Por Catherine Jewell, División de Información y Difusión por Medios Digitales, OMPI
Ante la proliferación de los incendios forestales, el esmog de los centros de las ciudades y la contaminación, la calidad del aire es una de las principales preocupaciones de las autoridades nacionales, regionales y locales y de los ciudadanos de todo el mundo. Pero no se puede controlar lo que no se mide. Aquí es donde la empresa eslovena Aerosol Magee Scientific, líder en el desarrollo y fabricación de sistemas de vigilancia del aire para medir su calidad, está desempeñando un papel fundamental. Los productos de la empresa se utilizan en todos los rincones del planeta para tratar cuestiones relacionadas con la calidad del aire, el cambio climático y la salud. La Revista de la OMPI se entrevistó recientemente con la directora general de Aerosol, Mateja Forštnarič, para descubrir cómo está ayudando esta empresa a las instancias encargadas de formular políticas a elaborar estrategias en materia de aire limpio, y cómo está apoyando la propiedad intelectual su afán innovador en este ámbito fundamental.
La presencia de estos aerosoles en el aire tiene un impacto significativo en los dos problemas mundiales más importantes a los que se enfrenta la humanidad hoy en día: el cambio climático y la salud. El carbono negro es el segundo factor que más contribuye (después del dióxido de carbono) al cambio climático mundial y, junto con otros aerosoles carbonáceos, está repercutiendo negativamente en nuestra salud.
El carbono negro es el segundo factor que más contribuye (después del dióxido de carbono) al cambio climático mundial y, junto con otros aerosoles carbonáceos, está repercutiendo negativamente en nuestra salud.
Tal como han señalado la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), existe una necesidad acuciante de intensificar la vigilancia y la medición del carbono negro y los aerosoles carbonáceos. Es preciso llevar a cabo más estudios a largo plazo y realizar más mediciones del impacto de estos contaminantes sobre el cambio climático y la salud. Solamente si se dispone de esos datos, los gobernantes, los encargados de formular políticas y los legisladores estarán en condiciones de emprender iniciativas específicas respaldadas por normas, directrices y políticas pertinentes para hacer frente a estos retos y mitigar su impacto negativo.
La sostenibilidad es una parte integral de nuestra visión y nuestra misión. Aunque somos una empresa comercial, la labor de concienciación sobre el carbono negro y otros aerosoles carbonáceos, las fuentes de estos contaminantes atmosféricos y su impacto negativo es fundamental para nuestra misión. Los científicos y los organismos gubernamentales encargados de la vigilancia de la calidad del aire deben medir de forma rutinaria y continua todos los tipos de contaminación atmosférica. Eso significa que hay que recopilar datos cada año para poder determinar las tendencias a largo plazo. Solamente si se recaban datos fiables y precisos a largo plazo, será posible comprobar si las normas y reglamentos que se aplican para mejorar la calidad del aire están teniendo un efecto positivo.
Existe una necesidad acuciante de intensificar la vigilancia y la medición del carbono negro y los aerosoles carbonáceos.
Estamos plenamente comprometidos a contribuir a que todos podamos respirar un aire más limpio y saludable.
Los aerosoles carbonáceos son un grupo importante de contaminantes atmosféricos que, dicho de forma sencilla, están formados por carbono negro y carbono orgánico. El carbono negro son partículas diminutas de polvo y hollín que flotan en el aire. Al ser inhaladas, penetran profundamente en los pulmones y se introducen en el organismo causando problemas crónicos de salud, como enfermedades cardiovasculares, asma y otros problemas. La mayor parte de las partículas en suspensión (PM) del aire están formadas por carbono negro y aerosoles carbonáceos, que constituyen el 80% de esas partículas. Por eso es importante comprender la composición y el origen de las partículas en suspensión, porque solo así podremos atajar el problema.
Los aerosoles de carbono negro proceden de la combustión incompleta de combustibles fósiles y biomasa.
Los aerosoles de carbono negro proceden de la combustión incompleta de combustibles fósiles y biomasa. Se generan con el tráfico rodado, los barcos, los aviones, la actividad industrial y ciertas prácticas agrícolas, así como con los incendios forestales y la quema de madera para calefacción.
El carbono negro contribuye al calentamiento global porque absorbe la energía y la luz del sol. También afecta a la formación de nubes y a las precipitaciones. Eso explica por qué estamos asistiendo a tormentas, lluvias e inundaciones más violentas. Además, cuando el carbono negro se deposita en la nieve y los glaciares, acelera el proceso de deshielo.
También hay muchas pruebas que relacionan la contaminación atmosférica con enfermedades neurológicas, respiratorias e inmunitarias, incluido el cáncer. La contaminación atmosférica provoca alrededor de siete millones de muertes prematuras al año en todo el mundo. El costo humano y económico es enorme. En un informe del Banco Mundial se estima que el costo de los daños a la salud causados por las partículas PM 2,5 (partículas finas con un diámetro inferior o igual a 2,5 micrómetros) asciende a 8,1 billones de dólares EE.UU. al año, lo que equivale al 6,1% del PIB mundial.
La contaminación atmosférica provoca alrededor de siete millones de muertes prematuras al año en todo el mundo.
La contaminación atmosférica es una cuestión de sostenibilidad. Y la sostenibilidad es una parte integral de nuestra visión y nuestra misión. Estamos plenamente comprometidos a contribuir a que todos podamos respirar un aire más limpio y saludable. Aunque somos una empresa comercial, la labor de concienciación sobre las fuentes de estos contaminantes atmosféricos y su impacto negativo es fundamental para nuestra misión.
La ciencia de los aerosoles es una disciplina joven. Nuestro fundador, el Dr. Anthony Hansen, empezó a investigar estos contaminantes atmosféricos hace unos 40 años, principalmente por curiosidad científica. Fue la primera persona en desarrollar una metodología para medir el carbono negro en el aire utilizando el Aethalometer®, que inventó y patentó. Su etalómetro es el primer aparato que se utilizó para medir el carbono negro en el aire en tiempo real y es el más utilizado. Sin embargo, en el decenio de 1980, pocos reconocían el impacto negativo del carbono negro. La industrialización estaba en pleno apogeo, todo el mundo prosperaba. ¿Qué problema había? Luego, los científicos empezaron a centrarse en su impacto sobre el cambio climático y, en el decenio de 1990, surgieron preocupaciones sobre la salud relacionadas con la contaminación atmosférica, sobre todo en los Estados Unidos. Y solo ahora estamos empezando a comprender el problema, porque hacen falta muchos años de datos que avalen las pruebas para que las autoridades competentes presten atención.
Al principio, atendíamos las necesidades de la comunidad científica, en particular, de los climatólogos y epidemiólogos. Después, a medida que creció la preocupación por la contaminación atmosférica, empezamos a trabajar con agencias de calidad del aire, gobiernos y autoridades regionales, municipales y locales que ahora vigilan de forma rutinaria la calidad del aire para determinar los efectos negativos de estos contaminantes. También trabajamos con operadores industriales, como empresas mineras, que controlan la calidad del aire de sus minas por motivos de seguridad y de salud, así como refinerías de petróleo y fabricantes de motores. Y ahora también trabajamos cada vez más con las comunidades, especialmente las de las almendras centrales de las ciudades, que están preocupadas por el impacto negativo de la contaminación atmosférica en la salud de los residentes locales.
Para poder controlar algo, lo primero que hay que hacer es medirlo, y para entender las tendencias es necesario recopilar datos a largo plazo. Nuestros instrumentos miden y recopilan datos sobre la calidad del aire y la fuente de contaminación. Con estos datos, los gobernantes y los encargados de tomar decisiones pueden introducir medidas específicas basadas en directrices, normas y políticas pertinentes y supervisar su impacto. Nuestro trabajo principal consiste en desarrollar y perfeccionar continuamente los instrumentos necesarios para medir la calidad del aire con precisión y proporcionar los conocimientos técnicos necesarios para interpretar los datos que generan.
Nuestros instrumentos están instalados en todos los continentes, desde el Polo Norte hasta el Polo Sur, desde el Amazonas hasta el Sáhara, desde las minas a gran profundidad hasta las alturas del monte Everest; y en organismos y redes de vigilancia desde San Francisco hasta Shanghái, desde Dublín hasta Nueva Delhi, y en todos los lugares que hay entremedias. Hemos contribuido a más de 300 artículos científicos y presentaciones en conferencias, y nuestros instrumentos están referenciados en más de 8.000 artículos científicos. Colaboramos con las principales instituciones y organizaciones de investigación de todo el mundo en diversos proyectos de investigación y desarrollo.
Por ejemplo, en 2015, trabajamos con el Departamento de Meteorología de la India para crear una red nacional de estaciones de medición del carbono negro en todo el país, donde la calidad del aire es un gran problema. También desarrollamos los equipos y el soporte lógico para medir, recopilar y analizar los datos sobre la calidad del aire, que compartimos con la Organización Meteorológica Mundial y el programa de Vigilancia de la Atmósfera Global. Esta red es de especial importancia, ya que la contaminación atmosférica de la India y el sudeste asiático afecta al suministro de agua que llega a una cuarta parte de la población mundial.
Para poder controlar algo, lo primero que hay que hacer es medirlo, y para entender las tendencias es necesario recopilar datos a largo plazo.
También estamos colaborando con el Centro Internacional para el Desarrollo Integrado de las Montañas (ICIMOD), en la región de Hindu Kush-Himalaya, y utilizamos nuestros instrumentos y conocimientos para comprender mejor el impacto de los grandes cambios en el uso del suelo derivados del crecimiento demográfico, la urbanización y la rápida industrialización.
Ciudades y comunidades de todo el mundo también están utilizando nuestros instrumentos y conocimientos científicos para recopilar datos que permitan fundamentar las políticas en materia de aire limpio. Por ejemplo, aquí en Eslovenia, hemos estado trabajando con las autoridades de la ciudad de Ljubljana, que a través de un esmerado seguimiento han sido capaces de mejorar la calidad del aire en el centro de la ciudad mediante la remodelación de los flujos de tráfico y la creación de zonas peatonales. También trabajamos en colaboración con el Ministerio de Desarrollo Económico y Tecnología de Eslovenia en su proyecto de ciudad inteligente y hemos desarrollado una plataforma para ayudar a las instancias decisorias locales a dar forma a las políticas de gestión de la calidad del aire en Ljubljana y otras ciudades.
Otros proyectos importantes consisten en el seguimiento del impacto ambiental del turismo en las estaciones de esquí de Eslovenia, y una amplia investigación en la que se utilizan globos que realizan perfiles verticales de los aerosoles de carbono negro para su uso en la elaboración de modelos sobre el cambio climático, por ejemplo, en Italia, el Océano Índico, el Himalaya, y otros lugares.
En primer lugar, porque la ciencia de los aerosoles es una disciplina joven. La comunidad científica solo identificó el carbono negro como un importante factor que contribuye al cambio climático durante el primer decenio del siglo XXI. Y segundo lugar, porque se necesitan mediciones y datos a largo plazo para convencer a los responsables de la toma de decisiones.
En la actualidad, solo hay seis contaminantes regulados, entre ellos las partículas PM 2,5. Sin duda, nos gustaría que se hiciera más en este terreno. Sin embargo, en 2021, por primera vez, la OMS y el IPCC reconocieron que el carbono negro y los aerosoles carbonáceos son los causantes del cambio climático y de resultados adversos en la salud. Esto supuso un gran paso adelante, sobre todo porque ahora estas organizaciones recomiendan e instan a los gobiernos a medir de forma sistemática y continua la calidad del aire, y el impacto del carbono negro y los aerosoles carbonáceos en concreto. Solo si disponen de estos datos, los gobiernos podrán emprender acciones eficaces y específicas, y elaborar las políticas, los procedimientos y las normas necesarias para mitigar la contaminación atmosférica. Así pues, las cosas avanzan en una buena dirección, pero aún queda mucho por hacer.
Dado que la contaminación atmosférica está ahora en la agenda de los encargados de tomar decisiones y de formular políticas y que la preocupación pública va en aumento, estamos asistiendo a la entrada en el mercado de nuevas tecnologías y nuevos actores. En este panorama en evolución, el problema principal es garantizar que nuestra tecnología se integre con estas tecnologías emergentes, al tiempo que seguimos innovando y desarrollando nuestras propias soluciones. También nos enfrentamos a una escasez de talento. Encontrar a las personas adecuadas en el lugar adecuado representa un gran reto. Y, naturalmente, tenemos el desafío permanente de la comunicación para sensibilizar sobre la necesidad de medir estos contaminantes y su impacto.
Nuestros derechos de propiedad intelectual son fundamentales para el éxito comercial de la empresa. Nos permiten generar ingresos y hacer crecer nuestro negocio. Utilizamos las patentes y las marcas para salvaguardar nuestras innovaciones y nuestras marcas. Al garantizar que los productos y tecnologías de vanguardia que desarrollamos sigan siendo exclusivos de nuestra empresa, las patentes nos aportan una ventaja competitiva en el mercado. Algunos competidores ya han intentado, sin éxito, imitar nuestras soluciones patentadas. Nuestras marcas distinguen los productos y servicios que ofrecemos de los de nuestros competidores y nos permiten crear una identidad única que se refleja en nuestra base creciente de clientes.
Nuestros derechos de propiedad intelectual son fundamentales para el éxito comercial de la empresa. Nos permiten generar ingresos y hacer crecer nuestro negocio.
Hemos arraigado la importancia de la PI en nuestra cultura empresarial. Nuestro equipo directivo reconoce el valor de la PI y la función que desempeña a la hora de impulsar la innovación dentro de la empresa y apoyar nuestro crecimiento y rentabilidad. También incentivamos a nuestro personal para que contribuya a la cartera de PI de la empresa al reconocer y recompensar las ideas y soluciones innovadoras con potencial comercial.
Es muy sencillo. De hecho, estábamos gestionando dos marcas: Aerosol y Magee Scientific. Nuestro propietario, el Dr. Anthony Hansen, fundó ambas empresas. Nos dimos cuenta de que, desde el punto de vista comercial, lo lógico era fusionar las dos marcas para crear una sola marca unificada, Aerosol Magee Scientific. Se trata de un cambio positivo. Nos permite aprovechar la amplia pericia, conocimientos y experiencia que hemos adquirido a lo largo de los años y nos permitirá tener un impacto positivo aún mayor en el futuro del planeta y de la salud humana.
Nos sentimos muy orgullosos y honrados de recibir el Premio Mundial de la OMPI. Este premio significa mucho para nosotros. Reconoce el trabajo de todo el equipo y nos da la motivación y el aliento necesarios para continuar nuestra labor. Este premio aumenta nuestra notoriedad e impulsa el reconocimiento de nuestra marca. También arroja luz sobre un importante problema mundial que todos debemos afrontar y apoya el llamamiento para que todos trabajemos por un futuro sostenible y más saludable.
No se puede controlar lo que no se mide previamente con precisión y se mantiene bajo vigilancia. Por eso es importante medir el carbono negro y otros aerosoles carbonáceos durante largos periodos de tiempo. Nuestros equipos ofrecen datos cuantitativos fiables y fidedignos. Solo cuando se dispone de estos datos, los científicos pueden asesorar sobre las medidas, las políticas y las normativas concretas necesarias para mejorar la calidad del aire. Y estas medidas requieren un seguimiento sistemático en cuanto a su eficacia a la hora de reducir la contaminación atmosférica y los resultados negativos para la salud.
El propósito de OMPI Revista es fomentar los conocimientos del público respecto de la propiedad intelectual y la labor que realiza la OMPI, y no constituye un documento oficial de la Organización. Las denominaciones empleadas en esta publicación y la forma en que aparecen presentados los datos que contiene no entrañan, de parte de la OMPI, juicio alguno sobre la condición jurídica de ninguno de los países, territorios o zonas citados o de sus autoridades, ni respecto de la delimitación de sus fronteras o límites. La presente publicación no refleja el punto de vista de los Estados miembros ni el de la Secretaría de la OMPI. Cualquier mención de empresas o productos concretos no implica en ningún caso que la OMPI los apruebe o recomiende con respecto a otros de naturaleza similar que no se mencionen.