La PI y la juventud: educar a nuestros futuros innovadores
Por Cecilia Thirlway, investigadora, escritora y conferenciante, Centre for Innovation and Entrepreneurship, Universidad de Bristol (Reino Unido)
Los jóvenes de hoy en día se enfrentan a un mundo complejo e incierto. Por un lado está la pandemia, que sigue cambiando la manera en que trabajamos y vivimos, y por otro, la persistente amenaza del cambio climático, que hace que pensar en el futuro sea complicado y angustioso. Además, muchos jóvenes se encuentran en situaciones de pobreza, falta de empleo, guerra, disturbios civiles o agitación política.
Un cambio impulsado por los jóvenes
Frente a esos desafíos, hay jóvenes que han emprendido acciones de gran visibilidad: quién no ha oído hablar de la activista climática Greta Thunberg y de su huelga escolar por el clima. Otros adolescentes han llevado a los tribunales a Gobiernos y empresas por su incapacidad para cumplir sus promesas relativas a la reducción de las emisiones de carbono y la mitigación del cambio climático.
Video: El adolescente holandés Boyan Slat presentó en el TEDxDelft 2012 el concepto de limpieza pasiva que le permitió crear la tecnología en la que se basa la organización The Ocean Cleanup.
A la edad de 16 años, el adolescente holandés Boyan Slat irrumpió con ideas innovadoras para limpiar el océano de desechos plásticos. Cuando la charla de TEDx que dio en 2012 se hizo viral, dejó los estudios para crear la tecnología en la que se basa la organización The Ocean Cleanup.
Estos son casos excepcionales, pero no todos los adolescentes pueden (ni deben) dejar de estudiar, hacer huelga o emprender acciones legales para alcanzar sus objetivos. No son pocos los jóvenes que respaldan los principios en que se inspiran estas acciones. Recientemente, el Foro Económico Mundial, a través de la Global Shapers Community, llegó a más de 2,3 millones de jóvenes con los que colaboró para elaborar un plan de recuperación de la juventud (Youth Recovery Plan) , which includes a commitment to conscious consumerism, environmental protection, ethical technology and innovation and action on climate change.
Asimismo, en septiembre de 2021, el Consejo Británico presentó las conclusiones de su Carta Global de la Juventud para el Clima ─una investigación que abarca a 8.000 jóvenes de 23 países─. Según la encuesta, el 67% de los jóvenes opina que sus dirigentes no pueden hacer frente al cambio climático solos. Entonces, ¿cómo podemos capacitar a más jóvenes para que emprendan acciones, inventen, creen e innoven soluciones que respondan a algunos de los graves problemas a los que se enfrenta nuestro mundo?
Dar a los jóvenes medios para convertirse en agentes del desarrollo sostenible
Como dijo en un mensaje de video Alok Sharma, presidente de la COP26 celebrada en Glasgow en 2021: “El principal mensaje de la Carta Global de la Juventud del Consejo Británico es que los jóvenes están motivados, dispuestos a aprender e inspirados para actuar con respecto al clima. Pero también [les] he oído decir que quieren que se les permita participar de manera más significativa y que se les brinde una mejor educación y formación.”
Los jóvenes reclaman una educación que refleje la naturaleza de la tarea que tienen por delante y, en este sentido, cuentan con un apoyo de alto nivel. En la Declaración de Berlín, adoptada en mayo de 2021 por la Conferencia Mundial de la UNESCO sobre Educación para el Desarrollo Sostenible (EDS), se describe la EDS como una educación que proporciona “a todos los conocimientos, habilidades, valores y actitudes para convertirse en agentes de cambio para el desarrollo sostenible […] para desarrollar sus habilidades cognitivas y no cognitivas, como el pensamiento crítico y las competencias para la colaboración, la resolución de problemas, afrontar la complejidad y el riesgo, crear resiliencia, pensar de forma sistémica y creativa, y capacitarlos para emprender acciones responsables como ciudadanos…”.
Al brindar a los jóvenes la oportunidad de desarrollar las habilidades pertinentes, como la creatividad, la colaboración, la resiliencia, la inventiva y la iniciativa, estarán en condiciones mucho mejores para hacer frente al futuro incierto y complejo que tienen por delante.
Educación empresarial
Estas habilidades personales ─resiliencia, creatividad, iniciativa y capacidad para resolver problemas─ están en el centro de la educación empresarial. El difunto Profesor Allan Gibb diferenció la educación empresarial de las escuelas de negocios tradicionales y describió el propósito de la educación empresarial como el hecho de “preparar a los jóvenes para un entorno vital de mayor incertidumbre y complejidad en los contextos profesional, social y de consumo, con una mayor presión para encontrar y aprovechar las oportunidades sobre la base de la iniciativa individual”.
El Dr. Don Parker, Director de Educación del Centre for Innovation and Entrepreneurship de la Universidad de Bristol, se hace eco de lo anterior:
“Nuestra misión en el Centro debe ser capacitar a nuestros estudiantes para que se conviertan en agentes de cambio”, dice el Dr. Parker, añadiendo: “El cambio es difícil para todos; nuestros estudiantes llegan planteando los problemas que ven a su alrededor y nosotros les ayudamos a convertirlos en un sistema de valores, en un nuevo diálogo con la industria y la sociedad. Tienen un potencial y una energía increíbles, pero necesitan orientación para poder aprovecharlos”.
Cambio de mentalidad de los jóvenes
A lo largo de los 20 años que lleva enseñando, el Dr. Parker ha visto la mentalidad de sus estudiantes cambiar de manera radical.
“La sostenibilidad solía ser una consideración, y luego una aspiración. Ahora es literalmente la primera de sus prioridades cuando cruzan la puerta, y lo piensan de verdad”.
Las titulaciones del Centre for Innovation and Entrepreneurship reúnen las habilidades empresariales y los procesos creativos del ámbito de la innovación. Su máster integrado permite a los estudiantes combinar una disciplina principal más tradicional como la antropología, la informática o la física (entre otras) con módulos centrados en la creatividad, el diseño y el pensamiento sistémico, la resolución de problemas y la creación de nuevas empresas. El enfoque pedagógico requiere que los estudiantes trabajen en colaboración en equipos interdisciplinarios para abordar problemas del mundo real.
Dos recién graduadas del Centro, Amber Probyn y Hazel McShane, han convertido su proyecto de fin de curso ─un concepto de diseño para un urinario femenino que reducirá las colas de espera y proporcionará un entorno más seguro en los festivales y otras instalaciones temporales─ en una exitosa empresa emergente. Cuando hablé con ellas para la redacción de este artículo, acababan de presentar una solicitud de patente, y de registro de marca y marca denominativa para su negocio, Peequal, y estaban a punto de concluir una exitosa ronda de inversión por más de 250.000 libras esterlinas.
La sostenibilidad es un aspecto fundamental en la gestión de su negocio:
“Lo que más valoramos es la seguridad de las mujeres, la igualdad de género y la sostenibilidad… a las dos nos encantan los festivales, pero somos conscientes de su impacto ambiental, por lo que hemos creado Peequal para intentar mitigar ese problema. Nuestro producto viene desmontado en un embalaje plano, lo que supone un ahorro de combustible y costos de transporte y, si bien está hecho de plástico, utilizamos plásticos marinos viejos, como redes de pesca, en lugar de plástico nuevo. Hemos tenido que tomar algunas decisiones costosas para cumplir nuestros objetivos de sostenibilidad, pero pensamos que merece la pena”.
En el caso de Amber Probyn, la posibilidad de emprender su propio negocio fue uno de los motivos por los que eligió estudiar en el Centro, a diferencia de Hazel McShane.
“No tenía ni idea de lo que quería hacer. Nunca se me pasó por la cabeza emprender un negocio, por lo que todo se debió a que el Centre for Innovation fue introduciendo poco a poco conceptos como la reflexión y los procesos de planificación, la captación de inversiones y la propiedad intelectual (PI).”
Lo que aprendieron en el Centro todavía se ve muy claramente cuando describen cómo acaban de crear un prototipo de cartón de su producto para probar un nuevo diseño. En lugar de comprar cartón nuevo, rebuscaron en los contenedores del supermercado local para encontrar su materia prima.
“Ha sido una experiencia curiosa y nos ha gustado poder ser fieles a nuestros valores y actuar de la manera más sostenible posible en cada momento”, señala Hazel McShane.
Un enfoque multidisciplinario
Andy Penaluna, profesor emérito de la Universidad de Gales, ha trabajado en la educación empresarial en todo el mundo. Ha colaborado con gobiernos de más de 50 países, incluido Egipto, Gales y Macedonia, así como con las Naciones Unidas y la Comisión Europea, para diseñar planes de estudio y estrategias educativas que permitan desarrollar las habilidades y los conocimientos empresariales de los jóvenes de todas las edades. Considera que la educación empresarial requiere un enfoque verdaderamente multidisciplinario, basado en el diseño, los estudios clásicos, la neurociencia y otras disciplinas, para desarrollar tanto las habilidades personales necesarias para ser empresarios como el conocimiento de conceptos como las finanzas, la inversión y la PI. Como miembro del grupo directivo de UK’s IP in Universities and Colleges, tiene claro que es fundamental iniciar este tipo de educación cuanto antes:
“A menudo se observa que las habilidades como la creatividad o los conocimientos empresariales se abordan en el nivel más alto [del sistema educativo], cuando se habla de los criterios y habilidades esenciales, pero no se mencionan con anterioridad; sencillamente surgen… Si se introducen estos temas de repente, resultan desconcertantes, pero si empiezan a tratarse antes y se potencia su comprensión, el resultado es mucho mejor”.
En Macedonia, la labor del Profesor Penaluna contribuyó al desarrollo de su método de educación empresarial, que empieza a los 13 años y en el marco del cual los estudiantes realizan una serie de actividades diseñadas en torno a cinco temas ─innovación y creatividad, contexto, finanzas, comprensión de los negocios y comunicación─, y que culmina con un proyecto de fin de curso en el que los estudiantes establecen y dirigen su propia empresa.
Según el proyecto Global Entrepreneurship Monitor (GEM), una educación empresarial adecuada es una de las nueve condiciones del marco empresarial necesarias para facilitar y potenciar la actividad empresarial en una economía. Según el GEM de 2016, en las economías emergentes, la mayoría de las empresas en etapa inicial están dirigidas por personas de grupos de edad más joven (18-24 años). También se constató que la confianza de las personas en sus habilidades empresariales y su disposición a asumir riesgos son mayores que en las economías más desarrolladas.
Los jóvenes empresarios pueden ser una gran fuerza, mediante la creación de empleo para sus compañeros, el desarrollo de las economías y la transmisión de sus valores a través de sus elecciones empresariales.
Esto puede reflejar, en parte, la demografía en diferentes partes del mundo. Por ejemplo, cerca del 65% de la población de África son personas menores de 35 años, y los jóvenes empresarios pueden ser una gran fuerza, mediante la creación de empleo para sus compañeros, el desarrollo de las economías y la transmisión de sus valores a través de sus elecciones empresariales.
Desarrollar habilidades empresariales en las escuelas
La organización benéfica Teach a Man to Fish se centra en la educación empresarial y da prioridad al mundo en desarrollo gracias a su modelo de negocio escolar. En el marco de la organización, los estudiantes y sus profesores participan en un proceso paso a paso para establecer su propio negocio escolar, y se considera que la educación empresarial es un elemento fundamental para que los jóvenes adquieran las habilidades, la mentalidad y la confianza necesarias para hacer frente a una época turbulenta. Si bien para algunos estudiantes que participan en los programas de Teach a Man to Fish el espíritu empresarial es una vía necesaria para escapar de la pobreza, la sostenibilidad se encuentra en el corazón de la mayoría de los proyectos.
Los estudiantes del centro Asulma en Kenya fabricaron unas cocinas solares cónicas de bajo costo en el marco de su desafío empresarial. El carbón se utiliza ampliamente para cocinar en Kenya, lo que contribuye a la deforestación y provoca numerosos problemas de salud derivados del humo. Las cocinas solares son más baratas y más limpias. Los estudiantes también crearon un negocio paralelo dedicado a la venta de briquetas sin humo para que las familias que siguen utilizando quemadores de carbón puedan reemplazar dicho material. Los estudiantes tuvieron que aprender habilidades empresariales como la contabilidad, y convencer a su comunidad local para que cambiara su manera de cocinar:
“No ha sido fácil convencer a los miembros de la comunidad, pero poco a poco la realidad se ha ido imponiendo… [queremos] proporcionar al mayor número de personas posible las habilidades empresariales y luchar contra la deforestación.”
La deforestación también era una cuestión prioritaria para la escuela primaria Alpha Core en el Pakistán. Inspirados por los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la campaña del primer ministro Imran Khan para plantar mil millones de árboles, los niños preguntaron por qué era necesario plantar tantos árboles nuevos. Ese planteamiento los llevó a su idea de reciclar papel para fabricar productos comercializables y reducir el uso de papel virgen. Tuvieron que dar prueba de resiliencia para aprender a fabricar un producto final de calidad, así como una serie de habilidades como la creatividad, el trabajo en equipo, el pensamiento crítico, el liderazgo y la gestión del tiempo. Aportaron un toque de creatividad decorando sus productos con purpurina, semillas y colorante alimentario, y pasaron rápidamente del papel a llaveros, cuadernos y otros artículos. El dinero recaudado se donó a una ONG local dedicada a la educación para permitir que futuros estudiantes se beneficien del programa.
Los estudiantes de mayor edad del Instituto Técnico de Honduras centraron su atención en los residuos metálicos de los electrodomésticos y las máquinas desechados, que se habían donado para ser reparados o reciclados. Los estudiantes se dieron cuenta de que, si bien algunos componentes se podían vender a comerciantes de reciclaje, otras partes podían servir para para fabricar productos nuevos, como lámparas solares de emergencia para que la comunidad local las utilice durante los cortes de electricidad.
Esta idea cumplía sus requisitos de producir algo fuera de lo común, económico, respetuoso con el medio ambiente y factible. También aumentaron su capital creando llaveros por impresión 3D para venderlos a la comunidad local. Los estudiantes se organizaron en función de sus capacidades y habilidades y, sobre la marcha, se fueron enseñando unos a otros cómo resolver problemas a los que nunca antes se habían enfrentado, como la forma de comprar de forma ventajosa los componentes que necesitaban.
Está claro que el hecho de que los estudiantes que reciben educación empresarial lleguen a crear empresas no es necesariamente la mejor manera de medir su éxito. No obstante, cuando los jóvenes tienen la oportunidad de desarrollar las habilidades pertinentes, como la creatividad, la colaboración, la resiliencia, la inventiva y la iniciativa, están en condiciones mucho mejores para hacer frente al futuro incierto y complejo que tienen por delante. Como me dijeron los estudiantes de la escuela Alpha Core cuando les pregunté si en el futuro utilizarían las habilidades que habían aprendido:
“Siempre recordaremos la aventura que ha supuesto para nosotros The School Enterprise Challenge, y NUNCA OLVIDAREMOS las habilidades que hemos aprendido aquí en el tercer curso”. ¡Queremos seguir perfeccionando lo que hemos aprendido! ¡Queremos aprender MÁS!”
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