Por Hayleigh Bosher, profesora adjunta de Derecho de Propiedad Intelectual y decana adjunta de la Universidad Brunel de Londres (Reino Unido).
Ed Sheeran se ha defendido con éxito de una demanda por infracción del derecho de autor en el sector de la música en los Estados Unidos de América, en la que se alegaba que su canción Thinking Out Loud copiaba Let's Get It On, una canción coescrita e interpretada por Marvin Gaye.
Cuando se van a cumplir diez años de la presentación de la demanda relativa a la canción Blurred Lines, la industria musical sigue acusando los efectos de aquella decisión. En agosto de 2013 Robin Thicke y Pharrell Williams presentaron una solicitud de declaración de ausencia de infracción, a raíz de las alegaciones de los herederos de Marvin Gaye de que la canción Blurred Lines era una copia de Got To Give It Up, de Marvin Gaye.
Tras un juicio y dos días de deliberaciones, el jurado declaró que Thicke y Williams eran responsables de una infracción del derecho de autor y concedió a los herederos de Gaye la mayor indemnización por daños y perjuicios de la historia del derecho de autor en el sector de la música hasta ese momento, a saber, 7,3 millones de dólares de los Estados Unidos. En marzo de 2018 el Tribunal de Apelaciones de los Estados Unidos de América confirmó el veredicto, pero redujo la indemnización por daños y perjuicios a 5,3 millones de dólares, más un interés del 50 % sobre cualquier regalía futura de la canción.
La decisión fue polémica, entre otras cosas porque se centró en la similitud del estilo de las canciones. El juez Nguyen discrepó de la sentencia y advirtió de que esta permitía indebidamente a los demandados registrar como derecho de autor un estilo musical. Pharrel Williams, por su parte, expresó su temor de que si perdemos la libertad de inspirarnos, un día levantaremos la vista y la industria del entretenimiento tal como la conocemos estará paralizada por los litigios. En una entrevista para mi podcast, Whose Song Is It Anyway?, el destacado abogado estadounidense especializado en derecho de autor, William Patry, dijo que la decisión suponía un borrón para la judicatura federal.
Si perdemos la libertad de inspirarnos, un día levantaremos la vista y la industria del entretenimiento tal como la conocemos estará paralizada por los litigios.
Pharrell Williams
Los temores de Williams se hicieron realidad para muchos compositores, entre ellos Mark Ronson y Bruno Mars, Drake, Olivia Rodrigo, Dua Lipa y Justin Bieber (en Spotify y Apple Music se puede encontrar una lista de reproducción de canciones afectadas por problemas de derecho de autor, titulada Copyright in the Music Industry (Derecho de autor en la industria musical)).
Ed Sheeran se ha visto inmerso en varios litigios, tanto en los Estados Unidos de América como en el Reino Unido. En 2016 solucionó una controversia por un importe de 16 millones de libras esterlinas, junto con el coautor Johnny McDaid, al alegarse que su canción Photograph era una copia de Amazing, publicada por el ganador de Factor X, Matt Cardle. En 2018 llegó a un acuerdo sobre otra demanda por la canción The Rest of Our Life, que escribió conjuntamente con Tim McGraw y Faith Hill, por presuntamente copiar When I Found You, de Sean Carey y Beau Golden. Ese mismo año, Sheeran se defendió de una demanda de infracción procedente del Reino Unido, según la cual su canción Shape of You representaba una infracción de Oh Why, de Sam Chokri. Los acuerdos de las controversias anteriores volvieron a pasar factura a Sheeran, ya que se utilizaron como pruebas de hecho similares contra él en este juicio. En 2022 el Tribunal Superior de Inglaterra y Gales dictaminó que Sheeran no había copiado la canción ni deliberada ni inconscientemente, y de esta forma la situación empezó a cambiar para Sheeran y, posiblemente, para la industria musical.
Thinking Out Loud fue escrita conjuntamente por Ed Sheeran y Amy Wadge en 2015. Por su parte, Let's Get It On la escribieron conjuntamente Marvin Gaye y Ed Townsend en 1973.
En 2003, a la muerte de Ed Townsend, su hija, Kathryn Townsend Griffin, heredó una tercera parte de su participación en la obra musical. También heredó las participaciones de su hermanastro David cuando este falleció en 2005. En julio de 2017 la propia Kathryn Townsend Griffin, la hermana de Ed Townsend, Helen Mcdonald, y los herederos de la esposa de Townsend, Cherrigale Townsend, interpusieron esta demanda contra Ed Sheeran y Amy Wadge (Griffin y otros contra Sheeran y otros ). Asimismo, la empresa Structured Asset Sales, propiedad del banquero de inversiones David Pullman y titular de un tercio de los derechos de autor del catálogo de Townsend, interpuso otras demandas por las mismas canciones.
Tras denegarse una solicitud de juicio sumario, el caso Griffin contra Sheeran se sometió a juicio en abril de 2023 ante un tribunal federal estadounidense de Manhattan. Se necesitaron seis años de litigio, seis días de juicio y tres horas de deliberaciones del jurado para alcanzar una decisión.
El derecho de autor debe establecer un equilibrio adecuado entre la protección contra la copia y la posibilidad de que los creadores se basen en obras anteriores y se inspiren en ellas.
En principio, el derecho de autor debe proteger y recompensar las obras originales que reúnan los requisitos necesarios, con el fin de fomentar la creatividad. Para ello, debe establecer un equilibrio adecuado entre la protección contra la copia y la posibilidad de que los creadores se basen en obras anteriores y se inspiren en ellas. Su objetivo es controlar la copia de elementos originales, no la inspiración o la copia de elementos no originales. El factor decisivo en este caso fue que algunas partes de ambas canciones eran similares, pero esas partes se correspondían con los elementos no protegidos que todo el mundo podía utilizar libremente.
El factor decisivo en este caso fue que algunas partes de ambas canciones eran similares, pero esas partes se correspondían con los elementos no protegidos que todo el mundo podía utilizar libremente.
Pero, ¿se deberían necesitar tanto tiempo y tantos especialistas para dilucidar si estamos ante una copia, o el caso Blurred Lines nos ha apartado, a nosotros y a la industria musical, de los principios del derecho de autor?
Con arreglo a la legislación estadounidense, para ganar una demanda por infracción del derecho de autor el demandante debe demostrar que el demandado efectivamente ha copiado la obra del demandante y que, como resultado de la copia, existe una similitud sustancial entre la obra del demandado y los elementos susceptibles de protección de la obra del demandante. Cuando una obra tiene elementos susceptibles y no susceptibles de protección, el análisis debe consistir en extraer del examen los elementos no susceptibles de protección. Por tanto, el tribunal se limita a preguntar si los elementos susceptibles de protección, por sí solos, son sustancialmente similares.
En el presente caso, como viene siendo habitual en estas circunstancias, ambas partes presentaron informes de peritos musicólogos. El informe de Alexander Stewart en nombre de los demandantes (Griffin y otros) afirmaba que Thinking Out Loud era una copia de Let's Get It On, y señalaba como similitudes, entre otras, la melodía del bajo, las partes de batería y las armonías, la disposición estructural dentro del esquema general y el ligero cambio de ambiente sobre una base de cuatro acordes.
Por su parte, Lawrence Ferrara presentó un informe opuesto en nombre de Sheeran, en el que afirmaba que las canciones no compartían ninguna similitud significativa en cuanto a estructura, armonía, ritmo, melodía ni letra, y que cualquier similitud entre las dos canciones se debía a una expresión que era común antes de la creación de Let's Get It On. Así pues, el argumento de Sheeran era que las canciones no eran sustancialmente similares porque los elementos similares eran lugares comunes y, por tanto, no estaban protegidos por derecho de autor.
En el juicio, las partes polemizaron sobre si la progresión de acordes utilizada en Let's Get It On constituía un lugar común. Townsend admitió que el perito de Sheeran había señalado al menos trece canciones anteriores a Let's Get It On que utilizaban la misma progresión de acordes, y que esta aparecía en al menos dos libros de texto de guitarra. Las partes también discutieron sobre si el ritmo armónico de esa progresión de cuatro acordes (la anticipación de los acordes segundo y cuarto, o su colocación antes del compás) era susceptible de protección. Sheeran sostuvo que se trataba de una técnica habitual, y Townsend argumentó que era distintiva.
Al finalizar el juicio, el juez reiteró al jurado que la creación independiente constituía una defensa completa contra la infracción del derecho de autor, por muy parecidas que fueran dos canciones. El jurado se pronunció tras menos de tres horas de deliberaciones. Estimó que la canción Thinking Out Loud de Sheeran se había creado de forma independiente y, por tanto, no infringía el derecho de autor de Let's Get It On.
El 16 de mayo de 2023 el juez de distrito de los Estados Unidos de América Louis Stanton adoptó la misma decisión y desestimó una segunda demanda interpuesta por Structured Asset Sales en relación con las mismas canciones, pero basada en su porcentaje del derecho de autor. El juez Stanton determinó que las partes de Let's Get It On por las que se acusaba a Sheeran de infringir el derecho de autor eran elementos habituales y, por tanto, no susceptibles de protección por derecho de autor. Subrayó que las progresiones de acordes y los ritmos armónicos son elementos básicos comunes de la creación musical.
Sin embargo, este no es el final de la historia para Sheeran ni para la tendencia cada vez más frecuente de presentar demandas por infracción del derecho de autor en el sector de la música. El 1 de junio de 2023 Townsend presentó una notificación de apelación. En la notificación no se indicaban los motivos del recurso, por lo que habrá que estar atentos a esta sección para obtener más información.
El propósito de OMPI Revista es fomentar los conocimientos del público respecto de la propiedad intelectual y la labor que realiza la OMPI, y no constituye un documento oficial de la Organización. Las denominaciones empleadas en esta publicación y la forma en que aparecen presentados los datos que contiene no entrañan, de parte de la OMPI, juicio alguno sobre la condición jurídica de ninguno de los países, territorios o zonas citados o de sus autoridades, ni respecto de la delimitación de sus fronteras o límites. La presente publicación no refleja el punto de vista de los Estados miembros ni el de la Secretaría de la OMPI. Cualquier mención de empresas o productos concretos no implica en ningún caso que la OMPI los apruebe o recomiende con respecto a otros de naturaleza similar que no se mencionen.