Villgro Africa y su labor de apoyo a las empresas emergentes del ámbito de la salud en la introducción de sus ideas en el mercado
Por Paul Omondi, escritor independiente
Villgro Africa, con sede en Nairobi, es una incubadora de empresas y entidad inversora incipiente centrada en el ámbito de la salud y las ciencias biológicas. El Dr. Robert Karanja, director de innovación y cofundador de la incubadora, explica cómo Villgro Africa trabaja en la transformación del panorama de la innovación en África y ayuda a las empresas emergentes a llevar sus ideas al mercado.
Cuéntenos cómo surgió la idea de crear Villgro Africa
El proyecto se inspiró en Villgro India, una de las primeras incubadoras de empresas sociales del mundo. En 2015 empezamos a trabajar como franquicia de ese modelo que hemos asimilado y adaptado a la realidad africana. Desde entonces, hemos estimulado el crecimiento de más de 40 empresas y hemos invertido alrededor de 1,2 millones de dólares EE.UU. en subvenciones e instrumentos de capital o cuasicapital. Gracias a estas iniciativas, han llegado a Kenya y a la economía de África Oriental unos 18 millones de dólares EE.UU. en forma de inversión extranjera directa, con la consiguiente generación de puestos de trabajo y cadenas de valor locales. Nacimos como Villgro Kenya, pero en 2020 ampliamos nuestras miras y nos rebautizamos Villgro Africa.
Háblenos de sus programas
Nuestro programa estrella de incubación, que se lleva a cabo fundamentalmente en Kenya y África Oriental, tiene una duración de hasta tres años. Asimismo, colaboramos con empresas emergentes de otras zonas del continente africano en programas más breves que duran entre tres y doce meses. Por ejemplo, nuestro programa sobre inteligencia artificial (IA) para el desarrollo, especializado en innovaciones digitales orientadas a las empresas sociales, está dirigido a empresarios de África Occidental y Meridional. Por otra parte, colaboramos con organizaciones afines a nuestra misión, como BioInnovate, en un programa de bioeconomía para científicos centrado en el empresariado social. En este contexto, ayudamos a estas entidades innovadoras a crear modelos de negocio que se adapten a sus soluciones y les permitan su comercialización.
¿Por qué el sector de la salud y la biotecnología?
Aunque en África reside el 17% de la población mundial, el continente soporta alrededor del 25% de la carga mundial de morbilidad. Ahora bien, desde el punto de vista comercial, nos encontramos en una situación de total desatención, ya que representamos alrededor del 4% del mercado farmacéutico mundial. Un mercado tan sensible a los precios como el africano, con un bajo poder adquisitivo, carece de interés para los grandes inversores farmacéuticos y biofarmacéuticos. Desde su punto de vista, África no es un mercado viable en el que invertir en innovaciones y soluciones en el ámbito de la salud. De hecho, estas reticencias se pusieron de manifiesto en la desigualdad en el reparto de las vacunas contra la COVID-19.
Nuestro estudio de mercado mostró que, a pesar de su enorme potencial como generador de beneficios sociales y económicos, el sector de la salud africano carece de incubadoras y aceleradores en comparación con los sectores de las TIC y la agricultura. Así, en el año 2014, antes de iniciar nuestra actividad, no había incubadoras en este sector. A finales de 2015, éramos una de las tres únicas organizaciones de este tipo en el continente.
En África, es esencial que comencemos a valorar la importancia que revisten las innovaciones locales para la resolución de los problemas de salud que nos afectan específicamente.
¿Cómo puede ayudar Villgro?
En África, es esencial que comencemos a valorar la importancia que revisten las innovaciones locales para solucionar los problemas de salud que nos afectan específicamente. Ha habido grandes inversiones en investigación y desarrollo (I+D) por parte de instituciones como la Universidad de Nairobi, el Instituto de Investigación Médica de Kenya y la Organización de Investigación Agrícola y Pecuaria de Kenya. A lo largo de los años, han creado una infraestructura de biotecnología y una masa crítica de conocimientos en este ámbito. No obstante, en Kenya persiste la inseguridad alimentaria y se registran unas estadísticas de salud pésimas porque no hemos conseguido llevar a la práctica los conocimientos dimanantes de las investigaciones. Bien es cierto que, para ello, es preciso contar con prácticas empresariales y con los conocimientos especializados necesarios para mercantilizar los nuevos datos y crear más cadenas de valor y mercados. Es precisamente aquí donde interviene Villgro con su oferta de apoyo técnico y financiero.
¿Orientan ustedes a las empresas emergentes de la incubadora para que se centren en algún ámbito en concreto?
Formamos parte de una cadena de valor condicionada por el modo en que se canaliza la financiación hacia la I+D y la innovación. Algunos ámbitos atraen más fondos, por ejemplo, los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que hacen hincapié en la mortalidad materna y neonatal, la salud maternoinfantil y reproductiva, el SIDA, la tuberculosis y el paludismo. Se crea así una línea de I+D e innovación que garantiza la participación a largo plazo. Lo mismo ocurre con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Nuestra función consiste en colaborar con otras partes interesadas y ayudarlas en la creación de una infraestructura de suministro de tecnologías sanitarias en beneficio de nuestra población.
La mayor parte de las empresas emergentes que conforman nuestra cartera están relacionadas con innovaciones digitales como el Internet de las cosas (IdC), la inteligencia de datos, la IA y el aprendizaje automático. Estas innovaciones son el futuro. Si prestamos apoyo a estas empresas, no tendremos que bregar por ponernos a la par del resto del mundo.
¿Cuáles son los riesgos inherentes al trabajo con empresas emergentes?
Los riesgos son muy elevados porque invertimos en las fases iniciales de desarrollo de las empresas. Entre ellos se encuentra el riesgo inherente al desarrollo de cualquier nueva tecnología, así como el riesgo empresarial vinculado a la comercialización de la innovación. Por norma general, solo trabajamos con empresas emergentes que demuestren la viabilidad técnica de su concepto. A partir de ahí, se dedican enormes esfuerzos a la creación del producto en sí y a la obtención de las aprobaciones reglamentarias antes de su comercialización. Las innovaciones en el sector de la salud plantean mayores riesgos porque muchas (tecnologías) pueden fracasar incluso aunque su desarrollo esté avanzado. Otro escenario posible es la comercialización de un producto y la detección a posteriori de ineficiencias que exijan su retirada del mercado.
Tanto el empresario como el inversor son quienes asumen el riesgo tecnológico. Por otro lado, existe el riesgo comercial. El desarrollo de un producto es una cosa, y otra muy distinta es generar demanda y conseguir que se utilice a gran escala. A estas amenazas hay que añadir los desafíos administrativos y financieros a los que deben enfrentarse los innovadores.
¿Qué entiende Villgro por éxito?
Nuestro análisis del éxito concluye en una fase temprana, pues puede que ya no acompañemos a las empresas en el momento en que se convierten en corporaciones de alcance panafricano o mundial. Si somos capaces de obtener una ronda de financiación de serie A, que suele ser de alrededor de 1 millón de dólares de los EE.UU., el inversor de capital de riesgo ocupará un puesto en el consejo de administración, incorporará a los ejecutivos, se encargará de mantener la estabilidad del proyecto e impulsará un crecimiento acelerado. Llegados a ese punto, nosotros, por lo general, nos retiramos y nos ocupamos de la siguiente generación de empresas emergentes.
¿Qué hay que hacer para mejorar el desempeño de África en materia de innovación?
En comparación con otros índices de desarrollo, Kenya suele ocupar un puesto privilegiado en lo que respecta al desempeño en materia de innovación. Ahora bien, aún persiste la brecha entre las innovaciones y su aplicación en la resolución de los problemas de desarrollo de nuestro país. Por ejemplo, en el ámbito de la biotecnología, Kenya es el segundo país más prolífico del África subsahariana después de Sudáfrica y, sin embargo, todavía dependemos de las importaciones de tecnologías alimentarias y sanitarias. Así pues, cabe preguntarse qué infraestructura hemos creado para aprovechar los resultados de la investigación con el objetivo de generar riqueza.
El problema radica en la creencia de que con una mayor inversión en I+D se obtendrán mejores resultados en los ámbitos objeto de investigación, cuando la realidad es que se obtienen rendimientos decrecientes. Si bien nuestros investigadores publican sus trabajos en revistas científicas prestigiosas, estos conocimientos no suelen traducirse en soluciones en el mercado que entrañen un cambio sustancial en la vida de las personas. Es fundamental invertir en materializar los resultados de la investigación en la generación de riqueza y en la creación de infraestructuras que permitan a las empresas prosperar. Villgro forma parte de ese ecosistema.
Hay grandes expectativas depositadas en la juventud y en su potencial como motor de la innovación y el emprendimiento. ¿Cuál es su opinión al respecto?
Presionamos mucho a los recién graduados en estudios superiores para que sean empresarios innovadores. Estas expectativas son excesivas y se les pide lo imposible. Aunque creen empresas, lo más probable es que sean negocios precarios de subsistencia. Estos jóvenes licenciados no tienen conocimientos especializados y carecen de experiencia en el sector, es decir, no pueden entender los problemas que hay que resolver para lograr el máximo rendimiento, crear un marco que favorezca el crecimiento y presentar propuestas de negocio interesantes como empresarios, con miras esgrimir argumentos sólidos para atraer a inversores de capital de riesgo y otros organismos de financiación.
La simplificación excesiva de la innovación y el emprendimiento resta fuerza a los resultados, en particular si se opta por relacionar la innovación de forma casi exclusiva con la juventud. Este no es ni siquiera el caso en Occidente. Cuando jóvenes innovadores como Elon Musk (PayPal) y Bill Gates (Microsoft) iniciaron su recorrido, contaron con cofundadores veteranos o padrinos inversores (business angels) que colaboraron con ellos.
En el fondo, la innovación es una cuestión de creatividad. De hecho, la media de edad general para tener éxito en el mundo del emprendimiento se sitúa en los 42 años, según demuestran numerosos antecedentes. Por eso, no se puede pretender que los jóvenes de 22 años lleguen a ser empresarios de éxito de la noche a la mañana. Nuestros jóvenes necesitan acceder a puestos de trabajo que les aporten conocimientos. El hecho de alentarles a que pongan en marcha sus propios negocios sin una base adecuada es, en el mejor de los casos, un recurso temporal, pero no sienta los cimientos de una estrategia adecuada de desarrollo para ningún país.
La mayor parte de las economías africanas dependen de las industrias extractivas. En este escenario, ¿qué papel desempeñan los aceleradores como Villgro?
En la actualidad, la economía mundial se rige por el conocimiento, lo que favorece aquellas naciones con capacidad para generar este conocimiento, monetizarlo y crear cadenas de valor a partir de empresas emergentes centradas en dicho conocimiento, y capaces de exportar las soluciones dimanantes.
En una economía mundial sustancialmente fundamentada en el conocimiento, la PI reviste suma importancia para los innovadores y los empresarios. El conocimiento proporciona una ventaja competitiva. Habida cuenta de ello, es necesario garantizar su protección. Para las empresas emergentes, los mecanismos más eficaces para hacerlo son las patentes y los secretos comerciales. Con independencia de la vía de entrada en la economía del conocimiento, lo más importante es comprender la trascendencia de los conocimientos y la información sobre los mercados que se posee, así como saber aprovecharlos para prestar un servicio óptimo a los clientes.
¿Por qué motivo las empresas emergentes del ámbito de la salud y la biotecnología deben tomarse la PI en serio?
En el sector de la biotecnología, los gastos de capital destinados a I+D, desarrollo de productos y comercialización son muy elevados. Por eso, las empresas emergentes han de proteger sus invenciones, en particular mediante patentes. Ahora bien, para que estas patentes sean rentables, debe haber un mercado lo bastante amplio como para que las empresas emergentes recuperen los costos de I+D y desarrollo de productos, además de los gastos reglamentarios y de otra índole. Si nos dirigimos a un mercado como el de Kenya, con menos de 50 millones de habitantes, es muy difícil amortizar los gastos. Ni siquiera el mercado de África Oriental, que ronda los 120 millones de personas, alcanza a ser lo suficientemente grande. Las empresas emergentes de biotecnología deben concentrarse en mercados de, al menos, el tamaño del Mercado Común para África Oriental y Meridional (COMESA) o la Comunidad de África Meridional para el Desarrollo (SADC).
Es preciso que los empresarios entiendan el funcionamiento del sistema de patentes. Han de saber que, en el momento en que solicitan una patente, lo deben hacer en varios países para no perder ese tren antes de proteger sus invenciones. Esto quiere decir que, por ejemplo, no deberían patentar sus invenciones solo en Kenya, pues ello supondría revelar sus secretos al resto del mundo que entonces podría competir con ellos. En definitiva, desvelarían su fórmula secreta y sus competidores podrían utilizarla para impedirles el acceso a otros mercados de África. Además, ningún inversor apostaría por una idea si esta pudiera ser objeto de apropiación en otros mercados. Así pues, en materia de patentes, las empresas emergentes deben reflexionar a fondo sobre su estrategia.
¿Esto quiere decir que las patentes pueden ser contraproducentes para las empresas emergentes de biotecnología?
No. El problema radica en la simplificación excesiva de los derechos de PI y, en particular, de las patentes. Es un tema complejo, que requiere un modelo de negocio capaz de integrar la labor de estos innovadores a escala local en la economía del conocimiento nacional y mundial. Si se ignora el funcionamiento de los flujos de capital, todos los esfuerzos serán en vano.
Nuestras empresas emergentes necesitan formación sobre los derechos de PI para no perderlos por centrarse en mercados pequeños. Desde Villgro, les ayudamos a comprender todos estos conceptos. En paralelo, nos ponemos en contacto con las instancias encargadas de la formulación de políticas, al objeto de favorecer la protección de las innovaciones de nuestro país.
¿De qué manera pueden los gobiernos africanos prestar un mejor apoyo a las empresas emergentes?
Las intervenciones gubernamentales tienden a ser de microfinanciación más que de financiación de la innovación. No se puede pretender que una empresa emergente solucione un problema relacionado con los ODS a gran escala con tan solo 500 dólares de los EE.UU.; de hecho, las empresas emergentes centradas en la innovación necesitan una financiación similar a la prevista para las becas de investigación académica, que oscila entre los 20.000 y los 500.000 dólares de los EE.UU.
Por otro lado, las fuentes de financiación tradicionales, como los bancos, no contribuyen al crecimiento de las empresas emergentes, ya que son pequeños negocios sin garantías ni ingresos. Por mucho que se dé a los bancos un fondo de garantía para reducir los riesgos de la incógnita asociada a los ingresos, lo cierto es que una empresa emergente tardará unos cinco años en desarrollar y comercializar su producto y es poco probable que disponga de capital o de ingresos hasta entonces. El endeudamiento no es el camino para financiar la innovación. Las empresas emergentes necesitan capital, no préstamos.
En una economía mundial sustentada en el conocimiento, la PI reviste suma importancia para los innovadores y los empresarios. El conocimiento proporciona una ventaja competitiva. Habida cuenta de ello, es necesario garantizar su protección.
¿El capital de riesgo es una alternativa más adecuada?
Sí, pero los inversores de capital de riesgo consideran que una inversión inferior a 1 millón de dólares de los EE.UU. no merece la pena. Semejante compromiso es inviable porque el costo de la estructuración de una operación de este tipo y los procedimientos de diligencia debida equivalen a los de una transacción de 10 millones de dólares de los EE.UU. Por ello, los gobiernos deben formular políticas que alienten a los inversores providenciales a asumir la financiación de hasta 1 millón de dólares de los EE.UU. y a colaborar con las incubadoras.
Las posibilidades de financiación de capital de riesgo en África son colosales. En 2021, África alcanzó la cifra récord de 4100 millones de dólares de los EE.UU. en inversiones de capital riesgo en empresas emergentes, frente a los 2000 millones de dólares de 2020. Está previsto que esta cantidad aumente hasta los 10.000 millones de dólares de los EE.UU. en 2025. Kenya es uno de los centros de innovación y destinos de inversión de capital de riesgo más importantes de África. Debemos determinar la manera de posicionarnos como economía ante la previsión de esta oleada de inversiones. Este año, Kenya solo ha absorbido unos 350 millones de dólares de los EE.UU. de los 4.100 millones disponibles. Si bien este dato indica que no somos competitivos, también es cierto que las oportunidades para las empresas emergentes son infinitas.
¿Cuáles son los planes de Villgro de cara al futuro?
Estamos en el camino de expandir nuestros horizontes más allá de Kenya para abarcar todo el continente. Nuestra función consiste en ampliar las inversiones mundiales de capital de riesgo en las empresas de nueva creación y en consolidar una economía del conocimiento robusta. Esta meta pasa por el reconocimiento de que hay cuestiones con la PI que han de abordarse como es debido. Queremos impulsar un cambio de paradigma en el ámbito de las inversiones en empresas emergentes, promover una legislación que las apoye y crear más centros de innovación e incubadoras.
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