El acto de beber chocolate especiado ha formado parte de la cultura mexicana durante siglos. Las leyendas del códice mixteca Zouche-Nuttall que se remontan a 800 años reflejan la conexión mística que disfrutaban los pueblos de México con el cacao. La bebida amarga de chocolate, servida en tazones especiales (xicali) y saborizada con distintas especias, era una bebida popular entre las clases altas de las sociedades mesoamericanas. Pero, en la actualidad, el interés por la tradición se está desvaneciendo.
Con sede en la Villa de Tamazulapan del Progreso en la región mixteca de México, la empresa social Oaxacanita Chocolate hace suya la rica cultura mexicana del cacao, así como los conocimientos tradicionales (CC.TT.) asociados. La empresa trabaja con comunidades indígenas para recuperar estas tradiciones, al mismo tiempo que estimula el desarrollo social, económico y medioambiental en el estado de Oaxaca.
En la región mixteca de Oaxaca, beber chocolate simboliza unidad y comunidad en los eventos sociales más importantes, como nacimientos, bodas y funerales. Estas tradiciones culinarias y su singular conexión con el chocolate han pasado de generación en generación durante siglos. “Nuestras antiguas comunidades indígenas están entre las primeras culturas del mundo en usar el chocolate como símbolo de la unión social”, dice Germán Santillán, fundador de Oaxacanita Chocolate. “A pesar de que las antiguas tradiciones mixtecas sobre cómo cultivar el cacao, elaborarlo y prepararlo se están desvaneciendo, en México, el profundo amor por el chocolate inspira a las nuevas generaciones a recuperar su legado ancestral”, explica. Santillán y su equipo se basan en este renovado interés por la cultura mexicana para recuperar las tradiciones locales del cacao.
Santillán está firmemente decidido a preservar el conocimiento indígena y, en colaboración con comunidades locales, está construyendo una empresa que hace suyos los principios del comercio justo y la sostenibilidad del medio ambiente. “Me uní a las familias indígenas locales de Oaxaca y comenzamos a trabajar en una sala vacía en la casa de mi abuela. Empezamos cultivando 20 árboles de cacao y ahora tenemos 5.000 en cultivos de cinco ciudades de la región”, añade.
En 2022, la empresa vendió más de 2.000 kilogramos de chocolate, trabajó con 30 distribuidores y tiendas independientes en nueve estados a lo largo de México, y logró expandir su presencia en Internet al Canadá y los Estados Unidos de América. Oaxacanita Chocolate es la primera empresa social chocolatera orgullosamente indígena de México que logra establecer alianzas internacionales con organizaciones como la Fundación Interamericana y el Gobierno de los EE.UU. “Hemos trabajado juntos intercambiando conocimiento indígena y conectando a todas las partes en la cadena de producción del chocolate. Esto genera bienestar y crecimiento en nuestra región”, explica Santillán.
Video: El fundador de Oaxacanita Chocolate, Germán Santillán, comenta sobre su labor para recuperar las técnicas tradicionales de elaboración de chocolate de la región mixteca de México.
Desde el comienzo de su trayectoria empresarial, Santillán ha estado firmemente decidido a llevar adelante una empresa con conciencia social que se nutre de la cultura mexicana y fortalece a las minorías. “Decidí convertirme en empresario porque para mí era importante tener una vida significativa y por el profundo amor que siento por mis raíces”, comenta.
Oaxacanita Chocolate trabaja con 30 familias que viven en las comunidades mixtecas en Oaxaca y tiene impacto en más de 3.500 personas de más de 75 comunidades indígenas y afromexicanas, incluyendo a agricultores de cacao, cocineros y artesanos de la palma (que elaboran los envases). “La mayoría de nuestros empleados son mujeres. Para algunas, es la primera oportunidad que tienen para ayudar económicamente a sus familias”, destaca Santillán en su TED talk.
En 2021, la empresa ganó el premio Goula Award a la mejor empresa de alimentos y bebidas con un propósito social de México. “No saben cuánto me emociona decirles que, gracias a nuestra labor, nos hemos posicionado por encima de otras empresas multinacionales. Los pueblos orgullosamente indígenas tienen mucho para ofrecer al mundo”, expresó Santillán en su discurso de aceptación en la ceremonia de premiación.
Oaxacanita Chocolate ha lanzado un programa educativo para niños de sectores vulnerables en la región mixteca. Conocido como La Escuelita del Cacao, el programa apunta a fomentar las prácticas tradicionales de agricultura y capacitar a las nuevas generaciones de agricultores de cacao.
“Trabajar con y para la comunidad me ha enseñado que podemos preservar las tradiciones, mientras estimulamos la economía local y nos ocupamos de un producto a escala mundial”, explica Santillán.
La empresa planea expandir La Escuelita del Cacao a otras regiones de México en colaboración con Unilever. Esta participación apunta a compartir “la alegría del cacao y del chocolate con cientos de niños”. El gobierno de los Estados Unidos, a través de su Iniciativa Jóvenes Líderes de las Américas, apoya La Escuelita del Cacao. “Con este programa, estamos empoderando a una nueva generación de guardianes del planeta a través del chocolate”, menciona Santillán.
Germán Santillán ha sido seleccionado entre los mejores 10 del programa Westerwelle Foundation Young Founders Programme como representante de un emprendimiento social latinoamericano.
Para Santillán, construir una marca que respete y haga suyas las tradiciones de la cultura mexicana del cacao ha sido una prioridad. “La prioridad de nuestra empresa es dejar como impronta un valor realista de la cultura del cacao de las comunidades indígenas de Oaxaca”, explica. “Nuestro chocolate tiene forma redondeada, como una galleta. Este se disuelve en la leche caliente logrando el chocolate caliente más sabroso que se puedan imaginar”, destaca.
Al demostrar su aprecio por los conocimientos indígenas, la empresa apunta a inspirar a otras empresas a que apoyen a sus comunidades locales. “Estamos orgullosos y honrados de colaborar con las familias de nuestra región quienes, por alguna increíble razón, y gracias a nuestros resultados y su flexibilidad, han encontrado una luz que crea una profunda sensación de orgullo de ser parte de la comunidad mixteca”.
La propiedad intelectual (PI) ha tenido un papel significativo en el desarrollo de la marca Oaxacanita Chocolate. “Lo primero que hicimos en Oaxacanita Chocolate (Oaxacanita significa “la niña de Oaxaca” en español zapoteco) fue registrar el nombre de nuestra marca. Luego abrimos nuestra página de Facebook donde suceden la mayoría de nuestras operaciones de comercialización. Allí realizamos el 80% del total de ventas”, explica Santillán.
En lo que respecta al futuro, Oaxacanita Chocolate planea promocionar su marca y aumentar su valor en numerosos mercados fuera de México. Santillán ha presentado a la empresa en TED Vancouver en el Canadá, en la Conferencia Anual de la Fundación Westerwelle en Berlín, Alemania, y en la IX Cumbre de las Américas en California, EE.UU. “Compartir nuestra iniciativa y nuestra labor en la región visibiliza lo que se puede hacer y, con suerte, inspirará a otros a replicar nuestro modelo en otras partes del mundo, lo que fortalecerá el desarrollo social, económico y cultural de esas comunidades rurales”, dice.
Oaxacanita Chocolate se ha asociado con agricultores de cacao, cocineros tradicionales y artesanas de la región de Oaxaca en México. Produce chocolate tradicional mediante un proceso especial llamado tatemado. Gracias a esta técnica mexicana de tostado, los granos de cacao adquieren un sabor intenso y se facilita la separación de la cascarilla. "Rocío, nuestra experta en tostado, conoce. perfectamente la importancia del tatemado. Ella hace el tatemado en planchas de arcilla (comales) y luego lo muele con canela, almendras y azúcar de caña en morteros de piedra. Finalmente, las manos de los cocineros tradicionales le dan forma redondeada al chocolate, siguiendo los estándares de higiene, y el producto queda listo para el consumo", explica Santillán.
Al trabajar con comunidades indígenas, Oaxacanita Chocolate ha aprendido una gran variedad de recetas regionales y ha podido crear una fiel representación de esta tradición milenaria. “Hacemos un chocolate caliente que contiene especias como la canela, y poca azúcar, lo que crea un sabor delicioso, suave y delicado que llega al corazón”, añade Santillán.
La empresa trabaja con distintos artesanos locales para crear los envases de los chocolates." Co-creamos diferentes tipos de envases, por ejemplo, canastas tejidas y tazones de arcilla realizadas por artesanos locales”, comenta Santillán.