Por Nora Manthey, editora de la Revista de la OMPI
Los Juegos Olímpicos de París 2024 ya están en marcha. Ahora bien, una vez concluidas las Olimpiadas… ¿qué es lo que nos queda? Las mascotas de París 2024 serán algo más que meros souvenirs. Además de las medallas y los honores, los bienes tangibles que perduran son los artículos promocionales y, en particular, las mascotas olímpicas.
Si bien el símbolo olímpico no ha experimentado cambios significativos desde su creación en 1913, la mascota del evento es distinta en cada edición. La primera, un pequeño esquiador llamado Shuss, debutó en los Juegos de Invierno de Grenoble en 1968. Según el Comité Olímpico Internacional (COI), Shuss estaba presente en llaveros, pines, imanes y relojes, y hasta llegó a producirse en versión inflable.
Las encargadas de enarbolar la bandera de París 2024 son la Phryge olímpica y la Phryge paralímpica. Solo en la tienda oficial de los JJ. OO. figuran en más de 150 artículos, como botellas de agua, sonajeros para bebés, bolsas de tela y gorras de béisbol. Estas criaturitas de color rojo también están disponibles en formato peluche. Pero ¿qué son en realidad?
Las Phryges se inspiran en el gorro frigio, símbolo de la libertad o la liberté por la que lucharon los revolucionarios franceses entre 1787 y 1799. Marianne, la personificación nacional de Francia, suele representarse con ese pequeño tocado rojo. Por otra parte, puede que este accesorio también le suene a uno de los complementos esenciales del atuendo de los pitufos.
Pese al carácter comercial inherente a los artículos promocionales, el COI atribuye a estos talismanes la misión de “concretar el espíritu olímpico, difundir los valores resaltados en cada edición de los Juegos, promover la historia y la cultura de la ciudad anfitriona y dar un ambiente festivo al evento”.
Solos vamos más rápido, pero juntos llegamos más lejos.
Lema de la Phryge olímpica y de la Phryge paralímpica
Si bien las mascotas encarnan la libertad, esta libertad no se ha de extender a su uso. Los Juegos Olímpicos son acontecimientos que gozan de la estricta protección que otorga la propiedad intelectual (PI), fundamental para albergar y perpetuar el Movimiento Olímpico.
El COI genera ingresos por la concesión a sus socios comerciales de derechos exclusivos, como los de comercialización y radiodifusión a escala mundial y otros beneficios derivados del patrocinio. Entre ellos se encuentran las licencias de uso de activos protegidos por la PI relacionados con los Juegos, como por ejemplo las mascotas, que son propiedades olímpicas. Hay varios derechos vinculados a las mascotas de las Olimpiadas:
Carlos Castro, jefe de PI del Departamento de Asuntos Jurídicos del COI, con sede en Lausana (Suiza), explicó en qué consiste la protección de la PI en el contexto de los Juegos Olímpicos en un artículo publicado en 2019 para la Revista de la OMPI: “La protección de la PI es fundamental para garantizar que podamos seguir generando ingresos, que luego se reparten en beneficio de los deportistas y los atletas de todo el mundo”.
Los artículos promocionales de los JJ. OO. ostentan marcas olímpicas registradas, como “París 2024” y los diseños de las Phryges.
En todas las ediciones de los Juegos, estos materiales promocionales se enmarcan en la estrategia general de negociación de licencias del COI. Aunque todavía no se han publicado las cifras de 2024, en las Olimpiadas de Tokio 2020 hubo 127 licenciatarios responsables de la creación de 7994 productos. Según el último Olympic Marketing Fact File del COI , una publicación sobre las políticas y los programas de marketing del Comité, estos materiales de promoción comercial reportaron unos ingresos de 52 millones de dólares de los EE. UU. a los comités organizadores de los Juegos Olímpicos (COJO). En los JJ. OO. de Londres 2012, 55 licenciatarios ingresaron 119 millones de dólares de los EE. UU. por la venta de artículos promocionales. Este récord solo fue superado por los Juegos de Invierno de Beijing 2022, con más de 8000 productos que, a través de 87 licenciatarios, generaron unos ingresos de 157 millones de dólares de los EE. UU.
Los fondos obtenidos mediante los programas de negociación de licencias financian todos los gastos asociados a los Juegos, además de otras fuentes de ingresos procedentes de la venta de entradas y los derechos de radiodifusión, que suponen el grueso de la recaudación (más del 60 %).
Y los fondos se destinan a otros ámbitos aparte de los propios Juegos. De acuerdo con las declaraciones de Castro, los ingresos generados por el uso estratégico de los derechos de PI por parte del COI se redistribuyen entre los atletas, los comités organizadores, las organizaciones deportivas y otras entidades beneficiarias.
El COI afirma que solo se queda con el 10 % de estos ingresos en concepto de costos operativos y distribuye el 90 % restante entre las organizaciones integrantes del Movimiento Olímpico.
Según el COI, este reparto se traduce en la distribución de más de 4,2 millones de dólares de los EE. UU. al día en apoyo de atletas y organizaciones deportivas de todas las categorías en todo el mundo. Todo esto no sería posible sin la financiación resultante del uso estratégico de sus activos de PI.
Si bien el COI opera a título de organismo internacional, las mascotas y demás artículos promocionales generan ingresos sobre el terreno para los comités organizadores de los Juegos Olímpicos (COJO) de las ciudades anfitrionas.
Aunque Shuss fue la primera mascota olímpica, su presencia en Grenoble no tuvo carácter oficial. La primera mascota oficial, un perro llamado Waldi, se presentó durante los Juegos Olímpicos de Múnich 1972.
Esta ciudad alemana también fue la primera en poner en marcha un programa de monedas conmemorativas de las Olimpiadas. Desde los JJ. OO. de Múnich, la recaudación de la venta de productos numismáticos se ha destinado en su mayor parte a los comités organizadores de las ciudades anfitrionas. Así, Múnich recaudó 300 millones de dólares de los EE. UU. y no se vio en la necesidad de subir los impuestos para compensar los costos de los Juegos.
El camino que recorre este acontecimiento deportivo desde la óptica de la PI comienza mucho antes de la ceremonia de inauguración de los Juegos. La elección de la ciudad anfitriona por parte del COI es el pistoletazo de salida de un sinfín de actividades. Por ejemplo, la mayoría de las ciudades registran sus marcas en los albores de su andadura olímpica. En las declaraciones que hizo para la OMPI en 2019, Castro señaló que ya se habían registrado marcas para Tokio 2020, Beijing 2022, París 2024 y Los Ángeles 2028.
Las ciudades que aspiran a albergar los Juegos Olímpicos deben presentar un expediente de candidatura con una descripción detallada de cómo organizarán el evento. Este documento también recoge lo siguiente: una lista de obras literarias, artísticas y audiovisuales susceptibles de protección por derecho de autor; los diseños, logotipos, emblemas o eslóganes susceptibles de protección en calidad de marcas olímpicas o diseños industriales; y los datos relativos al proyecto de organización de los Juegos, cuya compilación, conservación y disposición también pueden acogerse a la protección por derecho de autor.
Los anillos olímpicos que adornan la Torre Eiffel durante estos días también gozan de una férrea protección. Presentado en 1913 y oficializado en 1920, este logotipo se ha convertido en un símbolo reconocible en todo el mundo (el COI estima que el 93 % de la población sabe identificarlo). Los cinco anillos entrelazados de color azul, amarillo, negro, verde y rojo representan los cinco continentes y su unión en el encuentro de los atletas.
Dicho esto, los JJ. OO. van más allá del deporte. Los Juegos Olímpicos son un acontecimiento internacional de gran interés para muchas empresas. En cualquier caso, si no es un patrocinador oficial, lo mejor es actuar con prudencia. El denominado “marketing parasitario” o todo intento de asociación falsa o no autorizada con las propiedades olímpicas o los Juegos Olímpicos puede ser objeto de acciones judiciales. En efecto, los anillos también son propiedades olímpicas.
El símbolo olímpico está sujeto a la protección de la PI. De hecho, cuenta con un tratado propio, adoptado en Nairobi el 26 de septiembre de 1981 y administrado por la OMPI. El Tratado de Nairobi sobre la protección del Símbolo Olímpico obliga a las partes contratantes a prohibir su uso con fines comerciales y a denegar o invalidar el registro de cualquier marca que consista en el símbolo olímpico o lo contenga, a menos que lo autorice el COI.
Fue Charles Mugane Njonjo, entonces ministro de Asuntos Constitucionales y de Interior de Kenya, quien presentó la propuesta original de salvaguardar el símbolo olímpico. En su discurso de apertura de la conferencia, recordó que en 1977 había escrito a Arpad Bogsch, a la sazón director general de la OMPI, para manifestarle su preocupación por los perjuicios económicos que sufrían los comités olímpicos nacionales por la indefensión del símbolo olímpico, que daba lugar a su explotación generalizada.
“Excmo. Sr., solicitamos su ayuda para poner remedio a esta utilización abusiva de un símbolo deportivo internacional (…)”. Es entonces cuando, haciendo uso de un término deportivo, declaró que pasaba el balón a la OMPI.
¡Deseamos a todos los atletas y espectadores de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de París 2024 toda la suerte del mundo y un plétora de recuerdos imborrables!
Con aportaciones complementarias de Michele Woods y Violeta Ghetu (OMPI).
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