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El Índice Mundial de Innovación 2022 indaga en el futuro del crecimiento impulsado por la innovación

Diciembre de 2022

Por Catherine Jewell, División de Información y Difusión por Medios Digitales, OMPI

En su 15.ª edición, el Índice Mundial de Innovación 2022 analiza las tendencias mundiales en materia de innovación y clasifica los resultados en este ámbito de 132 economías en el contexto de la pandemia de COVID-19, las tensiones geopolíticas y las perturbaciones de la cadena de suministro y la energía. El Índice proporciona datos de referencia sobre el rendimiento en el ámbito de la innovación y constituye una guía útil para la formulación de políticas de innovación.

El Índice Mundial de Innovación 2022 indaga asimismo sobre el futuro del crecimiento impulsado por la innovación en un momento en que el impacto socioeconómico de la innovación se encuentra en mínimos históricos, a pesar del aumento de la inversión en I+D. En este artículo, los coautores del informe, los economistas principales Klaas de Vries, de The Conference Board, y Sacha Wunsch-Vincent, de la OMPI, comparten las conclusiones principales de su trabajo

¿Cuáles son las novedades más destacadas de la clasificación del Índice Mundial de Innovación 2022?

En el Índice Mundial de Innovación 2022 se presentan las economías más innovadoras del mundo, con algunos cambios interesantes y la aparición de nuevas potencias. Suiza encabeza la clasificación por 12.º año consecutivo, seguida de los Estados Unidos de América, Suecia, el Reino Unido y los Países Bajos. China (puesto 11) está a punto de entrar en la lista de los diez primeros, mientras que la India (puesto 40) y Türkiye (puesto 37), que figura por primera vez entre los 40 primeros, muestran unos resultados sólidos y constantes.

Entre las economías de ingresos medianos cuyos resultados de innovación ha crecido más rápidamente hasta la fecha se encuentran Viet Nam (48), la República Islámica del Irán (53) y Filipinas (59).

También se observa que varias economías en desarrollo obtienen resultados superiores a los esperados en cuanto a innovación en relación con su nivel de desarrollo económico. Entre ellos se encuentran los debutantes Indonesia (75), Uzbekistán (82) y el Pakistán (87). Ocho de estos “países con resultados de innovación superiores a lo esperado” son de África Subsahariana, con Kenya (88), Rwanda (105) y Mozambique (123) a la cabeza. En América Latina y el Caribe, los países con resultados de innovación superiores a lo esperado son el Brasil (54), el Perú (65) y Jamaica (76)pdf.

¿Cuáles son las tendencias principales que revela el Índice Mundial de Innovación 2022?

El Índice Mundial de Innovación 2022 muestra que en 2022 siguieron aumentando las inversiones en investigación y desarrollo (I+D) y de otro tipo que impulsan la innovación, a pesar de la pandemia de COVID-19. Las empresas más innovadoras del mundo aumentaron sus inversiones en I+D un 10% hasta superar los 900.000 millones de dólares invertidos en 2021, por encima de los niveles anteriores a la pandemia. Las operaciones de capital riesgo también aumentaron un 46% en 2021, siendo América Latina, el Caribe y África las regiones que experimentaron un crecimiento mayor. Sin embargo, las perspectivas en cuanto al capital riesgo para 2022 son más sombrías, ya que se espera una desaceleración notable, lo que suscita mucha preocupación en las economías más frágiles. El Índice Mundial de Innovación 2022 revela nuevos desafíos en lo que respecta a plasmar en efectos las inversiones en innovación.

De hecho, los efectos socioeconómicos de la innovación se encuentran en su punto más bajo y el crecimiento de la productividad está estancado.

¿Qué relación existe entre la innovación y la productividad?

Tradicionalmente la innovación ha sido el factor fundamental para mejorar los niveles de productividad. No obstante, el Índice Mundial de Innovación 2022 señala que se ha producido un descenso pronunciado de la productividad económica desde la década de 1970. En pocas palabras, la productividad se refiere a la eficiencia con que producimos las cosas. El aumento de la productividad impulsa directamente la producción económica en relación con la población, lo que mejora el nivel de vida, por ejemplo, sacando a la gente de la pobreza y erradicando la realización de tareas arduas.

Salvo en las grandes recesiones económicas, en los siglos XIX y XX la productividad y la producción económica crecieron de año en año en todo el mundo (véase la figura 1).

Si bien después de 1870 la productividad tardó 50 años en duplicarse, desde entonces se ha duplicado aproximadamente cada 25 años. Como resultado, en 2021 una hora trabajada en las economías de ingresos altos generó de media 24 veces más productos y servicios que en 1870. El aumento del nivel de vida desde el siglo XIX y la primera revolución industrial tiene su origen en los avances tecnológicos, las nuevas oleadas de invenciones e innovaciones y la difusión efectiva de las nuevas tecnologías en todas las economías.

Figura 1: niveles de PIB real per cápita tras hitos históricos decisivos para la innovación, 1300–2021

(Fuente: Índice Mundial de Innovación 2022, Capítulo temático especial, figura 13.)

Lamentablemente, desde la década de 1970 se ha producido una desaceleración continuada de la productividad. La ralentización se intensificó durante la crisis financiera mundial de 2008-2009, y desde entonces ha empeorado. En 2021 la productividad laboral mundial cayó bruscamente hasta cero y se prevé que se estanque en 2022, en gran parte debido al aumento de los costos de energía.

Figura 2: Aumento de la productividad mundial, 1871–2021

(Fuente: Índice Mundial de Innovación 2022, Capítulo temático especial, figura 14.)

La tendencia no es tan clara en el caso de las economías de ingresos medianos. El aumento de la productividad de China se aceleró a partir de la década de 1980, pero en el último decenio ya se ha ralentizado. Sin embargo, la mayoría de las demás economías emergentes, en particular las de África y América Latina, y la mayor parte de las economías de Oriente Medio y Asia, no participaron nunca en el repunte de la productividad, salvo algunas excepciones notables como la India, Indonesia y Türkiye. De hecho, el problema de la mayoría de las economías en desarrollo es que nunca han disfrutado de un aumento elevado de la productividad.

¿Cuál es su nivel de pesimismo u optimismo con respecto a la innovación en el crecimiento impulsado por la productividad en el futuro?

Las personas que se muestran pesimistas con respecto a la tecnología sostienen que la oferta de innovación ha disminuido, lo que ha ralentizado la mejora del nivel de vida. Sostienen que las innovaciones son más difíciles de conseguir y que las que están surgiendo no tendrán el mismo efecto transformador en la productividad que las “grandes” invenciones del pasado, por ejemplo, el motor de combustión, la electricidad, la fontanería, los aviones y los códigos de barras. En otras palabras, a pesar de las enormes inversiones en innovación, cada vez es más costoso encontrar innovaciones transformadoras y desarrollarlas, y estamos viviendo un período de estancamiento.

Sin embargo, las personas optimistas al respecto, cuyos argumentos apoyamos, señalan que los efectos de las innovaciones tardan en hacerse evidentes, debido a los numerosos desafíos que conlleva la difusión de la innovación a todos los niveles.

¿Cuáles son los desafíos que conlleva la difusión de la tecnología?

Se puede pensar que los desafíos principales están relacionados con la inversión en I+D, la presentación de solicitudes de patente y el impulso de distintas formas de invención. Pero el eterno desafío radica en la adopción de la tecnología, es decir, cómo conseguir que las empresas y los hogares del mayor número posible de países utilicen esas invenciones. Y hoy en día ese proceso es demasiado arduo y lento. Un ejemplo de ello es la adopción de tecnologías verdes para mitigar los efectos catastróficos del cambio climático. La tecnología existe, pero el retraso en cuanto a su uso y, por tanto, a sus repercusiones, es enorme.

Las inversiones en investigación y desarrollo (I+D) y de otro tipo que impulsan la innovación siguieron aumentando en 2021, a pesar de la pandemia de COVID-19.

¿Qué perspectivas hay entonces de que se produzca una reactivación de la productividad impulsada por la innovación?

Cada vez hay más pruebas de que están surgiendo dos oleadas de innovación, cada una de ellas con potencial para provocar grandes efectos, medidos y posiblemente no medidos, sobre la productividad y el bienestar.

La primera es la oleada de las TIC, que comenzó en la década de 1970 y se prevé que recobre impulso en los próximos años. La mejor forma de concebirla es como la “oleada de la era digital” (figura 3) pdf , que consta de dos fases consecutivas. La primera dio lugar a la instalación de redes y equipos de comunicación sofisticados, como Internet y los dispositivos móviles. La segunda guarda relación con la difusión de tecnologías digitales de uso general, como la supercomputación, la computación en la nube, la Internet de los objetos, la inteligencia artificial (IA) y la automatización.

Los efectos de esta era digital se manifiestan de dos formas. En primer lugar, a través de un efecto potente sobre los avances científicos y la I+D en ámbitos como la bioinformática, los productos farmacéuticos, la tecnología verde y otros, lo que lleva a muchas personas a observar una convergencia de la investigación sobre TIC, bio y nanotecnología, y ciencias cognitivas. En segundo lugar, por su efecto profundo en los sectores no relacionados con las TIC, en particular mediante la aplicación de la automatización impulsada por la IA, la digitalización a gran escala, la impresión en 3D y la robótica avanzada. La adopción a gran escala de estas tecnologías aumentaría la productividad en todos los sectores manufactureros y en la agricultura, así como en los grandes sectores de servicios, a saber, la educación, la salud, la construcción, la hostelería y el transporte, que actualmente se encuentran a la zaga en cuanto a productividad.

También existe la posibilidad real de que se produzca una oleada de la “ciencia profunda” en torno a invenciones e innovaciones revolucionarias en ámbitos como las ciencias de la vida, la salud, la agroalimentación, la energía, las tecnologías limpias y el transporte. Esta oleada impulsará el progreso científico en toda una serie de ámbitos técnicos (más allá de las TIC), que han ido evolucionando en los últimos decenios y se encuentran en plena ebullición.

Cada vez hay más pruebas de que están surgiendo dos oleadas de innovación, cada una de ellas con potencial para provocar grandes efectos, medidos y posiblemente no medidos, sobre la productividad y el bienestar.

Las oleadas de la era digital y de la ciencia profunda se vienen gestando desde hace tiempo. Los grandes avances en biotecnología, bioquímica, nanotecnología, nuevos materiales y otros avances en ciencias básicas acontecidos en los últimos decenios están allanando el camino para innovaciones posteriores e indican una recuperación clara de las ciencias duras.

En conjunto, esta dinámica ha impulsado avances radicales en diversos campos, como las ciencias de la vida, la salud, la agroalimentación, la energía, las tecnologías limpias y la innovación en el transporte (véase el cuadro 1)pdf.

En definitiva, si la adopción es elevada, y ese es el quid de la cuestión, podría producirse un gran aumento de la productividad impulsado por la innovación y propulsado por las oleadas de la era digital y de la ciencia profunda.

¿Cuáles son algunas de las prioridades en materia de políticas de innovación que señalan ustedes?

En primer lugar, la financiación de la investigación de interés para las futuras oleadas de innovación sigue siendo una función fundamental de los gobiernos.

En segundo lugar, en todas las futuras oleadas de innovación, los responsables políticos deben contribuir a que la investigación se plasme y se adopte mediante la aplicación de políticas de oferta y demanda que fijen objetivos de innovación y se centren en ámbitos específicos. Estas decisiones ya no se pueden dejar exclusivamente en manos del mercado.

En tercer lugar, el aumento de las desigualdades entre las empresas y las regiones punteras y las rezagadas, entre los trabajadores mejor remunerados y los peor remunerados, y entre países constituye un lastre importante para la difusión y adopción de la tecnología y para la productividad. La eliminación de estas desigualdades será un factor decisivo a fin de aprovechar los beneficios de cualquier oleada de innovación que se produzca en el futuro.

En cuarto lugar, la falta de competencias impide que las nuevas oleadas de innovación se materialicen y produzcan efectos. Esto es más evidente en ámbitos como las TIC avanzadas, la programación, la IA y la ciencia de datos, y es válido incluso para las economías de ingresos altos más avanzadas. También surgirán carencias de competencias similares en los ámbitos que impulsan la oleada de la ciencia profunda.

La financiación de la investigación de interés para las futuras oleadas de innovación sigue siendo una función fundamental de los gobiernos.

En quinto lugar, el acceso a los datos, su gestión y valorización son piedras angulares de las futuras oleadas de innovación. Es imprescindible contar con nuevos sistemas de gestión e infraestructuras de datos.

En sexto lugar, en los próximos años, temas como los robots humanoides, la IA, la ingeniería genética o la bioingeniería, las nuevas soluciones sanitarias y los nuevos tipos de alimentos plantearán un desafío en materia de aceptación social y requerirán un debate público en el que se analicen los riesgos, los valores sociales, y los pros y los contras de estas innovaciones revolucionarias. Crear un entendimiento común de los beneficios sociales que aportan estos avances será fundamental para facilitar su aceptación y adopción.

Por último, el entorno internacional actual plantea desafíos reales para la difusión de la tecnología a través del comercio, la inversión y otros flujos internacionales de conocimiento. Esto resulta especialmente problemático en el caso de los países emergentes y en desarrollo, que necesitan urgentemente cadenas de valor mundiales y redes de innovación integradas para ponerse al día. En este sentido, será fundamental mantener viva la posibilidad de aumentar rápidamente la productividad. Las economías en desarrollo también necesitarán enfoques específicos a fin de absorber las tecnologías existentes, sobre todo en los ámbitos de la salud y la agricultura. En este contexto, es importante fomentar las innovaciones graduales y de base, y hacer que las medidas tradicionales de las políticas de innovación se orienten más hacia la innovación menos formal. Los gobiernos y las empresas locales deben impulsar activamente el desarrollo de innovaciones que respondan a las necesidades locales, en lugar de apoyarse únicamente en la difusión de la tecnología.

Video: Acerca del Índice Mundial de Innovación.

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