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Stogie T: el hiphop, la PI y cosas por el estilo

Septiembre de 2022

Catherine Jewell, División de Información y Difusión por Medios Digitales, y Edward Harris, División de Noticias y Medios de Comunicación (OMPI)

En 2016, el artista sudáfricano y pionero del hiphop Tumi Molekane, vocalista principal del grupo disuelto Tumi and the Volume, lanzó su carrera en solitario como Stogie T. El popular rapero ha concedido una extensa entrevista a la Revista de la OMPI, en la cual habla de su pasión por la música hiphop, del contrato firmado recientemente con Def Jam Africa y de lo importante que es para los músicos jóvenes entender cómo proteger y gestionar sus derechos de PI.

Stogie T actuando en un evento celebrado en la sede de la OMPI en Ginebra en abril de 2022, con motivo del Día Mundial de la Propiedad Intelectual 2022. (Foto: OMPI/Berrod)

¿Por qué es importante la música para usted?

La música es mi razón de ser. Yo soy útil para mi comunidad, para mi país y para el mundo entero como artista. Gracias a eso me levanto cada mañana.

¿Qué le atrajo del hiphop?

Crecí en los ochenta, y en esa época el hiphop era el género musical más dinámico. Siempre me encontraba de humor para escucharlo. Me hablaba. Además, tengo facilidad para hablar rápido. Y así, un día llegó una persona dispuesta a pagarme por hacer lo que para mí era solo una pasión, y el resto, como se dice, es historia.

Háblenos de su evolución musical.

Empecé como rapero en la calle con todos mis amigos. Fue un período emocionante hasta que empecé a sentirme limitado, hasta que me percaté de que no daba cabida a toda la poesía que yo leía, a todo el Chaikovsky del que me enamoré. Así, empecé a sentirme más atraído por los recitales del género spoken word, aunque seguí guardando entre mis enseres elementos musicales y ritmos que acabaron fusionándose en una banda llamada Tumi and the Volume, compuesta por mí mismo como artista recitador y una banda musical que interpretaba mi poesía. Me fui de gira por todo el mundo con el grupo, pero ello hizo que todo lo que construí en Sudáfrica empezara a tambalearse. Así pues, decidí grabar algunas obras de hiphop en solitario para mantener mi nombre en el panorama de este género en mi país.

En Sudáfrica, en aquel momento, había una escena de música en vivo, con su poesía y estilos diversos, y luego estaba la escena clásica del hiphop, y nunca llegaban a coincidir. Me resultaba muy frustrante, y como en cada sala que entraba quería mostrar todo mi ser —la sinceridad, la honradez y la autenticidad siempre han sido características esenciales de lo que hago— sentí que sería muy deshonesto seguir haciendo algo solo porque cierto público quería eso de mí. Además, con el paso de los años, mis prioridades fueron otras, mi mundo fue cambiando y quise seguir evolucionando como artista. Quería reflejar un espectro más amplio de temas y dar expresión a las historias sudafricanas, y por ello decidí cambiar mi nombre por Stogie T.

¿Por qué Stogie T?

Me gustan mucho los cigarros (stogie en inglés es otra palabra para “cigarro”) y a mí me evocan la idea de la artesanía, el tiempo necesario para elaborarlos, el modo de disfrutarlos y el momento que uno se te toma para saborearlos. Así es como entiendo y hago mi arte.

Hace poco has firmado con Def Jam Africa. ¿Qué significa esto para ti?

Def Jam Africa es una filial de Def Jam Music, una filial con un legado increíble en la música hiphop. Firmar con Def Jam Africa es un sueño hecho realidad. También es un paso en la buena dirección para que mi música encuentre un público mundial.

¿Por qué es importante que los artistas conserven los derechos de las obras fruto de su creatividad?

Me gustaría que hubiera más espacio para las voces
que están fuera de la lente tradicional del hiphop y
que así tengamos una perspectiva más global del
género”, dice Stogie T. (Foto: OMPI/Berrod)

Recuerdo cuando le dije a mi madre que necesitaba dinero para un estudio. Me preguntó por qué y recuerdo que le dije: “Pues imagínate que estoy en casa y se me ocurre una idea, y un amigo le saca los ritmos, y nos hacemos dueños de esa idea y de los ritmos. Y entonces, tenemos que acudir a otro tipo para grabar y, si no podemos pagarle, tenemos que compartir la titularidad de la grabación con él. Luego viene otro tipo y también tenemos que darle parte de la recaudación. Mamá, cuando tú vas a trabajar, haces tus horas y te pagan. Pues yo también quiero eso. Pero, tal y como están las cosas, el tipo con el que grabo quiere que haga esto o lo otro porque dice que si lo hago a mi manera no irá bien. Así que tengo que hacerlo por mi cuenta.”

Esa idea de independencia me enseñó que tenía que protegerme en todos los sentidos. Empecé reenviándome mis propias letras por correo para demostrar que las había escrito yo. Después descubrí que hay organismos de gestión que defienden tus derechos, y sellos editoriales que te ayudan a aprovechar el valor de tus derechos y a promover tu trabajo. Aprendí con la experiencia.

A cada joven que veo que quiere hacer rap le digo que si dedica solo una hora a entender cómo funcionan la industria editorial, qué son la PI, las regalías, y en qué consisten sus derechos, hará más por su música que pasándose tres horas en YouTube aprendiendo a mezclar un nuevo patrón de batería. Gracias a la tecnología, la barrera de entrada a la música es prácticamente inexistente, pero ello también pone en peligro a los músicos e implica que tienen que conocer la PI.

Los músicos suelen mirar a las discográficas como quien mira a un lobo feroz y despiadado y estas, a su vez, creen que los artistas no saben de lo que hablan. Todo el mundo saldrá beneficiado si los artistas comprenden el lenguaje de la industria musical y tienen una visión clara de sus derechos, lo que implican, cómo protegerlos y cómo ejercerlos en beneficio propio.

Todo el mundo saldrá beneficiado si los artistas comprenden el lenguaje de la industria musical y tienen una visión clara de sus derechos, lo que implican, cómo protegerlos y cómo ejercerlos en beneficio propio.

¿Cuál es la característica distintiva del hiphop sudafricano y su evolución?

Cuando el género surgió en Sudáfrica, tenía sus raíces en la cultura tradicional del hiphop proveniente del Bronx. Se caracterizaba por el beatbox, los grafitis, el rap, los DJ y la idea de conocerse a sí mismo y participar en la vida de la comunidad. Ese es el hiphop que se encuentra hoy en Ciudad del Cabo.

Al mismo tiempo, el hiphop que surgió de Johannesburgo tenía una inclinación comercial hacia el kwaito, que era el género más importante en ese momento. Reflejaba el nuevo espíritu sudafricano del township (área urbana segregada racialmente) que sale de las sombras. Los chicos que hacían esa música en el idioma vernáculo local se convirtieron en sus mayores estrellas. Se empezó a dejar de lado a los artistas tradicionales de hiphop de barrios periféricos que actuaban en inglés, idioma que la mayoría de la gente no entendía. Sin embargo, el kwaito también fue rechazado, al menos en los espacios tradicionales del hiphop. El hiphop es increíblemente elitista. Hay que recordar que en ese momento estaba surgiendo, era joven y para nosotros era como un grupo secreto.

Me quedé con los dos. Estábamos todos juntos en los clubes y de pronto veía cómo los artistas se iban de un público a otro, en función de lo que les diera de comer. Eso me ofreció una perspectiva interesante sobre la idea de la autenticidad, de mantenerse firme y ser fiel a uno mismo, independientemente de lo que ocurra a tu alrededor. También me demostró el valor de lo que hacían esas personas. Pero en cuanto a su pregunta de si hay un estilo de hiphop propio de Sudáfrica, esa pregunta se está debatiendo ahora mismo. ¿Es el amapiano? ¿Es el kwaito? No dejamos de crear estilos y todo el mundo sale constantemente a decir que quizá este o aquel es el hiphop sudafricano. Supongo que así es como funciona la evolución.

En cualquier caso, para mí, si es bueno y tiene público, es genial. La gente siempre olvida que el hiphop es música y es un reflejo de la gente que la crea. La juventud de todo el mundo se ha sentido atraída por este género. Es como una religión en tanto en cuanto la gente introduce en ella sus propios valores. En el Japón, tiene su propia influencia. Y lo mismo ocurre en África o en Sudáfrica, en el sentido de que la gente quiere que refleje cómo es. Quieren rapear en sus propios idiomas y quieren que refleje la música indígena. Y no hay nada malo en ello.

¿Cuál es el punto álgido de su carrera?

Va cambiando mi percepción, pero creo que ahora mismo es la suerte de poder seguir haciendo hiphop y haber podido triunfar como Stogie T. Todavía me pregunto cómo pudimos conseguirlo.

¿A qué grandes retos se enfrenta hoy día como artista?

Depende mucho del contexto, pero, en general, el reto para mí es que me tomen en serio, para que cuando haga una canción que la gente no se espera, me sigan viendo como un rapero inteligente, con una visión particular del mundo, y como alguien interesante por atreverse a hacer algo “distinto”.

¿Cómo le gustaría que evolucionara la música hiphop?

Me gustaría que hubiera más espacio para las voces que están fuera de la lente tradicional del hiphop y que así tengamos una perspectiva más global del género.

El streaming es como una tarjeta de visita: es una forma de que la gente se familiarice con tu música mientras aprovechas otras vías para ganar dinero.

¿El streaming ha sido una ventaja para los artistas?

El hiphop nunca ha tardado en adoptar nuevas tecnologías. Hace no mucho tiempo, en Sudáfrica, antes de que surgiera el streaming, parte de la estrategia de un artista era piratear en línea su música para que la gente pudiera acceder a ella, ya que ello le abría una vía de ingresos.

Hoy en día, como artista, te vas de gira y si demuestras a una marca que tu descarga gratuita atrajo a miles de personas, entonces el respaldo por parte de las marcas se convierte en una opción. Estos cauces abren nuevas vías de ingresos. Después miras las plataformas de streaming y te das cuenta de que en realidad nadie se enriquece con ellas y de que nunca serán tu principal fuente de ingresos. El streaming es como una tarjeta de visita: es una forma de que la gente se familiarice con tu música mientras aprovechas otras vías para generar ingresos.

¿El streaming presenta alguna desventaja?

Mi problema con el streaming es que no tiene en cuenta diferentes públicos y mercados. No distingue entre un músico popular cuyos (millones de) seguidores están dispuestos a pagar apenas dos céntimos por una transmisión y un artista de jazz cuyo grupo de seguidores (más pequeño) está dispuesto a pagar dos dólares para escuchar su trabajo. Tal y como están las cosas, el artista de jazz no puede sacar provecho de esas plataformas.

Mi problema con el streaming es que no tiene en cuenta diferentes públicos y mercados.

¿En qué se inspiraron sus álbumes The Empire of Sheep y Yeah?

The Empire of Sheep (“El imperio de las ovejas”) es un reflejo del punto en el que siento que se encuentra Sudáfrica. Por desgracia, como en tantas partes del mundo, vivimos en un momento en el que es más importante tener seguidores que líderes.

¿De dónde saca la inspiración?

A veces de desafiarme a mí mismo a observar una situación concreta y a preguntarme si no se puede dibujar de otra manera. Actualmente, la mayor fuente de inspiración para mí es intentar dar sentido a esta loca pandemia de la que estamos saliendo y condensarla en una colección de canciones.

¿Qué mensaje transmitiría a jóvenes artistas aspirantes?

Como artista, siempre necesitas un lugar en el que poder escucharte a ti mismo y descubrir tu música. Hoy en día, es muy fácil hacerse con un teléfono y difundir creaciones. Y eso es fantástico, pero no hay un lugar en el que uno pueda hacer circular sus ideas y recibir una respuesta sincera. Es importante rodearse de gente que sea sincera con respecto a lo que haces y que pueda ayudarte a dar forma a tu música y a tu mensaje.

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