La invención del té se produjo de forma un tanto similar al descubrimiento de la gravedad o, al menos, parece compartir con este último la misma historia apócrifa. Supuestamente, hace unos siglos, cuando una manzana cayó sobre la cabeza de Isaac Newton, este se percató de la existencia de la gravedad, dándose cuenta de que la masa de la Tierra atrae la manzana hacia ella. Hace 4.759 años, en China, el emperador Shennong hervía agua cuando, según la historia, de la cual existen distintas versiones, algunas hojas y ramitas de su fuego, o de un árbol cercano, terminaron cayendo en la vasija. El resto, como se suele decir, es historia; su ingenio cambiaría el mundo: inventó el té.
El hecho de darle más importancia a la gravedad o al té depende de la visión que se tenga del mundo. La gravedad es un fenómeno natural, mientras que el té necesita ser creado. Quizá sea por ese motivo que los amantes del té le demos tanta importancia a este tema. El té tiene que ver con la civilización, las historias y, además, sabe bien.
Actualmente, se calcula que el valor del mercado mundial del té supera ligeramente los 200.000 millones de dólares de los Estados Unidos y se espera que alcance los 318.000 millones en 2025. Los principales productores de té del mundo son China, India, Kenya, Sri Lanka, Turquía e Indonesia, cuyo denominador común es la planta del té: el arbusto subtropical camellia sinensis. Recién se está empezando a revelar el verdadero alcance de las cualidades medicinales de esta planta, que fueron descubiertas por el emperador Shennong hace casi 5.000 años
En lo que se refiere al té, Indonesia tiene su propio y singular terroir. A unos 100 kilómetros al sur de Yakarta se encuentra la antigua ciudad de Bogor, la cual está situada cerca de la ladera norte de un volcán extinguido, y se conoce localmente como Kota Hujan (ciudad de la lluvia). Este lugar fértil y tropical es perfecto para el cultivo del té y en él se encuentra Tea Headquarter: la casa del té Sila, una singular marca de té indonesio. Desde allí, en su salón de té, la fundadora de la marca, Iriana Ekasari, y su socio, Redha Ardias, mezclan y elaboran té, realizan presentaciones, forman al público sobre este producto y exploran las propiedades del té indonesio poniendo sus propias marcas como ejemplo.
Iriana Ekasari está desarrollando la marca Sila. En una presentación en su antigua universidad, el Institut Pertanian Bogor (IPB), señala que, para conseguir que la producción agrícola tenga un mayor impacto económico, esta debe tener éxito en la fase posterior al proceso de producción, es decir, en el mercado. Las materias primas deben tener una marca, estar protegidas por la PI y ser desarrolladas para que el producto, los servicios y la interacción con los consumidores se combinen en un producto de valor. Para la Sra. Ekasari, la marca de té Sila añade valor, desarrolla productos e interactúa con el público por medio de nuevos productos. "Nuestra visión es hacer que el té Sila sea el más demandado en Indonesia y que su calidad lo convierta en un té extraordinario. Su aroma y alto contenido en antioxidantes constituyen el principal atractivo de este té", afirma.
El té Sila puede acompañar a los amantes del té en cuatro momentos: de paz y felicidad, de calma y relajación, de aventura, y de calidez en la montaña.
La marca Sila y el salón de té representan un magnífico ejemplo de una empresa pequeña y sostenible que transforma un producto de fabricación local a partir de una materia prima normal y corriente en un activo de valor. Aunque, en realidad, es más que eso. Si la Sra. Ekasari está en lo cierto, tanto ella como su marca Sila pueden captar el interés del público mundial. Sabe que el potencial de Sila no se limita a las laderas de Gunung Salak, pues el té atrae a una gran variedad de consumidores. Los bebedores "tradicionales" de Europa y Asia lo consumen por litros, si bien se están desarrollando nuevos mercados en los que se exploran sus propiedades saludables y nutritivas, su capacidad de penetración en los mercados de bebidas no alcohólicas y, en un nivel superior, su potencial exclusivo. Como hemos observado, se prevé que el valor del mercado mundial aumente un 50% en los próximos cinco años. La visión de la Sra. Ekasari sobre la importancia de añadir valor a los productos en su lugar de cultivo tiene que ver con el proceso transformador que puede suponer el desarrollo de la marca.
En 2021, la Sra. Ekasari tuvo la oportunidad de exhibir lo mejor de la producción de té indonesio en la Exposición Mundial del Té de Las Vegas, Nevada (Estados Unidos). Fue su primera exposición internacional y el interés allí mostrado por el té Sila sugiere que su corazonada es buena. El té Sila (el té indonesio en general) tiene la capacidad de ser desarrollado, de explorar su patrimonio y su terroir, y de crear espacios donde disfrutar del té y socializar. Lo más importante que la Sra. Ekasari se trajo de Nevada a Tea Headquarter, en Bogor, fue, como siempre, una observación: después de crear la marca, de lanzarla al mercado, de añadir servicios y una ubicación, y de desarrollar una identidad y una comunidad, la siguiente pieza del rompecabezas del desarrollo de la marca consiste en la preparación y la captación de futuros compradores y presentar el Tea Headquarter, Bogon y el té indonesio ante los consumidores de todo el mundo. Dada la trayectoria de la Sra. Ekasari, eso será coser y cantar.