de los barriles de bourbon, siendo ilegal su uso repetido. En consecuencia, se generó un gran flujo de barriles desechados que se aprovecharon en el Reino Unido (donde los barriles se podían reutilizar tantas veces como aguantara la madera), por lo que ahora una gran proporción del whisky británico se envejece en barriles de roble americano.
Pero ¿cómo aplicar estos principios a los materiales más difíciles de reutilizar? En 2016, el mundo generó 242 millones de toneladas de residuos plásticos, por lo que muchos empezaron a considerar el plástico como un material problemático.
Nuestros océanos están atestados de residuos plásticos, y los microplásticos se cuelan en los ecosistemas naturales y en la cadena alimentaria a un ritmo alarmante. Muchos países y ciudades de todo el mundo ya han reducido de un modo drástico el uso de bolsas de plástico, mediante el cobro directo a los consumidores que las usan o la imposición de un gravamen a los minoristas que las suministran a sus clientes. Además, iniciativas como Sky's Ocean Rescue en el Reino Unido y Plastic Free July en Australia exhortan a empresas y consumidores a que erradiquen de sus vidas el plástico de un solo uso.
No obstante, cabe preguntarse si la eliminación total del plástico es realmente la respuesta. El plástico es un material muy versátil y no siempre es fácil encontrar alternativas idóneas. Además, es esencial velar por que estas alternativas no creen nuevos problemas de desechos o emisiones. Una opción podría ser un mejor manejo del plástico del que ya disponemos.
"El mayor problema que ahora se nos plantea es la demonización del plástico que se asocia con muerte, desolación y devastación", dice el profesor Martin Atkins, presidente ejecutivo de Green Lizard Technologies. “Pero en realidad, bien mirado, los beneficios del plástico superan con creces los de cualquier otro material en el que podríamos empaquetar y transportar nuestros alimentos, por ejemplo. El único problema con los plásticos es que no sabemos cómo aplicarles el tratamiento de residuos adecuado.”
Green Lizard Technologies, una empresa derivada de la Queen 's University de Belfast, se dedica a la búsqueda de soluciones verdes y sostenibles a problemas industriales. Para los desechos plásticos ha desarrollado una tecnología que permite convertir los residuos de PET (tereftalato de polietileno) en BHET (tereftalato de bis (2-hidroxietil)), un compuesto orgánico que ahora se comercializa a través de la empresa Poseidon Plastics en el Reino Unido.
“Mucha gente simplemente quema el plástico para recuperar la energía, y eso es lo peor que se puede hacer pues ese proceso genera dióxido de carbono (CO2), además de ser poco eficiente desde el punto de vista energético. La tecnología que hemos desarrollado permite convertir de nuevo los plásticos en combustibles, productos químicos o solventes, para darles usos secundarios y terciarios y transformarlos en nuevos productos. Estos productos se podrían obtener con otros medios, pero nuestra solución resulta mucho más económica ya que emplea una materia prima clasificada como desecho."
El aspecto fundamental de un proceso como el de Green Lizard consiste en reutilizar los productos con una finalidad cuyo valor es igual al del producto anterior.
El profesor Atkins destaca que, si bien la gestión de los desechos plásticos plantea un desafío, su reemplazo en la cadena de suministro de alimentos podría redundar en mayores emisiones de transporte de envases más pesados (por ejemplo, de vidrio) o un mayor desperdicio de alimentos. Pero todo cambiaría si el plástico desechado pudiera reutilizarse de una manera económicamente viable.
"En mi opinión, en cuanto confiramos valor al plástico, el problema desaparecerá, ya que el público lo considerará más como un recurso que como un problema.”
El reciclaje frente al infrarreciclaje o downcycling
Conway Daw, de la empresa Reswirl, fabricante de cepillos de dientes, coincide: "Gran cantidad del plástico devuelto para reciclar no es objeto de un verdadero reciclaje, sino que más bien se infrarrecicla. Se corta y convierte en un material de calidad inferior, destinado a la fabricación de bancos de parques, regaderas o bolardos, lo que le da un segundo uso, pero no lo incorpora en un ciclo continuo ya que al final terminará de todos modos en un vertedero."
Reswirl está desarrollando un cepillo de dientes manual y cabezales reemplazables para cepillos de dientes eléctricos que, una vez desgastados, se podrán retornar a la empresa que los volverá a moldear y transformar en cepillos nuevos. Tanto el material utilizado, como el proceso de reciclaje aplicado garantizan un producto que se podrá reutilizar una y otra vez. Incluso si estos cepillos de dientes terminaran en los circuitos tradicionales de gestión de desechos, los mangos se biodegradarían de manera segura pues están hechos con un material biodegradable llamado PHA (polihidroxialcanoato).
Reswirl ha presentado una solicitud de patente para proteger su proceso y el material de reciclaje, aunque, desde su perspectiva de diseñador avezado, Conway Daw considera que el proceso de patentamiento podría poner mayor énfasis en el final de la vida útil de un producto.
“Creo firmemente en la responsabilidad de examinar no solo la forma en que se hacen las cosas, sino también en el modo en que nos deshacemos de ellas al final de su vida útil. Cuando las solicitudes de patente buscan proteger objetos, procesos o compuestos que facilitan con eficacia la reutilización o el reciclaje, quizá se podrían considerar criterios adicionales para el examen."
Metales comunes
El Dr. Athan Fox de la empresa de reciclaje Aurelius Environmental explica: "El plomo es un material que durante más de un siglo se ha reciclado con excelentes resultados. Se trata de un metal costoso con muchos usos diferentes, por lo que su valor justifica los esfuerzos invertidos en recuperar la mayor cantidad posible del mismo. No obstante, esto plantea problemas específicos”.
“Aunque muchos no lo sepan, la batería de plomo ácido es, en realidad, el producto básico que se recicla con mayor éxito en el mundo. La batería está envuelta en una carcasa de plástico que, al reciclarse, genera dinero y cuyo valor se conserva a lo largo del proceso hasta finalizar la producción del nuevo plástico. También contiene un electrolito, un ácido que generalmente se neutraliza y se convierte en una sal con valor agregado que se puede usar en diversas aplicaciones industriales. Y, por fin, está el plomo, un metal que se emplea en las baterías desde mediados del siglo XIX”.
En cuanto confiramos valor al plástico, el problema desaparecerá, ya que el público lo considerará más como un recurso que como un problema.
Martin Atkins, presidente ejecutivo, Green Lizard Technologies
Si bien esto parece un perfecto ejemplo de economía circular llevada a la práctica, la industria que recicla el plomo de las baterías es altamente contaminante, en parte porque se trata de un proceso costoso que requiere mucha energía y emite grandes cantidades de CO2.
Aurelius Environmental ha desarrollado un proceso vanguardista que permite recuperar el material activo de las baterías, denominado "óxido plumboso”, y reducir la huella de carbono en más de un 85%. Se trata de un proceso de cero residuos, a través del cual se utiliza mucho menos energía, ya que se lleva a cabo en agua fría y no dentro de un horno.
"Gracias a nuestro proceso, el antiguo material activo se convierte directamente en un nuevo material activo, sin tener que pasar por el proceso de refinamiento, ni otros procesos posteriores de reconversión de los materiales", prosigue el Dr. Fox. “Pero la guinda del pastel es que el material activo obtenido mediante nuestro proceso de reciclaje posee mayor porosidad y es apropiado para baterías de una calidad superior, pues su densidad de energía es más elevada en comparación con las baterías producidas a partir de plomo metal extraído".
Esto representa un poderoso incentivo económico que fomentará la adopción de este nuevo proceso por parte de la industria, y explica la razón de que Aurelius Environmental esté actualmente negociando la concesión de licencias en los principales mercados de todo el mundo.
Escasez y abundancia
La cantidad de residuos guarda en parte relación con la abundancia: cuando los recursos abundan, se vuelven baratos, por lo que no los valoramos lo suficiente y permitimos que se desperdicien. La escasez inminente de algunos de los recursos de los que dependemos, como el petróleo, aparejada a una creciente concienciación respecto de los problemas causados por los desechos en los vertederos, han comenzado a potenciar la innovación en lo referente al uso y la reutilización de los recursos naturales. Sin embargo, que esta escasez impulse la innovación con celeridad suficiente, en particular en el contexto del cambio climático, es otra cuestión.
A veces, en lo concerniente a los residuos, los motores de la innovación no están relacionados con la escasez, sino todo lo contrario. La compañía de Eoin Sharkey, The BioFactory, trabaja en una solución a los problemas de salud causados por la insalubridad de las instalaciones sanitarias en los países en desarrollo.
"Las letrinas de pozo básicas favorecen un ambiente ideal para el crecimiento de organismos patógenos, son muy difíciles de limpiar y, con frecuencia, se descuidan y rebosan hasta alcanzar las fuentes de agua subterránea, lo que causa todo tipo de problemas", dice Sharkey. "Sin embargo, una de las dificultades con las que nos encontramos es que el costo de la construcción y el mantenimiento de instalaciones sanitarias representa un obstáculo considerable.”
Para superar ese obstáculo, el Sr. Sharkey ha dedicado el último año a diseñar un sistema de inodoro que utiliza una forma de biodigestión para convertir los excrementos humanos en un combustible, el biogás. Aunque el proceso en sí no es nuevo, la complicación siempre ha estribado en conseguir que sea económicamente viable.
“El problema del saneamiento es, a menudo, de carácter comercial y no de índole tecnológica. Muchas otras compañías de saneamiento recolectan los excrementos y los transportan a una planta de procesamiento especializada en donde generan sus subproductos que luego venden a los usuarios. Por nuestra parte, construimos un sistema de inodoros comunitarios y procesamiento de excrementos que lo hace todo en el mismo lugar.”
Al reemplazar por biogás parte del carbón que utiliza como combustible el 80% de la población africana, el sistema de BioFactory contribuye a la eliminación de algunos de los problemas de salud causados por el humo del carbón, como neumonías y cáncer de pulmón. Además, al ofrecer una fuente de combustible alternativa sostenible, este sistema ayuda a prevenir la deforestación, una amenaza que pende sobre muchos países africanos.
“Hemos emprendido un proyecto piloto en Mozambique para facilitar inodoros a entre 150 y 250 personas que actualmente no disponen de instalaciones sanitarias básicas y, a través de ese proyecto, podremos proporcionar biogás suficiente para producir la misma cantidad de energía que el carbón, y al mismo precio que este. Iniciaremos las primeras pruebas en las escuelas.”
Ya sea para reducir las emisiones del proceso de reciclaje, crear valor a partir de un material que antes carecía de él o encontrar formas económicamente viables de desviar los desechos del vertedero, está claro que la innovación en torno a los residuos es la actualidad ahora mismo en todo el mundo. Pero el informe más reciente del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) indica simple y llanamente que no podemos desperdiciar más tiempo en lo referente a los desperdicios. Necesitamos cambiar nuestra actitud global; debemos percibir cada desecho como una oportunidad perdida de reutilizar un recurso.
Como dice la mundialmente conocida regatista Ellen MacArthur, fundadora de la Fundación Ellen MacArthur, "Hemos remado mucho en el pasado, pero deberemos remar mucho más en el futuro porque esa oportunidad que nos brinda la economía circular está ahí en espera de que nos movilicemos; de nosotros depende hacerla realidad".
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