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PE034-j

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Sala Especializada en Propiedad Intelectual, Resolución del 23 de noviembre de 2009. Resolución Número: 3132-2009 TPI- INDECOPI

DENUNCIANTE

DIRECCIÓN DE DERECHO DE AUTOR

 

Comisión de Derecho de Autor

 

RESOLUCIÓN Nº 0142-2008/CDA-INDECOPI

 

EXPEDIENTE Nº 001573-2007/ODA (Acumulado con el expediente Nº 000829-2008/ODA)

 

DENUNCIANTE: DE OFICIO

 

DENUNCIADO: ALFREDO BRYCE ECHENIQUE

 

MATERIA:  INFRACCIÓN A LOS DERECHOS MORALES DE PATERNIDAD E INTEGRIDAD INFRACCIÓN AL DERECHO PATRIMONIAL DE REPRODUCCIÓN.

 

SUMILLA: En el presente procedimiento de denuncia por infracción a los derechos morales de paternidad e integridad, y patrimonial de reproducción, de varios autores de obras literarias en la modalidad de plagio iniciado de Oficio contra Alfredo Bryce Echenique, la Comisión ha resuelto declarar FUNDADA en parte dicha denuncia, sancionando al denunciado con una multa ascendente a 50 UIT.

 

Lima, 24 de diciembre de 2008

 

I. ANTECEDENTES

 

El 29 de setiembre de 2006, el señor Herbert Briand Morote Rebolledo interpuso una denuncia ante la Oficina de Derechos de Autor del INDECOPI (ahora Comisión de Derecho de Autor) contra el señor Alfredo Bryce Echenique por presunta infracción a sus derechos morales de paternidad, divulgación e integridad y patrimoniales de reproducción y distribución respecto de la obra “Pero…¿Tiene el Perú salvación?”. Dicho procedimiento fue tramitado en el expediente Nº 001538-2006/ODA.

 

El 11 de abril de 2007, dentro del procedimiento iniciado en el referido expediente Nº 001538-2006/ODA, el señor Herbert Briand Morote Rebolledo presentó un escrito señalando que el señor Alfredo Bryce Echenique habría publicado los siguientes artículos en el diario El Comercio de Lima, Perú, los cuales constituirían un plagio de diversos autores:

 

a. “Potencias sin poder”, publicado el 18 de marzo de 2007, que sería un plagio de la obra “Potencias sin poder” de Oswaldo de Rivero, publicada presuntamente en la revista “Quehacer” de Perú el 12 de mayo de 2005.

b. “La tierra prometida”, publicado el 12 de noviembre de 2006, que sería un plagio de la obra “Las esquinas habitadas” de José María Pérez Álvarez, publicada presuntamente en la revista “Jano” de España en marzo del 2005.

c. “Los muertos más rentables del mundo”, publicado el 10 de diciembre de 2006, que sería un plagio de la obra “La leyenda de John Lennon genera 19 millones de euros al año” de Nacho Para, publicada presuntamente en el diario de Extremadura, de España, el 08 de diciembre de 2005.

d. “Tabaco y mujer”, publicado el 15 de octubre de 2005, que sería un plagio de la obra “Uso social del tabaco” de Eulalia Solé, publicada presuntamente en el diario La Vanguardia de España el 29 de julio de 2005.

e. “La decadencia del imperio americano”, publicado el 05 de marzo de 2006, que sería un plagio de la obra “El declive del poder estadounidense” de Graham Fuller, publicada presuntamente en el diario La Vanguardia, de España, el 07 de diciembre de 2005.

f. “Londres busca detectives”, publicado el 23 de julio de 2006, que sería un plagio de la obra “Londres busca detectives” de Carlos Sentís, publicada presuntamente en el diario La Vanguardia, de España, el 29 de julio de 2005

 

Sin embargo, los medios probatorios referidos a los presuntos plagios anteriormente señalados fueron desestimados al no ser materia de la controversia que se tramitaba en el expediente Nº 001538-2006/ODA, la cual únicamente estaba referida al supuesto plagio de la obra “Pero…¿Tiene el Perú salvación?” del señor Morote Rebolledo.

 

Respecto a dicha obra, mediante Resolución Nº 0323-2007/ODA-INDECOPI del 12 de octubre de 2007, la Oficina de Derechos de Autor del INDECOPI declaró infundada la denuncia presentada por el señor Herbert Briand Morote Rebolledo por insuficiencia de pruebas. Dicha Resolución fue confirmada por la Sala de Propiedad Intelectual del Tribunal del INDECOPI mediante Resolución Nº 1121-2008/TPI-INDECOPI del 13 de mayo de 2008.

 

1.1 Trámite del expediente Nº 001573-2007/ODA-INDECOPI

 

Dado que la Oficina de Derechos de Autor había tomado conocimiento de la posible comisión de plagio por parte del señor Bryce Echenique en perjuicio de diversos autores, a raíz de la denuncia del señor Morote, el 14 de noviembre de 2007, la Oficina de Derechos de Autor del INDECOPI (actualmente Comisión de Derecho de Autor), inició una denuncia de oficio contra el señor Alfredo Bryce Echenique (en adelante el denunciado), por supuesta infracción a los derechos morales de paternidad e integridad, y patrimonial de reproducción, establecidos en los artículos 24º, 25º y 32º del Decreto Legislativo 822, Ley sobre el Derecho de Autor, de los autores de las obras literarias “Potencias sin poder” (Oswaldo de Rivero), “Uso social del tabaco” (Eulalia Solé), “El declive del poder estadounidense” (Graham Füller), “Las esquinas habitadas” (José María Pérez Álvarez), “La leyenda de John Lennon genera cerca de 19 millones de euros al año” (Nacho Para) y “Londres busca detectives” (Carlos Sentís) en la modalidad de plagio. En consecuencia, se corrió traslado de la denuncia, indicando que el denunciado debía presentar sus descargos dentro del plazo de cinco (05) días hábiles, contados a partir del día siguiente de la notificación.

 

El 27 de noviembre de 2007, el abogado Enrique Ghersi Silva, en representación del denunciado, solicitó una prórroga para presentar sus descargos.

 

El 03 de diciembre de 2007, la Oficina de Derechos de Autor (actualmente Comisión de Derecho de Autor) dispuso que previamente a proveer el escrito presentado por el abogado Enrique Ghersi Silva, éste debía presentar un nuevo poder que lo acreditase como representante legal del denunciado Alfredo Bryce Echenique para el presente procedimiento[1].

 

El 07 de diciembre de 2007, el abogado Enrique Ghersi Silva solicitó a la Oficina de Derechos de Autor que disponga la nulidad del acto de notificación de la Resolución del 14 de noviembre de 2007 que admite a trámite la denuncia, la misma que se efectuó en su domicilio sito en la Casilla Nº 1547 del Colegio de Abogados de Lima, solicitando que se proceda a notificar dicha Resolución en el domicilio real del denunciado, sito en Sepúlveda Nº 93, 4, 1ª, Barcelona, España.

 

Mediante Resolución del 18 de enero de 2008, la Oficina de Derechos de Autor dispuso lo siguiente:

 

- Desestimar la nulidad del acto de notificación de la Resolución del 14 de noviembre del 2007, el cual fue realizado con arreglo a ley, sin perjuicio de que no haya surtido sus efectos.

 

- Notificar la Resolución del 14 de de noviembre de 2007 en Sepúlveda Nº 93, 4º, 1ª, Barcelona, España, a fin de evitar una posible afectación al derecho de defensa del denunciado.

 

- Solicitar a la Dirección de Trámites Consulares del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú el diligenciamiento del exhorto consular que correspondía dirigir al denunciado.

 

El 09 de mayo de 2008, el abogado Enrique Ghersi Silva cumplió con presentar el correspondiente poder que lo faculta para representar al denunciado Alfredo Bryce Echenique ante la Oficina de Derechos de Autor en cualquier procedimiento que se inicie en su contra.

 

El 19 de mayo de 2008, el denunciado cumplió con presentar sus descargos. En los mismos, manifiesta lo siguiente:

 

- El presente procedimiento ha sido iniciado por la Oficina de Derechos de Autor para salvaguardar intereses de autores que no ostentan la nacionalidad peruana y cuyas obras no han sido publicadas en el Perú, irrogándose la facultad de “custodiar” los derechos patrimoniales de terceros como si se tratara de un tema de orden público donde el Estado debiera participar.

 

- Al no haber sido publicadas dichas obras en territorio peruano, no se puede pretender que su protección sea otorgada por norma peruana alguna.

 

- El artículo 203º del Decreto Legislativo 822[2] señala expresamente que las normas peruanas se aplicarán también a las obras extranjeras, siempre y cuando sea necesario aplicar éstas en el territorio peruano. Así, es necesario que exista una vinculación entre las obras y el territorio peruano, lo cual no se ha dado en momento alguno.

 

- Debe tenerse en cuenta que el Decreto Legislativo 822 no es una norma autónoma, que sea de aplicación en todo el mundo, ya que precisamente la base del ordenamiento jurídico está en ser autónomo y buscar el orden y no la confrontación internacional.

 

- Es claro que la norma de conflicto peruana señala que en el caso que se pretenda hacer valer derechos emanados de una obra literaria, la norma jurídica aplicable será la que esté determinada por los tratados internacionales. En este caso, las normas aplicables serían las contenidas en el Convenio de Berna, el mismo que establece expresamente entre los criterios para la protección que los autores sean nacionales de un país de la Unión y que las obras se hayan publicado por primera vez en un país de la Unión.

 

- Por otro lado, el denunciado ha señalado en reiteradas oportunidades que las obras materia del presente procedimiento no han sido publicadas con su autorización, negando incluso ser autor de las mismas.

 

Asimismo, el denunciado dedujo las excepciones de incompetencia, falta de legitimidad para obrar activa del INDECOPI y prescripción:

 

a) Excepción de Incompetencia.-

 

Al respecto, el denunciado señala lo siguiente:

 

- El INDECOPI no es el órgano encargado de conocer la presente controversia por razón de territorialidad. El artículo 203º del Decreto Legislativo 822 establece que las normas peruanas se aplicarán también a las obras extranjeras, siempre y cuando ello sea necesario. Así pues, sería necesario que exista una vinculación de las obras con el territorio nacional, lo cual, en el presente caso, no se ha dado.

 

- El artículo 2057º del Código Civil, norma de derecho internacional privado aplicable al presente caso por tratarse de obras publicadas en el extranjero, señala que “Los tribunales peruanos son competentes para conocer de las acciones contra personas domiciliadas en el territorio nacional”.

 

- En el presente caso, el denunciado no domicilia en el Perú, por lo que las autoridades peruanas carecen de competencia territorial para analizar el presente caso de acuerdo con lo dispuesto en el Código Civil.

 

b) Excepción de falta de legitimidad para obrar activa del INDECOPI.

 

- Los derechos a los que se refiere la denuncia son de naturaleza patrimonial, razón por la cual el INDECOPI no puede de oficio suplantar los derechos sustantivos de las partes integrantes de una relación jurídico sustantiva.

 

- Un procedimiento de oficio es una excepción a la norma y se da cuando la autoridad nacional competente decide iniciar una denuncia si es que hay un interés público.

 

- En el caso concreto, INDECOPI tiene facultades para iniciar un procedimiento de oficio sólo cautelando aquellos supuestos actos que vulneran el orden público y son de interés público. En el caso concreto, la protección de los derechos patrimoniales de los autores de las obras materia del presente procedimiento no tiene contenido público.

 

c) Excepción de prescripción.

 

- En el caso de la obra literaria “El declive del poder estadounidense”, la supuesta infracción habría concluido el 05 de marzo de 2006, por lo que habrían transcurrido dos años contados desde la fecha en que cesó el acto que constituye una presunta infracción.

 

1.2 Trámite del expediente Nº 00829-2008/ODA

 

El 13 de marzo de 2008, el señor Herbert Briand Morote Barrionuevo puso en conocimiento de la Oficina de Derechos de Autor la existencia de veinte presuntas nuevas infracciones a los derechos morales de paternidad e integridad, y patrimonial de reproducción, de distintos autores por parte del denunciado Alfredo Bryce Echenique, de acuerdo a una investigación realizada por la doctora María Soledad de la Cerda. De acuerdo con lo señalado por el señor Morote Barrionuevo, dichos presuntos plagios se habrían producido respecto de las siguientes obras:

 

- “América Latina: ¿regresando del pasado para enfrentar el futuro?” de autoría de Jordi Urgell, publicada en noviembre de 2005.

 

- “La estupidez perjudica gravemente la salud” de autoría de Jordi Cebrià Andreu y Víctor Cabré Segarra, publicada el 07 de octubre de 2005.

 

- “Estrellas médicas” de autoría de Sergi Pàmies, publicada en abril de 2004.

 

- “Contra las fotos de ataúdes con soldado dentro” de Josep Pernau, publicada en mayo de 2004.

 

- “El intrigante Antonio Salieri” de Blas Gil Extremera.

 

- “La angustia de Kafka” de Juan Carlos Ponce, publicada en octubre de 2005.

 

- “Sartre y la literatura” de Juan Carlos Ponce.

 

- “John Steinbeck, un novelista de los oprimidos” de Juan Carlos Ponce, publicada en marzo de 2002.

 

- “Cary Grant, un ícono del cine” de Juan Soto Viñolo y Carmen Lloret.

 

- “John Ford, la épica del western” de Blas Gil Extremera, publicada en mayo de 2005.

 

- “William Blake y los proverbios del infierno” de Jorge de la Paz, publicada en setiembre de 1986.

 

- “El psicoanálisis en el cine de Woody Allen” de Benjamín Herreros Ruiz Valdepeñas, publicada en marzo del 2002.

 

- “1905, el año maravilloso” de Victoria Toro, publicada en abril de 2005.

 

- “Cultura y civilizaciones” de Cristóbal Pera, publicada en octubre de 2005.

 

- “La enfermedad de la nostalgia” de Luis M. Iruela, publicada en octubre de 2005.

 

- “La correspondencia entre Pound y Joyce” de Odile Baron Supervielle, publicada el 07 de octubre de 1998.

 

- “La nueva amenaza nuclear” de Oswaldo de Rivero, publicada en mayo de 2005.

 

- “Ségolène, de corazón” de Francesc-Marc Álvaro, publicada el 20 de noviembre de 2006.

 

- “¿Cómo combatir el terrorismo?” de Joseph María Puigjaner, publicada el 29 de julio de 2005.

 

- “Cuerpos distorsionados y desfigurados: lo grotesco y lo freak en la cultura actual” de Cristóbal Pera, publicada en marzo de 2001.

 

El 04 de julio de 2008, la Oficina de Derechos de Autor, luego de una revisión de los medios probatorios presentados por el señor Herbert Briand Morote Barrionuevo, considerando lo dispuesto en el artículo 105º de la Ley del Procedimiento Administrativo General[3], Ley 27444, dispuso iniciar de oficio una denuncia administrativa contra Alfredo Bryce Echenique, por supuesta infracción a los derechos morales de paternidad e integridad, y patrimonial de reproducción, establecidos en los artículos 24°, 25º y 32º del Decreto Legislativo N° 822, de los autores de las obras literarias “América Latina: ¿regresando al pasado para enfrentar el futuro?” (Jordi Urgell), “La estupidez perjudica gravemente la salud” (Jordi Cebría Andreu y Victor Cabré Segarra), “Estrellas Médicas” (Sergi Pámies), “Contra las fotos de ataúdes con soldado dentro” (Josep Pernau), “La angustia de Kafka” (Juan Carlos Ponce), “John Steinbeck, un novelista de los oprimidos” (Juan Carlos Ponce), “John Ford, la épica del Western” (Blas Gil Extremera) , “William Blake y los proverbios del Infierno” (Jorge De La Paz) , “El psicoanálisis en el cine de Woody Allen” (Benjamín Herreros Ruiz Valdepeñas) , “1905, el año Maravilloso” (Victoria Toro) , “Cultura y Civilizaciones” (Cristóbal Pera), “La enfermedad de la Nostalgia” (Luis M. Iruela) , “La correspondencia entre Pound y Joyce” (Odile Baron Supervielle) , “La Nueva amenaza nuclear” (Oswaldo de Rivero), ”Ségolène, de corazón” (Francesc-Marc Alvaro), “¿Cómo combatir el terrorismo?” (Joseph María Puigjaner), “Cuerpos distorsionados y desfigurados: lo grotesco y lo freak en la cultura actual” (Cristóbal Pera), en la modalidad de plagio. Asimismo, ordenó la acumulación del procedimiento seguido en el expediente 00829-2008/ODA al que se sigue en el expediente Nº 001573-2007/ODA.

 

El 15 de julio de 2008, el abogado Enrique Ghersi Silva solicitó que se notifique la Resolución del 04 de julio de 2008 al denunciado Alfredo Bryce Echenique a su domicilio real sito en Sepúlveda Nº 93,4º,1ª, Barcelona, España.

 

Mediante Resolución del 19 de agosto de 2008, la Oficina de Derechos de Autor tuvo por válido y eficaz el acto de notificación de la Resolución del 04 de julio de 2008 y, en consecuencia, por bien notificado de la misma al denunciado Alfredo Bryce Echenique.

 

El 01 de septiembre de 2008, el abogado Enrique Ghersi Silva, en representación de Alfredo Bryce Echenique, apeló la Resolución del 19 de agosto de 2008 y, subordinadamente, solicitó se declare la nulidad de la misma.

 

Mediante Resolución Nº 0026-2008/CDA-INDECOPI del 23 de septiembre de 2008, la Comisión de Derecho de Autor dispuso lo siguiente:

 

- Declarar improcedente el recurso de apelación interpuesto el 01 de septiembre de 2008 por Alfredo Bryce Echenique, debidamente representado por Enrique Ghersi Silva, contra la Resolución de fecha 19 de septiembre de 2008.

 

- Declarar infundada la solicitud de nulidad interpuesta subordinadamente el 01 de septiembre de 2008 por Alfredo Bryce Echenique, debidamente representado por Enrique Ghersi Silva, contra la Resolución de fecha 19 de septiembre de 2008.

 

El 13 de octubre de 2008, Alfredo Bryce Echenique, representado por el abogado Enrique Ghersi Silva, solicitó el uso de la palabra.

 

Mediante Resolución del 03 de noviembre de 2008, la Comisión de Derecho de Autor citó a audiencia de informe oral para el día jueves 13 de noviembre de 2008.

 

El día 13 de noviembre de 2008, no se pudo llevar a cabo la audiencia de informe oral programada para la fecha debido a la inasistencia injustificada del denunciado o su representante legal.

 

II. CUESTIONES PREVIAS

 

A criterio de la Comisión, las cuestiones previas en el presente procedimiento consisten en lo siguiente:

 

● Si la Comisión de Derecho de Autor del Indecopi (antes Oficina de Derechos de Autor) es competente para conocer el presente procedimiento.

 

● Si la Oficina de Derechos de Autor (ahora Comisión de Derecho de Autor) contaba con legitimidad para iniciar de oficio el presente procedimiento.

 

● Si ha prescrito en vía administrativa el plazo para conocer una presunta infracción al derecho de autor de Graham Fuller respecto de la obra “El declive del poder estadounidense”.

 

● Si las páginas web son medios probatorios idóneos a efecto de su valoración en el presente procedimiento.

 

III. CUESTIONES EN DISCUSIÓN

 

A criterio de la Comisión de Derecho de Autor, la cuestión en discusión en el presente procedimiento consiste en lo siguiente:

 

● Determinar si el denunciado ALFREDO BRYCE ECHENIQUE, ha incurrido en infracción a los derechos morales de paternidad e integridad y patrimonial de reproducción de los autores Oswaldo de Rivero, Graham Fuller, Eulália Solé, José María Pérez Álvarez, Nacho Para, Carlos Sentís, Jordi Ugell, Jordi Cebriá Andreu, Víctor Cabré Segarra, Sergi Pámies, Josep Pernau, Juan Carlos Ponce, Blas Gil Extremera, Jorge de la Paz, Benjamín Herreros Ruiz Valdepeñas, Victoria Toro, Cristóbal Pera, Luis M. Iruela, Odile Barón Supervielle, Fransesc-Marc Álvaro y Joseph María Puigjaner.

 

IV. ANÁLISIS DE LAS CUESTIONES PREVIAS

 

4.1 Facultades de la Comisión de Derecho De Autor

 

La Dirección de Derecho de Autor del INDECOPI, es la autoridad nacional competente responsable de cautelar y proteger administrativamente el Derecho de Autor y los Derechos Conexos, resolviendo en primera instancia las causas contenciosas y no contenciosas que le sean sometidas a su jurisdicción, por denuncia de parte o por acción de oficio, de conformidad con lo establecido en el artículo 168° del Decreto Legislativo 822, Ley de Derecho de Autor, y en el artículo 38º del Decreto Legislativo 1033, Ley de Organización y Funciones del INDECOPI.

 

Que, el artículo 38º del Decreto Legislativo 1033 señala lo siguiente:

 

“38.1 Corresponde a la Dirección de Derecho de Autor proteger el derecho de autor y los derechos conexos. En la protección de los referidos derechos es responsable de cautelar y proteger administrativamente el derecho de autor y los derechos conexos.

 

38.2 Adicionalmente, resuelve en primera instancia las causas contenciosas y no contenciosas que le sean sometidas a su jurisdicción, por denuncia de parte o por acción de oficio. Administra el registro nacional de derecho de autor y derechos conexos, así como los actos constitutivos o modificatorios correspondientes a las sociedades de gestión colectiva y derechos conexos; mantiene y custodia el depósito legal intangible, entre otras funciones establecidas en la ley de la materia.”

 

Asimismo, el artículo 35º del Decreto Legislativo 1033 ha señalado que al interior de cada Dirección habrá una Comisión, la cual es un órgano colegiado que tendrá autonomía funcional respecto del Director correspondiente.

 

En el caso de la Comisión de Derecho de Autor, la misma cuenta con las siguientes facultades, de acuerdo a lo establecido en el artículo 42.2. del Decreto Legislativo 1033:

 

“42.2. Las Comisiones mencionadas en el numeral anterior son competentes para pronunciarse respecto de: (…) c) En el caso de la Dirección de Derecho de Autor, sobre nulidad y cancelación de partidas registrales de oficio o a pedido de parte; y las acciones por infracción a los derechos de propiedad intelectual bajo su competencia.”

 

Asimismo, de acuerdo a lo establecido en el artículo 42.3 del Decreto Legislativo 1033, la Comisión de Derechos de Autor tiene las siguientes facultades:

 

“42.3. Las Comisiones de Propiedad Intelectual tienen las siguientes características: (…)

 

b) Resuelven en primera instancia administrativa los procedimientos trilaterales y sancionadores a que se refiere el numeral anterior, así como las acciones de nulidad y cancelación iniciadas de oficio; (…)”

 

De acuerdo a lo señalado en el párrafo anterior, la Comisión de Derecho de Autor es la entidad competente para pronunciarse respecto de las acciones por infracción a los derechos de autor y derechos conexos iniciadas a pedido de parte o de oficio.

 

Asimismo, de acuerdo con el literal g) del artículo 169° de la Ley de Derecho de Autor (Decreto Legislativo Nº 822), la Comisión posee la atribución de dictar medidas preventivas o cautelares y sancionar de oficio o a solicitud de parte, las infracciones o violaciones a la legislación nacional e internacional sobre el derecho de autor y derechos conexos, pudiendo amonestar, multar, incautar o decomisar, disponer el cierre temporal o definitivo de los establecimientos donde se cometa infracción a la legislación de derechos de autor y derechos conexos.

 

4.2 Si la Comisión de Derecho de Autor es competente para conocer el presente procedimiento.

 

El denunciado sostiene que la Comisión de Derecho de Autor no sería competente para conocer el presente procedimiento por razón de territorialidad, pues no existe vínculo alguno entre las obras objeto de la denuncia y el territorio peruano.

 

Cabe señalar que el denunciado ha interpuesto la excepción bajo análisis únicamente respecto de las obras “Potencias sin poder” (Oswaldo de Rivero), “Uso social del tabaco” (Eulalia Solé), “El declive del poder estadounidense” (Graham Füller), “Las esquinas habitadas” (José María Pérez Álvarez), “La leyenda de John Lennon genera cerca de 19 millones de euros al año” (Nacho Para) y “Londres busca detectives” (Carlos Sentís), al haber presentado la misma junto con sus descargos de la denuncia iniciada en virtud de la Resolución del 14 de noviembre de 2008 y de manera previa a los cargos imputados mediante Resolución del 13 de marzo de 2008.

 

Así, es pertinente señalar que uno de los requisitos de validez de todo acto administrativo emitido dentro de un procedimiento es la competencia que debe tener el órgano de la Administración a fin de conocer el caso que se está discutiendo ante el mismo.

 

En ese sentido, el numeral 1 del artículo 3º de la Ley del Procedimiento Administrativo General establece lo siguiente:

 

Artículo 3º

Son requisitos de validez de los actos administrativos:

1.                        Competencia.- Ser emitido por el órgano facultado en razón de la materia, territorio, grado, tiempo y cuantía, a través de la autoridad regularmente nominada al momento del dictado y en caso de órganos colegiados, cumpliendo los requisitos de sesión, quórum y deliberación indispensables para su emisión

(…)”.

 

Al respecto, Juan Carlos Morón señala al comentar el artículo precitado, lo siguiente:

 

En la definición de competencia participan dos factores: la potestad atribuida al órgano u organismo a cargo de la función administrativa y el régimen de la persona o conjunto de personas que revestidos de funciones administrativas, representan al órgano u organismo titular de la competencia. La noción de competencia precisa tanto la habilitación para la actuación del órgano que los dicta, como la corrección en la investidura de dicho órgano por las personas físicas.

La primera viene a ser el elemento particular que habilita a un órgano de la Administración para adoptar una decisión o generar una actuación administrativa determinada (acto administrativo, contrato, acto de Administración, etc.), convirtiéndose así, en la medida de la potestad o atribución que le ha sido conferida por norma expresa.

A diferencia de la capacidad civil, con la que se suele hacer comparaciones por la análoga función que ambas cumplen, en el derecho público, la incapacidad es la regla, en tanto no exista una norma que atribuya la capacidad para actuar en determinado sentido. Pero esta regla se matiza con el deber de las autoridades de agotar todas sus posibilidades de actuación una vez otorgada la competencia por ley. Según este matiz, cuando una atribución le es asignada regularmente cada órgano queda sujeto al deber de búsqueda de ese objetivo por los medios que le posibilite el ordenamiento, y no sigue sujeta a la literalidad de la norma, de forma tal que tenga que esperar normativa expresa para cada acción o proceso interno, de impulso o ejecución[4].

 

En virtud de lo dispuesto en el artículo 42.2 del Decreto Legislativo 1033, la Comisión de Derecho de Autor es la autoridad competente para conocer las acciones por infracción al derecho de autor bajo su competencia.

 

Asimismo, el artículo 1º del Decreto Legislativo 822 señala que:

 

 “Las disposiciones de la presente ley tienen por objeto la protección de los autores de las obras literarias y artísticas y de sus derechohabientes, de los titulares de derechos conexos al derecho de autor reconocidos en ella y de la salvaguardia del acervo cultural. Esta protección se reconoce cualquiera que sea la nacionalidad, el domicilio del autor o titular del respectivo derecho o el lugar de la publicación o divulgación[5].

 

Por su parte, el artículo 203º del Decreto Legislativo 822 señala que:

 

Las obras, interpretaciones y ejecuciones artísticas, producciones fonográficas, emisiones de radiodifusión o transmisiones por hilo, cable, fibra óptica u otro procedimiento análogo, grabaciones audiovisuales, fijaciones fotográficas y demás bienes intelectuales extranjeros, gozarán en la República del trato nacional, cualquiera que sea la nacionalidad o el domicilio del titular del respectivo derecho o el lugar de su publicación o divulgación[6].

 

Al respecto, Ricardo Antequera Parrilli sostiene lo siguiente:

 

Para completar el tema del ámbito de aplicación de la ley en la protección de las obras, interpretaciones, producciones, emisiones y demás bienes intelectuales extranjeros, debe acudirse al análisis conjunto de los artículos 1º y 203º del Decreto Legislativo 822.

Así, como quiera que, en principio, la ley interna solamente protege a las obras, interpretaciones, producciones o emisiones nacionales (de acuerdo a los criterios que se fijen para determinar la “nacionalidad” de dichas obras y producciones intelectuales tuteladas), queda por determinar si la esfera de aplicación de la ley comprende también a las creaciones y demás prestaciones extranjeras, y bajo cuáles condiciones.

En ese sentido, como lo enseña la doctrina, la primera fuente específica son los Tratados Internacionales, que en esta disciplina (v.gr.: Convenio de Berna, art. 5,1; Convención Universal, art. II, 1) reconocen el principio de “trato nacional” (también adoptado en el Acuerdo sobre los ADPIC, art. 3,1), por el cual los autores gozan en los demás países miembros del Convenio de los derechos que las leyes respectivas conceden a sus propios nacionales.

Pero el problema se plantea cuando no existe una vinculación entre dos estados por el mismo Convenio Internacional, por ejemplo, si el país de origen de la obra no está obligado por ninguna Convención respecto de aquel otro país donde el autor extranjero reclama la protección.

Es acá donde se presenta la injusta solución legislativa de la “reciprocidad”, o sea, que a falta de Convención aplicable ese autor extranjero debe probar que en el país de origen se otorga una protección equivalente a las obras provenientes de áquel donde demanda la tutela legal.

Y es injusta porque siendo un derecho fundamental del ser humano, (…), su reconocimiento no debe estar sometido a complicados requisitos formales, más cuando el autor reclamante sería una víctima de la inacción del país de origen en cuanto a su adhesión a los Convenios Internacionales sobre la materia.

De allí que cobre singular importancia el dispositivo que inspira el segundo párrafo del artículo 1º y el artículo 203º del Decreto Legislativo 822 cuando reconoce el principio de “asimilación del extranjero al nacional” (el cual tiene sus antecedentes en otras legislaciones como las de Bélgica, Francia y Uruguay), haya o no Convención Internacional aplicable, de manera que se concede la protección a las obras, interpretaciones, producciones, emisiones y demás bienes intelectuales tutelados por la ley, cualquiera que sea la nacionalidad o el domicilio del titular del respectivo derecho o el lugar de publicación o divulgación.

En consecuencia, todo titular de un derecho de autor o de un derecho conexo al autoral, puede reclamar en el Perú la protección de la ley peruana, haya o no Convención Internacional aplicable, de manera que se concede la protección a las obras, interpretaciones, producciones, emisiones y demás bienes intelectuales tutelados por la ley, cualquiera que sea la nacionalidad o el domicilio del titular del respectivo derecho o el lugar de publicación o divulgación.

En consecuencia, todo titular de un derecho de autor o de un derecho conexo al autoral, puede reclamar en el Perú la protección de la ley peruana, haya o no Convención Internacional aplicable, y sin importar su nacionalidad o domicilio, o el país de origen de su obra, interpretación o ejecución, producción, emisión u otro bien intelectual cuya tutela figure en las previsiones del Decreto Legislativo 822[7].

 

En ese sentido, de acuerdo a lo establecido en el artículo 1º del Decreto Legislativo 822, en concordancia con lo señalado en el artículo 203º, la Comisión es competente para aplicar lo dispuesto en dicho cuerpo normativo respecto de los autores nacionales y extranjeros, domicilien o no en el territorio peruano, o que sus obras se hayan publicado o no en el Perú. Así pues, la Comisión se encuentra facultada para aplicar en territorio peruano lo establecido en la Ley de Derecho de Autor a las obras de los autores Oswaldo de Rivero, Eulalia Solé, Graham Füller, José María Pérez Álvarez, Nacho Para y Carlos Sentís, así como a la de cualquier autor extranjero o nacional.

 

En cuanto a la competencia para iniciar procedimientos en contra de personas no domiciliadas en el Perú, el denunciado sostiene que resulta de aplicación lo dispuesto en el artículo 2057º del Código Civil el cual establece que “Los tribunales peruanos son competentes para conocer de las acciones contra personas domiciliadas en el territorio nacional”.

 

Al respecto, la Comisión considera que dicho artículo resulta de aplicación para los procesos judiciales que se inicien por violación a alguna de las normas contenidas en dicho Código y no para aquellos procedimientos iniciados en la vía administrativa, los cuales se rigen por la Ley del Procedimiento Administrativo General o por las normas especiales. En todo caso, el mismo Código Civil ha establecido tres excepciones a dicha norma, las cuales se encuentran contenidas en el artículo 2058º del mismo cuerpo normativo.

Adicionalmente, debe tenerse presente que el denunciado ha fijado domicilio procesal en territorio peruano y ha otorgado un poder especial a los abogados Enrique Ghersi Silva y Alberto Villanueva Eslava, en el cual se señala en su primera cláusula lo siguiente:

 

PRIMERA.- PARA QUE PUEDAN REPRESENTARLO ANTE LA OFICINA DE DERECHOS DE AUTOR DEL INDECOPI EN CUALQUIER PROCESO QUE EL PODERDANTE INICIE O SE INICIE EN SU CONTRA, ESPECIALMENTE EN EL PROCESO QUE SE SIGUE CON EL EXPEDIENTE Nº 001573-2007/ODA, (…)”[8].

 

Debe tenerse presente además que el denunciado aparece como autor de los textos en los cuales se habría reproducido las obras de los autores antes señalados en diversas ediciones del Diario El Comercio de Lima, el cual se reproduce y distribuye en el territorio nacional y el cual tiene a su vez disponible una página de Internet en la cual se han puesto a disposición los textos antes señalados.

 

Así, la Comisión ha verificado lo siguiente:

 

- La obra “Potencias sin Poder” del autor Oswaldo de Rivero fue publicada en la Revista Quehacer, edición Nº 153, correspondiente a los meses de marzo y abril del 2005, editada por el Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo (DESCO) en Lima, Perú. Por su parte, el texto “Potencias sin poder” de Alfredo Bryce Echenique fue publicado en la edición impresa del diario El Comercio, de Lima, Perú, el 18 de marzo de 2007.

 

- La obra “El declive del poder estadounidense” de Graham Füller fue publicada en el diario La Vanguardia, de España, en su edición del 26 de mayo de 2005, la misma que a la fecha se encuentra disponible en la página web http://www.uce.es/DEVERDAD/ARCHIVO_2005/26_05/dv26_05_18selecprensa.html. Por su parte, el texto “La decadencia del imperio americano” de Alfredo Bryce Echenique fue publicado en la edición impresa del diario El Comercio, de Lima, Perú, el 05 de marzo de 2006 y en la página web www.elcomercioperu.com.pe/EdicionImpresa/Html/2006-03-05/impOpinion0466771.html, la cual se encuentra disponible hasta la fecha.

 

- La obra “Uso social del tabaco” de Eulalia Solé fue publicada en el diario La Vanguardia, de España, en su edición del 29 de julio de 2005, la misma que a la fecha se encuentra disponible en la página web http://www.lavanguardia.es/web/20050729/51190011200.html. Por su parte, el texto “Tabaco y mujer” de Alfredo Bryce Echenique fue publicado en la edición impresa del diario El Comercio, de Lima, Perú, el 15 de octubre de 2006 y en la página web www.elcomercioperu.com.pe/EdicionImpresa/Html/2006-10-15/ImEcOpinion0596258.html, la cual se encuentra disponible hasta la fecha.

 

- La obra “Las esquinas habitadas” de José María Pérez Álvarez fue publicada en la revista Jano, de España, en marzo de 2005, la misma que a la fecha se encuentra disponible en la página web www.ourensedixital.com/jano/22.html.  Por su parte, el texto “La tierra prometida” de Alfredo Bryce Echenique fue publicado en la edición impresa del diario El Comercio, de Lima, Perú, el 12 de noviembre de 2006 y en la página web www.elcomercio.com.pe/EdicionImpresa/Html/2006-11-12/ImEcOpinion0613312.html, la cual se encuentra disponible hasta la fecha.

 

- La obra “La leyenda de John Lennon genera cerca de 19 millones de euros al año” de Nacho Para fue publicada en el diario La Extremadura, de España, el 05 de diciembre de 2005, la misma que a la fecha se encuentra disponible en la página web www.elperiodicoextremadura.com/noticias/noticia.asp?pkid=209558. Por su parte, el texto “Los muertos más rentables del mundo” de Alfredo Bryce Echenique fue publicado en la edición impresa del diario El Comercio, de Lima, Perú, el 10 de diciembre de 2006 y en la página web www.elcomercioperu.com.pe/EdicionImpresa/Html/2006-12-10/ImEcOpinion0630083.Html, la cual se encuentra disponible hasta la fecha.

 

- La obra “Londres busca detectives” de Carlos Sentís fue publicada en el diario La Vanguardia de España el 29 de julio de 2005. Por su parte, el texto “Londres busca detectives” de Alfredo Bryce Echenique fue publicado en la edición impresa del diario El Comercio, de Lima, el 23 de julio de 2006 y en la página web www.elcomercio.com.pe/EdicionImpresa/Html/2006-07-23/impOpinion0545581.html, la cual se encuentra disponible a la fecha.

 

En ese sentido, siendo que los textos del denunciado han sido reproducidos en el diario El Comercio de Lima, además de en la página web del respectivo diario, la Comisión es competente para conocer el presente procedimiento puesto que las infracciones que se imputan al denunciado se cometieron en territorio peruano.

 

Debe tenerse presente que la puesta a disposición del público de una determinada producción en Internet hace que la legislación peruana, y por ende la competencia de la Comisión, resulte aplicable en caso de una vulneración a dicha legislación al ser accesible la misma desde el territorio peruano[9].

 

Por lo expuesto, corresponde declarar INFUNDADA la excepción de incompetencia planteada por el denunciado.

 

4.3 Si la Oficina de Derechos de Autor (ahora Comisión de Derecho de Autor) contaba con legitimidad para iniciar de oficio el presente procedimiento.

 

El denunciado señala que el INDECOPI carece de legitimidad para iniciar el presente procedimiento dado que los derechos materia de denuncia son de naturaleza disponible de contenido patrimonial, por lo que no puede suplantar el derecho de los presuntos afectados de iniciar un procedimiento.

 

Sostiene que, de acuerdo a lo establecido en el artículo 210º de la Ley del Procedimiento Administrativo General para que pueda existir una revisión de oficio por parte de la Autoridad Administrativa se requiere que se agravie el interés público.

 

En el presente caso, señala el denunciado que al ser los derechos materia del presente procedimiento de naturaleza disponible, los titulares del derecho de autor no tienen la obligación de informar a INDECOPI si ceden, venden o transfieren los mismos.

 

Así, finaliza el denunciado señalando que el INDECOPI tiene facultades para iniciar un procedimiento de oficio sólo para cautelar aquellos actos que vulneren el orden público por lo que, siendo que los derechos patrimoniales carecen de contenido público o de orden público, no se puede iniciar una denuncia de oficio respecto de los mismos.

 

Al respecto, corresponde señalar que, tal como se indicó en el punto 4.1 de la presente Resolución, la Oficina de Derechos de Autor del Indecopi (ahora Comisión de Derechos de Autor) es competente para iniciar denuncias de oficio por presuntas violaciones al derecho de autor y derechos conexos, sea respecto de derechos morales o de derechos de contenido patrimonial, o si se vulnera o no un interés público.

 

Así, el artículo 169º, literal f) del Decreto Legislativo 822 establece que la Oficina de Derechos de Autor (ahora Comisión de Derecho de Autor) se encuentra facultada a “Ejercer de oficio o a petición de parte, funciones de vigilancia e inspección sobre las actividades que puedan dar lugar al ejercicio de los derechos reconocidos en la presente ley, estando obligados los usuarios a brindar las facilidades y proporcionar toda la información y documentación que le sea requerida”.

 

Por su parte, el artículo 169º, literal g) del Decreto Legislativo 822 señala que la Comisión de Derecho de Autor se encuentra facultada a “Dictar medidas preventivas o cautelares y sancionar de oficio o a solicitud de parte todas las infracciones o violaciones a la legislación nacional e internacional sobre el derecho de autor y conexos, pudiendo amonestar, multar, incautar o decomisar, disponer el cierre temporal o definitivo de los establecimientos”.

 

Respecto de los procedimientos sancionadores, Juan Carlos Morón señala lo siguiente:

 

“El procedimiento sancionatorio es, entonces, el conjunto concatenado de actos que deben seguirse para imponer una sanción administrativa.

Dicho procedimiento tiende, fundamentalmente, a cumplir dos objetivos. En primer lugar, constituye un mecanismo de corrección de la actividad administrativa, desde que permite al órgano con potestad sancionadora comprobar fehacientemente si se ha cometido algún ilícito; en segundo término, es el medio que asegura al presunto infractor, ejercer su derecho de defensa, alegando y probando lo que le resulte favorable y controlando, a la par, la actuación inquisitiva de la Administración[10].

 

El denunciado fundamenta su solicitud en los artículos 202º (nulidad de oficio) y 210º (recurso de revisión) de la Ley del Procedimiento Administrativo General, pero ambos artículos resultan de aplicación para la revisión de actos administrativos y no se refieren a la facultad de los órganos de la Administración de iniciar procedimientos sancionadores como el que se sigue en el presente expediente.

 

Sin perjuicio de ello, la Comisión debe señalar que el presente procedimiento se inicia por infracción a los derechos morales de paternidad e integridad y patrimonial de reproducción, siendo que los dos primeros tienen una naturaleza inalienable, imprescriptible e irrenunciable, por lo que su titular no puede disponer de ellos o renunciar a los mismos.

 

Al respecto, Delia Lipszyc señala lo siguiente:

 

“El derecho moral del autor es esencial, extrapatrimonial, inherente y absoluto.

- es esencial porque contiene un mínimo de derechos exigibles en virtud del acto de creación de una obra, sin los cuales la condición de autor perdería sentido; pero, a diferencia de los derechos de la personalidad, no es innato porque no lo tienen todas las personas por la sola condición de tales sino sólo las que son autoras;

- es extrapatrimonial porque no es estimable en dinero, aunque produzca consecuencias patrimoniales indirectas o mediatas como, por ejemplo, la posibilidad de obtener mayores ingresos como resultado del aumento del prestigio del autor y de su obra por la difusión de ésta unida al nombre de su creador –tanto en contrataciones normales como cuando se trata de fijar el resarcimiento por lesiones a sus derechos-;

- es inherente a la calidad de autor, es decir que está unido a la persona del creador; el autor lo conserva durante toda su vida aun cuando se trate de obras cuyo plazo de protección haya expirado (por computarse a partir de la creación o de la publicación de estas). Después de su muerte algunas de sus facultades (las negativas y la de divulgar las obras póstumas) son ejercidas por sus herederos o por las personas designadas al efecto (…);

- es absoluto porque es oponible a cualquier persona (erga omnes), lo cual permite que el titular enfrente a todos los demás, incluso a quien ha recibido el pleno derecho patrimonial sobre la obra. A diferencia de los derechos relativos, no se agota en un derecho de aprovechamiento del bien que sólo es oponible al concedente[11].

 

Al respecto, la Comisión debe señalar que las facultades de orden moral configuran el núcleo duro del derecho de autor sin las cuales se desvirtuaría la naturaleza misma del derecho. Estas facultades se encuentran ligadas a la personalidad del autor lo que fundamenta el hecho que el mismo no pueda desligarse de éstas al formar parte de su esfera más íntima y que corresponda al Estado cautelar de manera especial el respeto por dichas facultades.

 

La afectación al derecho moral del autor no constituye solamente una afectación al interés particular del creador sino que afecta a la sociedad en su conjunto siendo de interés público que se respete la integridad de las obras a las que tiene acceso así como de conocer, si es que el autor así lo ha dispuesto, la identidad de sus creadores no pudiendo permitir el Estado que terceras personas se irroguen la calidad de autores de creaciones intelectuales que no les pertenezcan.

 

Así, la labor de la Comisión cuando actúa de oficio en los casos de plagio no se limita solamente a cautelar el interés de los autores afectados sino que busca principalmente cautelar el interés público de la sociedad a acceder a las obras tal cual fueron creadas por los autores y a vincularlas con éstos y no con terceros que se atribuyan su autoría.

 

Finalmente, debe tenerse en cuenta que, a diferencia de lo señalado por el denunciado, el presente procedimiento entraña también un interés general pues si la Comisión no se pronunciara respecto de las infracciones imputadas al denunciado se generaría un incentivo inadecuado en la sociedad, el cual se traduciría en que los infractores asuman que únicamente pueden ser denunciados por los titulares del derecho de autor o de los derechos conexos, muchos de los cuales pueden encontrarse fuera del país o carecer de recursos para iniciar un procedimiento, y no por el Estado, el cual no cumpliría así con su misión de velar por el respeto a los derechos de los creadores y de cautelar el interés público.

 

 Por lo expuesto, corresponde declarar INFUNDADA la excepción de falta de legitimidad para obrar planteada por el denunciado.

 

4.4 Si ha prescrito el ejercicio de la acción respecto de la obra “El declive del poder estadounidense” de Graham Fuller.

 

El artículo 175º del Decreto Legislativo 822 establece que “Las acciones por infracción prescriben a los dos (2) años, contados desde la fecha en que cesó el acto que constituye infracción”.

 

El denunciado sostiene que los cargos imputados respecto de dicho artículo cesaron el 05 de marzo de 2006.

 

Al respecto, la Comisión debe señalar que el texto “La decadencia del imperio americano” del denunciado fue publicado en la edición impresa del diario El Comercio el 05 de marzo de 2006.

 

Sin embargo, a la fecha, la Comisión ha verificado que dicho texto se encuentra disponible en la página web www.elcomercio.com.pe/EdicionImpresa/Html/2006-03-05/impOpinion0466771.html.

 

En ese sentido, la Comisión considera que si bien el presunto acto de reproducción de la obra “El declive del poder estadounidense” de Graham Fuller se debió dar antes del 05 de marzo de 2006 (fecha en que apareció la edición impresa del diario El Comercio conteniendo el texto del denunciado), al continuar a disposición del público en la página web del diario El Comercio el texto “La decadencia del poder americano” indicando que el mismo es de autoría de Alfredo Bryce, incluyendo algunas presuntas modificaciones respecto del texto de Graham Fuller, y al no haber demostrado el denunciado que requirió al diario El Comercio la aclaración correspondiente, la Comisión considera que las presuntas infracciones a los derechos morales de paternidad e integridad aún continúan produciéndose, habiendo prescrito únicamente en todo caso la presunta infracción al derecho de reproducción.

 

La Comisión considera que el hecho que el texto “El declive del poder estadounidense” continúe disponible en la página web del diario El Comercio no implica que la reproducción continúe realizándose puesto que la denuncia versa sobre la supuesta reproducción que habría realizado el denunciado al momento de elaborar dicho artículo y no sobre actos de reproducción posteriores realizados por terceros como por ejemplo la reproducción en el servidor donde está alojada la página web del diario El Comercio a cargo de la empresa periodística que lo conduce.

 

En consecuencia, corresponde declarar FUNDADA en parte la excepción de prescripción planteada por el denunciado únicamente respecto de una presunta infracción al derecho de reproducción del autor de Graham Fuller e INFUNDADA la excepción de prescripción respecto de una presunta infracción a sus derechos morales de paternidad e integridad.

 

4.5 Si las páginas web son medios probatorios idóneos a efecto de su  valoración en el presente procedimiento.

 

El artículo 234º del Código Procesal Civil, de aplicación supletoria al presente procdimiento, establece lo siguiente:

 

Artículo 234.- Clases de documentos.-

Son documentos los escritos públicos o privados, los impresos, fotocopias, facsímil o fax, planos, cuadros, dibujos, fotografías, radiografías, cintas cinematográficas, microformas tanto en la modalidad de microfilm como en la modalidad de soportes informáticos, y otras reproducciones de audio o video, la telemática en general y demás objetos que recojan, contengan o representen algún hecho, o una actividad humana o su resultado”.

 

Siendo que la Telemática comprende, entre otros aspectos, los servicios web, corresponde tener por válidos los medios probatorios que se obtengan de las páginas web que contienen las obras literarias materia del presente procedimiento.

 

En ese sentido, la Comisión considera, en la presente Resolución, hacer referencia de las páginas web que se encuentren disponibles a la fecha, de lo contrario, verificar a través de medios probatorios adicionales la veracidad de las impresiones de aquellas páginas que no se encuentren a disposición del público pero que forman parte del presente expediente, desestimando aquéllas cuyo contenido no se puede verificar o que no se les pueda asignar una fecha cierta.

 

V. ANÁLISIS DE LA CUESTIÓN EN DISCUSIÓN

 

5.1 OBJETO DE PROTECCION DEL DERECHO DE AUTOR

 

5.1.1 OBRAS

 

La protección del derecho de autor recae sobre todas las obras del ingenio, en el ámbito literario o artístico, conforme a lo dispuesto en el artículo 3 del Decreto Legislativo 822.

 

La obra es el resultado de la creación del ingenio humano y debe tener como característica esencial la originalidad y la posibilidad de ser reproducida o divulgada. Siguiendo lo señalado por la jurista Delia Lipszyc “(…) obra es la expresión personal de la inteligencia que desarrolla un pensamiento que se manifiesta bajo una forma perceptible, tiene originalidad o individualidad suficiente, y es apta para ser difundida y reproducida” [12].

 

El artículo 5º del Decreto Legislativo N°822 establece que están comprendidas entre las obras protegidas:

 

a) Las obras literarias expresadas en forma escrita, a través de libros, revistas, folletos u otros escritos[13].

(…)

m) Los artículos periodísticos, sean o no sobre sucesos de actualidad, los reportajes, editoriales y comentarios.

n) En general, toda otra producción del intelecto en el dominio literario o

artístico, que tenga características de originalidad y sea susceptible de

ser divulgada o reproducida por cualquier medio o procedimiento,

conocido o por conocerse”. 

 

La protección a la que hace referencia el párrafo anterior, la adquieren los autores de las obras literarias y artísticas por el solo hecho de la creación; por ende, a fin de reclamar la protección por la legislación sobre el derecho de autor, no se requiere del registro o el cumplimiento de alguna formalidad o reconocimiento por parte de alguna autoridad en el territorio en el cual se reclama la protección.

 

5.1.2 ORIGINALIDAD

 

La originalidad es el requisito esencial de una obra, sin la cual una creación intelectual no va a ser objeto de protección por la legislación de derechos de autor.

 

Ricardo Antequera, sobre el particular, señala lo siguiente:

 

La originalidad de la obra, en el sentido del derecho de autor, apunta a su “individualidad”, y no a la novedad stricto sensu (pues no es de esperar que toda obra literaria, artística o científica, en su totalidad y por su modo de exteriorizarse, surja de la nada), sino que el producto creativo, por su forma de expresión, tenga suficientes características propias como para distinguirlo de cualquiera del mismo género, a diferencia de la copia, total o parcial, de la forma de otros (lo que tipificaría un plagio), o de la mera aplicación mecánica de los conocimientos o ideas ajenas, sin una interpretación o sello personal; o de la simple técnica, que solo requiere habilidad manual en la ejecución.

 

Sin embargo, el concepto de originalidad, en su acepción de individualidad, puede no estar limitado a la expresión, o forma externa, sino también a la “estructura” o “composición” del contenido, es decir, la forma como es precisada la manifestación personal del autor

 

(…)”.[14]

 

La Sala de Propiedad Intelectual del Tribunal del INDECOPI, con fecha 23 de marzo de 1998, emitió la Resolución Nº 286-1998-TPI-INDECOPI, como precedente de observancia obligatoria en cuanto al requisito de originalidad, contenido en el artículo 3° de la Decisión Andina 351, concordado con el artículo 2° del Decreto Legislativo 822 –Ley Sobre el Derecho de Autor-, en el sentido que:

 

Debe entenderse por originalidad de la obra, la expresión (o forma representativa) creativa e individualizada de la obra, por mínima que sea esa creación y esa individualidad. La obra debe expresar lo propio del autor, llevar la impronta de su personalidad.

 

“No será considerado individual lo que ya forma parte del patrimonio cultural -artístico, científico o literario- ni la forma de expresión que se deriva de la naturaleza de las cosas ni de una mera aplicación mecánica de lo dispuesto en algunas normas jurídicas, así como tampoco lo será la forma de expresión que se reduce a una simple técnica o a instrucciones simples que sólo requieren de la habilidad manual para su ejecución.

 

“En consecuencia, no todo lo producido con el esfuerzo de su creador merece protección por derechos de autor (…)” [15].

 

5.2 AUTORÍA Y TITULARIDAD

 

El autor es la persona natural o física que crea la obra; en ese sentido una persona jurídica no puede tener la categoría de autor, toda vez que la aptitud creativa es propia del ser humano.

 

Es necesario diferenciar la categoría de autor y la de titular. Titular es la persona natural o jurídica que tiene los derechos reconocidos en la legislación de derechos de autor. Esta titularidad puede ser originaria o derivada.

 

La titularidad originaria, emana de la sola creación de la obra, conforme lo señala el numeral 44 del artículo 2 del Decreto Legislativo 822; por tanto, el autor es a la vez el titular originario de su obra.

 

5.3 ALCANCE DE LOS DERECHOS DE AUTOR

 

El autor tiene respecto a la obra derechos morales y derechos patrimoniales.

 

5.3.1 DERECHOS MORALES

 

Los derechos morales son aquéllos que están vinculados con las facultades de orden personal que vinculan al hombre con su creación intelectual.[16]

 

La autora Delia Lipszyc, señala que el derecho moral “Está integrado, en sustancia, por el derecho del autor a decidir la divulgación de la obra -darla a conocer o mantenerla reservada en la esfera de su intimidad-, a exigir que se respete su condición de creador y la integridad de su creación y a retractarse o arrepentirse por cambio de convicciones y retirarla de circulación” [17].

 

Estos derechos reconocidos en el artículo 22 del Decreto Legislativo 822, se caracterizan por ser derechos perpetuos, inembargables, irrenunciables e imprescriptibles, según el artículo 23 del mismo cuerpo legal.

 

Entre los derechos morales tenemos el derecho de paternidad, el derecho de integridad, el derecho de divulgación y el derecho de modificación o variación.

 

El derecho moral de paternidad consiste en la facultad que tiene el autor a ser reconocido como creador de la obra, lo que implica el derecho a exigir la mención de su nombre o seudónimo.

 

El artículo 24° del Decreto Legislativo 822 señala que “Por el [derecho] de paternidad, el autor tiene el derecho de ser reconocido como tal, determinando que la obra lleve las indicaciones correspondientes y de resolver si la divulgación ha de hacerse con su nombre, bajo seudónimo o signo, o en forma anónima”.

 

El derecho moral de integridad permite oponerse a toda deformación, modificación, mutilación o alteración de la obra. La obra es la exteriorización de la personalidad del creador intelectual, por tanto existe un interés “… del autor de que la obra llegue al público conforme fue creada por él…” [18] y asimismo “… la comunidad tiene derecho a que los productos de la actividad intelectual creativa le lleguen en su auténtica expresión” [19].

 

El artículo 25° del Decreto Legislativo 822, respecto al derecho de integridad, señala que “(…) el autor tiene, incluso frente al adquirente del objeto material que contiene la obra, la facultad de oponerse a toda deformación, modificación, mutilación o alteración de la misma”.

 

5.3.2 DERECHOS PATRIMONIALES

 

Los derechos patrimoniales permiten la explotación económica de la obra, y son susceptibles de transferencia por acto entre vivos, mortis- causa o mandato legal.

 

La Ley sobre el Derecho de Autor en su artículo 30° establece que “El autor goza del derecho exclusivo de explotar su obra bajo cualquier forma o procedimiento, y de obtener por ello beneficios, salvo en los casos de excepción legal expresa”.

 

Las modalidades de explotación de las obras, se encuentran enumeradas en el artículo 31° del Decreto Legislativo 822, de manera ejemplificativa. Entre ellas puede mencionarse el derecho de reproducción, distribución, comunicación pública, transformación, etc.

 

El derecho de reproducción, consiste en la facultad que tiene el autor o titular de la obra para realizar, autorizar o prohibir la obtención de copias de su obra, a través de la impresión, reprografía u otro procedimiento.

 

Conforme al artículo 13° inciso a) de la Decisión Andina 351, concordado con el artículo 31° inciso a) del Decreto Legislativo 822; el autor como titular originario o derivado de la obra tiene el derecho exclusivo de realizar, autorizar o prohibir la reproducción de la obra por cualquier forma o procedimiento.

 

De acuerdo al artículo 37° de la norma antes mencionada, “Siempre que la Ley no dispusiere expresamente lo contrario, es ilícita toda reproducción, comunicación, distribución, o cualquier otra modalidad de explotación de la obra, en forma total o parcial, que se realice sin el consentimiento previo y escrito del titular del derecho de autor”.

 

VI ANÁLISIS DEL CASO CONCRETO

 

Se lesiona el derecho de paternidad cuando una persona no reconoce la paternidad de una obra correspondiente al autor; y también se presenta cuando, sin ser el autor de una obra se atribuye la autoría de ésta, sea en forma parcial o total.

 

Esta última conducta, se conoce también en la doctrina como plagio, el cual puede presentarse bajo dos formas:

 

●Plagio servil

●Plagio inteligente.

 

En cuanto al plagio servil, el autor Horacio Fernández Depech señala:

 

“ Es presentar como de su propia autoría una obra ajena, a la que se le ha copiado y cambiado solamente el título y nombre del autor, sin alterar su contenido (...)[20].

 

El plagio inteligente consiste en pretender hacer aparecer como una nueva obra la obra plagiada mediante ligeras variaciones.

 

En el caso de plagio, la obra que nace como producto de éste, no tiene ningún esfuerzo creativo. Así, en una sentencia de la Sala 1ª del Tribunal Supremo de España emitida el 28 de enero de 1995, se define el plagio de la siguiente manera:

 

Por plagio hay que entender, en su acepción más simplista, todo aquello que supone copiar obras ajenas en lo sustancial. Se presenta más bien como una actividad material mecanizada y muy poco intelectual y menos creativa, carente de toda originalidad y de concurrencia de ingenio o talento humano, aunque aporte alguna manifestación de ingenio (…). Las situaciones que representan plagio hay que entenderlas como las de identidad, así como las encubiertas, pero que descubren al despojarlas de los ardides y ropaje que las disfrazan, su total similitud con la obra original, produciendo un estado de apropiación y aprovechamiento de la labor creativa y esfuerzo ideario o intelectivo ajeno…

 

En el presente procedimiento, a efecto de determinar si el denunciado Alfredo Bryce Echenique ha infringido el derecho de autor correspondiente a distintos autores, la Comisión considera pertinente analizar los medios probatorios que obran en el expediente respecto de cada una de las obras materia del presente procedimiento:

 

1. Respecto de la obra “Potencias sin poder” de autoría de Oswaldo de Rivero.

 

A fojas 24 del expediente obra una fotocopia de las páginas 90 a 93 del Nº 153 de la Revista QUEHACER, editada por el Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo –DESCO-, correspondiente al mes de mayo de 2005, en la que se reproduce un artículo de Oswaldo de Rivero denominado “Potencias sin poder”.

 

Asimismo, a fojas 28 del expediente obra una fotocopia correspondiente a la parte pertinente del diario El Comercio, de Lima, Perú, de fecha 18 de marzo de 2007, en la que se reproduce la obra “Potencias sin poder” y en la que se señala que el mismo es de autoría de Alfredo Bryce Echenique.

 

La Comisión ha procedido ha efectuar el siguiente cuadro comparativo entre las dos obras[21]:

 

 

Artículo de Alfredo Bryce Echenique publicado el 18 de marzo de 2007 por el diario El Comercio

 

 

 

Potencias sin poder

 

La situación del mundo actual es paradójica. Se integra globalmente por procesos productivos, corrientes comerciales, flujos financieros, etcétera, y a la vez se fragmenta por el incremento de la desigualdad social, conflictos civiles, religiosos, genocidios, terrorismo, proliferación nuclear y degradación ecológica.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En un mundo roto como el que va surgiendo, ni la más poderosa potencia logrará poner orden. Estamos, así, frente al comienzo de una suerte de vacío de poder global.  Hoy, los grandes arsenales nucleares que tienen EE.UU., Rusia y los medianos Gran Bretaña, Francia y China han perdido su sentido estratégico, pues estas turbulencias sociopolíticas y ecológicas no se resuelven con disuasión nuclear.

 

 

Artículo de Oswaldo de Rivero, publicado en la revista QUEHACER, edición Nº 153.

 

 

 

Potencias sin poder

 

La situación del mundo en el siglo XXI es paradójica. Se integra globalmente por procesos productivos, corrientes comerciales, flujos financieros, el transporte aéreo, el progreso de las telecomunicaciones por satélite e Internet, y a la vez, se fragmenta por el incremento de la desigualdad social, conflictos civiles, étnicos, religiosos, genocidios, terrorismo, delincuencia global, proliferación nuclear, degradación ecológica y cambio climático.

 

 

 

En un mundo fragmentado como el que estamos viendo surgir, ninguna potencia, por más poderosa que sea, podrá unilateralmente poner orden. Estamos, así, frente al comienzo de una suerte de vacío de poder global. Hoy los grandes arsenales nucleares que tienen Estados Unidos y Rusia y los medianos con que cuentan Gran Bretaña, Francia y China han perdido su sentido estratégico debido a que estas turbulencias sociopolíticas y ecológicas globales no se resuelven con disuasión nuclear.

(…)

 

 

Ante el mundo caótico en que vivimos, EE.UU., con sus siete flotas y decenas de bases militares y aéreas por todo el mundo, ha probado que no tiene poder suficiente para crear una “pax americana”. EE.UU. es vulnerable a ataques terroristas que son difíciles de disuadir, pues los grupos terroristas no tienen territorio y además están compuestos por células dispersas clandestinamente por todo el globo.

 

 

 

 

 

 

 

 

La victoria militar de EE.UU. sobre los harapientos talibanes y los mal equipados batallones de Saddam Hussein logró derribar los odiosos regímenes de Kabul y Bagdad, pero no ha resuelto el problema de la amenaza terrorista en territorio americano. En la llamada “guerra contra el mal” es más fácil derrocar regímenes tiránicos que dar seguridad a los ciudadanos de Nueva York o de Los Ángeles contra futuros atentados terroristas y, además, los cambios de regímenes en Iraq y Pakistán tampoco son garantía de que estos países se convertirán en autenticas democracias aliadas de EE.UU. El poder militar estadounidense ha logrado victorias militares pero sin triunfos políticos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Esto se debe a que el coloso estadounidense tiene tres déficits estructurales imperiales. El primero es su dependencia del capital extranjero para financiar su sociedad de excesivo consumo, que se refleja en una colosal deuda externa y un megadéficit que está haciendo perder la confianza en el dólar El segundo déficit se debe a que las Fuerzas Armadas estadounidenses, formadas por voluntarios, están hoy sobreextendidas y no encuentran reemplazos suficientes. El tercero es cultural y consiste en la poca resistencia de la sociedad estadounidense a las intervenciones militares largas y costosas en vidas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Destacados académicos internacionales como Paul Kennedy consideran que el poder militar de EE.UU. no es eficaz para enfrentar las amenazas del siglo XXI, ya que no es posible enfrentar al terrorismo, la proliferación nuclear, el narcotráfico, el tráfico de personas y de armas, los graves problemas ambientales y la enorme pobreza mundial con portaviones, misiles cruceros, bombas láser y marines. En fin, que no se puede controlar la muy complicada situación del mundo actual como el “sheriff” solitario.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hoy EE.UU. y las potencias occidentales democráticas, que son las únicas que tendrían capacidad de poner orden en el mundo, tienen enormes problemas para intervenir militarmente. Sus sociedades de consumo, basadas en la idea de la gratificación material inmediata, no aceptan sacrificios para resolver problemas en regiones pobres y alejadas. A los políticos de las grandes potencias democráticas les es casi imposible vender la idea de que es necesario participar en las ‘intervenciones humanitarias’ de la ONU. Su electorado no está dispuesto a sacrificar la vida de sus hijos y a apagar más impuestos para establecer un nuevo orden mundial. La sola idea de ver a sus soldados regresar en bolsas de plástico aterra a sus gobiernos, por el castigo electoral que ello podría significarles. Actualmente, la respuesta de EE.UU. y de las potencias occidentales ante las violaciones masivas de los derechos humanos, por ejemplo, es una mezcla de indignación con extrema prudencia, que disfraza su falta de poder para intervenir

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Estados Unidos sigue siendo una superpotencia pero no es un imperio, y su acción unilateral tiene serios límites, aunque este hecho tampoco debe llevarnos a pasar de una utopía unipolar a una multipolar, porque Francia, Alemania, Japón, China o la India, ni juntas ni separadas, pueden ejercer un balance multipolar de poder frente a la potencia americana. Hoy, en vez de unipolaridad o multipolaridad, lo que hay es un déficit de poder mundial. Las grandes potencias son impotentes ante un mundo caótico y fragmentado por la pobreza, el cambio climático, las guerras civiles, el terrorismo, el genocidio, la proliferación nuclear y el tráfico de armas, drogas y personas.

 

Frente a este mundo caótico y violento, la superpotencia estadounidense con sus siete flotas y decenas de bases militares y aéreas por todo el mundo ha probado que no tiene suficiente poder para crear una pax americana. En efecto, los insanos actos terroristas del 11 de septiembre de 2001 contra Nueva York y Washington D.C. evidenciaron que Estados Unidos es vulnerable a ataques terroristas que son difíciles de disuadir, pues las entidades terroristas no tienen territorio, ni comando supremo y además están compuestas por células inconexas dispersas clandestinamente por todo el globo.

 

La victoria militar de Estados Unidos sobre los harapientos y fanáticos talibanes y las mal equipadas fuerzas armadas de Saddam Hussein logró derribar los regímenes odiosos de Kabul y Bagdad, pero no ha resuelto el problema de la amenaza terrorista en el territorio estadounidense. En la llamada <<guerra contra el terrorismo>> es más fácil derrocar regímenes tiránicos que dar seguridad a los ciudadanos de Nueva York o Los Ángeles contra futuros atentados terroristas. Además, los cambios de regímenes en Afganistán e Irak tampoco son una garantía de que estos dos países islámicos se conviertan en verdaderas democracias aliadas de Estados Unidos. Afganistán es hoy un narco-Estado dominado por señores de la guerra, e Irak no es otra cosa que una entidad caótica ingobernable. El poder militar de Estados Unidos ha logrado así victorias sin triunfos políticos.

 

(…) Ferguson considera que el coloso estadounidense tiene tres déficits estructurales imperiales. El primero es su dependencia del capital extranjero para financiar su sociedad de excesivo consumo, que se refleja hoy en la colosal deuda externa y en un megadéficit fiscal que está haciendo perder la confianza en el dólar. El segundo déficit imperial se debe a que las fuerzas estadounidenses, formadas por voluntarios, luego de las intervenciones en Afganistán e Irak están sobreextendidas y no encuentran reemplazos suficientes. Finalmente, el tercer déficit imperial es cultural y consiste en la poca resistencia de la sociedad estadounidense a intervenciones militares largas y costosas en vidas.

 

 

Otros destacados académicos internacionales como Paul Kennedy y Joseph Nye consideran que el poder militar de Estados Unidos no es eficaz para enfrentar las amenazas del siglo XXI. Según ellos, no es posible hacer frente al terrorismo, a la proliferación nuclear, al narcotráficos, al tráfico de personas y de armas, a los graves problemas ambientales y a la enorme pobreza mundial con portaviones, misiles crucero, bombas láser y marines. Asimismo el profesor Samuel Huntington afirma que hoy la situación del mundo es demasiado complicada para ser controlada por Estados Unidos como un sheriff solitario.

 

 

 

 

 

 

Hoy, Estados Unidos y todas las potencias occidentales democráticas, que son las únicas que tendrían capacidad para poner orden en el mundo, tienen enormes problemas para intervenir militarmente, no por falta de ambición política, sino como consecuencia de un problema de civilización.  Sus sociedades de consumo fundadas en la gratificación material instantánea no aceptan sacrificios para enmendar entuertos en regiones pobres y alejadas. A los políticos de las grandes potencias democráticas les es casi imposible vender la idea de que es necesario participar en las <<intervenciones humanitarias>> de Naciones Unidas. Su electorado no está dispuesto a sacrificar la vida de sus hijos y pagar más impuestos para establecer un nuevo orden mundial. La sola idea de ver soldados regresar en bolsas de plástico aterra a sus gobiernos, por el castigo que podría tener ello más tarde en las urnas. Como resultado de esta situación, los gobiernos de las grandes potencias occidentales, incluyendo Estados Unidos, son extremadamente prudentes en embarcarse en las pacificaciones humanitarias de Naciones Unidas, razón por la cual estas se hacen ahora con tropas de países subdesarrollados mal equipadas.

 

Estados Unidos sigue siendo una superpotencia, pero no es un imperio, y su acción unilateral tiene serios límites: se ha probado que no puede actuar como sheriff solitario. Entonces el poder en el mundo no es hoy unipolar. Este hecho tampoco debe llevarnos a pasar de una utopía unipolar a una utopía multipolar, porque Francia, Alemania, Japón, Rusia, China o la India, ni juntas ni separadas, pueden ejercer un balance multipolar de poder frente a la superpotencia estadounidense. Hoy, en vez de unipolaridad o multipolaridad, lo que hay es un gran déficit de poder mundial. Las grandes potencias brillan por su impotencia frente a un mundo caótico y fragmentado por la pobreza, el cambio climático, las guerras civiles, el terrorismo, el genocidio, la proliferación nuclear y el tráfico de drogas, personas y armas.

 

Así, la Comisión ha podido verificar que en el texto publicado en el diario El Comercio el 18 de marzo de 2007 se ha reproducido parcialmente la obra “Potencias sin poder” de autoría de Oswaldo de Rivero, la cual fuera publicada en el año 2005, atribuyéndose el denunciado la autoría del mismo.

 

El denunciado, por su parte, sostiene que ha señalado en diversas oportunidades que las obras materia del presente procedimiento han sido publicadas sin su autorización, negando incluso ser autor de las mismas.

 

En el presente caso, sin embargo, el denunciado no ha presentado medio probatorio alguno que acredite que solicitó él mismo al Diario El Comercio la corrección correspondiente, la cual debió ser efectuada inmediatamente después de publicado dicho artículo. En ese sentido, si el denunciado hubiese negado la autoría del texto publicado el 18 de marzo de 2007, en el cual se incluía su nombre como autor del mismo, o si éste fue publicado sin su autorización como señala, debió solicitar la aclaración al diario El Comercio mediante una fe de erratas, una nota de prensa, o de alguna otra forma en la que se deje constancia de tal hecho, antes de que el agraviado presente un reclamo al respecto.

 

En ese sentido, la Comisión concluye que el denunciado ha reproducido el texto “Potencias sin poder” de autoría de Oswaldo de Rivero, atribuyéndose la autoría del mismo, a efecto de que sea publicado en el diario El Comercio, como efectivamente ocurrió el 18 de marzo de 2007.

 

Asimismo, se ha verificado que el denunciado ha suprimido o cambiado algunas palabras e, incluso, frases íntegras de la obra de titularidad de Oswaldo de Rivero, modificando, mutilando y alterando la misma, por lo que se corrobora también una afectación al derecho de integridad de dicho autor.

 

Finalmente, la Comisión debe señalar que se ha verificado una reproducción sustancial del texto “Potencias sin poder” de Oswaldo de Rivero por parte de Alfredo Bryce Echenique, por lo que a pesar de los cambios introducidos corresponde calificar dicho acto como un plagio servil.

 

En consecuencia, corresponde declarar FUNDADA la denuncia iniciada de Oficio contra Alfredo Bryce Echenique por infracción a los derechos morales de paternidad e integridad, y patrimonial de reproducción, del autor Oswaldo de Rivero respecto de su obra “Potencias sin poder”, publicada en la revista QUEHACER en el año 2005.

 

Respecto de la obra “Uso social del tabaco” de autoría de Eulalia Solé.

 

A fojas 29 del expediente obra una impresión de la página web www.lavanguardia.es/web/20050729/51190011200.html del diario La Vanguardia de España, en la que se reproduce la obra “Uso social del tabaco” de autoría de Eulália Solé, publicado en dicho diario el 29 de julio de 2005 de acuerdo a lo que se señala en dicho medio probatorio, la cual se encuentra disponible hasta la fecha.

 

Asimismo, a fojas 31 del expediente se encuentra una impresión de la página web www.elcomercioperu.com.pe/EdiciónImpresa/Html/2006-10-15/ImEcOpinion0596258.html del diario El Comercio de Lima, Perú, en la que se reproduce la obra “Tabaco y mujer” y en la que se señala que la misma es de autoría de Alfredo Bryce Echenique.

 

La Comisión ha procedido a elaborar un cuadro comparativo entre ambas obras[22].

 

Artículo de Alfredo Bryce Echenique publicado el domingo 15 de octubre de 2006 por el diario El Comercio.

Artículo de Eulalia Solé, publicado por el diario La Vanguardia de España el 29 de julio de 2005

Tabaco y mujer

 

Según un estudio publicado por la revista “Addiction”, las grandes empresas tabacaleras son responsables en buena parte de que el hábito de fumar se haya incrementado entre las mujeres.

Cajetillas con modalidades como light, slim, esbelto o ligero pretenden asociar el consumo a atributos como libertad, esbeltez, glamour, y lo cierto es que actualmente las mujeres fuman tanto o más que los hombres. ¿Cuál ha sido el camino que ha conducido hasta ese punto desde la introducción del tabaco en Occidente?

 

Primero fueron los hombres, y además, ricos. Cuando los conquistadores españoles descubrieron que los indios americanos consumían esa hierba, y no solo en forma de canutillos encendidos cuyo humo aspiraban y exhalaban, sino comiéndola y también convirtiéndola en bebida, pronto exportaron el producto a la metrópoli. Aunque fue solo en la vertiente de fumar, rápidamente se convirtió en un gran negocio, de tal manera que el reino de España adjudicó a Hacienda, en 1623, el monopolio del tabaco. Y así ha seguido hasta hace poco. Las grandes plantaciones estaban en Cuba y Santo Domingo, y pronto el hábito se extendió a las clases populares a tenor del aumento de las importaciones y el descenso de precio.

 

Hay que advertir que no en todos los países se dio al tabaco la misma acogida. En muchos lugares fue tachado de droga detestable, por el humo que provocaba, así como por el mal olor que despedía. Durante el siglo XVII, tanto la venta como el consumo estaban castigados en Europa central, Rusia, Turquía y China, naciones que curiosamente no participaban en el ejercicio de la exportación/importación. Nada impidió, no obstante, que el tabaco acabara por instaurarse en las costumbres sociales tanto occidentales como orientales, reservado de entrada al género masculino.

 

El gesto de fumar equivalía, para los hombres, a un signo de virilidad, mientras que las pocas mujeres que se atrevían a fumar eran transgresoras que, según las miradas, resultaban interesantes, desvergonzadas o machonas.

Lo que nadie sabía todavía es que los fumadores estaban jugando con una droga adictiva muy peligrosa para la salud. Se fumaba en casa, en la oficina, en el cine y el teatro, en los transportes públicos e incluso en los hospitales. Y no solo en los corredores, sino en las propias habitaciones. Y fumaban médicos y enfermos.

 

Lo sorprendente, tanto como inquietante, es que el descubrimiento de los efectos nocivos del tabaco no haya contribuido al descenso tajante de su consumo. La explicación debe hallarse justamente en esos atributos, los de causar dependencia física y psíquica, y a la vez desarrollar una tolerancia que incita a fumar cada vez más para sentirse igual de estimulado. Si a esto agregamos la publicidad, incluso la engañosa para las mujeres, citada más arriba, nada tiene de extraño que chicos y chicas ‘enganchen’ hoy a edades progresivamente tempranas.

 

En cuanto a las mujeres adultas, diversos factores explican su masiva adicción al consumo de tabaco. Emancipadas, integradas en el mundo laboral masculino, el tabaco se ha convertido, tal como siglos atrás sucedió con ellos, en símbolo. Por desgracia el gesto de fumar ya forma parte de la feminidad.

 

Uso social del tabaco

 

Según un estudio publicado por la revista Addiction, las grandes empresas tabaqueras son responsables, en buena parte, de que el hábito de fumar se haya incrementado entre las mujeres. Cajetillas con modalidades como light, ligero o slim, esbelto, pretenden asociar el consumo a atributos como libertad, esbeltez, glamour, y lo cierto es que actualmente las mujeres fuman tanto o más que los hombres. ¿Cuál ha sido el camino que ha conducido hasta ese punto desde la introducción del tabaco en Occidente?

 

 

Primero fueron los hombres, y además, ricos. Cuando los conquistadores españoles descubrieron que los indios americanos consumían esa hierba, y no solo en forma de canutillos encendidos cuyo humo aspiraban y exhalaban, sino comiéndola y también convirtiéndola en bebida, pronto exportaron el producto a la metrópoli. Aunque fue solo en la vertiente de fumar, pronto se convirtió en un gran negocio, de tal manera que el reino de España adjudicó a Hacienda, en 1623, el monopolio del tabaco. Y así ha seguido hasta hace poco. Las grandes plantaciones estaban en Cuba y Santo Domingo, y pronto el hábito se extendió a las clases populares a tenor del aumento de las importaciones y el descenso de precio.

 

Hay que advertir que no en todos los países se dio al tabaco la misma acogida. En muchos lugares fue tachado de droga detestable, por el humo que provocaba, así como por el mal olor que despedía. Durante el siglo XVII, tanto la venta como el consumo estaban castigados en Europa central, Rusia, Turquía y China, naciones que curiosamente no participaban en el ejercicio de la exportación/importación. Nada impidió, no obstante, que el tabaco acabara por instaurarse en las costumbres sociales tanto occidentales como orientales, reservado de entrada al género masculino.

 

El gesto de fumar equivalía, para los hombres, a un signo de virilidad, mientras que las pocas mujeres que se atrevían a fumar eran transgresoras que, según las miradas, resultaban interesantes o desvergonzadas.

 

Lo que nadie sabía todavía es que los fumadores estaban jugando con una droga adictiva y peligrosa para la salud. Se fumaba en casa, en la oficina, en el cine y el teatro, en los transportes públicos e incluso en los hospitales. No sólo en los corredores, sino en las propias habitaciones. Y fumaban médicos y enfermos.

 

Lo sorprendente, tanto como inquietante, es que el descubrimiento de los atributos nocivos del tabaco no haya contribuido al descenso tajante de su consumo. La explicación debe hallarse justamente en esos atributos, los de causar dependencia física y psíquica, amén de desarrollar una tolerancia que incita a fumar cada vez más para sentirse igual de estimulado. Si a esto agregamos la publicidad, incluso la engañosa para las mujeres, citada más arriba, nada tiene de extraño que chicos y chicas ‘enganchen’ hoy a edades progresivamente tempranas.

 

En cuanto a las mujeres adultas, diversos factores explican su masiva incorporación al consumo de tabaco. Emancipadas, integradas en el mundo laboral masculino, el tabaco se ha convertido, tal como siglos atrás sucedió con ellos, en símbolo. Por desgracia el gesto de fumar ya forma parte de la feminidad.

 

 

Así, la Comisión ha podido verificar que en el texto publicado en el diario El Comercio el 15 de octubre de 2006 se ha reproducido la obra “Uso social del tabaco” de autoría de Eulalia Solé, el cual fuera publicado en el 29 de julio de 2005 en el diario La Vanguardia, de España, atribuyéndose el denunciado la autoría del mismo.

 

El denunciado, por su parte, sostiene que ha señalado en diversas oportunidades que las obras materia del presente procedimiento han sido publicadas sin su autorización, negando incluso ser autor de las mismas.

 

En el presente caso, sin embargo, el denunciado no ha presentado medio probatorio alguno que acredite que solicitó al Diario El Comercio la corrección correspondiente, la cual debió ser efectuada inmediatamente después de publicado dicho artículo. Es más, la Comisión ha procedido a revisar la página web www.elcomercio.com.pe/EdicionImpresa/Html/2006-1015/ImEcOpinion0596258 verificando que aún se encuentra a disposición del público el texto denominado “Tabaco y mujer” en el Internet, lo cual denotaría que el denunciado no ha exigido al diario El Comercio que deje de comunicar el mismo señalándolo como autor.

 

En ese sentido, la Comisión concluye que el denunciado ha reproducido el texto “Uso social del tabaco” de autoría de Eulalia Solé, atribuyéndose la autoría del mismo, a efecto de que sea publicado en el diario El Comercio, como efectivamente ocurrió el 15 de octubre de 2006.

 

Asimismo, se ha verificado que el denunciado ha suprimido o cambiado algunas palabras e, incluso, frases íntegras de la obra de titularidad de Eulalia Solé, modificando, mutilando y alterando la misma, por lo que corrobora también una afectación al derecho de integridad de dicha autora.

 

Finalmente, la Comisión debe señalar que se ha verificado una reproducción sustancial del texto “Uso social del tabaco” de Eulalia Solé por parte de Alfredo Bryce Echenique, por lo que a pesar de los cambios introducidos corresponde calificar dicho acto como un plagio servil.

 

En consecuencia, corresponde declarar FUNDADA la denuncia iniciada de oficio contra Alfredo Bryce Echenique por infracción a los derechos morales de paternidad e integridad y patrimonial de reproducción de la autora Eulalia Solé respecto de su obra “Uso social del tabaco”, publicada en el diario La Vanguardia, de España, el 29 de julio de 2005.

 

3. Respecto de la obra “El declive del poder estadounidense” de Graham Fuller.

 

A fojas 33 del expediente obra una impresión de la página web www.uce.es/DEVERDAD/ARCHIVO_2005/26_05_18selecprensa.html en la que se reproduce la obra “El declive del poder estadounidense” de autoría de Graham Fuller, señalándose que la misma habría sido publicada en el diario La Vanguardia, de España, el 07 de diciembre de 2005.

 

La Comisión ha verificado que en la página web http://www.lavanguardia.es/premium/publica/publica?COMPID=51264906428&ID_PAGINA=3746&ID_FORMATO=9&PAGINACIO=&dummy=dummy?urlback=http%3A%2F%2Fwww.lavanguardia.es%2Fpremium%2Fpublica%2Fpublica%3FCOMPID%3D51264906428%26ID_PAGINA%3D3744%26ID_FORMATO%3D9 correspondiente al diario La Vanguardia, de España, se señala que el artículo “El declive del poder estadounidense” de Graham Fuller fue publicado en dicho diario el 07 de diciembre de 2005.

 

Sin embargo, el admisorio de la denuncia señala que la obra de Graham Fuller fue publicada el 26 de mayo de 2005 y no el 07 de diciembre de 2005 como efectivamente ocurrió, por lo que no existe concordancia entre lo que señala el admisorio y los medios probatorios que obran en el expediente.

 

Al respecto, al haberse admitido a trámite la presente denuncia respecto de una supuesta publicación de la obra de Graham Fuller el 26 de mayo de 2005, fecha que no guarda concordancia con los medios probatorios que obran en el expediente y a fin de no afectar el derecho de defensa del denunciado, la Comisión considera que corresponde ARCHIVAR la denuncia iniciada contra Alfredo Bryce Echenique por presunta infracción a los derechos morales de paternidad e integridad y patrimonial de reproducción del autor Graham Fuller respecto de su obra “El declive del poder estadounidense”.

 

4. Respecto de la obra “Las esquinas habitadas” de José María Pérez Álvarez.

 

A fojas 42 del expediente obra una impresión de la página web www.ourensedixital.com/jano/22.htm en la que se reproduce la obra “Las esquinas habitadas” de autoría de José María Pérez Álvarez, la cual se refiere habría sido publicada en la Revista Jano, de España, en marzo de 2005.

 

Sin embargo, la Comisión considera que si bien en la página web www.ourensedixital.com/jano/22.htm se establece una fecha de publicación del artículo de José María Pérez Álvarez, al no ser dicha página de titularidad de la revista Jano, de España, esta fecha debiera ser verificada con otros medios probatorios complementarios que permitan establecer con certeza la misma.

 

No obstante, en el presente caso, no ha sido posible verificar la existencia del artículo “Las esquinas habitadas” en el servidor de la revista Jano, de España, ni se ha podido acceder a otros medios probatorios complementarios que permitan establecer con certeza que el artículo de José María Pérez Álvarez se publicó en marzo de 2005.

 

En ese sentido, al no existir medios probatorios o indicios suficientes que permitan establecer con certeza que la obra “Las esquinas habitadas” de José María Pérez Álvarez fuera publicada en la fecha que se señala en el admisorio de la presente denuncia y a fin de no afectar el derecho de defensa del denunciado, la Comisión considera que corresponde ARCHIVAR la denuncia iniciada contra Alfredo Bryce Echenique por presunta infracción a los derechos morales de paternidad e integridad y patrimonial de reproducción del autor José María Pérez Álvarez respecto de su obra antes mencionada.

 

5. Respecto de la obra “La leyenda de John Lennon genera cerca de 19 millones de euros al año” de Nacho Para.

 

A fojas 45 del expediente obra una impresión de la página web www.elperiodicodeextremadura.com/noticias/noticias.asp?pkid=209558 en la que se reproduce la obra “La leyenda de John Lennon genera cerca de 19 millones de euros al año” de autoría de Nacho Para, la cual fue publicada en el Periódico de Extremadura, de España, el 08 de diciembre de 2005. Dicha página web se encuentra a la fecha disponible en Internet.

 

Asimismo, a fojas 47 del expediente obra una impresión de la página web www.elcomercioperu.com.pe/Edicionimpresa/Html/2006-12-10/ImEcOpinion0630083.html del diario El Comercio, de Lima, Perú, en la que se reproduce la obra “Los muertos más rentables del mundo” y en la que se señala que la misma es de autoría de Alfredo Bryce Echenique.

 

La Comisión ha procedido a elaborar un cuadro comparativo entre ambas obras[23]:

 

Artículo de Alfredo Bryce Echenique publicado el 10 de diciembre de 2006 por el diario El Comercio.

Artículo de Nacho Para publicado en el diario La Extremadura el 08 de diciembre de 2005.

 

www.elperiodicoextremadura.com/

noticias/noticia.asp?pkid=209558

 

 

Los muertos más rentables del mundo

 

 

John Lennon quería ser más grande que Elvis, aunque hoy, pasado ya un cuarto de siglo de su asesinato, el 8 de diciembre de 1980, es difícil evaluar si lo ha logrado. Presley sigue siendo el rey en el terreno comercial, pero el mensaje, la actitud y la imagen de Lennon parecen ser más universales, más profundas, más aceptadas.

 

El año pasado, Elvis generó 38 millones de euros, según la revista "Forbes", mientras que Lennon, que alcanza la tercera posición en la lista de los muertos más rentables, ingresó casi 19 millones de euros. Más que una estrella del espectáculo, Lennon es ante el mundo un ícono de la paz, y su "Imagine", la banda sonora de las buenas intenciones en casi cualquier rincón del planeta.

 

Aunque las ventas de sus discos no sean espectaculares (219.000 unidades en 2005, la mitad que el otro beatle desaparecido, George Harrison), los fans acaban de elegir a Lennon como el mayor ícono del rock de todos los tiempos en una encuesta realizada por la prestigiosa revista de rock británica "Q". En otra votación, Lennon aparece como el séptimo personaje más importante de la historia de Gran Bretaña, por delante de Lord Nelson, Newton y Shakespeare. ¿Una exageración? Puede ser. La mitología depara curiosos resultados, como que "Qué noche la de aquel día" figure entre las cien mejores películas de la historia del cine, según la revista "Time". En la era de la mercadotecnia, la imagen de Lennon es más potente que su propia persona.

 

Si hay algo que representa la imagen con la que Lennon se ha dado a conocer mundialmente es el famoso video de "Imagine" con el piano blanco y la habitación blanca. Da lo mismo que Capital Radio acabe de airear una vieja entrevista inédita en la cual Lennon asegura que "Imagine" no es su mejor trabajo. Da igual que la mayoría de los músicos influenciados por Lennon citen canciones de los Beatles --"Tomorrow never knows", "A day in the live"-- y discos de los Beatles --"Revolver", "Rubber Soul"-- como sus obras maestras. Yoko Ono, la viuda, ha hecho una bandera de "Imagine", reduciendo así las aristas del mito para hacerlo más universal.

 

 

 

Actualizar y dignificar el mito, un proceso que a veces colisiona con los imperativos comerciales, es la gran preocupación de Yoko, quien, como reflejaba recientemente la prensa británica, "está más preocupada ahora por la obra de John que cuando estaba vivo". No en vano maneja un patrimonio valorado en mil millones de euros.

 

 

Lennon es sinónimo de rock, pero el hecho de haber sido asesinado joven --los cinco tiros fatídicos que le disparó Mark David Chapman-- creó inmediatamente el mito del pacifista abatido por la misma violencia que combatió. Así, sin matices, resulta una imagen equivocada, pero que funciona de mil maravillas comercialmente. Paul McCartney escribió "When I'm 64" y ya los tiene. John estaba escribiendo "Life begins at 40" cuando lo mataron.

 

 

La leyenda de John Lennon genera cerca de 19 millones de euros al año

 

John Lennon quería ser más grande que Elvis, aunque hoy, justo 25 años después de su asesinato el 8 de diciembre de 1980, es difícil evaluar si lo ha logrado. Presley sigue siendo el rey en el terreno comercial, pero el mensaje, la actitud y la imagen de Lennon parecen más universales, más profundas, más aceptadas.

El año pasado, Elvis generó 38 millones de euros, según la revista Forbes , mientras Lennon, que alcanza la tercera posición en la lista de los muertos más rentables, ingresó casi 19 millones. Más que una estrella del espectáculo, Lennon es ante el mundo un ícono de la paz, y su Imagine , la banda sonora de las buenas intenciones.

 

 

Aunque las ventas de sus discos no sean espectaculares (219.000 unidades en el 2004, la mitad que el otro beatle desaparecido, George Harrison), los fans acaban de elegir a Lennon como el mayor icono del rock de todos los tiempos en una encuesta de la prestigiosa revista musical británica Q . En otra votación, Lennon aparece como el séptimo personaje más importante de Gran Bretaña, por delante de Nelson, Newton y Shakespeare.

 

 

 

 

 

 

 

LA HABITACION BLANCA Si algo representa la imagen creada de Lennon, con la que se ha dado a conocer a la generación iPod , es el famoso vídeo de Imagine con el piano blanco y la habitación blanca. Da igual que Capitol Radio acabe de airear una vieja entrevista inédita en la cual Lennon asegura que Imagine no es su mejor trabajo. Da igual que la mayoría de los músicos influenciados por Lennon citen canciones de los Beatles -- Tomorrow never knows , A day in the life -- y discos de los Beatles --Revolver , Rubber Soul -- como sus obras maestras. Yoko Ono, la viuda, ha hecho una bandera de Imagine , reduciendo así las aristas del mito para hacerlo más universal.

Actualizar y dignificar el mito, un proceso que a veces colisiona con los imperativos comerciales, es la gran preocupación de Yoko, quien, como reflejaba la prensa británica, "está más preocupada ahora por la obra de John que cuando estaba vivo". No en vano maneja un patrimonio de más de 1.000 millones de euros.

 

Lennon es sinónimo de rock, pero el hecho de haber sido asesinado joven --los cinco tiros fatídicos que le propinó Mark David Chapman--, creó el mito colectivo del pacifista abatido por la violencia que combatió.

 

 

Así, la Comisión ha procedido a verificar que en el texto publicado en el diario El Comercio el 10 de diciembre de 2006 se ha reproducido de forma parcial la obra “La leyenda de John Lennon genera cerca de 19 millones de euros al año” de autoría de Nacho Para, la cual fuera publicada en el Periódico de Extremadura en su edición del 08 de diciembre de 2005, atribuyéndose el denunciado la autoría de la misma.

 

El denunciado, por su parte, sostiene que ha señalado en diversas oportunidades que las obras materia del presente procedimiento han sido publicadas sin su autorización, negando incluso ser autor de las mismas.

 

En el presente caso, sin embargo, el denunciado no ha presentado medio probatorio alguno que acredite que solicitó al diario El Comercio la corrección correspondiente, la cual debió ser efectuada inmediatamente después de publicado dicho artículo. Es más, la Comisión ha procedido a revisar la página web www.elcomercioperu.com.pe/Edicionimpresa/Html/2006-12 10/ImEcOpinion0630083.html verificando que aún se encuentra a disposición del público el texto denominado “Los muertos más rentables del mundo” en el Internet, lo cual denota que el denunciado no ha exigido al diario El Comercio que deje de comunicar la misma señalándolo como autor.

 

En ese sentido, la Comisión concluye que el denunciado ha reproducido el texto “La leyenda de John Lennon genera cerca de 19 millones de euros al año” de autoría de Nacho Para, atribuyéndose la autoría del mismo, a efecto de que sea publicado en el diario El Comercio, como efectivamente ocurrió el 10 de diciembre de 2006.

 

Asimismo, se ha verificado que el denunciado ha suprimido o cambiado algunas palabras e incluso frases íntegras de la obra de titularidad de Nacho Para, modificando, mutilando y alterando la misma, por lo que se corrobora también una afectación al derecho de integridad de dicho autor.

 

Finalmente, la Comisión debe señalar que se ha verificado una reproducción sustancial del texto “La leyenda de John Lennon genera cerca de 19 millones de euros al año” de Nacho Para por parte de Alfredo Bryce Echenique, por lo que a pesar de los cambios introducidos corresponde calificar dicho acto como un plagio servil.

 

En consecuencia, corresponde declarar FUNDADA la denuncia iniciada de Oficio contra Alfredo Bryce Echenique por infracción a los derechos morales de paternidad e integridad y patrimonial de reproducción del autor Nacho Para respecto de su obra “La leyenda de John Lennon genera cerca de 19 millones de euros al año”, publicada en el Periódico de Extremadura el 08 de diciembre de 2005.

 

6. Respecto de la obra “Londres busca detectives” de Carlos Sentís.

 

A fojas 38 del expediente obra una impresión de la página web www-org.lavanguardia.es/premium/pdf/PdfShow?p_action=showpdf&p_id=40850889&p_data=20050729[24]  en la que se reproduce la obra “Londres busca detectives” de autoría de Carlos Sentís, la cual fue publicada en el diario La Vanguardia, de España, el 29 de julio de 2005[25].

 

Asimismo, a fojas 40 del expediente obra una impresión de la página web www.elcomercioperu.com.pe/Edicionimpresa/Html/2006-07-23/ImEcOpinion0545581.html del diario El Comercio de Lima, Perú, en la que se reproduce la obra “Londres busca detectives” y en la que se señala que la misma es de autoría de Alfredo Bryce Echenique.

 

La Comisión ha procedido a elaborar un cuadro comparativo entre ambas obras[26]:

 

Artículo de Alfredo Bryce Echenique publicado el 23 de julio de 2006 por el diario El Comercio.

 

Artículo de autoría de Carlos Sentís, publicado en el diario La Vanguardia de España el 29 de julio de 2005.

 

Aunque no proclamado a los cuatro vientos para no dar satisfacción a terrorista alguno, el hecho es que en Londres hay descontento con Scotland Yard.

En primer término se le acusó de no haber previsto el primer ataque del mes de julio del año pasado, a pesar de que uno de los inmolados terroristas fue, en un momento dado, controlado por Scotland Yard, sin que detectara anomalía alguna en aquel muchacho de origen pakistaní, útil a la comunidad.

Sobre este punto cabría decir que tampoco en Nueva York, en setiembre del 2001, previeron un ataque de tamaña envergadura. La primera vez que el terrorismo radical actúa nos coge siempre por sorpresa. También ocurrió en el atroz atentado de Madrid sin que en Nueva York ni en la capital de España se repitieran semejantes atentados.

 

Pero a Scotland Yard se le reprocha no haber previsto, ni evitado, la segunda intervención terrorista sobre el metro de Londres y un autobús, réplica de la primera, sin baño de sangre de por medio. Sir Ian Blair, jefe de Scotland Yard, habló entonces de que se había evitado una matanza, pero todo hace creer que los terroristas hicieron estallar bombas sin carga o metralla sólo para provocar con el estallido el pánico en la ciudad y sobre todo dejar sentado que pueden repetir un atentado donde y cuando quieran. Esto es lo que teme Scotland Yard desde aquellos aciagos días y de ahí sus incesantes llamamientos a la colaboración ciudadana, hasta el día de hoy. Campo abierto, pues, para los detectives amateurs. Entre todos acabarán por capturar a los responsables.

 

Y como trágico hecho colateral para Scotland Yard, se produjo aquel error que causó la muerte del joven brasileño Jean Charles de Menezes, que tanto revuelo armó y con tanto eco en Brasil.

 

El jefe de Scotland Yard pidió las disculpas del caso, pero repitió que semejante error podría repetirse debido a que los terroristas suicidas pueden desencadenar la explosión del artefacto que llevan incorporado, estén o no heridos en el suelo. Por supuesto que esta explicación no convenció demasiado a los que entonces vieron cómo al malogrado muchacho se le disparaban tiros en la cabeza. Tampoco quedaron claras las razones de la huida del brasileño, quien, por lo visto, tenía su documentación caduca

 

Aunque no proclamado a los cuatros vientos para no dar mayor satisfacción a los terroristas, el hecho es que en Londres hay descontento con relación a Scotland Yard. En primer término se le acusó de no haber previsto el primer ataque, a pesar deque uno de los inmolados terroristas fue, en un momento dado, controlado por Scotland yard, sin que detectara anomalía alguna en aquel muchacho de origen pakistaní, útil a la comunidad.

 

 

 

 

Sobre este punto cabría decir que tampoco en Nueva York, en el 2001, previeron un ataque de tamaña envergadura. La primera vez que el terrorismo radical actúa coge siempre de nuevas. También ocurrió en Madrid sin que en Nueva York ni en la capital de España se repitieran semejantes atentados.

 

Pero a Scotland Yard se le reprocha no haber previsto ni evitado la segunda intervención terrorista sobre el metro de Londres y un autobús, réplica de la primera, sin baños de sangre de por medio; Sir Ian Blair, jefe de Scotland Yard, habló de que se había evitado una matanza, pero todo hace creer que los terroristas hicieron estallar bombas sin carga o metralla sólo para, con el estadillo provocar el pánico en la ciudad y, sobre todo, dejar sentado que pueden repetir un atentado donde y cuando quieran. Esto es lo que teme Scotland Yard en el momento de escribir estas líneas y de allí sus llamamientos a la colaboración ciudadana. Campo abierto, pues, para los detectives amateurs. Entre todos acabarán por hacerse con los responsables.

 

 

Y como trágico hecho colateral para Scotland Yard, se produjo el error que causó la muerte del joven brasileño Jean Charles de Menezes, que tanto revuelo ha armado y con tanto eco en Brasil.

 

El jefe de Scotland Yard pidió disculpas, pero añadió que semejante error puede repetirse debido a que los terroristas suicidas pueden desencadenar la explosión del artefacto que llevan incorporado, estén o no heridos en el suelo. Esta explicación no ha convencido demasiado a los que entonces vieron cómo al malogrado joven se le disparaban tiros en la cabeza. Tampoco quedaron claras las razones de la huida del brasileño, quien, por lo visto, tenía su documentación caducada…[27]

 

Así, la Comisión ha procedido a verificar que en el texto publicado en el diario El Comercio el 23 de julio de 2006 se ha reproducido de forma parcial la obra “Londres busca detectives” de autoría de Carlos Sentís, la cual fuera publicada en el Diario La Vanguardia, de España, en su edición del 29 de julio de 2005, atribuyéndose el denunciado la autoría de la misma.

 

El denunciado por su parte sostiene que ha señalado en diversas oportunidades que las obras materia del presente procedimiento han sido publicadas sin su autorización, negando incluso ser autor de las mismas.

 

En el presente caso, sin embargo, el denunciado no ha presentado medio probatorio alguno que acredite que solicitó al diario El Comercio la corrección correspondiente, la cual debió ser efectuada inmediatamente después de publicado dicho artículo. Es más, la Comisión ha procedido a revisar la página web www.elcomercioperu.com.pe/EdicionImpresa/Html/2006-07 23/ImpOpinion0545581.html verificando que aún se encuentra a disposición del público el texto denominado “Londres busca detectives” en el Internet, lo cual denota que el denunciado no ha exigido al diario El Comercio que deje de comunicar el mismo señalándolo como autor.

 

En ese sentido, la Comisión concluye que el denunciado ha reproducido el texto “Londres busca detectives” de autoría de Carlos Sentís, atribuyéndose la autoría del mismo, a efecto de que sea publicado en el diario El Comercio, como efectivamente ocurrió el 23 de julio de 2006.

 

Asimismo, se ha verificado que el denunciado ha suprimido o cambiado algunas palabras e incluso frases íntegras de la obra de titularidad de Carlos Sentís, modificando, mutilando y alterando la misma, por lo que se corrobora también una afectación al derecho de integridad de dicho autor.

 

Finalmente, la Comisión debe señalar que se ha verificado una reproducción sustancial del texto “Londres busca detectives” de Carlos Sentís por parte de Alfredo Bryce Echenique, por lo que a pesar de los cambios introducidos corresponde calificar dicho acto como un plagio servil.

 

Al respecto, la Comisión debe señalar que el hecho de que no se realice una comparación de la totalidad de los párrafos no implica que no exista un plagio servil pues se ha verificado, además, que el inicio de los siguientes párrafos del texto de Carlos Sentís coincide con el de los que corresponden al texto del denunciado.

 

En consecuencia, corresponde declarar FUNDADA la denuncia iniciada de Oficio contra Alfredo Bryce Echenique por infracción a los derechos morales de paternidad e integridad, y patrimonial de reproducción, del autor Carlos Sentís respecto de su obra “Londres busca detectives”, publicada en el diario La Vanguardia, de España, el 29 de julio de 2005.

 

7. Respecto de la obra “América Latina: ¿regresando al pasado para enfrentar el futuro?” de Jordi Urgell.

 

A fojas 228 del expediente obra una impresión de la obra “América Latina ¿regresando del pasado para enfrentar el futuro?” presuntamente de autoría de Jordi Urgell la cual habría sido publicada en la página web www.escolapau.org el 07 de noviembre de 2005.

 

Al ingresar a la página web http://www.escolapau.org/img/programas/alerta/articulos/05articulo016.pdf se verifica un texto en formato de documento portátil (PDF) correspondiente a la obra de Jordi Urgell, sin embargo, si bien se indica en dicho texto la fecha 07 de noviembre de 2005, la Comisión considera que al encontrarse en formato PDF dicha fecha debiera ser verificada con otros medios probatorios complementarios que permitan establecer con certeza la misma.

 

Sin embargo, en el presente caso, no ha sido posible acceder a otros medios probatorios que permitan establecer con certeza que el artículo de Jordi Urgell titulado “América Latina: ¿regresando al pasado para enfrentar el futuro?” se publicó efectivamente el 07 de noviembre de 2005 en la página web www.escolapau.org.

 

En ese sentido, al no existir medios probatorios o indicios suficientes que permitan establecer con certeza que la obra “América Latina: ¿regresando al pasado para enfrentar el futuro?” de Jordi Urgell fuera publicada en la fecha que se señala en el admisorio de la presente denuncia y a fin de no afectar el derecho de defensa del denunciado, la Comisión considera que corresponde ARCHIVAR la denuncia iniciada contra Alfredo Bryce Echenique por presunta infracción a los derechos morales de paternidad e integridad, y patrimonial de reproducción, del autor Jordi Urgell respecto de su obra antes mencionada.

 

8. Respecto de la obra “La estupidez perjudica seriamente la salud” de Jordi Cebrià Andreu y Víctor Cabrè Segarra.

 

A fojas 242 del expediente obra una impresión de la página 86 de la Revista Jano Nº 1579 correspondiente al mes de octubre de 2005, en la que se reproduce la obra “La estupidez perjudica seriamente la salud” de autoría de Jordi Cebrià y Víctor Cabré Segarra.

 

Asimismo, a fojas 249 del expediente se encuentra una impresión de la página web www.elcomercio.com.pe/EdicionImpresa/Html/2006-04-30/impOpinion049770.html del diario El Comercio, de Lima, en la que se reproduce la obra “La estupidez perjudica gravemente la salud” y en la que se señala que la misma es de autoría de Alfredo Bryce Echenique, publicada el 30 de abril del 2006.

 

La Comisión ha procedido a elaborar un cuadro comparativo entre ambas obras[28].

 

Artículo de Alfredo Bryce Echenique publicado el 30 de abril de 2006 por el diario El Comercio

Artículo de Jordi Cebrià y Victor Cabré, publicado el 07 de octubre de 2005 por la Revista Jano

La estupidez perjudica gravemente la salud

 

Es intrigante que uno de los fenómenos que mejor explica la historia de la humanidad, la estupidez, haya merecido siempre tan poca atención.

 

A lo largo de los siglos, sobre ella se ha escrito poco, a menudo superficialidades y en tono jocoso. Hasta hace veinte años, la estupidez humana no se ha considerado una cuestión a tomar en serio, ni siquiera desde el punto de vista médico, a pesar de ser indudablemente la primera causa de sufrimiento de nuestra especie.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Al igual que su anverso, la inteligencia, la estupidez no es siempre fácil de reconocer ni menos de definir. Sin duda, el estúpido es aquel que causa daño a otros sin obtener de ello provecho alguno, en contraposición al inteligente, que sabe conseguir beneficio para los demás y para mismo. Pero el tema es espinoso. Si los filósofos y científicos no habían entrado en materia, es quizás por considerarla poco merecedora de sesudas cavilaciones, pero en parte también por la intuición de que hablar de la estupidez humana es escribir una parte de la propia bibliografía.



 

La estupidez es tan ubicua que todos estamos expuestos a ella, hasta los más sabios. El ser humano lleva consigo un germen de estupidez que aflora con mayor o menos resplandor en cada uno, de manera ineludible. Este es el verdadero pecado original del género humano. Y, como los pecados, se puede ser estúpido de palabra, acción u omisión. Con diferencia, las estupideces de palabra son las más frecuentes, tanto por la incontinencia y sandez de lo que se dice como también por la manera como se interpreta. Hablar es peligroso, pero no hacerlo también lo es. Un matiz interesante en el fenómeno de la estupidez es el miedo a cometerla, que paraliza la acción y que impide que decisiones cruciales lleguen a realizarse, causando un prejuicio mayor que el de haber actuado aunque sea de la peor manera. Con lo que las estupideces por omisión son una categoría aparte, enormemente dañina por lo inaparente de su índole, muchas veces provocada por no reaccionar a tiempo ante una situación problemática.

 

 

 

La estupidez es, en parte, esencial, pero también hay en ella un componente importante de aprendizaje. Es sabido que, a fuerza del empeño del entorno social y familiar de cada adulto, se consigue de él una conducta esencialmente estúpida. En ese continuo entre especialidad y aprendizaje hay un amplio muestrario. Algunos 'estúpidos esencialmente listos' aprenden a no parecerlo demasiado, mientras que algunos 'listos estúpidos', convencidos de los sagaces que son, aprenden, a base de falta de discreción, a parecerlo mucho.



Ya los griegos antiguos tenían una palabra para referirse al astuto imbécil: kutopòrinos, un ser aparentemente inteligente pero que toma decisiones nefastas. La creatividad en este terreno es casi infinita, como reconocía Einstein, que comparaba la magnitud de la estupidez con la infinitud del universo.


Parece ser, además, que la erudición no solo no protege ni cura la estupidez, sino que a menudo da coartadas al estúpido para pontificar verdades que a la postre no son más que solemnes tonterías.

 

 

 

 

 

 

 

 

Y es que la estupidez, como la pereza, está agazapada en nuestro interior esperando emerger en todo su esplendor. Ambas ejercen una intensa acción sobre nosotros, y tal vez por eso están emparentadas. Se requiere mucha energía y disciplina para mantenerlas a raya. Esa disciplina quizás marca el nivel de inteligencia real de cada individuo.



Cuando una persona es capaz de decir, o de decirse, qué estúpido ha sido por no reaccionar a tiempo y por no haber previsto lo que luego se hace evidente, demuestra esa energía mental y una buena capacidad de autoconocimiento, aunque otra cosa es si esa capacidad le permite evitar más adelante la repetición de nuevas, e incluso iguales, estupideces.

 

 

 

 

 

 

 

 

Y lo peor que nos puede pasar es que defendamos nuestras estupideces. Las conductas estúpidas se ven en efecto favorecidas por cierto egocentrismo y dificultad para reconocer los errores propios.

 

 

 

 

 

 

 

 

Si el ser humano es la cima de la evolución y lo es por su inteligencia superior, ¿cómo así es el único animal que comete una estupidez tras otra? Una primera explicación puede que sea porque una persona inteligente tiene un mayor abanico de acciones a realizar, más objetivos y más variables a controlar. Carecemos, como especie, de la capacidad de controlar todos los elementos necesarios para hacer proyecciones a futuro.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En la estupidez siempre hay un grado de ceguera que nos impide percibir la realidad objetivamente y tomar decisiones coherentes, ya sea por distorsiones de pensamientos --los prejuicios, las supersticiones o los dogmatismos lo son-- o por interferencias emocionales o comunicativas.

 

 

 

 

 

 

 

Si hay estupidez individual, seguro que hay otra de rango superior, la estupidez social. Y resulta lógico que si la suma de inteligencias individuales puede hacer más inteligente a una comunidad, el conjunto de sus estupideces la puede convertir en más estúpida. Sobran los antecedentes históricos que lo refrendan. La pregunta crucial que cabe hacerse en este inicio de milenio es en qué dirección avanzamos. Hay una cierta sensación de que las necesidades espirituales, racionales y emocionales actuales de las personas son saciadas con productos comunicacionales que parecen potenciar a menudo el comportamiento mágico, los prejuicios, el fanatismo y una penosa escala de valores. Naturalmente este asunto tiene implicaciones en la salud percibida de las personas, en su repertorio de recursos para afrontar la vida y en su capacidad para ser más felices.


Alcanzar un grado de integración en nuestro comportamiento implica articular niveles de funcionamiento cerebral que, a menudo, están disociados. Y esto requiere una complicidad colectiva. Conseguir una cierta armonía entre la mente y el cuerpo, lo psíquico y lo somático, la mente y el cerebro, la capacidad intelectual y la emocional, lo cognitivo y lo emotivo, supone un argumento que da sentido y dirección al sujeto individual y a la especie. Quizá no nos impida seguir cometiendo errores y barbaridades, pero sí que puede permitirnos repararlos y aprender de ellos. Por el contrario, los actos estúpidos solo consiguen nuevas interferencias en el proceso de integración del ser humano. Si pretendemos una sociedad más inteligente y más sana hay que trabajar mucho para desaprender gran parte de lo que se da por sentado y reaprender el hábito de pensar y aumentar la autoconciencia, que significa también estar atentos a los pensamientos y a las emociones y de algún modo aprender a manejarlos armónicamente. Solo así lograremos que se insinúe el más fascinante de los trinomios: salud, inteligencia y felicidad.

La estupidez perjudica seriamente la salud

 

Es intrigante que uno de los fenómenos que mejor explica la historia de la humanidad, la estupidez, haya merecido tan poca atención.

 

 

A lo largo de los últimos tres milenios, sobre ella se ha escrito poco, a menudo superficialidades y en tono jocoso, como si la cosa no fuera con el autor. Hasta hace dos décadas, la estulticia humana no se ha considerado una cuestión a tomar en serio.

Y, sin embargo, los médicos deberíamos considerarla como un valioso objeto de estudio científico, ya que es posible que sabiendo más de ella aprendiéramos más cosas de nuestra propia naturaleza y las maneras que tenemos de enfermar. Si nuestro interés es mitigar el sufrimiento humano, no hay más remedio que profundizar en el asunto: es probable que la estupidez sea la primera causa de sufrimiento en nuestra especie, por delante de las enfermedades o la maldad.

 

Al igual que su anverso, la inteligencia, no siempre es fácil de reconocer y todavía menos de definir. Carlo Cipolla describe al estúpido como aquel que causa daño a otros sin obtener provecho e incluso padeciendo perjuicio él mismo, en contraposición al inteligente, que sabe conseguir beneficios para los demás y para él mismo. Pero el tema es espinoso. Si los filósofos y los científicos no habían entrado en materia, es quizás por considerarla poco merecedora de sesudas cavilaciones, pero en parte también por la intuición de que hablar de la estupidez humana es escribir una parte de la propia biografía. No es fácil hablar de ella marcando una distancia de asepsia.

 

La estupidez es tan ubicua que todos estamos expuestos a ella, hasta los más sabios. El ser humano lleva en su naturaleza un germen de estupidez que aflora con mayor o menor esplendor en cada uno, de manera ineludible. Este es el verdadero pecado original del género humano. Y, como con los pecados, se puede hacer el estúpido de palabra, obra u omisión. Con diferencia, las memeces de palabra son las más frecuentes. Tanto por la incontinencia y/o la sandez de lo que se dice como también por la manera como se interpreta. Hablar es peligroso, pero no hacerlo también lo es. Un matiz interesante en el fenómeno de la estupidez es el miedo a cometerla, que paraliza la acción y que impide que decisiones cruciales lleguen a realizarse, causando un perjuicio mayor que el de haber actuado aunque fuera de la peor manera.

Con lo que las estupideces por omisión son una categoría aparte, enormemente dañina por lo inaparente de su índole, muchas veces provocada por no reaccionar a tiempo ante una situación problemática. De hecho este es el origen de la palabra, proveniente del latín, estupere, quedarse aturdido, pasmado.

 

La estupidez es en parte esencial, pero hay un componente importante de aprendizaje. Es sabido que, a fuerza del empeño del entorno social y familiar de cada futuro adulto, se consigue de él una conducta ejemplarmente estúpida. En ese continuo entre esencialidad y aprendizaje hay un amplio muestrario. Algunos “estúpidos esenciales listos” aprenden a no parecerlo demasiado —como decía el entrañable Forrest Gump “estúpido es aquel que hace estupideces”—, mientras que algunos “listos estúpidos”, convencidos de lo sagaces que son, aprenden, a base de falta de discreción, a parecerlo mucho.

 

Ya los griegos antiguos tenían un vocablo para referirse al astuto imbécil, kutopòrinos, un ser aparentemente inteligente pero que toma decisiones nefastas. La creatividad en este terreno es casi infinita, como reconocía Einstein, que comparaba la magnitud de la estupidez con la infinitud del universo.

 

Parece ser, además, que la erudición no sólo no protege ni cura de la estupidez, sino que a menudo da coartadas al necio para pontificar verdades, que a la postre no son más que solemnes tonterías. ¡Qué miedo dan estos últimos enmascarados en frases grandilocuentes que argumentan la bondad de acciones que después son catastróficas! Y cuanto mayor es el nivel de responsabilidad del estúpido, más daño causa a mayor número de gente.


La estupidez, como la pereza, está agazapada en nuestro interior esperando a emerger en todo su esplendor. Ambas ejercen una intensa atracción sobre nosotros, y tal vez por eso están emparentadas. Se requiere mucha energía y disciplina mental para mantenerlas a raya. Esa disciplina quizás marca como nada el nivel de inteligencia real de cada individuo.

 


Cuando una persona es capaz de decir, o de decirse, cuán estúpido ha sido por no reaccionar a tiempo y por no haber previsto lo que luego se hace evidente, demuestra esa energía mental y una buena capacidad de autoconocimiento, aunque otra cosa es si esa capacidad autocrítica le permite evitar más adelante la repetición de nuevas, e incluso iguales, estupideces.

 

Tristemente, la autocrítica es excepcional, no sólo se da en raras ocasiones, sino que las respuestas que producimos generalmente se revisten de justificaciones y pretextos que tratan de responsabilizar a los demás de las propias estupideces.

 

En este caso, peor todavía que cometer la estupidez es defenderla y/o justificarla con énfasis y convicción y hacerla ostentosa. Las conductas estúpidas, según Sternberg, se ven favorecidas por un cierto egocentrismo y dificultad para reconocer los errores propios. El egocentrismo, si además es narcisista, no sólo no reconoce sus propias estupideces, sino que es un hábil detector de las de los demás.

 

Una estupidez tras otra

 

Si el ser humano es la cima de la evolución y lo es por su inteligencia superior, ¿cómo es que es el único animal que comete una estupidez tras otra? Una primera explicación puede que sea porque una persona inteligente tiene un mayor abanico de acciones a realizar, más objetivos y más variables a controlar. Adolecemos, como especie, de la capacidad de controlar todos los elementos necesarios para hacer proyecciones de futuro. Es lógico pensar que tenemos más posibilidades de llevar a cabo un mayor número de comportamientos estúpidos que inteligentes, y más cuando la situación es nueva y compleja.

Planificar, sopesar los factores que influenciarán una situación futura requiere la activación de la corteza prefrontal, encargada de visualizar escenarios de futuro. Y la actividad de un supervisor, un módulo de la conciencia que dialoga con nosotros mismos, y que pondera cada decisión. Estas computaciones exigen un gasto de energía que a muchos resulta displicente.

Un acto estúpido tiene, por tanto, un primer momento hedónico: el placer de no pensar en las consecuencias.

Nuestra inteligencia óptima se basa en un armonioso funcionamiento de tres sistemas de inteligencia que trabajan al unísono en nuestro cerebro: el instintivo- reflejo —el más antiguo —, el emocional —enormemente potente y competente — y el cortical. Estos tres niveles con frecuencia no trabajan en colaboración. De vez en cuando, el cerebro emocional secuestra el racional y dicta las conductas. En otras, impregna la decisión racional con emociones tóxicas que incrementan el riesgo de cometer un acto estúpido. Emociones intensas como el miedo, la ira, la rabia o el amor, por poner algún ejemplo, pero también sentimientos como la envidia o el rencor están en el fondo de decisiones desafortunadas. La falta de atención y reflexión viene por desidia, por interferencia emocional o

por posiciones vitales tales como la vanidad, la petulancia o la fantasía de infalibilidad, que ya de por sí es una posición estúpida hasta el tuétano.

De igual forma, cuando la racionalización capitaliza exclusivamente ámbitos en los cuales los sentimientos y las emociones tienen un claro protagonismo, las posibilidades de actitudes estúpidas aumentan. Pretender racionalizar contenidos humanos que obedecen a un alto grado de subjetividad, como el amor, el dolor, la gratitud o el temor, puede provocar alguno de los comportamientos más estúpidamente faltos de contacto con la realidad. Y todo ello a pesar de que, en nombre de algunas de estas emociones, pero también en nombre de no pocas ideas y convicciones, se abanderan algunas de las más notorias estupideces. ¿Qué sistemas inteligentes mandan cuando se declara amor eterno a una persona o cuando se declara la guerra a un país vecino? En cualquier caso, como decíamos, no siempre trabajan al unísono.

 

Todas estas razones enumeradas muy someramente tienen en común que impiden hacer una lectura realista de la situación y nos hacen ciegos a los detalles y a los indicios que indican que las cosas no van por donde debieran.

 

En la estupidez siempre hay un cierto grado de ceguera que nos impide percibir la realidad objetivamente y tomar decisiones coherentes, ya sea por distorsiones de pensamiento —los prejuicios, las supersticiones o los dogmatismos lo son— o por interferencias emocionales o comunicativas a las que antes hacíamos referencia.

En todo caso, ese punto ciego personal suele ser invisible para su dueño.

 

¿Podemos hacer algo inteligente ante ello?

 

Si hay una estupidez individual, seguro que hay otra de rango superior, la estupidez social. Si el sumatorio de inteligencias particulares puede hacer más inteligente a una comunidad, el conjunto de sus estupideces la puede convertir en más estúpida. Tenemos muchos antecedentes históricos que lo refrendan. La pregunta crucial que cabe hacerse en este inicio de milenio es en qué dirección avanzamos. Hay una cierta sensación de que las necesidades espirituales, racionales y emocionales actuales de las personas son saciadas con productos comunicacionales que parecen potenciar demasiado a menudo el pensamiento mágico, los prejuicios, el fanatismo y una penosa escala de valores. Naturalmente, este asunto tiene implicaciones en la salud percibida por las personas, en su repertorio de recursos para afrontar la vida y en su capacidad de ser más felices.



Alcanzar un mayor grado de integración en nuestro comportamiento implica articular niveles de funcionamiento cerebral que, a menudo, están disociados. Y requiere una complicidad colectiva. Conseguir una cierta sinergia entre la mente y el cuerpo, lo psíquico y lo somático, la mente y el cerebro, la capacidad intelectual y la inteligencia emocional, lo cognitivo y lo emotivo, supone un argumento que da sentido y dirección al sujeto individual y a la especie. Quizá no nos impida seguir cometiendo errores, pero si que puede permitirnos repararlos y, quizá, aprender de ellos. Por el contrario, los actos estúpidos, poco meditados, sólo consiguen nuevas disociaciones e interferencias en el proceso de integración del sujeto. Si pretendemos una sociedad mas inteligente —¿más sana? — hay que trabajar para que sea posible desaprender mucho de lo que se da por sentado y reaprender el hábito de pensar, de aumentar la autoconciencia, que significa también estar atentos a los pensamientos y las emociones y de algún modo aprender a manejarlos armónicamente. Se insinúa así un trinomio fascinante, salud-inteligencia-felicidad, tres conceptos que parecen estar íntimamente relacionados.

 

Por este camino, llegamos a definiciones con matices diferentes a las que enunciábamos al principio: inteligencia sería la capacidad de trabajar activamente para hacer más felices a los demás y a uno mismo, y la estupidez sería trabajar para la infelicidad de los otros, aunque en apariencia se experimentase un primer momento de placer. Al final esto último seguro que acaba perjudicando la salud.

 

Así, la Comisión ha podido verificar que en el texto publicado en el diario el Comercio el 30 de abril de 2006 se ha reproducido parcialmente la obra “La estupidez perjudica seriamente la salud” de autoría de Jordi Cebrià Andreu y Víctor Cabré Segarra, la cual fuera publicada en octubre de 2005 en la revista “Jano” de España Nº 1579, atribuyéndose el denunciado la autoría de la misma.

 

Asimismo, se ha verificado que el denunciado ha suprimido o cambiado algunas palabras e, incluso, frases íntegras de la obra de titularidad de Jordi Cebrià Andreu y Victor Cabré Segarra, modificando, mutilando y alterando la misma, por lo que se corrobora también una afectación al derecho de integridad de dichos autores. Por otro lado, se deja constancia que el denunciado no ha desvirtuado estos hechos al no haber cumplido con presentar sus descargos respecto de lo señalado en la Resolución de fecha 19 de agosto de 2008.

 

En ese sentido, la Comisión concluye que el denunciado ha reproducido el texto “La estupidez perjudica seriamente la salud” de autoría de Jordi Cebrià Andreu y Víctor Cabré Segarra, atribuyéndose la autoría del mismo, a efecto de que sea publicada en el diario El Comercio de Lima, como efectivamente ocurrió el 30 de abril de 2006.

 

Finalmente, la Comisión debe señalar que se ha verificado una reproducción importante del texto “La estupidez perjudica seriamente la salud” de Jordi Cebrià Andreu y Víctor Cabrè Segarra por parte de Alfredo Bryce Echenique, por lo que a pesar de los cambios introducidos corresponde calificar dicho acto como un plagio servil.

 

En consecuencia, corresponde declarar FUNDADA la denuncia iniciada de Oficio contra Alfredo Bryce Echenique por infracción a los derechos morales de paternidad e integridad y patrimonial de reproducción de los autores Jordi Cebrià Andreu y Víctor Cabré Segarra respecto de su obra “La estupidez perjudica gravemente la salud”, publicada en la revista Jano, de España, en octubre de 2005.

 

9. Respecto de la obra “Estrellas médicas” de Sergi Pámies.

 

A fojas 248 del expediente obra una impresión de la página 97 de la Revista Jano Nº 1517 correspondiente al mes de abril de 2004, en la que se reproduce la obra “Estrellas médicas” de autoría de Sergi Pàmies.

 

Asimismo, a fojas 249 del expediente se encuentra una impresión de la página web http://www.nexos.com.mx/articulos.php?id_article=962&id_rubrique=331 de la revista Nexos, de México, en la que se reproduce la obra “Estrellas médicas” y en la que se señala que la misma es de autoría de Alfredo Bryce Echenique, publicada en el número 342 de dicha revista en el mes de junio de 2006 de acuerdo a lo que se señala en dicho medio probatorio.

 

La Comisión ha procedido a elaborar un cuadro comparativo entre ambas obras[29].

 

Artículo de Alfredo Bryce Echenique publicada en junio de 2006 por la revista Nexos

Artículo de Sergi Pàmies, publicado en abril de 2004 por la revista Jano

Estrellas médicas

 

Hay guías de todo tipo. Rutas culturales, itinerarios monumentales, recorridos comerciales, cualquier contexto susceptible de ser explotado turísticamente es agrupado, ordenado y analizado en forma de guía. En general, este género informativo incluye ciertas valoraciones orientativas. En las guías de ciudades, por ejemplo, es habitual que al referirse a los restaurantes o a los hoteles se incluyan estrellas para situar al usuario.

El criterio para ver quién merece más estrellas tiene que ver con la comodidad y la calidad del establecimiento y también, me temo, con el precio. A un turista que no disponga de un presupuesto muy boyante, se le recomienda no fijarse en hoteles de cinco estrellas ni en restaurantes con montones de tenedores. Luego, si se tiene la suerte de disponer de más medios, se descubre que las dichosas estrellas no siempre tienen que ver con la realidad. Es un privilegio que no todo el mundo puede permitirse pero que ayuda a descubrir hasta qué punto determinados locales viven de viejos prestigios.


Algunas guías tienen más prestigio que otras pero los viajeros más constantes acaban estableciendo su propia jerarquía de prioridades. Esos suelen ser los mejores consejos, los que te dan los usuarios que no se dejan llevar por la pomposidad de un nombre o por su aureola mítica. Un pequeño hotel en una calle silenciosa de París, un restaurante en Roma que no figura en ningún listado o una cervecería de Dublín pueden alegrarte el viaje y, casi en secreto, se va estableciendo un circuito de informaciones paralelas que, a veces, no consigue salir nunca a la superficie.

Una de las guías de restaurantes más prestigiosas es la francesa Michelin. El criterio a la hora de otorgar estrellas es, como todos, opinable y ha generado alguno que otro escándalo y polémica. El más reciente: cuando un prestigioso chef francés se suicidó cuando le fue retirada una estrella a su restaurante. Dilucidar si fue una reacción causa-afecto resulta difícil, pero los allegados al fallecido opinan que bien pudo ser la gota que colmó el vaso de la desesperación.

Recientemente, la revista Fígaro consiguió entrevistar a uno de los inspectores de la guía Michelin, llamado Pascal Remy. No se le fotografiaba para evitar que se le conociera, pero Remy ha prometido escribir un libro sobre sus experiencias como inspector de restaurantes. Ahora ya no trabaja para la guía, con cuyos criterios discrepa. En un momento de la entrevista, Remy cuenta hasta qué punto las cartas de los usuarios pueden llegar a influir. Por lo visto, la guía no puede cubrir todo el territorio ni controlar los niveles de calidad de los diez mil establecimientos inscritos.

Así pues, desatiende a los que no generan quejas y se concentra en los más polémicos.

¿Qué ocurre? Pues que si quieres desprestigiar a la competencia, puedes dedicarte a enviar cartas hasta que los responsables de la guía mandan un inspector para ver, nunca mejor dicho, lo que se cuece.

Esta obsesión por establecer criterios de calidad y control, ¿debería extenderse al ámbito sanitario? Los hospitales, las clínicas, los centros de atención primaria, ¿deberían competir entre sí, a ver quién ofrece la mejor atención, el personal más preparado y los niveles más fiables de eficacia y responsabilidad? Por desgracia, la salud es un ámbito en el que se trabaja con urgencia, al borde del colapso, intentando asumir responsabilidades que dependen no tanto de las propias capacidades de gestión sino de presupuestos previamente establecidos.

Y también por desgracia, no existen tantas clínicas ni hospitales como quisiéramos. Y, sin embargo, a veces ocurre con los restaurantes y los hoteles. De repente te enteras de que determinada clínica, con mucho nombre y un prestigio ganado a pulso, no es más eficaz que un hospital que no suele figurar entre los más modernos.

También aquí es importante el boca a oreja, valorar más la experiencia propia y ajena que el servicio de promoción. La salud no es algo que uno pueda dejar en manos de una guía.

Puedes comer en un lugar pretencioso, soportar a un cocinero pedante, enfrentarte a un plato más abstracto que figurativo y resistir el impacto de una cuenta insultante. Sólo tienes que tragar saliva y prometer no volver más. Con la salud, en cambio, te la juegas y, en ocasiones, no tienes una segunda oportunidad.

Estrellas médicas

 

Hay guías de todo tipo. Rutas culturales, itinerarios monumentales, recorridos comerciales, cualquier contexto susceptible de ser explotado turísticamente es agrupado, ordenado y analizado en forma de guía. En general, este género informativo incluye ciertas valoraciones orientativas. En las guías de ciudades, por ejemplo, es habitual que al referirse a los restaurantes o a los hoteles se incluyan estrellas para situar al usuario.

El criterio para ver quién merece más estrellas tiene que ver con la comodidad y la calidad del establecimiento y también, me temo, con el precio. A un turista que no disponga de un presupuesto muy bollante, se le recomienda no fijarse en hoteles de cinco estrellas ni en restaurantes con un montón de estrellas o tenedores. Luego, si se tiene la suerte de disponer de más medios, se descubre que las dichosas estrellas no siempre se corresponden con la realidad. Es un privilegio que no todo el mundo puede permitirse pero que ayuda a descubrir hasta qué punto determinados locales viven de viejos prestigios.

Algunas guías tienen más prestigio que otras pero los viajeros más constantes acaban estableciendo su propia jerarquía de prioridades. Esos suelen ser los mejores consejos, los que te dan los usuarios que no se dejan llevar por la pomposidad de un nombre o por su aureola mítica. Un pequeño hotel en una calle silenciosa de París, un restaurante en Roma que no figura en ningún listado o una cervecería de Dublín pueden alegrarte el viaje y, casi en secreto, se va estableciendo un circuito de informaciones paralelas que, a veces, no consigue salir nunca a la superficie.

 

Una de las guías de restaurantes más prestigiosas es la francesa Michelin. El criterio a la hora de otorgar estrellas es, como todos, opinable y ha generado algún que otro escándalo y polémica. El más reciente: cuando un prestigioso chef francés se suicidó después de que le fuera retirada la estrella a su restaurante. Dilucidar si fue una reacción causa-afecto resulta difícil, pero los allegados del fallecido opinan que bien pudo ser la gota que colmó el vaso de la desesperación.

Recientemente, la revista Fígaro consiguió entrevistar a uno de los inspectores de la guía Michelin, llamado Pascal Remy. No se le fotografiaba para evitar que se le conociera, pero Remy ha prometido escribir un libro sobre sus experiencias como inspector de restaurantes. Ahora ya no trabaja para la guía, con cuyos criterios discrepa. En un momento de la entrevista, Remy cuenta hasta qué punto las cartas de los usuarios pueden llegar a influir. Por lo visto, la guía no puede cubrir todo el territorio ni controlar los niveles de calidad de los diez mil establecimientos inscritos.

Así pues, desatiende a los que no generan quejas y se concentra en los más polémicos.

¿Qué ocurre? Pues que si quieres desprestigiar a la competencia, puedes dedicarte a enviar cartas hasta que los responsables de la guía mandan un inspector para ver, nunca mejor dicho, lo que se cuece.

Esta obsesión por establecer criterios de calidad y control, ¿debería extenderse al ámbito sanitario? Los hospitales, las clínicas, los centros de atención primaria, ¿deberían competir entre sí, a ver quién ofrece la mejor atención, el personal más preparado y los niveles más fiables de eficacia y responsabilidad? Por desgracia, la salud es un ámbito en el que se trabaja con urgencia, al borde del colapso, intentando asumir responsabilidades que dependen no tanto de las propias capacidades de gestión sino de presupuestos previamente establecidos.

Y también por desgracia, no existen tantas clínicas ni hospitales como quisiéramos. Y, sin embargo, a veces ocurre como con los restaurantes y los hoteles. De repente, descubres que determinada clínica, con mucho nombre y un prestigio ganado a pulso, no es más eficaz que un hospital que no suele figurar entre los más modernos.

 

También aquí es importante el boca-oreja, valorar más la experiencia propia y ajena que el servicio de promoción. La salud no es algo que uno pueda dejar en manos de una guía.

 

Puedes comer en un lugar pretencioso, soportar a un cocinero pedante, enfrentarte a un plato más abstracto que figurativo y resistir el impacto de una cuenta insultante. Sólo tienes que tragar saliva y prometer no volver más. Con la salud, en cambio, te la juegas y, en ocasiones, no tienes una segunda oportunidad.

 

Así, la Comisión ha podido verificar que en el texto publicado en la revista “Nexos” en junio de 2006 se ha reproducido parcialmente la obra “Estrellas médicas” de autoría de Sergi Pàmies, la cual fuera publicada en abril de 2004 en la revista Jano, de España, Nº 1517, atribuyéndose el denunciado la autoría de la misma.

 

Asimismo, se ha verificado que el denunciado ha suprimido o cambiado algunas palabras e, incluso, frases íntegras de la obra de titularidad de Sergi Pàmies, modificando, mutilando y alterando la misma, por lo que se corrobora también una afectación al derecho de integridad de dicho autor.

 

Por otro lado, se deja constancia que el denunciado no ha desvirtuado estos hechos al no haber cumplido con presentar sus descargos respecto de lo señalado en la Resolución de fecha 04 de julio de 2008.

 

Finalmente, la Comisión debe señalar que se ha verificado una reproducción sustancial del texto “Estrellas médicas” de Sergi Pàmies por parte de Alfredo Bryce Echenique, por lo que a pesar de los cambios introducidos corresponde calificar dicho acto como un plagio servil.

 

En consecuencia, corresponde declarar FUNDADA la denuncia iniciada de Oficio contra Alfredo Bryce Echenique por infracción a los derechos morales de paternidad e integridad, y patrimonial de reproducción, del autor Sergi Pàmies respecto de su obra “Estrellas médicas”, publicada en la revista Jano, de España, en abril de 2004.

 

10. Respecto de la obra “Contra las fotos de ataúdes con soldado dentro” de Josep Pernau.

 

A fojas 251 del expediente obra una impresión presuntamente de la Revista Jano Nº 1523 correspondiente al mes de mayo de 2004, en la que se reproduce la obra “Contra las fotos de ataúdes con soldado dentro” de autoría de Josep Pernau.

 

Sin embargo, de una revisión del medio probatorio, en la impresión del artículo de Josep Pernau no se hace referencia alguna a la fuente, indicándose únicamente en la parte inferior del mismo el número (2197), no encontrándose indicación alguna de la revista Jano.

 

En ese sentido, la Comisión considera que la fuente debiera ser verificada con otros medios probatorios complementarios que permitan establecer con certeza que el artículo de Josep Pernau titulado “Contra las fotos de ataúdes con soldado dentro” que obra a fojas 251 del expediente fue publicado efectivamente en el Nº 1523 de la revista Jano, de España.

 

Sin embargo, en el presente caso, no ha sido posible verificar la existencia de dicho artículo en el servidor de la revista Jano, de España, ni se ha podido acceder a otros medios probatorios complementarios que permitan establecer con certeza que el artículo de Josep Pernau titulado “Contra las fotos de ataúdes con soldado dentro” se publicó en mayo de 2004 en el número 1523 de la revista Jano, de España.

 

En ese sentido, al no existir medios probatorios o indicios suficientes que permitan establecer con certeza que la obra “Contra las fotos de ataúdes con soldado dentro” de Josep Pernau fuera publicada en la revista Jano, de España, en la fecha que se señala en el admisorio de la presente denuncia y a fin de no afectar el derecho de defensa del denunciado, la Comisión considera que corresponde ARCHIVAR la denuncia iniciada contra Alfredo Bryce Echenique por presunta infracción a los derechos morales de paternidad e integridad, y patrimonial de reproducción, del autor Josep Pernau respecto de su obra antes mencionada.

 

11. Respecto de la obra “La angustia de Kafka” de Juan Carlos Ponce.

 

A fojas 262 del expediente obra una impresión de la página 127 de la Revista Jano Nº 1404 correspondiente al mes de octubre de 2001, en la que se reproduce la obra “La angustia de Kafka” de autoría de Juan Carlos Ponce.

 

Asimismo, a fojas 263 y 264 del expediente se encuentra una impresión de la página web http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=556936 del diario La Nación, de Argentina, en la que se reproduce la obra “La angustia de Kafka” y en la que se señala que la misma es de autoría de Alfredo Bryce Echenique, publicada en dicho diario el 21 de diciembre de 2003 de acuerdo a lo que se señala en dicho medio probatorio.

 

La Comisión ha procedido a elaborar un cuadro comparativo entre ambas obras[30].

 

Artículo de Alfredo Bryce Echenique publicada el 21 de diciembre de 2003 por el diario La Nación

Artículo de Juan Carlos Ponce, publicado en octubre de 2001 por la Revista Jano

La angustia de Kafka

 

Nos hemos acostumbrado a calificar como kafkianas ciertas situaciones inexplicables que nos sorprenden sobremanera y que parecen ser producto más de la fantasía que de la realidad. No se imaginaba el joven Kafka, cuando en su lecho de muerte encomendó a su amigo Max Brod quemar todos sus escritos, que esas obras pasarían a ser un auténtico mito de la literatura universal.

La verdad es que hasta no hace mucho Kafka ha sido un autor silenciado y proscrito en determinados países. En Alemania no se lo dio a conocer hasta después de la Segunda Guerra Mundial, algo parecido ha sucedido en su país, la antigua Checoslovaquia, y en otros estados del este de Europa. Sin embargo, la fuerza y la dimensión de su obra han conseguido interesar unánimemente a la crítica y a la mayoría de los artistas de los siglos XX y XXI: escritores, pintores, músicos, directores de cine...

Cuando la tuberculosis acabó con la frágil vida de Kafka, éste apenas contaba 41 años y sus obras más importantes, excepto La metamorfosis (1915), permanecían sin publicar. El checo era de carácter inseguro y siempre fue reticente a entregar sus escritos a la imprenta. A ello se debe que dos de sus principales novelas, El proceso y El castillo, sólo pudieran publicarse tras su muerte, en 1925 y 1926, respectivamente. Además, El proceso, una obra maestra, es una novela inacabada, que fue ordenada por Max Brod.

Kafka había nacido en el seno de una familia de comerciantes judíos de lengua alemana. La comunidad judía germanoparlante era minoritaria en Praga y estaba en claro retroceso frente al ascenso mayoritario de los eslavos. Para los checos eran alemanes y para los alemanes eran judíos. Estas circunstancias, unidas a la incomprensión paterna, fomentaron un sentimiento de autoexilio e inseguridad que acompañó a Kafka durante toda su vida. Estudió leyes y trabajó en una compañía de seguros, una tarea que le dejaba tiempo para dedicarse a la literatura, su verdadera pasión y un importante soporte terapéutico. Desechó por dos veces el matrimonio, después de estar comprometido con Felice Bauer. Practicaba una vida sana, frecuentaba aguas termales y balnearios. A pesar de estos cuidados, contrajo la tuberculosis que empezó a manifestarse hacia 1917 y que acabó con su vida en 1924.

 

Recuerdo que, cuando leí por primera vez a Kafka, descubrí cuán evidente y palpable podía parecer lo fantástico, cuán real y próximo se mostraba lo absurdo. La literatura de Kafka, a través de diferentes mecanismos, consigue que lo absurdo aparezca ante nuestros ojos como real y verdadero. Esta visión distorsionada y dislocada de las situaciones y de los personajes es capaz de analizar con precisión y exactitud al hombre y a la sociedad que lo rodea. De tal modo que la paradoja es una herramienta capaz de abordar al individuo desde diferentes dimensiones y facetas. Los héroes de Kafka no saben muy bien si lo que les está pasando es sueño o realidad. Josef K., en El proceso, no termina de creerse que exista un tribunal que lo juzgue, aunque al final termine por alimentar un sentimiento de autoinculpación. De la misma forma, en La metamorfosis, Gregorio cree que su mutación en escarabajo es un mal sueño, una pesadilla pasajera que dejará paso a la realidad cotidiana. Todo esto forma parte del método alegórico de Kafka para esclarecer las verdaderas circunstancias que rodean al individuo, aderezado con una sutil ironía y ambigüedad que rezuma toda su obra.

No es fácil imaginar que un día, al despertarnos, nos hemos convertido en un repugnante escarabajo que, a pesar de todo, conserva un corazón y unas pasiones humanas. Gregorio Samsa trabaja como viajero en una empresa de acreedores de su padre. Además, es el encargado de sostener a toda la familia. Pero una buena mañana se despierta convertido en un escarabajo --como apunta Nabokov--, no en una cucaracha como normalmente se asegura. Sin embargo, la verdadera metamorfosis no está en Gregorio, que sólo ha mutado el cuerpo; la metamorfosis es la que sucede a su alrededor, su propia familia se muta en seres crueles e insensibles. El padre, la madre y la hermana son insectos.

Kafka escribió La metamorfosis en otoño de 1912 y se publicó en noviembre de 1915. La obra está considerada como uno de los relatos más importantes del siglo XX que, además, ofrece múltiples lecturas e interpretaciones. Es una magnífica alegoría de la triste realidad del ser humano. Del absurdo surgen auténticas convicciones: soledad, angustia... pero también, aunque irónicamente, esperanza.

La angustia de Kafka

 

Nos hemos acostumbrado a calificar como kafkianas ciertas situaciones inexplicables que nos sorprenden sobremanera y que parecen ser producto más de la fantasía que de la realidad. No se imaginaba el joven Kafka, que en el lecho de muerte encomendó a su amigo Max Brod quemar todos sus escritos, que sus obras pasarían a ser un auténtico mito de la literatura universal.

 

La verdad es que hasta no hace mucho Kafka ha sido un autor silenciado y proscrito en determinados países. En Alemania no se le dio a conocer hasta después de la Segunda Guerra Mundial, algo parecido ha sucedido en su país, la antigua Checoslovaquia, y en otros estados del este de Europa. Sin embargo, la fuerza y la dimensión de su obra han conseguido interesar unánimemente a la crítica y a la mayoría de los artistas del siglo XX: escritores, pintores, músicos, directores de cine...

Cuando la tuberculosis acabó con la frágil vida de Kafka, éste apenas contaba 41 años y sus obras más importantes, excepto La metamorfosis (1915), permanecían sin publicar. El checo era de carácter inseguro y siempre fue reticente a entregar sus escritos a la imprenta. A ello se debe que dos de sus principales novelas El proceso y El castillo, sólo pudieron publicarse tras su muerte, en 1925 y 1926, respectivamente. Además, El proceso, una obra maestra, es una novela inacabada, que fue ordenada por Max Brod.

 

 

Kafka había nacido en el seno de una familia de comerciantes judíos de lengua alemana. La comunidad judía germanoparlante era minoritaria en Praga y en claro retroceso frente al ascenso mayoritario de los eslavos. Para los checos eran alemanes y para los alemanes eran judíos. Estas circunstancias, unidas a la incomprensión paterna, fomentaron un sentimiento de autoexilio e inseguridad que acompañó a Kafka durante toda su vida. Estudió leyes y trabajó en una compañía de seguros, una tarea que le dejaba tiempo para dedicarse a la literatura, su verdadera pasión y un importante soporte terapéutico. Desechó por dos veces el matrimonio, después de estar comprometido con Felice Bauer. Practicaba una vida sana, frecuentando aguas termales y balnearios. A pesar de estos cuidados, contrajo la tuberculosis que empezó a manifestarse hacia 1917 y que acabó con su vida en 1924.

 

 

Recuerdo que, cuando leí por primera vez a Kafka, descubrí cuán evidente y palpable podía parecer lo fantástico, cuán real y próximo se mostraba lo absurdo. La literatura de Kafka, a través de diferentes mecanismos, consigue que lo absurdo aparezca ante nuestros ojos como real y verdadero. Esta visión distorsionada y dislocada de las situaciones y de los personajes es capaz de analizar con precisión y exactitud al hombre y a la sociedad que lo rodea. De tal modo que la paradoja es una herramienta capaz de abordar al individuo desde diferentes dimensiones y facetas. Los héroes de Kafka no saben muy bien si lo que les está pasando es sueño o realidad. Josef K., en El proceso, no termina de creerse que exista un tribunal que lo juzgue, aunque al final termine por alimentar un sentimiento de autoinculpación. De la misma forma, en La metamorfosis, Gregorio cree que su mutación en escarabajo es un mal sueño, una pesadilla pasajera que dejará paso a la realidad cotidiana. Todo esto forma parte del método alegórico de Kafka para esclarecer las verdaderas circunstancias que rodean al individuo, aderezado con una sutil ironía y ambigüedad que rezuma toda su obra.

 

No es fácil imaginar que un día, al despertarnos, nos hemos convertido en un repugnante escarabajo que, a pesar de todo, conserva un corazón y unas pasiones humanas. Gregorio Samsa trabaja como viajero en una empresa de acreedores de su padre. Además, es el encargado de sostener a toda la familia. Pero una buena mañana se despierta convertido en un escarabajo como apunta Nabokov, no en una cucaracha como normalmente se asegura. Sin embargo, la verdadera metamorfosis no está en Gregorio, que sólo ha mutado el cuerpo; la metamorfosis es la que sucede a su alrededor, su propia familia se muta en seres crueles e insensibles. El padre, la madre y la hermana son los insectos.

 

Kafka escribió La metamorfosis en otoño de 1912 y se publicó en noviembre de 1915. La obra está considerada como uno de los relatos más importantes del siglo XX que, además, ofrece múltiples lecturas e interpretaciones. Es una magnífica alegoría de la triste realidad del ser humano. Del absurdo surgen auténticas convicciones: soledad, angustia... pero también, aunque irónicamente, esperanza.

 

Así, la Comisión ha podido verificar que en el texto publicado en el Diario La Nación de Argentina el 21 de diciembre de 2003 se ha reproducido parcialmente la obra “La angustia de Kafka” de autoría de Juan Carlos Ponce, la cual fuera publicada en octubre de 2001 en la revista Jano, de España, Nº 1404, atribuyéndose el denunciado la autoría de la misma.

 

Asimismo, se ha verificado que el denunciado ha suprimido o cambiado algunas palabras de la obra de titularidad de Juan Carlos Ponce, modificando, mutilando y alterando la misma, por lo que se corrobora también una afectación al derecho de integridad de dicho autor.

 

Por otro lado, se deja constancia que el denunciado no ha desvirtuado estos hechos al no haber cumplido con presentar sus descargos respecto de lo señalado en la Resolución de fecha 04 de julio de 2008.

 

Finalmente, la Comisión debe señalar que se ha verificado una reproducción sustancial del texto “La angustia de Kafka” de Juan Carlos Ponce por parte de Alfredo Bryce Echenique, por lo que a pesar de los cambios introducidos corresponde calificar dicho acto como un plagio servil.

 

En consecuencia, corresponde declarar FUNDADA la denuncia iniciada de Oficio contra Alfredo Bryce Echenique por infracción a los derechos morales de paternidad e integridad y patrimonial de reproducción del autor Juan Carlos Ponce respecto de su obra “La angustia de Kafka”, publicada en la revista Jano de España en octubre de 2001.

 

12. Respecto de la obra “John Steinbeck, un novelista de los oprimidos” de Juan Carlos Ponce.

 

A fojas 268 del expediente obra una impresión de la página 81 de la Revista Jano Nº 1423 correspondiente al mes de marzo de 2002, en la que se reproduce la obra “John Steinbeck, un novelista de los oprimidos” de autoría de Juan Carlos Ponce.

 

Asimismo, a fojas 269 y 270 del expediente se encuentra una impresión de la página web http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=507042 del diario La Nación, de Argentina, en la que se reproduce la obra “John Steinbeck, voz de los oprimidos” y en la que se señala que la misma es de autoría de Alfredo Bryce Echenique, publicada en dicho diario el 29 de junio de 2003 de acuerdo a lo que se señala en dicho medio probatorio[31].

 

La Comisión ha procedido ha elaborar un cuadro comparativo entre ambas obras[32].

 

Artículo de Alfredo Bryce Echenique publicada el 29 de junio de 2003 por el diario La Nación

Artículo de Juan Carlos Ponce, publicado en marzo de 2002 por la Revista Jano

John Steinbeck, voz de los oprimidos

 

 

Cuando John Steinbeck describe en sus obras las míseras condiciones de vida de los trabajadores de los Estados Unidos durante la década de los treinta, lo hace con el crédito que le proporciona haber trabajado con sus manos durante la época de la Depresión norteamericana. Algunos de los oficios que se le conocen son: marinero, campesino, carpintero, mozo de rancho, cargador de muelle, vigilante de un club nocturno... Un abultado bagaje que lo dotó de la experiencia suficiente para denunciar sin tapujos la injusticia a la que estaban sometidos millones de seres que trabajaban en condiciones inhumanas. La América rica y opulenta esclavizaba a la América pobre. Los bancos y las grandes compañías, buscando la rentabilidad por encima de todo, actuaban sin escrúpulos con los más desfavorecidos, expulsándolos de las tierras que cultivaban o utilizándolos para sus intereses mercantilistas.



La época enmarcada entre la Depresión de 1929 y el estallido de la Segunda Guerra Mundial es el período más fértil de Steinbeck. Durante esta década produce algunas de sus mejores y más famosas narraciones, cimentadas en la denuncia social y en su toma de partido por los oprimidos: Tortilla flat (1935), En dudoso combate (1936), De ratones y de hombres (1937), El pony rojo (1937), The long valley (1938). Son escritos que rezuman el sentimiento ético y la indignación del autor y que culminarían en Las uvas de la ira (1939). La publicación de esta última novela se vio envuelta de revuelos protagonizados por iracundos ciudadanos norteamericanos que no compartían la visión de América que ofrecía Steinbeck y que organizaron hogueras donde arrojaron algunos ejemplares de la obra. La mecha se apagó y aquel mismo año de 1939 le fue concedido el Premio Pulitzer. Esta primera etapa literaria de Steinbeck, caracterizada por la denuncia social, es la que le valdrá el Premio Nobel.

 

Durante la Segunda Guerra Mundial, Steinbeck se dedicó a oficiar como periodista para la Oficina de Información de la Guerra y su, hasta entonces, postura crítica con el sistema, se vio claramente suavizada. A esta época pertenece La luna se ha puesto (1942), una novela corta de talante antifascista. Literariamente también se inclina hacia novelas de corte más tradicional, como Al este del paraíso (1952), que Elia Kazan llevó al cine y que popularizó a James Dean. Pero, a la vez, sigue produciendo novelas cortas, más innovadoras, como La perla (1942), que narra poéticamente el drama de los buscadores de perlas y la estafa sistemática producida por los traficantes.

 

Parte de la crítica considera a Steinbeck mejor cuentista que novelista; sin embargo, la dimensión ética de sus obras es la que pasará, sin duda, a la posteridad.

 

"La tortuga caminaba taciturna siempre hacia el oeste". Esta frase resume el capítulo tercero de Las uvas de la ira . La representación poética y alegórica de la tortuga sintetiza espléndidamente la novela más conocida de Steinbeck. Al igual que la tortuga, la familia Joad decide dejar las plantaciones de algodón que cultivan en Oklahoma y emprender un largo y angustioso camino hacia el oeste. La determinación y la constancia de los Joad son comparables a la perseverancia de la tortuga.

 

La novela es una crónica del recorrido a través de la ruta 66, desde las tierras de Oklahoma hasta California, en busca de unas mejores condiciones de vida. Pero la idílica tierra de promisión de los Joad no es tal, y pronto se darán cuenta de que el viaje prometido no los conducirá al soñado bienestar, sino a trabajar como jornaleros. La América opulenta, de la que disfrutan unos pocos, esclaviza a la otra América pauperizada. Pero los pobres de Steinbeck no son negros, ni latinos, sino rigurosamente americanos, blancos pobres en busca de un futuro mejor. Steinbeck presenta sin rodeos la cruda realidad y consigue que el sueño americano se transforme en una mera utopía.

 

Este peregrinaje por la ruta 66 es algo más que mero nomadismo: el camino hacia California es también un recorrido interior. Un itinerario que los personajes han de recorrer en busca de sí mismos, escudriñando su trayectoria personal. El desengaño y la desilusión provocan desenlaces particulares para cada uno de ellos y la familia Joad irá paulatinamente desintegrándose. Todo un clásico que John Ford llevó al cine con éxito en 1940.

John Steinbeck, un novelista de los oprimidos

 

Cuando John Steinbeck describe en sus obras las míseras condiciones de vida de los trabajadores de los Estados Unidos durante la década de los treinta, lo hace con el crédito que le proporciona haber trabajado con sus manos durante la época de la Depresión norteamericana. Algunos de los oficios que se le conocen son: marinero, campesino, carpintero, mozo de rancho, cargador de muelle, vigilante de un club nocturno... Un abultado bagaje que lo dotó de la experiencia suficiente para denunciar sin tapujos la injusticia a la que estaban sometidos millones de seres que trabajaban en condiciones inhumanas. La América rica y opulenta esclavizaba a la América pobre. Los bancos y las grandes compañías, buscando la rentabilidad por encima de todo, actuaban sin escrúpulos con los más desfavorecidos, expulsándolos de las tierras que cultivaban o utilizándolos para sus intereses mercantilistas.

 

 

 

La época enmarcada entre la Depresión de 1929 y el estallido de la Segunda Guerra Mundial es el período más fértil de Steinbeck. Durante esta década produce algunas de sus mejores y más famosas narraciones, cimentadas en la denuncia social y en su toma de partido por los oprimidos: Tortilla flat (1935), En dudoso combate (1936), De ratones y de hombres (1937), El pony rojo (1937), The long valley (1938). Son escritos que rezuman el sentimiento ético y la indignación del autor y que culminarán en Las uvas de la ira (1939). La publicación de esta última novela se vio envuelta de revuelos protagonizados por iracundos ciudadanos norteamericanos que no compartían la visión de América que ofrecía Steinbeck y que organizaron hogueras donde arrojaron algunos ejemplares de la obra. La mecha se apagó y aquel mismo año de 1939 le fue concedido el Premio Pulitzer. Esta primera etapa literaria de Steinbeck, caracterizada por la denuncia social, es la que le valdrá el Premio Nobel.

 

Durante la Segunda Guerra Mundial, Steinbeck se dedicará a oficiar como periodista para la Oficina de Información de la Guerra y su, hasta entonces, postura crítica con el sistema, se vio claramente suavizada. A esta época pertenece The moon is down (1942), una novela corta de talante antifascista. Literariamente también se inclina hacia novelas de corte más tradicional, como Al este del edén (1952), que Elia Kazan llevó al cine en 1955 y popularizó James Dean. Pero, a la vez, sigue produciendo novelas cortas, más innovadoras como La perla (1942), que narra poéticamente el drama de los buscadores de perlas y la estafa sistemática producida por los traficantes.

 

Parte de la crítica considera a Steinbeck mejor cuentista que novelista; sin embargo, la dimensión ética de sus obras es la que pasará, sin duda, a la posteridad.

 

La tortuga caminaba taciturna siempre hacia el oeste. Esta frase resume el capítulo tercero de Las uvas de la ira. La representación poética y alegórica de la tortuga sintetiza espléndidamente la novela más conocida de Steinbeck. Al igual que la tortuga, la familia Joad decide dejar las plantaciones de algodón que cultivaban en Oklahoma y emprender un largo y angustioso camino hacia el oeste. La determinación y la constancia de los Joad son comparables a la perseverancia de la tortuga.

 

La novela es una crónica del recorrido a través de la ruta 66, desde las tierras de Oklahoma hasta California, en busca de unas mejores condiciones de vida. Pero la idílica tierra de promisión de los Joad no es tal, y pronto se dan cuenta que el viaje prometido no los conducirá al soñado bienestar, sino a trabajar como jornaleros. La América opulenta, de la que disfrutan unos pocos, esclaviza a la otra América depauperada. Pero los pobres de Steinbeck no son negros, ni latinos, sino rigurosamente americanos, blancos pobres en busca de un futuro mejor. Steinbeck presenta sin rodeos la cruda realidad y consigue que el sueño americano se transforme en una mera utopía.

 

Este peregrinaje por la ruta 66 es algo más que mero nomadismo, el camino hacia California es también un recorrido interior. Un itinerario que los personajes han de recorrer en busca de sí mismos, escudriñando su trayectoria personal. El desengaño y la desilusión provocan desenlaces particulares para cada uno de ellos y la familia Joad irá paulatinamente desintegrándose. Todo un clásico que John Ford llevó al cine con éxito en 1940.

 

Así, la Comisión ha podido verificar que en el texto publicado en el diario La Nación, de Argentina, el 29 de junio de 2003 se ha reproducido parcialmente la obra “John Steinbeck, un novelista de los oprimidos” de autoría de Juan Carlos Ponce, la cual fuera publicada en marzo de 2002 en la revista Jano, de España, Nº 1423, atribuyéndose el denunciado la autoría de la misma.

 

Asimismo, se ha verificado que el denunciado ha suprimido o cambiado algunas palabras de la obra de titularidad de Juan Carlos Ponce, modificando, mutilando y alterando la misma, por lo que se ha verificado también una afectación al derecho de integridad de dicho autor.

 

Por otro lado, se deja constancia que el denunciado no ha desvirtuado estos hechos al no haber cumplido con presentar sus descargos respecto de lo señalado en la Resolución de fecha 04 de julio de 2008.

 

Finalmente, la Comisión debe señalar que se ha verificado una reproducción importante del texto “John Steinbeck, un novelista de los oprimidos” de Juan Carlos Ponce por parte de Alfredo Bryce Echenique, por lo que a pesar de los cambios introducidos corresponde calificar dicho acto como un plagio servil.

 

En consecuencia, corresponde declarar FUNDADA la denuncia iniciada de Oficio contra Alfredo Bryce Echenique por infracción a los derechos morales de paternidad e integridad, y patrimonial de reproducción, del autor Juan Carlos Ponce respecto de su obra “John Steinbeck, un novelista de los oprimidos”, publicada en la revista Jano, de España, en marzo de 2002.

 

13. Respecto de la obra “John Ford, la épica del Western” de Blas Gil Extremera.

 

A fojas 278, 279 y 280 del expediente obran impresiones de las páginas 73, 74 y 75 de la Revista Jano de España Nº 1564 correspondiente al mes de mayo de 2005, en la que se reproduce la obra “John Ford, la épica del western” de autoría de Blas Gil Extremera.

 

Asimismo, a fojas 281, 282 y 283 del expediente se encuentra una impresión de la página web http://www.nexos.com.mx/articulos.php?id_article=993&id_rubrique=345 de la revista Nexos, de México, en la que se reproduce la obra “John Ford, la épica del western” y en la que se señala que la misma es de autoría de Alfredo Bryce Echenique, publicada en el número 343 de dicha revista en julio de 2006 de acuerdo a lo que se señala en dicho medio probatorio.

 

La Comisión ha procedido a elaborar un cuadro comparativo entre ambas obras[33].

 

Artículo de Alfredo Bryce Echenique publicada en julio de 2006 por la revista Nexos

Artículo de Blas Gil Extremera, publicado en mayo de 2005 por la Revista Jano

John Ford, la épica del Western

 

John Ford, nombre artístico de John Sean Aloysius O’Feeny, es uno de los gigantes de Hollywood de los años dorados. Era el menor de 13 hermanos de una familia irlandesa que emigró a Estados Unidos a finales del siglo XIX. El futuro cineasta nació en Cape Elizabeth, Maine, el 1 de febrero de 1894 y falleció a los 79 años en Palm Springs, California, el 31 de agosto de 1973. A lo largo de 52 años de ininterrumpida labor, John Ford dio vida a una obra formidable, integrada por más de un centenar de largometrajes, entre ellos una veintena de obras maestras, auténticas joyas del séptimo arte.

 

Como tantos personajes hechos a sí mismos, se inició desde abajo, aprendiendo la dureza del oficio y las dificultades de la técnica cinematográfica; según las circunstancias, fue recadero, tramoyista, doble, encargado de montaje y actor secundario, hasta alcanzar la categoría de ayudante de director y, finalmente, responsable de la dirección. Este duro aprendizaje de la “materia” y la “forma” -o sea, el oficio- serían el pasaporte para iniciar un largo y solitario viaje, y plasmar en inolvidable celuloide el torrente de imágenes que fluían en su cabeza. En aquellos lejanos años el joven estudiaba con reverencial emoción las películas de uno de los grandes pioneros y maestros del cine: David W. Griffith -El nacimiento de una nación (1915), Intolerancia (1916) o Corazones del mundo (1918), entre otras-.

 

 

Esta experiencia lo llevó a declarar en 1928 que “la exhibición de esas películas en el viejo Philharmonic Auditorium de Los Ángeles significó más para la industria del cine y el nacimiento de Hollywood que todos los espectáculos de inauguración que Hollywood fomenta”. Sobre cómo Ford llegó a ser director, Carl Lámele, fundador de Universal, contaba que, cuando necesitaron a alguien para dirigir una de esas paupérrimas películas de vaqueros, les dijo: “Prueben a Ford. Chilla muy fuerte”. Se desconoce si la anécdota es cierta o no, pero era evidente que el larguirucho Ford siempre estuvo en el lugar adecuado en el momento oportuno.

 

A partir de 1917 se puso tras la cámara en películas de bajo presupuesto que le sirvieron de “rodaje” para que años más tarde pudiera dirigir largometrajes con las grandes estrellas de la pantalla. Es decir, las películas de serie B le permitieron adquirir el oficio, la técnica y el conocimiento de los entresijos de la profesión. De esta manera, Ford definió el sendero de su vida cinematográfica de una manera irrevocable.

 

En 1920 pasó a trabajar a las órdenes del afamado productor William Fox. Películas de esta etapa son, entre otras, Buenos amigos y Manos de hierro (1920), Jackie (1921), La señorita sonrisas (1922), Tres hombres malos (1926), y en 1928 Cuatro hijos y El legado trágico, primera aproximación a su añorada Irlanda. Especial atención merece El caballo de hierro, épica narración del primer viaje del ferrocarril transcontinental. La crítica acogió la película como “un gran western”, verdadero hito de las viejas películas.

 

En 1939 Cecil B. De Mille filmaría una obra de epígono sobre el gran viaje al oeste, Unión Pacífico, con Bárbara Stanwick y Joel McCrea.

 

Aunque el cine fordiano aborda sobre todo la épica del oeste -“me llamo John Ford y hago westerns”- hay otras obras maestras en su currículo ajenas al Far West, ganadoras algunas de ellas, incluso, de la preciada estatuilla de los Oscar, en las que destila fino humor, realismo descomprometido y análisis psicológico de los personajes.

 

Merecen destacarse Las uvas de la ira (1940), La ruta del tabaco (1941), ¡Qué verde era mi valle! (1941) y dos historias de la lejana Irlanda: El delator (1935) y El hombre tranquilo (1953). Particularmente, esta última es una de las más bellas películas jamás rodadas. La soberbia dirección de actores, un guión impecable, y unos diálogos chispeantes, agudos y divertidos, un elenco de inolvidables estrellas y unos grandes actores de reparto dan vida a una gran historia de amor, celos y enredo; en suma, una película costumbrista de la gaélica Irlanda en el pueblo de Innesfree, un lugar donde el tiempo se ha detenido. El hombre tranquilo, tal vez la mejor película de Ford, es la historia de un ex boxeador que vuelve de sus ancestros para compartir el resto de su vida con una gente a la que nunca ha conocido. Es la tercera visión fordiana de la Irlanda rural, alegre y ensimismada en el pasado; es también la tierna y amable mirada del genio hacia un tiempo perdido en la memoria y clavado en el corazón. Han pasado los años, pero la historia permanece viva porque cada generación la ha aceptado como realmente es: ¡una bella historia de amor! Es la fábula sobre “dos seres que no podrán compartir sus vidas hasta que aprendan a conocer el valor de la humildad, el perdón y el ceder el uno con el otro”.

 

 

De la extensa cinematografía fordiana el western ocupa el primer lugar, y en este género destacan sendas trilogías como el mejor cine de la historia. La primera la forman La diligencia (Stagecoach, 1939), con un primerizo John Wayne, alter ego del autor, y la belleza rotunda de Monument Valley; Corazones indomables (1939) y Pasión de los fuertes (My darling Clementine, 1946), excelente puesta en escena del más famoso duelo a revólver, que una década más tarde abordaría también con singular fortuna John Sturges en Gunfight at the O.K. Corral. El segundo “triunvirato” lo integran la épica de la caballería y las luchas por la conquista del territorio. Fort Apache (1948) con John Wayne y Henry Fonda; La legión invencible (1949) y Río Grande (1950). Del amplio currículo fordiano el periodo más fructífero corresponde a los años cincuenta e inicios de los sesenta: Mogambo (1953), Cuna de héroes (1955), Centauros del desierto (1956), Misión de audaces (1959), El sargento negro (1960), Dos cabalgan juntos (1961) y El hombre que mató a Liberty Valence (1962). Su dilatada carrera incluye 16 películas como actor, ocho como director no acreditado de secuencias, argumentista en dos, otras dos como productor, supervisor de montaje en una ocasión, 125 largometrajes como director, 10 documentales bélicos, dos cortometrajes como director y cuatro telefilmes.

 

 

 

 

 



Respecto a su carácter, hay numerosos testimonios de las personas que estuvieron a su lado -actores, actrices, técnicos, guionistas, productores, etcétera-; sirvan a modo de ejemplo estos testimonios de muy distintas personas: “Ford era ligero, contradictorio, y genial”; “Un hombre exasperante, pero admirable, completamente entregado a la realización de películas”; “Era un cúmulo de contradicciones sentimentales, brillante, muy sensible, cruel, sardónico, con un muro protector a su alrededor”. Divertía como fabulador, le encantaba narrar historias y no le importaba si eran reales o no, aunque según el proverbio “la mitad de las mentiras de un irlandés son ciertas”. Era probablemente el hombre menos reservado del mundo, y podía ser muy amable y hablador un día y al siguiente estar insoportable. No tenía ninguna norma. No era nada fiable; decía una cosa y luego hacía otra. En el fondo, era un nostálgico, un romántico que amaba el placer físico de hacer películas, lo que le permitía abrirse a los demás.

 

 

Profundamente tímido y sensible, se protegía con una coraza pétrea para hacerse el duro, el cascarrabias y el gruñón. Una personalidad a medio camino entre el irlandés nostálgico, sentimental, mentiroso y terco -la única vez que cedía en un conflicto era cuando no le importaba nada- y el tipo inflexible, duro e individualista de Nueva Inglaterra. Para unos, conservador a ultranza, misógino y machista; para otros, liberal, heterodoxo y sensible a unas minorías raciales a las que trató con amable condescendencia: El sargento negro, El gran combate, y la que sería su canto del cisne: Siete mujeres.

 

Aunque en realidad detestaba que llegaran a conocerlo y entrar en su intimidad, el muro defensivo desaparecía cuanto tomaba la botella, cosa que ocurría con demasiada frecuencia e intensidad. El alcohol lo volvía pesado, repetitivo y viscoso.

 

No bebía mientras trabajaba, pero en casa o a bordo de su velero Araner la cosa era muy distinta. Para John Wayne, Ford “no era un borracho sino un alcohólico. De vez en cuando, para aliviar la presión, aquel hombre tenía que darle a la botella. Pero no era para tanto”. Este es el comprensivo comentario de un camarada.

 

En cuanto al trabajo, resulta un misterio cómo alcanzó aquella maestría en el oficio. No era un intelectual, ni pretendió serlo; no adoptó aires de erudito o sabio y tampoco quiso hacer películas con “mensaje”; su escuela fueron su vida y la gente. Su infancia y adolescencia estuvieron marcadas por la duda entre dedicarse al cine o hacer carrera en la marina, aunque algo instintivo lo llevó a comprender el potencial creativo del séptimo arte. Estudió y entendió algo importante: el concepto abstracto del ritmo, la cadencia y la narración amena y entendible de la historia -algo que desconoce y desdeña una gran cantidad de incompetentes y aburridos directores actuales-.

 

 

La lista extensa de personajes que perviven en sus películas son fiel retrato del alma humana: la inocencia perdida, el desamor, la melancolía, el deber y la lealtad, el hogar y la familia, el humor y la ternura, el drama, la gente; en fin, ¡la vida! Por tantas cosas su cine es humano y creíble. John Ford mantenía, además, que hacer lo correcto puede acabar con el individuo, pero a pesar de ello el “honor se puede y se debe ganar”. Creía en el futuro y en la sociedad; en adelante “las películas serán todas en color, por su éxito y porque es su medio natural... planearemos una pequeña historia, fotografiaremos la escena y la gente. Eso es lo que deberían ofrecer las personas, y ya es suficiente.

 

El talento de Ford no está presente en todas sus películas y más bien era creativamente errático. El caballo de hierro, por ejemplo, fue seguido de varios filmes correctos técnicamente, pero no de obras maestras. Es como si el artista se tomase un respiro, una tregua, antes de volver con renovada energía a insuflar vida a nuevos y fascinantes proyectos.

 

Para recapitular sobre su figura merecen recordarse las palabras de Scott Eyman: “John Ford sigue siendo uno de los gigantes más duraderos de la que es probablemente la contribución americana más importante al arte: las películas de Hollywood”.

 

En los dos últimos años de su vida el estado de John Ford era alarmante y se hallaba desnutrido, pálido y con una debilidad extrema; llegó a pesar unos 50 kilos. El 30 de agosto lo visitó por última vez John Wayne. “¿Has venido a hacer guardia de la muerte, Duke?”, preguntó el anciano. El proceso clínico era inexorable. Murió a las 18:35 horas del día siguiente. La última frase inteligible que pronunció fue: “Por favor, ¿me dan un cigarro?”. Así era y fue John Sean Aloysius O’Feeny, John Ford, ¡todo un carácter!

John Ford, la épica del Western

 

John Ford, nombre artístico de John Sean Aloysius O’Feeny, es uno de los gigantes de Hollywood de los años dorados. Era el menor de 13 hermanos de una familia irlandesa que emigró a Estados Unidos a finales del siglo XIX. El futuro cineasta nació en Cape Elizabeth, Maine, el 1 de febrero de 1894 y falleció a los 79 años en Palm Springs, California, el 31 de agosto de 1973. A lo largo de 52 años de ininterrumpida labor, John Ford dio vida a una obra formidable, integrada por más de un centenar de largometrajes, entre ellos una veintena de obras maestras, auténticas joyas del séptimo arte.

 

Como tantos personajes hechos a sí mismos, se inició desde abajo, aprendiendo la dureza del oficio y las dificultades de la técnica cinematográfica; según las circunstancias, fue recadero, tramoyista, doble, encargado de mantenimiento, ayudante de montaje y actor secundario, hasta alcanzar la categoría de ayudante de director y, finalmente, responsable de la dirección. Este duro aprendizaje de la “materia” y la “forma” -o sea, el oficio- serían el pasaporte para iniciar un largo y solitario viaje, y plasmar en inolvidable celuloide el torrente de imágenes que bullían en su cabeza. En aquellos lejanos años el joven estudiaba con reverencial emoción las películas de uno de los grandes pioneros y maestros del cine: David W. Griffith -El nacimiento de una nación (1915), Intolerancia (1916) o Corazones del mundo (1918), entre otras-.

 

Esta experiencia lo llevó a declarar en 1928 que “la exhibición de esas películas en el viejo Philharmonic Auditorium de Los Ángeles significó más para la industria del cine y la creación de Hollywood que todos los espectáculos de inauguración que Hollywood fomenta”. Sobre cómo Ford llegó a ser director, Carl Lámele, fundador de Universal, contaba que, cuando necesitaron a alguien para dirigir una de esas paupérrimas películas de vaqueros, les dijo: “Probad a Ford, chilla muy fuerte”. Se desconoce si la anécdota es cierta o no, pero era evidente que el larguirucho Ford siempre estuvo en el lugar adecuado en el momento oportuno.

 

A partir de 1917 se puso tras la cámara en películas de bajo presupuesto que le sirvieron de “rodaje” para que años más tarde pudiera dirigir largometrajes con las grandes estrellas de la pantalla. Es decir, las películas de serie B le permitieron adquirir el oficio, la técnica y el conocimiento de los entresijos de la profesión. De esta manera, Ford definió el sendero de su vida cinematográfica de una manera irrevocable.

 

En 1920 pasó a trabajar a las órdenes del afamado productor William Fox. Películas de esta etapa son, entre otras, Buenos amigos y Manos de hierro (1920), Jackie (1921), La señorita sonrisas (1922), Tres hombres malos (1926), y en 1928 Cuatro hijos y El legado trágico, primera aproximación a su añorada Irlanda. Especial atención merece El caballo de hierro, épica narración del primer viaje del ferrocarril transcontinental. La crítica acogió la película como “un gran western”, verdadero hito de las viejas películas.

 

En 1939 Cecil B. De Mille filmaría una obra de epígono sobre el gran viaje al oeste, Unión Pacífico, con Bárbara Stanwick y Joel McCrea.

 

Aunque el cine fordiano aborda sobre todo la épica del oeste -“me llamo John Ford y hago westerns”- hay otras obras maestras en su currículo ajenas al Far West, ganadoras algunas de ellas, incluso, de la preciada estatuilla de los Oscar, en las que destila fino humor, realismo descomprometido y análisis psicológico de los personajes.

 

Merecen destacarse Las uvas de la ira (1940), La ruta del tabaco (1941), ¡Qué verde era mi valle! (1941) y dos historias de la lejana Irlanda: El delator (1935) y El hombre tranquilo (1953). Particularmente, esta última es una de las más bellas películas jamás rodadas. La soberbia dirección de actores, un guión impecable, y unos diálogos chispeantes, agudos y divertidos, un elenco de inolvidables estrellas y unos maravillosos actores de reparto dan vida a una gran historia de amor, celos y enredo; en suma, una película costumbrista de la gaélica Irlanda en el pueblo de Innesfree, un lugar donde el tiempo se ha detenido. El hombre tranquilo, tal vez la mejor película de Ford, es la historia de un ex boxeador que vuelve de sus ancestros para compartir el resto de su vida con unas gentes a las que nunca ha conocido. Es la tercera visión fordiana de la Irlanda rural, alegre y ensimismada en el pasado; es también la tierna y amable mirada del genio hacia un tiempo perdido en la memoria y clavado en el corazón. Han pasado los años, pero la historia permanece viva porque cada generación la ha aceptado como realmente es: ¡una bella historia de amor! Es la fábula sobre “dos seres que no podrán compartir sus vidas hasta que aprendan a conocer el valor de la humildad, el perdón y el ceder el uno con el otro”.

 


De la extensa cinematografía fordiana el western ocupa el primer lugar, y en este género destacan sendas trilogías como el mejor cine de la historia. La primera la forman La diligencia (Stagecoach, 1939), con un primerizo John Wayne, alter ego del autor, y la belleza rotunda de Monument Valley; Corazones indomables (1939) y Pasión de los fuertes (My darling Clementine, 1946), excelente puesta en escena del más famoso duelo a revólver, que una década más tarde abordaría también con singular fortuna John Sturges en Gunfight at the O.K. Corral. El segundo “triunvirato” lo integran la épica de la caballería y las luchas por la conquista del territorio. Fort Apache (1948) con John Wayne (Duke) y Henry Fonda; La legión invencible (1949), cuyos estupendos títulos de crédito van acompañados de la pegadiza banda sonora que da título a la película, “She wore a yellow ribbon”, y Río Grande (1950). Del amplio currículo fordiano el periodo más fructífero corresponde a los años cincuenta e inicios de los sesenta: Mogambo (1953), Cuna de héroes (1955), Centauros del desierto (1956), Misión de audaces (1959), El sargento negro (1960), Dos cabalgan juntos (1961) y El hombre que mató a Liberty Valence (1962). Su dilatada carrera incluye 16 películas como actor, 8 como director no acreditado de secuencias, argumentista en dos Under sentence (1920) y The last outlaw (1936)-, otras 2 como productor El gran gorila (1949) y ¡Vietnam! ¡Vietnam! (1972), supervisor de montaje en una ocasión The bullfighter and the lady (1951)-, 125 largometrajes como director, 10 documentales bélicos, 2 cortometrajes y 4 telefilmes.

 

Respecto a su carácter, hay numerosos testimonios de las personas que estuvieron a su lado -actores, actrices, técnicos, guionistas, productores, etcétera-; sirvan a modo de ejemplo estos testimonios: “Ford era ligero, contradictorio, y genial”; “Un hombre exasperante, pero admirable, completamente entregado a la realización de películas” (Kevin Brownlow); “Era un cúmulo de contradicciones sentimentales, brillante, muy sensible, cruel, sardónico, con un muro protector a su alrededor” (Sam Goldwin Jr.). Divertía como fabulador, le encantaba narrar historias y el que fueran verdaderas o no era lo de menos, aunque según el proverbio “la mitad de las mentiras de un irlandés son ciertas”. Robert Parrish refería como “contaba mentira enormes, no para conseguir algo importante. Era el hombre más reservado que he conocido. Podía ser amable y hablador un día y al siguiente estar insoportable. No tenía ninguna norma. No era nada fiable; decía una cosa y luego hacía otra”. En el fondo, era un nostálgico, un romántico que amaba el placer físico de hacer películas, lo que le permitía abrirse a los demás.

 

Profundamente tímido y sensible, se protegía con una coraza pétrea para hacerse el duro, el cascarrabias y el gruñón. Una personalidad a medio camino entre el irlandés nostálgico, sentimental, mentiroso y terco –“la única vez que cedía en un conflicto era cuando no le importaba nada”- y el tipo inflexible, duro e individualista de Nueva Inglaterra. Para unos, conservador a ultranza, misógino y machista; para otros, liberal, heterodoxo y sensible a unas minorías raciales a las que trató con amable condescendencia: El sargento negro, El gran combate, y la que sería su canto del cisne: Siete mujeres.

 

Aunque en realidad detestaba que llegaran a conocerlo y entrar en su intimidad, el muro defensivo desaparecía cuanto tomaba la botella, cosa que ocurría con demasiada frecuencia e intensidad. El alcohol lo volvía pesado, repetitivo y viscoso.

 

No bebía mientras trabajaba, pero en casa o a bordo de su velero Araner la cosa era muy distinta. Para John Wayne, Ford “no era un borracho sino un alcohólico. De vez en cuando, para aliviar la presión, aquel hombre tenía que darle a la botella. Pero no era para tanto”. Este es el comprensivo comentario de un camarada.

 

En cuanto al trabajo, resulta un misterio cómo alcanzó aquella maestría en el oficio. No era un intelectual, ni pretendió serlo; no adoptó aires de erudito o sabio y tampoco pretendió hacer películas con “mensaje”; su escuela fue su vida y sus gentes. Su infancia y adolescencia estuvieron marcadas por la duda entre dedicarse al cine o hacer carrera en la marina, aunque algo instintivo lo llevó a comprender el potencial creativo del séptimo arte. Estudió y entendió algo importante: el concepto abstracto del ritmo, la cadencia y la narración amena y entendible de la historia -algo que desconoce o desdeña la ingente caterva de incompetentes y aburridos directores actuales-.

 

 

La lista extensa de personajes que perviven en sus películas son fiel retrato de los estados del alma humana: la inocencia perdida, el desamor, la melancolía, el deber y la lealtad, el hogar y la familia, el humor y la ternura, el drama, la gente; en fin, ¡la vida! Por tantas cosas su cine ha sido y es humano y creíble. John Ford mantenía, además, que hacer lo correcto puede acabar con el individuo, pero a pesar de ello el “honor se puede y se debe ganar”. Creía en el futuro y en la sociedad; en adelante “las películas serán todas en color, por su éxito y porque es su medio natural... planearemos una pequeña historia, fotografiaremos la escena y la gente. Eso es lo que deberían ofrecer las personas, y ya es bastante”.

 

El talento de Ford no está presente en todas sus películas y más bien era creativamente errático. El caballo de hierro, por ejemplo, fue seguido de varios filmes correctos técnicamente, pero no de obras maestras. Es como si el artista se tomase un respiro, una tregua, antes de volver con renovada energía a insuflar vida a otros nuevos y fascinantes proyectos.

 

Para recapitular sobre su figura merecen recordarse las palabras de Scott Eyman: “John Ford sigue siendo uno de los gigantes más duraderos de la que es probablemente la contribución americana más importante al arte: las películas de Hollywood”.

 

En los 2 últimos años de vida el estado de John Ford era alarmante y se hallaba desnutrido, pálido y con una debilidad extrema; llegó a pesar unos 50 kilos. El 30 de agosto lo visitó por última vez John Wayne. “¿Has venido a hacer guardia de la muerte, Duke?”, preguntó el anciano. El proceso clínico era inexorable. Murió a las 18:35 horas del día siguiente. La última frase inteligible que pronunció: “Por favor, ¿me dais un cigarro?”. Así era y fue John Sean Aloysius O’Feeny, John Ford, ¡todo un carácter!

 

Así, la Comisión ha podido verificar que en el texto publicado en la revista “Nexos” en julio de 2006 se ha reproducido parcialmente la obra “John Ford, la épica del western” de autoría de Blas Gil Extremera, la cual fuera publicada en mayo de 2005 en la revista Jano Nº 1564 de México, atribuyéndose el denunciado la autoría de la misma.

 

Asimismo, se ha verificado que el denunciado ha suprimido o cambiado algunas palabras e, incluso, frases íntegras de la obra de titularidad de Blas Gil Extremera, modificando, mutilando y alterando la misma, por lo que se corrobora también una afectación al derecho de integridad de dicho autor.

 

Por otro lado, se deja constancia que el denunciado no ha desvirtuado estos hechos al no haber cumplido con presentar sus descargos respecto de lo señalado en la Resolución de fecha 04 de julio de 2008.

 

Finalmente, la Comisión debe señalar que se ha verificado una reproducción sustancial del texto “John Ford, la épica del western” de Blas Gil Extremera por parte de Alfredo Bryce Echenique, por lo que a pesar de los cambios introducidos corresponde calificar dicho acto como un plagio servil.

 

En consecuencia, corresponde declarar FUNDADA la denuncia iniciada de Oficio contra Alfredo Bryce Echenique por infracción a los derechos morales de paternidad e integridad y patrimonial de reproducción del autor Blas Gil Extremera respecto de su obra “John Ford, la épica del western”, publicada en la revista Jano, de México, en mayo de 2005.

 

14. Respecto de la obra “William Blake y los proverbios del infierno” de Jorge de la Paz.

 

A fojas 284 a 288 del expediente obra una impresión de la página web http://www.anuies.mx./servicios/p_anuies/publicaciones/revsup/res059/txt7.htm, en la que se reproduce la obra “William Blake y los proverbios del infierno” de autoría de Jorge de la Paz, la cual fuera publicada en la revista ANUIES de México Vol. XV (3), Nº 59, julio-septiembre de 1986.[34]

 

Asimismo, a fojas 289 y 290 del expediente se encuentra una impresión de la página web http://www.eluniversal.com/verbigracia/memoria/N234/tercera.shtml cuya titularidad recae en el diario El Universal, de Venezuela, en la que se reproduce la obra “Las andanzas de ultratumba de William Blake” y en la que se señala que la misma es de autoría de Alfredo Bryce Echenique, publicada el 23 de noviembre de 2002, de acuerdo a lo que se señala en dicho medio probatorio.

 

La Comisión ha procedido a elaborar un cuadro comparativo entre ambas obras[35].

 

Artículo de Alfredo Bryce Echenique publicada el 23 de noviembre de 2002 por el diario El Universal

Artículo de Jorge de la Paz, publicado en septiembre de 1986 por la Revista Anuies

Las andanzas de ultratumbra de William Blake

 

 

 

 

 

 

La visión en Blake, como la magia en Yeats, es fuerza de poesía. En 1810, Blake escribía: "La fábula y la alegoría son un género de poesía totalmente distinto e inferior. La visión o la imaginación es una representación de lo que existe eternamente, de lo que es real e inmutable. La fábula y la alegoría son el quehacer de las hijas de la memoria. La imaginación está rodeada de las hijas de la inspiración".

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La certeza de la visión será para Blake dolor de finitud y añoranza de la eternidad. Alguna vez escribió: "Ahora, como entonces, la inspiración y la visión han sido, y lo serán siempre, mi elemento, mi eterna morada". Artista ante todo, su voz ha de clamar en el desierto. Sabe que el arte es la verdadera latitud del corazón; piensa, como Shakespeare, que: "Las tinieblas del caos nos recobran cuando la belleza muere". Su poesía es causa de amor, pero su amor es ese amor que tiene una misma hechura ante todo lo que vive: Dios, la mujer, el tigre, la rosa. La historia de su vida será un dilatado tránsito entre la luz de las estrellas y el abismo; tratará de unir el cielo y el infierno, pero la vastedad del intento dispersará a los ángeles.

 

Blake fue un forastero en este mundo, un habitante de otros sueños; su vida ha de ser un laberinto de visiones. Un día ve el rostro de Cristo en una ventana y su corazón se estremece; otra vez contempla entre los árboles los alados alborozos de un concilio de ángeles, y una noche se encuentra con la recia figura del profeta Ezequiel en un recodo del camino. Son los años de la infancia, y las visiones se suceden en medio del estupor incrédulo de los padres.

 

El tiempo pasa pero las visiones persisten en la sucesión de sus años terrenales. Un día ve a Cristo y a sus doce apóstoles en la abadía de Westminster. Otro día descubre -afanes del pintor- una nueva técnica para mezclar colores, y años después declara que José, el carpintero sagrado, le ha revelado el secreto. En 1778 muere Roberto, el hermano preferido. A la vuelta de unos años, Blake asegura que conversa con él largas horas y que Roberto le esclarece los arcanos y le dicta las mejores páginas.

 

 

Días sobrados de pobreza serán los años del poeta. Trabaja sin descanso y recibe visitas de otros mundos: platica con Milton y con Voltaire, discute con Salomón, cena con los profetas Isaías y Ezequiel y departe en el espíritu con Shakespeare. Sus ojos tienen la seriedad de lo inspirado, pero a veces le gusta provocar el asombro de los cándidos con sus invenciones sobrenaturales. Son los años de la madurez del corazón, los días en que la presencia de Dios es certidumbre. Una noche habrá de dialogar con el misterio de un gran resplandor. Blake -estímulo de una lectura- se pregunta cómo pintar a un ángel. La aparición alada le dice que sólo Miguel Angel sabía pintarlos. El poeta, asombrado, pregunta: "¿Cómo lo sabes?". Gabriel, el arcángel, le responde: "Lo sé porque he posado para él".

 

Atareado con las ilustraciones para La Divina Comedia pasa Blake los días de su enfermedad final. Ha terminado las ilustraciones para el Libro de Job. De Dante nos legará algunas obras maestras como el grabado de Paolo y Francesca en el infierno. En las noches de esos días platica con Crabb Robinson sobre los estados del alma; le habla de sus visiones y de los conciliábulos de otros mundos. Finalmente le confiesa que sólo toma la pluma si los espíritus así lo disponen, porque entonces las palabras flotan a su alrededor y le revelan el sentido de las cosas.

 

La alegoría pertenece a la fantasía, es imagen, varia invención de lo visible. La visión está hecha de símbolos, pertenece a la imaginación y expresa las esencias invisibles; es la voz del misterio. Blake, como Swedenborg, el maestro perdurable, se ocupó de la visión, de esa energía que se origina en la interacción constante de la imaginación con las cosas que perciben nuestros sentidos.

 

De sus andanzas de ultratumba, Blake nos trajo los proverbios del infierno. Cuentan que los rescató de las llamas entre los alaridos de los réprobos y la ira de los cielos. Más tarde, los incluyó en su libro El matrimonio del cielo y el infierno, remedo sarcástico del resumen teológico de Swedenborg, De Coelo et de Inferno.

 

Los proverbios, encrucijada de sus cavilaciones religiosas y de sus mitologías personales, están hechos de atisbos terrenales y conjeturas sobrenaturales que entrelazan con acentos encendidos de espíritu las más hondas convicciones del poeta y nos revelan la fuerza de su palabra y la capacidad de sugerencia de su estilo: la imaginación le presta sentidos innumerables a la razón y el tratamiento simbólico es alucinante.

 

El fuego del pensamiento gnóstico, esencia y traza de sus libros proféticos, arde ya en la noche de los proverbios. No obstante, su apego a la verdad y a la maestría de la expresión artística le dan a la irreverencia de su palabra la forma duradera de lo eterno, y Blake no profesa el mal; cava en las sombras para encontrar la luz, exalta sólo nuestra insignificancia apasionada.

 

Los proverbios del infierno fueron escritos en una atmósfera sin estrellas y son el eco oscuro de una noche plural; su redacción es un desorden jubiloso, y solamente el misterio les da sentido.

William Blake y los proverbios del infierno

 

 

 

 

 

 

 

Promesa de infinito, la visión en Blake, como la magia en Yeats, es fuerza de poesía. En 1810, afirmaba "Fable or allegory are a totally distinct and inferior kind of poetry. Vision or imagination is a representation of what eternally exists, really and unchangeably. Fable or allegory is form d by the daughters of Memory. Imagination is surrounded by the daughters of Inspiration" (La fábula o la alegoría son un género de poesía totalmente distinto e inferior. La visión o la imaginación es una representación de lo que existe eternamente, de lo que es real e inmutable. La fábula o la alegoría es el quehacer de las hijas de la memoria. La imaginación es el regazo de las hijas de la inspiración).



Blake desdeña la razón porque su lógica inepta nos ata a los sentidos, apartándonos de lo infinito; quiere recuperar el estado del mundo anterior a la Caída y opone a la razón los peldaños simbólicos de la imaginación. Como su palabra no encuentra modelos en este mundo, suprime los vínculos del tiempo y con los hilos oscuros de la visión urde la trama sobrenatural de su estilo. Hecha de aciertos que escapan al análisis y de sutilezas que prolongan sus sentidos en las vueltas del tiempo, su poesía es apego a la verdad y maestría de la expresión artística. Los sesgos contradictorios de su pluma son silencios que le dan a su voz la certeza y la claridad de la visión.

 

 

Forastero de este mundo, Blake fue un habitante del mundo visionario. Los años de la infancia son el umbral de sus visiones. Un día su corazón se estremece ha visto el rostro de Cristo. Otra vez contempla entre unos árboles los alados alborozos de un concilio de ángeles. Días después habrá de ver la recia figura del profeta Ezequiel en el recodo de un camino.

 

 



El tiempo pasa, pero las visiones persisten en la sucesión de sus años terrenales. Una tarde ve a Cristo en la abadía de Westminster; erguidos, los doce apóstoles le acompañan. Otra vez descubre -afanes del pintor- una nueva técnica y más tarde declara que José, el carpintero sagrado, le ha dado el secreto. En 1788 muere Roberto, el hermano íntimo. A la vuelta de unos años, Blake asegura que conversa con él largas horas; oráculo del trasmundo, el hermano le esclarece los arcanos y le dicta las mejores páginas.

Días sobrados de pobreza serán los años del poeta. Trabaja sin descanso y recibe visitas de otros mundos habla con Milton y con Voltaire; objeta a Salomón, cena con los profetas Isaías y Ezequiel y departe en el espíritu con Shakespeare. Sus ojos visionarios tienen la seriedad de lo inspirado, pero a veces le gusta provocar también el asombro de los cándidos con los juegos de ultratumba de sus invenciones sobrenaturales. Son los días de la madurez, los años en que la esperanza es presencia secreta de Dios. Una noche habrá de dialogar con el resplandor misterioso de un ángel. Blake -estímulo de una lectura- se pregunta cómo pintar un ángel. La aparición alada le dice que sólo Miguel Angel sabía pintarlos. Blake, incrédulo, pregunta "¿Cómo lo sabes?" y Gabriel, el arcángel, responde "Lo sé porque he posado para él."


Atareado con las ilustraciones para la Divina Comedia pasa Blake los días arduos de su enfermedad final. Ha terminado las ilustraciones del libro de Job. Trasunto sobrenatural del amor, de Dante nos legará el grabado excepcional de Francesca y Paolo en el infierno. En esos días lentos platica con Crabb Robinson sobre los estados de alma. Le habla de sus visiones y de los conciliábulos de otros mundos y, confesión final, le dice que sólo toma la pluma si los espíritus así lo disponen porque entonces las palabras flotan a su alrededor y le revelan el sentido último de las cosas.



 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

De estas andanzas visionarias, Blake nos trajo los proverbios del infierno. Los rescató -nos cuenta- en medio de las llamas y entre los alaridos de los réprobos. Más tarde, los incluyó en su libro El Matrimonio del Cielo y del Infierno, remedo sarcástico del resumen teológico de Swedenborg De Coelo et de Inferno.

 

Encrucijada de sus cavilaciones religiosas y de sus vastas mitologías personales, los proverbios entrelazan con acentos encendidos de espíritu las más hondas convicciones del poeta y delatan la fuerza y la sugerencia del tratamiento simbólico.


 

 

 

 

 

 

El fuego del pensamiento gnóstico, esencia y traza de sus libros proféticos, arde ya en la noche de los proverbios, pero la luminosa irreverencia de su palabra tiene la forma de la honestidad. Blake no habla del mal; vindica sólo nuestra insignificancia apasionada. (…)

 

Así, la Comisión ha podido verificar que en el texto publicado en el portal del diario El Universal, de Venezuela, el 23 de noviembre del 2002 se ha reproducido parcialmente la obra “William Blake y los proverbios del infierno” de autoría de Jorge de la Paz, la cual fuera publicada en julio de 1986 en la revista ANUIES de México, atribuyéndose el denunciado la autoría de la misma.

 

Asimismo, se ha verificado que el denunciado ha suprimido o cambiado algunas palabras e, incluso, frases íntegras de la obra de titularidad de Jorge de la Paz, modificando, mutilando y alterando la misma, por lo que se corrobora también una afectación al derecho de integridad de dicho autor.

 

Por otro lado, se deja constancia que el denunciado no ha desvirtuado estos hechos al no haber cumplido con presentar sus descargos respecto de lo señalado en la Resolución de fecha 04 de julio de 2008.

 

Finalmente, la Comisión debe señalar que en el presente caso, el denunciado ha alterado el texto de Jorge de la Paz pretendiendo hacerlo aparecer como una nueva obra, por lo que el denunciado habría incurrido en un plagio inteligente.

 

En consecuencia, corresponde declarar FUNDADA la denuncia iniciada de Oficio contra Alfredo Bryce Echenique por infracción a los derechos morales de paternidad e integridad, y patrimonial de reproducción, del autor Jorge de la Paz respecto de su obra “William Blake y los proverbios del infierno”, publicada en la revista ANUIES de México en julio de 1986.

 

15. Respecto de la obra “El psiconanálisis en el cine de Woody Allen” de Benjamín Herreros Ruiz Valdepeñas.

 

A fojas 291 y 292 del expediente obran impresiones de la Revista Jano Nº 1425 correspondiente al mes de marzo de 2002, en las que se reproduce la obra “El psicoanálisis en el cine de Woody Allen” de autoría de Benjamín Herreros Ruiz Valdepeñas.

 

Asimismo, a fojas 293, 294 y 295 del expediente se encuentra una impresión de la página web http://www.lanacion.com.ar cuya titularidad recae en el diario La Nación, de Argentina, en la que se reproduce la obra “Psico Woody” y en la que se señala que la misma es de autoría de Alfredo Bryce Echenique, publicada el 15 de febrero de 2004 en dicho diario, de acuerdo a lo indicado en dicho medio probatorio.

 

La Comisión ha procedido a elaborar un cuadro comparativo entre ambas obras[36].

 

Artículo de Alfredo Bryce Echenique publicada el 15 de febrero de 2004 por el diario La Nacion

Artículo de Benjamín Herreros Ruiz Valdepeñas, publicado en marzo de 2002 por la Revista Jano

Psico Woody

 

--Hace dos semanas, creíste que tenías un melanoma maligno.

--Claro, yo... ¡Tú ya sabes!... Me salió de repente una mancha negra en la espalda.

--¡Fue en la camisa!

--Yo... ¿Cómo iba a saberlo? Todos decían que tenía una mancha en la espalda.

 

Este diálogo extraído de Sueños de un seductor delata con facilidad a Woody Allen, una de las personalidades de la cultura norteamericana más interesantes de los últimos treinta años y heredero del humor de los Marx, tal como reconoció el propio Groucho. Cómico primero, escritor y cineasta después, amante del jazz, el béisbol y el baloncesto, Woody ha creado un personaje fácilmente reconocible y que ha traspasado las fronteras de su Estados Unidos natal, a pesar de insistir él mismo en que sus temas son muy norteamericanos. Esta resonancia mundial se debe a que ha abordado esos temas, y otros más universales, con un humor y una originalidad únicos. La muerte, el amor, la religión, la ciudad... Pero la lista estaría incompleta si nos olvidáramos de la salud. Los médicos aparecen en las películas de Allen fundamentalmente por tres razones. En primer lugar, son víctimas de un hipocondríaco, generalmente temeroso de tener un cáncer o cualquier otra enfermedad terminal ("En el cine soy hipocondríaco; en la vida, alarmista. Les explico la diferencia: el primero imagina que está enfermo cuando no tiene nada; el segundo cae enfermo e imagina. Una vez al año suelo coger un catarro e inmediatamente pienso que tengo un cáncer de garganta").

 

La segunda razón de la aparición de un médico en esos films es puramente funcional: se trata de un personaje más dentro del medio socialmente alto en el que transcurre habitualmente la trama de sus películas. En tercer lugar, aparece como psicoterapeuta de un ser pequeño, con anteojos, despeinado y neurótico.

 

El psicoanálisis y los psicoanalistas han contribuido a perfilar la singularidad del cine de Allen, además de haber motivado diferentes cuestiones que merecen considerarse.

 

Las películas de Allen han hecho aún más popular la técnica de la psicoterapia, que revolucionó la psicología -para algunos hasta la filosofía- de la primera mitad del siglo XX. La extensión de la psicología práctica a la vida cotidiana se produjo en las siguientes décadas y coincidió con la popularización del cine. El psicoanálisis ha sido probablemente la escuela de psicología más tratada por éste, pues posee varios elementos que le confieren un carácter muy cinematográfico.

 

Por una parte, el misterio: el psicoanálisis trata de encontrar en el pasado y en lo no conocido de la mente la respuesta a los problemas del presente. Por otra, la estética de la propia terapia, con sus sueños, el diván, la libre asociación... conforman una rica imaginería, casi una mística. Muchos cineastas han abordado la temática o los problemas del psicoanálisis, algunos tomando la infancia como referencia de una personalidad futura -Fellini en Amarcord o Truffaut en Los cuatrocientos golpes-, otros a través del surrealismo, como manifestación artística del inconsciente -Buñuel en Un perro andaluz o Bergman en El séptimo sello-. Sin el radicalismo formal de los autores nombrados, se ha realizado un considerable número de películas en las que el psicoanálisis era la pieza angular del guión (El príncipe de las mareas...).

 

Pero, sin duda, fueron dos los autores cinematográficos que más contribuyeron a difundir y a hacernos cercana la terapia psicoanalítica: sir Alfred Hitchcock y Woody Allen. El maestro del suspense utilizó la riqueza visual y el misterio que encierran los sueños para introducirnos en el interior de sus personajes.

 

 

 

 

Comportamientos patológicos de los protagonistas se explicaban por su pasado o por secretos escondidos en lo más recóndito del inconsciente. Es inolvidable la cleptómana protagonista de Marnie, con arraigados miedos y obsesiones que derivaban de la relación con sus padres, o la terapia que se desarrolla en Cuéntame tu vida, ilustrada con unos magníficos sueños dibujados por Dalí. Allen tomó el relevo del director británico, y con su propio estilo, la comedia sobre todo, pero también el drama, inundó sus películas de elementos psiconalíticos.

 

Ya sea echado de espaldas al terapeuta, en una conversación en la que hace referencia al método desarrollado por el también judío Freud, o indirectamente por medio de una especial simbología, el psicoanálisis está presente en la mayoría de sus obras. En sus comienzos, Allen lo incorporaba sin crítica alguna, pero más adelante lo cuestionó cínicamente.

 

 

Los aspectos del psicoanálisis y, por ende, del inconsciente que trata en sus películas, se repiten: la sexualidad en cualquiera de sus variantes, aunque especialmente en las relaciones de pareja, la masturbación o la impotencia, los padres, en su caso, como causantes de una estricta educación judía, la diferencia entre realidad e imaginación, el miedo a la muerte, el miedo reprimido...

 

Ya en su primer guión, ¿Qué pasa Pussycat?, el protagonista es un psiquiatra, obseso sexual y con problemas matrimoniales.

 

 

En La otra mujer, una profesora en crisis alquila una casa desde donde escucha las sesiones del vecino psiquiatra.

 

 

 

Edipo reprimido, el capítulo de una película que realizó con Scorsese y Coppola, cuenta la historia de un abogado judío acomplejado por su obsesiva madre y que ve cumplido su sueño de verla volar por el cielo de Manhattan gracias a un mago.

 

Alice desata su interior reprimido, pasado y presente, con la ayuda de las hierbas del doctor Yang. La relación paciente-terapeuta tampoco le ha pasado desapercibida a Woody. El transformista Zelig se enamora de la doctora Fletcher. Harry, en Los secretos de Harry, se ve enredado con una paciente de su mujer psiquiatra.

 

La lista podría contener todas sus películas si incluimos las veces en que introduce el absurdo o el surrealismo, como en La rosa púrpura del Cairo, donde el protagonista de una película sale de la pantalla, o cuando se dirige al público en Annie Hall.

 

 

 

 

 

 

 

La pregunta, formulada en innumerables ocasiones, es si la personalidad neurótica que ha trazado Allen en el cine concuerda con la del Allen real, el nacido en Brooklyn hace 67 años con el nombre de Allen Stewart Konisberg. Según cuenta su ex esposa Mia Farrow, lleva muchísimos años en tratamiento con un psicoanalista que influye en él como nadie -el mismo Woody bromea acerca de eso: "Hace 15 años que voy al psicoanalista. Le concederé un año más y luego me iré a Lourdes"-.

 

También sabemos que en sus películas ha narrado distintos sucesos de su vida privada: su infancia en Días de radio o Robó, huyó y lo pescaron, las relaciones de pareja en la polémica Maridos y esposas, entre otras, donde se enamora de una mujer mucho más joven que él, tal como le ocurrió con la hija adoptiva de su entonces esposa... Pero, además de ciertos hechos constatables, ¿hay relación entre su personalidad y sus guiones cinematográficos? La respuesta parece evidente: sí. A un autor no se lo puede separar de su obra; con ella transmite sus miedos, ideas, obsesiones... y desde luego Allen es un auténtico autor. Pero tampoco podemos pensar que es un calco de sus películas. Muchos actores o colaboradores que han trabajado con él lo definen como distante, serio, introvertido, muy distinto de lo que parece en el cine. ¿Ha creado una caricatura de sí mismo o simplemente está exagerando un personaje porque le resulta cómico? Las dos posibilidades parecen razonables y de su mezcla nace probablemente el espíritu de sus obras. Sus citas semanales con el psicoanalista no han sido suficientes para sanear su complicado mundo, pero ha aprovechado la plasticidad visual y dramática del cine para dar rienda suelta a sus obsesiones, de manera que, en cierta forma, podríamos decir que hemos sido testigos de 25 sesiones de su psicoanálisis.

 

Por último, se diría que las películas le han servido para descargar su sentido dramático de la vida -"Yo siempre busco reflejar el sufrimiento humano en mis comedias", ha afirmado Woody Allen-, todo aderezado con una enorme calidad en el guión y en la dirección.

 

 

 

 

 

En el cine de Woody Allen no hay una respuesta definitiva a los interrogantes que se hace película tras película. Sí se observa una evolución, tanto en la faceta personal como en la artística, pero ninguna película cierra el ciclo de incertidumbres abierto hace tres décadas. Tal vez encontremos la respuesta en sus propias palabras, emitidas en un vídeo proyectado al presentarse su película Los secretos de Harry, en Venecia.

 

"La neurosis en Manhattan es la misma que en cualquier otra parte del mundo. No surge por problemas sociales, ni tampoco freudianos, aunque parezca una paradoja que yo diga esto. Tengo mi propia teoría: creo que hasta que la gente no encuentre la plenitud en sus vidas, y no sepa darles sentido, ninguna teoría del psicoanálisis, ninguna revolución social ni ningún gobierno podrá dar una respuesta a sus necesidades e interrogantes".

El psicoanálisis en el cine de Woody Allen

 

--Hace dos semanas, creíste que tenías un melanoma maligno.

--Claro, yo... ¡Tú ya sabes!... Me salió de repente una mancha negra en la espalda.

--¡Fue en la camisa!

--Yo... ¿Cómo iba a saberlo? Todos decían que tenía una mancha en la espalda.

 

Este diálogo extraído de Sueños de un seductor delata con facilidad a su autor, una de las personalidades de la cultura norteamericana más interesantes de los últimos treinta años y heredero del humor de los Marx, tal como reconoció el propio Groucho. Cómico primero, escritor y cineasta después, amante del jazz, -toca el clarinete los lunes en una banda de aficionados neoyorquina- al béisbol y baloncesto, ha creado un personaje fácilmente reconocible y que ha traspasado las fronteras de su Nueva York natal, a pesar de insistir él mismo en que sus temas son muy americanos. La razón es haber abordado los problemas universales con un humor y una originalidad únicos. La muerte, el amor, la religión, la ciudad... Pero la lista estaría incompleta si nos olvidamos de la salud. Los médicos aparecen fundamentalmente por tres razones: víctimas de un hipocondríaco, generalmente temeroso de tener un cáncer, pero en cualquier caso otra enfermedad terminal -"en el cine soy hipocondríaco; en la vida, alarmista. Les explico la diferencia: el primero imagina que está enfermo cuando no tiene nada; el segundo cae enfermo e imagina. Una vez al año suelo coger un catarro e inmediatamente pienso que tengo un cáncer de garganta").

 

 

Por razones puramente funcionales: siendo el médico un personaje más en el medio social alto por el que habitualmente transcurre la trama de sus películas, y por último, como psicoterapeuta de un ser pequeño, con gafas, despeinado y neurótico.

 

 

 

Ésta última faceta, el psicoanálisis y los psicoanalistas, ha contribuido a perfilar la personalidad tan peculiar de su cine, además de haber motivado interesantes cuestiones que merecen analizarse.

Las películas de Allen han hecho aún más popular la técnica de psicoterapia, que revolucionó la psicología -para algunos hasta la filosofía- de la primera mitad del siglo XX. La extensión de la psicología clínica a la práctica común sucedió en las siguientes décadas y coincidió con la popularización del cine. El psicoanálisis ha sido posiblemente la escuela de psicología más tratada en el cine, ya que tiene varios elementos que le confieren un carácter muy cinematográfico.

 

Por una parte, el misterio, al tratar de encontrar en el pasado y en lo no conocido de la mente la respuesta a problemas actuales. Por otra, la estética de la propia terapia, con sus sueños, el diván, la libre asociación... que conforman una rica imaginería, casi una mística. Muchos cineastas han abordado los problemas o la temática del psicoanálisis, algunos tomando la infancia como referencia de una personalidad futura, Fellini en Amarcord o Truffaut en Los cuatrocientos golpes-, otros a través del surrealismo, que es manifestación artística del inconsciente -Buñuel en Un perro andaluz o Bergman en El séptimo sello-, y sin el radicalismo formal de los autores nombrados, se han realizado un considerable número de películas en donde el psicoanálisis era la pieza angular del guión -El príncipe de las mareas-, Morir todavía…-.

 

Pero, sin duda, han sido dos los autores cinematográficos que más han contribuido a difundir y a hacernos cercana la terapia psicoanalítica, sir Alfred Hitchcock y nuestro protagonista, Woody Allen. El maestro del suspense utilizó la riqueza visual y el misterio que encierran los sueños para introducirnos en el interior de sus personajes, a la vez que como medio para esclarecer u oscurecer sus apasionantes películas.

 

Comportamientos patológicos presentes de los protagonistas se explicaban por su pasado o por secretos escondidos en lo más recóndito del inconsciente. Es inolvidable la cleptómana protagonista de Marnie, la ladrona, con sus arraigados miedos y obsesiones que derivaban de la relación con sus padres, o la terapia que se desarrolla en Recuerda, incluyendo unos magníficos sueños dibujados por Dalí. Allen tomó el relevo del director británico, y con su propio estilo, la comedia sobre todo, pero también el drama, inundó sus películas de elementos psiconalíticos.

 

Ya sea echado de espaldas al terapeuta, en una conversación donde hace referencia al método que inició el también judío Freud, o indirectamente por medio de una especial simbología, el psicoanálisis está presente en la mayoría de sus obras, en sus comienzos incorporándolo a los personajes sin crítica alguna, y más adelante llegando a cuestionarlo cínicamente.

 

Los aspectos del psicoanálisis y, por ende, del inconsciente que trata, se repiten: la sexualidad en cualquiera de sus variantes, aunque especialmente en las relaciones de pareja, la masturbación o la impotencia, los padres, en su caso, como causantes de una estricta educación judía, la diferencia entre realidad e imaginación, el miedo a la muerte, los deseos reprimidos, la relación médico-paciente...

 

Ya en su primer guión, ¿Qué tal Pussycat?, el protagonista es un psiquiatra, obseso sexual y con problemas matrimoniales. Posteriormente, las sesiones de diván se repetirán.

 

En otra mujer, una profesora de filosofía en crisis alquila una casa desde donde escucha las sesiones de psicoanálisis del vecino psiquiatra, convirtiéndose los traumas y problemas de Hope en suyos.

 

Edipo reprimido, el capítulo de una película que realizó con Scorsese y Coppola, cuenta la historia de un abogado judío acomplejado por su obsesiva madre que ve cumplido su sueño por un mago, de ver volar a su madre por el cielo de Manhattan.

 

Alice desata su interior reprimido, pasado y presente, con la ayuda de las hierbas del doctor Yang. La relación paciente-terapeuta tampoco le ha pasado desapercibida, y el transformista Zelig se enamora de la doctora Fletcher o Harry, en Desmontando a Harry tiene un lío con una paciente de su mujer siquiatra.

 

 

La lista podría continuar hasta llegar a sus aproximadamente 25 películas, más aún si incluimos cuando introduce el absurdo o el surrealismo, -ya hemos señalado lo común de esta estética con el psiconálisis, debido a que muestra el pensamiento sin razonarlo como pretende la libre asociación de ideas, pudiendo así el inconsciente descubrirse más fácilmente-, como en La rosa púrpura del Cairo, donde el protagonista de una película sale de la pantalla, o cuando se dirige al público en Annie Hall.

 

La pregunta, formulada multitud de ocasiones, es si la personalidad neurótica que ha trazado Allen en el cine tiene concordancia con la del Allen real, el nacido en Brooklyn hace 66 años con el nombre de Allen Stewart Konisberg. Según cuenta su esposa Mia Farrow, lleva muchísimos años en tratamiento con un psicoanalista que influye en él como nadie -él mismo bromea acerca de eso: "Hace 15 años que voy al psicoanalista. Le concederé un año más y luego me iré a Lourdes"-.

 

También sabemos que en sus películas ha narrado distintos sucesos de su vida privada: su infancia en Días de radio o coge el dinero y corre, las relaciones de pareja en la polémica Maridos y mujeres, entre otras, donde se enamora de una mujer mucho más joven que él, tal como le ocurrió con la hija adoptiva de su entonces esposa... Pero, además de en ciertos hechos constatables, ¿hay relación entre su personalidad y sus guiones cinematográficos? La respuesta parece evidente: sí. A un autor no se le puede separar de su obra; con ella transmite sus miedos, ideas, obsesiones... y desde luego Allen es un auténtico autor. Pero tampoco podemos pensar que es un calco de sus películas. Muchos actores o colaboradores que han trabajado con él lo definen como distante, serio, introvertido…muy distinto de lo que parece en el cine. ¿Ha creado una caricatura de sí mismo o simplemente está exagerando un personaje porque le resulta cómico? Las dos posibilidades parecen razonables y de su mezcla nace probablemente el espíritu de sus obras. Sus citas semanales con el psiquiatra no han sido suficientes para sanear su complicado mundo, aprovechando la plasticidad visual y dramática del cine para dar rienda suelta a sus obsesiones, de manera que hemos sido testigos de 25 sesiones de psicoanálisis propio.

 

 

Por último, las películas le han servido de más para descargar su sentido dramático de la vida -"Yo siempre busco reflejar el sufrimiento humano en mis comedias"-, todo aderezado con una enorme calidad en el guión y en la dirección elaborando un producto final de indudable interés año tras año. Lo curioso e inaudito no es haberse atrevido a psicoanalizarse en el cine, sino tener el talento de hacerlo y ganar dinero.

 

En el cine de Allen no hay una respuesta definitiva a los interrogantes que se hace película tras película. Sí se observa una evolución, tanto en la faceta personal como en la artística, pero ninguna película cierra el ciclo de incertidumbres que abrió hace tres décadas. Tal vez encontremos la respuesta en sus propias palabras, emitidas por una proyección de video durante la presentación de su película Desmontando a Harry en Venecia.

 

"La neurosis en Manhattan es la misma que en cualquier otra parte del mundo. No surge por problemas sociales, ni tampoco freudianos, aunque parezca una paradoja que yo diga esto. Yo tengo mi propia teoría: creo que hasta que la gente no encuentre la plenitud en sus vidas, y no sepa darles sentido, ninguna teoría del psicoanálisis, ninguna revolución social ni ningún gobierno sabrá darle una respuesta a sus necesidades e interrogantes".

 

Así, la Comisión ha podido verificar que en el texto publicado en el diario La Nación, de Argentina, el 15 de febrero de 2004 se ha reproducido parcialmente la obra “El psicoanálisis en el cine de Woody Allen” de autoría de Benjamín Herreros Ruiz Valdepeñas, la cual fuera publicada en marzo de 2002 en la revista Jano Nº 1425 de México, atribuyéndose el denunciado la autoría de la misma.

 

Asimismo, se ha verificado que el denunciado ha suprimido o cambiado algunas palabras e, incluso, frases íntegras de la obra de titularidad de Benjamín Herreros Ruiz Valdepeñas, modificando, mutilando y alterando la misma, por lo que se corrobora también una afectación al derecho de integridad de dicho autor.

 

Por otro lado, se deja constancia que el denunciado no ha desvirtuado estos hechos al no haber cumplido con presentar sus descargos respecto de lo señalado en la Resolución de fecha 04 de julio de 2008.

 

Finalmente, la Comisión debe señalar que se ha verificado una reproducción sustancial del texto “El psicoanálisis en el cine de Woody Allen” de Benjamín Herreros Ruiz Valdepeñas por parte de Alfredo Bryce Echenique, por lo que a pesar de los cambios introducidos corresponde calificar dicho acto como un plagio servil.

 

En consecuencia, corresponde declarar FUNDADA la denuncia iniciada de Oficio contra Alfredo Bryce Echenique por infracción a los derechos morales de paternidad e integridad, y patrimonial de reproducción, del autor Benjamín Herreros Ruiz Valdepeñas respecto de su obra “El psicoanálisis en el cine de Woody Allen”, publicada en la revista Jano, de México, en marzo de 2002.

 

16. Respecto de la obra “1905, el año maravilloso” de Victoria Toro.

 

A fojas 296 a 298 del expediente obra una impresión de la página web http://www.anteseraperiodista.blogalia.com/historias/50940, en la que se reproduce una entrada correspondiente al blog “Yo antes era periodista” editado por la periodista española Victoria Toro. En la misma, hay un artículo titulado “Yo también fui plagiada por Bryce” en el cual señala que el denunciado Alfredo Bryce habría reproducido la obra “1905, el año milagroso” de autoría de la misma Victoria Toro. Dicha reproducción suscrita por Alfredo Bryce habría sido publicada en la revista Jano, de España, Nº 1561 de abril de 2005, a fin de que ésta fuera publicada en la revista Nexos de México Nº 339, correspondiente a marzo de 2006.

 

Asimismo, a fojas 299 del expediente obra una fotocopia de la edición del 21 de julio del 2007 del diario El Norte de Castilla, de España, que da cuenta del presunto plagio cometido por el denunciado en perjuicio de la periodista Victoria Toro.

 

Sin embargo, de una revisión de los medios probatorios que obran en el expediente, la Comisión ha verificado que la página web http://www.anteseraperiodista.blogalia.com/historias/50940 solo transcribe un artículo sin especificar si el mismo es el texto original de Victoria Toro o si es el texto presuntamente plagiado por el denunciado.

 

Al respecto, la Secretaría Técnica de la Comisión luego de una revisión en el Internet determinó que una obra de Victoria Toro titulada “1905, el año maravilloso” habría sido publicada en la revista Jano, Vol. 68, Nº 1561 del 2005, sin embargo no se ha conseguido el texto de dicho artículo[37].

 

Asimismo, no ha sido posible verificar la existencia de esta obra en el servidor de la revista Jano, de España, ni se ha podido acceder a otros medios probatorios complementarios que permitan establecer con certeza que el artículo de Victoria Toro “1905, el año maravilloso” se publicó en abril de 2005 ni se ha podido acceder al texto original del mismo.

 

En ese sentido, al no existir medios probatorios o indicios suficientes que permitan establecer con certeza el texto original de la obra “1905, el año maravilloso” de Victoria Toro, y a fin de no afectar el derecho de defensa del denunciado, la Comisión considera que corresponde ARCHIVAR la denuncia iniciada contra Alfredo Bryce Echenique por presunta infracción a los derechos morales de paternidad e integridad y patrimonial de reproducción de la autora Victoria Toro respecto de su obra antes mencionada

 

17. Respecto de la obra “Cultura y civilizaciones” de Cristóbal Pera.

 

A fojas 302, 303 y 304 del expediente obran impresiones de la página web http://db.doyma.es/cgi-bin/wdbcgi.exe/doyma/mrevista.fulltext?pident=13081028 en la que se reproduce la obra “Culturas y civilizaciones” de autoría de Cristóbal Pera, publicada en octubre de 2005 en la revista Jano Número 1581, de acuerdo a lo que se señala en dicho medio probatorio[38].

 

Asimismo, a fojas 305 y 306 del expediente se encuentra una impresión de la página web http://nexos.com.mx/articulos.php?id_article=1089&id_rubrique=391 en la que se reproduce la obra “Culturas y civilizaciones” y en la que se señala que la misma es de autoría de Alfredo Bryce Echenique y que fuera publicada en octubre de 2006 en la revista Nexos de México.

 

La Comisión ha procedido a elaborar un cuadro comparativo entre ambas obras[39].

 

Artículo de Alfredo Bryce Echenique publicada en octubre de 2006 por la Revista Jano

Artículo de Cristóbal Pera, publicado en octubre de 2005 por la Revista Nexos

Cultura y civilizaciones

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Tan elusivo y ambiguo como el concepto de cultura es el de civilización, ambos complejísimos artefactos humanos. ¿Qué diferencias existen entre las innumerables culturas y las escasas civilizaciones? En las definiciones normativas de los diccionarios la cultura precede a la civilización y ésta supone un progreso para la sociedad humana. Desde esta interpretación optimista y complaciente, la palabra civilización ha generado una serie de expresiones binarias, en las que sus “benéficos” conceptos se acoplan con otros contrarios y peyorativos: civilización/barbarie, civilizado/incivilizado, progreso/retraso, refinamiento/rudeza, luz/tinieblas. En su genial El corazón de las tinieblas, el novelista Joseph Conrad pone en boca de Marlow, el narrador: “Nuestra refinada sociedad confiere a la vida humana, y con razón, un valor desconocido por las comunidades bárbaras”.

 

Históricamente, el espacio civilizado ha sido un espacio cultural, con gran capacidad innovadora en la creación y en la construcción de artefactos, un espacio dinámico, con una vocación expansiva que Spengler calificó en La decadencia de Occidente de “fatal y demoníaca”, y que desarrolló según él el poder suficiente para invadir, dominar y expoliar y, en definitiva, colonizar otros espacios culturales y/o civilizados, a los que impuso, hasta donde le fue posible, su visión religiosa del mundo y del fin de la vida humana, con sus códigos de comportamiento.

 

Desde este arrogante y arrollador ejercicio de dominio sobre otras culturas y civilizaciones, de estas conquistas -transmutadas en “sagrada misión de la civilización”- han surgido otros emparejamientos esclarecedores de sus verdaderos objetivos, más allá de la retórica del poder, tales como civilización/barbarie, civilización/colonización, civilización/imperio y metrópolis/colonias.

 

La historia de las civilizaciones que en el mundo han sido y desaparecido, y de las que todavía son -seis en el mundo contemporáneo, según Samuel P. Huntington (The clash of civilizations. 1996)-, ha sido escrita por las civilizaciones dominantes y de preferencia por la civilización occidental, desde una perspectiva eurocéntrica, teñida con frecuencia de soberbia racista.

 

Esta predominante visión occidental se hace aún más explícita en otras obras del mismo autor, como El choque de las civilizaciones, en la que se predicen las líneas sobre las que se desarrollará el conflicto entre el Islam y Occidente y, a la postre, entre Occidente y “los demás” -The West versus the rest.

 

 

 

 

 

 

 

Si más allá de los discursos retóricos nos situamos en la perspectiva de la sociedad del conocimiento, ¿qué es una civilización?, ¿qué la diferencia de una cultura? La palabra civilización -que comienza su andadura en la Europa del XVIII- postula etimológicamente a las ciudades, a su construcción y desarrollo expansivo, como espacios culturales en el seno de cuya arquitectura -un extraordinario artefacto humano- se ha logrado concentrar, a lo largo de un proceso histórico, una masa crítica de ciudadanos capaz de generar un sinnúmero de innovadores artefactos junto a modos de comportamiento convertidos en refinadas prácticas civilizadas.

 

Cultura y civilización son muy diferentes: cultura existe donde quiera que se agrupen para sobrevivir seres humanos -desde el paleolítico a los grupos nómades que pululan, víctimas de hambruna, en los desiertos de Sudán-, mientras que civilización es una cualidad de la cultura peculiar de las ciudades. Desde este punto de vista la palabra civilización sería un sinónimo superfluo de la palabra cultura, porque, al fin y al cabo, los pueblos no tienen civilización, tienen cultura.

 

Las ciudades, esos complejísimos artefactos construidos con la acumulación de conocimiento, y edificadas para trabajar con ese conocimiento, no sólo han sido el origen de las civilizaciones, sino que siguen siendo su matriz. El poder de la llamada civilización occidental se funda precisamente en que ha reunido a las culturas dotadas de la mayor capacidad de creación de artefactos, a las poseedoras de la mayor potencia tecnológica para dominar -y destruir- al mundo.

 

Desde este punto de vista, en el que se conjugan conocimiento y poder, ¿qué nos aporta seguir insistiendo en los vacíos discursos acerca de las civilizaciones? En plena sociedad del conocimiento, en las modernas ciudades multiculturales del mundo occidental, no se enfrentan civilizaciones sino culturas, en posesión de mayor o menor conocimiento y, en consecuencia, de mayor o menor poder para dominar a los otros. Por estas razones, Edward Said (El choque de las ignorancias, Barcelona 2002) rechaza las tesis de Huntington y argumenta que el choque de civilizaciones sería en realidad un “choque de ignorancias”, al que añadiríamos “el choque del menosprecio intercultural”.

 

En las ciudades multiculturales de Occidente el reto de conseguir la convivencia de culturas dominantes con culturas que se sienten históricamente menospreciadas, y en cuyo seno ha sido fecundada la semilla del resentimiento, es una tarea extraordinariamente compleja y dificultosa.

 

Por el contrario, para aterrorizar a los pertenecientes a la cultura dominante mediante una masacre indiscriminada de quienes habitan en estas ciudades, los artefactos necesarios son tan sencillos como una mochila repleta de explosivos. Pero incluso, para artefactos muy complejos en su creación y construcción -aviones, misiles, internet-, el aprendizaje de su manejo, como instrumentos de destrucción, es relativamente sencillo. Este es uno de los grandes problemas de nuestro tiempo.

Cultura y civilizaciones

 

 

 

 

¿Son las civilizaciones estados desarrollados y avanzados de la sociedad humana?

La pregunta sobre lo que sea una civilización es ineludible y oportuna en unos ensayos sobre la cultura, debido tanto a la estrecha relación entre ambos conceptos, como al hecho de haberse convertido en nuestro tiempo las dos palabras –cultura y cvilizción- en invasivos memes que nos abruman diariamente desde los retóricos discuros del poder.

 

“Civilization is a word more usually invoked with a rhetorical flourish than put the work in a philosophical argument”

 

“L’ homme cultivé traite sa proper civilization comme un cas particulier”

 

Tan elusivo y ambiguo como el concepto de cultura es el de civilización, ambos complejísimos artefactos humanos. ¿Qué diferencias existen entre las innumerables culturas y las escasas civilizaciones? En las definiciones normativas de los diccionarios la cultura precede a la civilización y ésta supone un progreso para la sociedad humana. Desde esta interpretación optimista y complaciente, la palabra civilización ha generado una serie de expresiones binarias, en las que sus “benéficos” conceptos se acoplan con otros contrarios y peyorativos: civilización/barbarie, civilizado/incivilizado, progreso/retraso, refinamiento/rudeza, luz/tinieblas. En el corazón de las tinieblas, Conrad pone en boca de Marlow, el narrador: “Nuestra refinada sociedad confiere a la vida humana, y con razón, un valor desconocido por las comunidades bárbaras”.

 

 

Históricamente, el espacio civilizado ha sido un espacio cultural, con gran capacidad innovadora en la creación y en la construcción de artefactos, un espacio dinámico, con una vocación expansiva -fatal y demoníaca-, que desarrolló el poder suficiente para invadir, dominar y expoliar y, en definitiva, colonizar otros espacios culturales y/o civilizados, a los que impuso, hasta donde le fue posible, su visión religiosa del mundo y del fin de la vida humana, con sus códigos de comportamiento.

 

 

 

De este arrogante y arrollador ejercicio de dominio sobre otras culturas y civilizaciones, de estas conquistas -transmutadas en “sagrada misión de la civilización”- han surgido otros emparejamientos esclarecedores de sus verdaderos objetivos, más allá de la retórica del poder, tales como civilización/colonización, civilización/imperio y metrópolis/colonias.

 

 

La historia de las civilizaciones que en el mundo han sido y desaparecido, y de las que todavía son -seis en el mundo contemporáneo, según Huntington- ha sido escrita por las civilizaciones dominantes y de manera preferente, por la civilización occidental, desde una perspectiva eurocéntrica, teñida con frecuencia de soberbia racista.

 

 

Esta predominante visión occidental se hace aún más explícita en la “memética” tesis de Samuel P. Huntington –publicada en 1993 en la Revista Foreign Affairs- titulada “El choque de las Civilizaciones”, en la que se predicen las líneas sobre las que se desarrollará el conflicto entre el Islam y Occidente y, a la postre, entre Occidente y “los demás” -The West versus the rest. Varias mutaciones del invasivo meme lanzado por Huntington tratan ahora de conseguir, mediante técnicas de marketing, un lugar relevante en el espacio mediático global.

 

 Si más allá de los discursos retóricos nos situamos en la perspectiva de la sociedad del conocimiento, ¿qué es una civilización?, ¿qué la diferencia de una cultura? Como señala Barry Allen, la palabra civilización -que comienza su andadura en la Europa del XVIII- postula etimológicamente a las ciudades, a su construcción y desarrollo expansivo, como espacios culturales en el seno de cuya arquitectura -un extraordinario artefacto humano- se ha logrado concentrar, a lo largo de un proceso histórico, una masa crítica de ciudadanos capaz de generar un sinnúmero de innovadores artefactos junto a modos de comportamiento convertidos en refinadas prácticas civilizadas.

 

Cultura y civilización son muy diferentes: cultura existe donde quiera que se agrupen para sobrevivir seres humanos -desde el paleolítico a los grupos nómades que pululan, víctimas de la hambruna, en los desiertos de Sudán-, mientras que civilización es una cualidad de la cultura peculiar de las ciudades. Desde este punto de vista la palabra civilización sería un sinónimo superfluo de la palabra cultura, porque, al fin y al cabo, “los pueblos no tienen civilización, tienen cultura”.

 

Las ciudades, esos complejísimos artefactos construidos con la acumulación de conocimiento, y edificadas para trabajar de acuerdo con ese conocimiento, no sólamente han sido el origen de las civilizaciones, sino que siguen siendo su matriz. El poder de la llamada civilización occidental se fundamenta precisamente en que ha reunido a las culturas dotadas de la mayor capacidad de creación y producción de artefactos, a las poseedoras de mayor potencia tecnológica para dominar -y destruir- al mundo.

 

Desde este punto de vista, en el que se conjugan conocimiento y poder, ¿qué nos aporta seguir insistiendo en los vacíos discursos acerca de las civilizaciones? En plena sociedad del conocimiento, en las modernas ciudades multiculturales del mundo occidental, no se enfrentan civilizaciones sino culturas, en posesión de mayor o menor conocimiento y, en consecuencia, de mayor o menor poder para dominar a los otros. Por estas razones, Said, que rechaza la tesis de Huntington, argumenta que el “choque de civilizaciones” sería en realidad el “choque de las ignorancias”, al que añadiríamos “el choque del menosprecio intercultural”.

 

 

En las ciudades multiculturales de Occidente, el reto de conseguir la convivencia de culturas dominantes con culturas que se sienten históricamente menospreciadas, y en cuyo seno ha sido fecundada la semilla del resentimiento, es una tarea extraordinaria compleja y dificultosa.

 

Por el contrario, para aterrorizar a los pertenecientes a la cultura dominante mediante una masacre indiscriminada de quienes habitan en estas ciudades, los artefactos son tan simples como una mochila repleta de explosivos. Pero incluso, para artefactos muy complejos en su creación y construcción -aviones, misiles, internet-, el aprendizaje de su manejo, como instrumentos de destrucción, es relativamente sencillo. Este es uno de los grandes problemas de nuestro tiempo.

 

Así, la Comisión ha podido verificar que en el texto publicado en la revista Nexos, de México, en octubre de 2006 se ha reproducido parcialmente la obra “Cultura y civilizaciones” de autoría de Cristóbal Pera, la cual fuera publicada en octubre de 2005 en la revista Jano Nº 1581, atribuyéndose la autoría de la misma al denunciado.

 

Asimismo, se ha verificado que el denunciado ha suprimido o cambiado algunas palabras e, incluso, frases íntegras de la obra de titularidad de Cristóbal Pera, modificando, mutilando y alterando la misma, por lo que se corrobora también una afectación al derecho de integridad de dicho autor.

 

Por otro lado, se deja constancia que el denunciado no ha desvirtuado estos hechos al no haber cumplido con presentar sus descargos respecto de lo señalado en la Resolución de fecha 04 de julio de 2008.

 

En ese sentido, la Comisión concluye que el denunciado ha reproducido el texto “Culturas y civilizaciones” de autoría de Cristóbal Pera, atribuyéndose la autoría del mismo, a efecto de que sea publicada en la revista Nexos, como efectivamente ocurrió en octubre de 2006.

 

Finalmente, la Comisión debe señalar que se ha verificado una reproducción sustancial del texto “Cultura y civilizaciones” de Cristóbal Pera por parte de Alfredo Bryce Echenique, por lo que a pesar de los cambios introducidos corresponde calificar dicho acto como un plagio servil.

 

En consecuencia, corresponde declarar FUNDADA la denuncia iniciada de Oficio contra Alfredo Bryce Echenique por infracción a los derechos morales de paternidad e integridad y patrimonial de reproducción del autor Cristóbal Pera respecto de su obra “Cultura y civilizaciones”, publicada en la revista Jano en octubre de 2005.

 

18. Respecto de la obra “La enfermedad de la nostalgia” de Luis M. Iruela.

 

A fojas 308, 309 y 310 del expediente obran impresiones de la Revista Jano Nº 1425 correspondiente al mes de octubre de 2005, en la que se reproduce la obra “La enfermedad de la nostalgia” de autoría de Luis M. Iruela.

 

Asimismo, a fojas 311, 312 y 313 del expediente se encuentra una impresión de la página web http://www.elcomercioperu.com.pe en la que se reproduce la obra “La enfermedad de la nostalgia” y en la que se señala que la misma es de autoría de Alfredo Bryce Echenique y que fuera publicada el 28 de mayo de 2006 en dicho diario.

 

La Comisión ha procedido a elaborar un cuadro comparativo entre ambas obras[40].

 

Artículo de Alfredo Bryce Echenique publicada el 28 de mayo de 2006 por el diario El Comercio

Artículo de Luis M. Iruela, publicado en octubre de 2005 por la Revista Jano

La enfermedad de la nostalgia

 

Al menos por su etimología, la nostalgia es el dolor de no encontrar el camino de regreso. Ahora bien, ¿hacia dónde se dirige ese regreso? Casi siempre a un lugar y a un tiempo idealizados, a un mundo que en sí lleva el brillo de la plenitud, a salvo de toda usura y deterioro, es decir, al deseado paraíso.

 

Esta es, desde luego, la gran nostalgia, la que difícilmente puede llegar a satisfacerse. Todos conocemos, en cambio, sus manifestaciones menores: la añoranza de una tierra, de una persona, de la infancia..., que a veces y por un instante nos dejan el aliento en suspenso, pero no detienen el curso de nuestras vidas. Sin embargo, la otra nostalgia existe, insaciable y exigente como una pasión de lo huido y lo lejano que atrapa al individuo en una especie de hechizo sin porvenir. La expresión inglesa “besado por las hadas” describe a la perfección ese aire de incurable enfermedad de la distancia que otorga a quien la sufre una aura de romántica grandeza. Quizá por eso mismo le ha prestado la literatura mayor atención a este padecimiento que la propia medicina y nos ha dejado páginas minuciosas acerca del avance imperceptible de un morbo que acaba con la muerte emocional del paciente.

No en vano debemos recordar aquí que la palabra “morbo” significa “lo que hace morir”.

 

 

Entre las grandes novelas de nuestro tiempo, El gran Gatsby (1925), de Francis Scott Fitzgerald, y El gran Meaulnes (1913), de Alain Fournier, son verdaderas y magistrales exploraciones de los límites de la nostalgia. Hay entre las dos novelas, desde su título mismo, un paralelismo llamativo, pero lo interesante ahora serán más bien las diferencias.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En El gran Meaulnes se cuentan los sucesos cotidianos como si fueran excepcionales, lo que proporciona a la narración un tono mágico constante. Alain Fournier (1886-1914) publicó su novela a los 27 años de edad, uno antes de morir combatiendo en la Primera Guerra Mundial.

 

 

 

 

 

 

Es cierto que el autor mantuvo un breve encuentro en 1905 con una bellísima joven, a orillas del Sena, pero inmediatamente después perdió su rastro. Y la buscó durante ocho años, pero cuando al fin la encontró, en 1913, estaba ya casada.

 

Sin embargo, durante los años que duró su búsqueda, fue depositando sus recuerdos y esperanzas en la construcción del personaje femenino de su novela, que sólo unos meses después aparecería publicada.

 

 

 

Augustin Meaulnes es un adolescente misterioso que llega como alumno a la escuela de Sainte-Agathe “un domingo de noviembre de 189...”. En ese internado entabla amistad con François Seurel, hijo del director y narrador de la historia, en quien despierta una fiel admiración. Los días escolares van transcurriendo normalmente, aunque llenos de ansias de aventuras, hasta que una escapada de Meaulnes por un sendero desconocido y su súbita entrada en un caserón en el que se celebra una ceremonia nupcial lo envuelve en un ámbito de ensalmo que lo deja titubeante y deslumbrado, sobre todo por el encuentro fugaz que tiene con una muchacha: “¿Mi nombre?”. “Soy la señorita Ivonne de Galais”. Y echó a correr.

 

Meaulnes quedará impresionado por la breve visión de la belleza y sentirá en lo más hondo el filo de la ausencia. Como el propio autor, antes, en París, el personaje emprenderá una búsqueda infatigable por toda la comarca hasta dar con ella. Pero al recuperarla, Meaulnes no siente el éxtasis del efímero y misterioso primer encuentro. Su amigo Seurel, testigo asombrado de la escena, lo describe así: “¿De dónde venía, pues, ese vacío, ese alejamiento, esa incapacidad de ser feliz que había en él en ese momento?”.

 

De la enfermedad de la nostalgia es, sin duda, la respuesta. Como en el caso de Daisy para el gran Gatsby, Ivonne es un estímulo para Meaulnes que lo lanza inagotable a un anhelo mayor, probablemente inagotable.

 

 

 

 

 

 

 

También Gatsby se queda a las puertas de recuperar a Daisy, mientras que Meaulnes no sólo alcanza el amor de Ivonne, sino que llega a casarse con la muchacha. Sin embargo nada de ello -y esto es lo fundamental- logra cerrar su enorme herida de nostalgia. Gatsby es un hombre joven pero ya en el pináculo de su carrera, mientras que Meaulnes es todavía un adolescente. ¿Puede caber una añoranza tan exaltada en una vida tan corta? Añoranza ¿de qué? Este sería el misterio que ha registrado Milan Kundera en su novela sobre el exilio, La ignorancia. Escribe en ella: “Hay que comprender la paradoja matemática de la nostalgia; ésta se manifiesta con más fuerza en la primera juventud, cuando el volumen de la vida es todavía insignificante”.

 

 

El adolescente, qué duda cabe, percibe una llamada en su intimidad sin saber de dónde procede. A esta llamada, dirigida hacia un horizonte de añoranza inconcreta, suele llamársele en términos médicos “nostalgia sin objeto”. El niño es incapaz de sentirla, pero en cambio es indispensable en la adolescencia para poder configurar un mundo interno a partir de la pubertad. Esta nostalgia constituye, sin duda, una indagación del sentido de las cosas y valores, y por eso cumple una función determinada en el desarrollo de la personalidad.

 

Y como todos los sentimientos y emociones ligados a una etapa evolutiva dada, tiene un carácter transitorio que desaparece cuando la persona accede a una visión propia de la vida y de sí misma.

Sin embargo, por una desconocida causa, existen seres humanos que no llegan a encontrar nunca un mundo con sentido y no establecen, por tanto, ningún vínculo con el lugar y el momento presentes, quedando su desarrollo detenido en una nostálgica nebulosa. Dan la impresión de que tratan de volver a un tiempo idealizado con todas sus infinitas posibilidades sin desgastar.

 

Hemos visto ya el caso de El gran Meaulnes y mencionado también ese otro gran “clásico de la nostalgia” que es El gran Gatsby, donde se analizan los límites de esta enfermedad en un personaje entregado de lleno a la terrible esperanza de recobrar el pasado en todo su esplendor.

Nick Carraway, el narrador de la novela, presenta a Gatsby como a una persona dotada de “una exquisita sensibilidad para captar las promesas de la vida”. Promesas elusivas para casi todos nosotros, los que no podemos perder de vista la realidad. Pero Jay Gatsby sí puede hacerlo, empujado “por la colosal vitalidad de su ilusión”. Una noche de otoño, durante un paseo con Daisy, experimenta un abrumador sentimiento de amor y gloria. A partir de entonces, el paso de su vida queda prendido de ese instante único, sobre todo porque poco después la separación sobreviene debido a que la clase social de ella se interpone entre ambos. Cinco años más tarde, un Gatsby considerablemente rico regresa para recuperar su amor, pero las cosas han cambiado irremediablemente.

Daisy está casada con Tom Buchanan, alguien que pertenece a su propio mundo y representa la brutalidad del sistema clasista americano. Como señala el narrador: “Tom y Daisy eran descuidados e indiferentes: aplastaban cosas y seres humanos, y luego se refugiaban en su dinero (...) dejando a los demás que arreglaran los destrozos que ellos habían hecho”. Gatsby, nuevo rico, nunca podrá penetrar el mundo de suficiencia de la clase social elevada y permanecerá allí, en el umbral, con la esperanza intacta, “vigilando la nada”.

El acierto más desesperado y perspicaz de la novela es que la nostalgia de Gatsby no se satisface con el reencuentro con Daisy, incluso llega ésta a decepcionarlo un poco: “No comprende... Antes solía comprender. Pasábamos sentados horas enteras...”. Y es que el personaje se encuentra ya asombrado por la gran nostalgia: “Daisy no llegó a ser el vértice de sus sueños (...) Había ido más allá de ella, más allá de todo. Se había entregado con creadora pasión, acrecentándolo todo”. La amada aparece, en realidad, como un estímulo para acceder al algo mucho más profundo y absoluto. Quizás por eso Platón pensaba que el Eros era una de las tendencias dirigidas al reino de las Ideas.

Jay Gatsby cree en la posibilidad de regresar a un punto culminante de partida. Nick, conmovido por el fracaso de su amigo, dice de él: “Había recorrido un largo camino para llegar (...) y su sueño debió parecerle tan próximo que no le sería imposible lograrlo... No sabía que estaba ya detrás de él... en alguna parte de aquella vasta oscuridad”. Gatsby, incontenible iluso activo, padecía sin duda la terrible enfermedad de la nostalgia. No era capaz de percibir que el pasado nos esquiva en las promesas del futuro, aunque como James Gatz (Gatsby) poseamos “un don extraordinario para saber esperar”.

La enfermedad de la nostalgia

 

La nostalgia es un dolor por no encontrar el camino de regreso. Esto, al menos, es lo que dice su etimología. Ahora bien, ¿hacia dónde se dirige ese regreso? Casi siempre a un lugar y a un tiempo idealizados, a un mundo que en sí lleva el brillo de la plenitud, a salvo de toda usura y deterioro, es decir, al deseado paraíso.

 

Esta es, desde luego, la gran nostalgia, la que difícilmente puede llegar a satisfacerse. Todos conocemos, en cambio, sus manifestaciones menores: la añoranza de una tierra, de una persona, de la infancia..., que a veces y por un instante nos dejan el aliento en suspenso, pero no detienen el curso de nuestras vidas. Sin embargo, la otra nostalgia existe, insaciable y exigente como una pasión de lo huido y lo lejano que atrapa al individuo en una especie de hechizo sin porvenir. La expresión inglesa “besado por las hadas” describe a la perfección ese aire de incurable enfermedad de la distancia que otorga a quien la sufre una aura de romántica grandeza. Quizá por eso mismo, ha prestado la literatura a este padecimiento mucha más atención que la propia medicina y nos ha dejado páginas minuciosas acerca del avance imperceptible de un morbo que acaba con la muerte emocional del enfermo. No en vano debemos recordar aquí que la palabra “morbo” significa “lo que hace morir”.

 

El Gran Gatsby (1925)

Francis Scout Fitzgerald (1896-1940) explora un esta novela los límites de la nostalgia. En ella, su protagonista se entrega de lleno a la terrible esperanza de recobrar el pasado en todo su esplendor.

Presenta a Nick Carraway, el narrador, lo presenta dotado de “una exquisita sensibilidad para captar las promesas de la vida”. Promesas elusivas para casi todos nosotros, los que no podemos perder de vista la realidad. Pero Jay Gatsby sí puede hacerlo, empujado “por la colosal vitalidad de su ilusión”.

 

Una noche de otoño, durante un paseo con Daisy, experimenta un abrumador sentimiento de amor y gloria. A partir de entonces, el paso de su vida quedará prendido de ese instante único, sobretodo porque poco después la separación sobreviene debido a que la clase social de ella se interpone entre ambos. Cinco años más tarde, un Gatsby considerablemente rico vuelve para recuperar su amor, pero las cosas irremediablemente han cambiado. Daisy está casada con Tom Buchanan, alguien que pertenece a su mismo mundo y que representa la brutalidad del sistema clasista americano. Como Nick señala: “Tom y Daisy eran descuidados e indiferentes”; aplastaban cosas y seres humanos, y luego se refugiaban en su dinero (…) dejando a los demás que arreglaran los destrozos que ellos había hecho”.

 

Gatsby, nuevo rico, nunca podrá penetrar el mundo de suficiencia de la clase social elevada y permanecerá allí, en el umbral, con la esperanza intacta “vigilando la nada”.

 

El acierto más desesperado y perspicaz de la novela es que la nostalgia de Gatsby no se satisface en el recuentro con Daisy, incluso llega a esta a decepcionarlo un poco: “no comprende…antes solía comprender…pasábamos sentados horas enteras…” Y es que el personaje se muestra ya asombrado por la gran nostalgia: “Daisy no llegó a ser el vértice de sus sueños (…) había ido más allá de ella, más allá de todo. Se había entregado con creadora pasión, acrecentándolo todo”. La amada parece, en realidad, como un estímulo para acceder algo más profundo y absoluto, por eso Platón pensaba que el Heros era una de las tendencias dirigidas al reino de las Ideas.

 

Jay Gatsby cree en la posibilidad de regresar a un punto culminante de partida. Nick, conmovido por el fracaso de su amigo, dice de él: “Había recorrido un largo camino para llegar (…) y sus sueño debió parecerle tan próximo que no le sería imposible lograrlo …no sabía ya que estaba detrás de él…en alguna parte de aquella basta oscuridad”.

 

En esto consiste la enfermedad de la nostalgia: en no ser capaz de percibir que el pasado no esquiva en las promesas del futuro, aunque como James Gatz (Gatsby) poseamos “un don extraordinario para saber esperar”.

 

El Gran Meaulnes (1913)

 

En esta historia se cuentan los sucesos cotidianos como si fueran excepcionales, lo que proporciona a la narración un tono mágico constante. Alain Fournier (1886-1914) publicó su novela a los 27 años de edad, uno antes de hallar la muerte en una acción bélica durante la Primera Guerra Mundial.

 

 

El relato, que sobresale por su autenticidad y poesía, transforma en literatura aspectos íntimos de la vida del autor.

 

Alain Fournier mantuvo un breve encuentro en 1905 con una hermosa joven, a orillas del Sena, pero inmediatamente después perdió su rastro. El escritor estuvo buscando durante varios años, a quien llamaba “La belle jeune fille”.

 

Pero cuando al fin la encontró, en 1913, estaba ya casada y tenía hijos. Sin embargo, al tiempo que se entregaba a su búsqueda, fue depositando recuerdos y esperanzas personales en la construcción del personaje femenino de su novela, que sólo unos meses después aparecería publicada.

 

Augustin Meaulnes, el protagonista, es un adolescente misterioso que llega como pupilo a la escuela de Sainte-Agathe “un domingo de noviembre de 189...”. Allí, entabla amistad con François Seurel, hijo del director y cronista de la historia, en quien despierta una fiel admiración. Los días escolares van transcurriendo sin esfuerzo, llenos de ansias de aventuras, hasta que la entrada nocturna de Meaulnes en un caserón donde se celebra una fiesta nupcial le envuelve en un ambiente de ensalmo que le deja titubeante y deslumbrado. Durante esta fiesta, tiene lugar el fugaz encuentro:“¿Mi nombre?”. “Soy la señorita Ivonne de Galais”. Y echó a correr.

 

 

 

Meaulnes quedará impresionado por la breve visión de su belleza y sentirá en lo más hondo el filo de la ausencia. Como el propio autor, el personaje emprenderá una búsqueda infatigable por toda la comarca hasta dar con ella. Pero al recuperarla, Agustín Meaulnes no siente el éxtasis de la alegría. El Joven Seurel, testigo asombrado de la escena, lo describe así: “¿De dónde venía, pues, ese vacío, ese alejamiento, esa incapacidad de ser feliz que había en él en ese momento?”.

 

 

De la enfermedad de la nostalgia sería la respuesta. Como en el caso de Daisy para el gran Gatsby, Ivonne es un estímulo para Meaulnes que lo lanza insatisfecho a un anhelo mayor, probablemente inagotable.

 

 

Hay entre ambas novelas, desde su mismo titulo, un paralelismo llamativo, pero lo interesante ahora sería más bien las diferencias.

 

Gatsby se queda a las puertas de recobrar a Daisy, mientras que Meaulnes no sólo alcanza el amor de Ivonne, sino que llega a casarse con la muchacha. Sin embargo nada de ello -y esto es lo fundamental- logra cerrar su enorme herida de nostalgia. Gatsby es un hombre joven pero ya en el pináculo de su carrera, mientras que Meaulnes es todavía un adolescente. ¿Puede caber una añoranza tan exaltada en una vida tan corta? Añoranza ¿de qué? Este sería el misterio que ha registrado Milan Kundera en su novela sobre el exilio, La ignorancia. Escribe en ella: “Hay que comprender la paradoja matemática de la nostalgia; ésta se manifiesta con más fuerza en la primera juventud, cuando el volumen de la vida es todavía insignificante”.

 

Nostalgia sin objeto

 

Señala Lersch que el adolescente “percibe una llamada en su intimidad sin saber de dónde procede”. A esta llamada, dirigida hacia un horizonte de añoranza inconcreta, es a lo que este autor ha denominado “nostalgia sin objeto”. Para Spranger, el niño es incapaz de sentirla, pero en cambio es indispensable en la adolescencia para poder configurar un mundo interno a partir de la pubertad. Esta nostalgia constituiría, una indagación del sentido de las cosas y los valores, y por eso cumpliría una función determinada en el desarrollo de la personalidad.

Como todos los sentimientos y emociones ligados a una etapa evolutiva dada, tiene un carácter transitorio que desaparece cuando la persona accede a una visión propia de la vida y de sí misma.

Sin embargo, por una desconocida causa, existen seres humanos que no llegan a encontrar nunca un mundo con sentido y no establecen, por tanto, ningún vínculo con el lugar y el momento presentes, quedando su desarrollo detenido en una nostalgia nebulosa. Dan la impresión de que tratan de volver a un tiempo idealizado con todas sus infinitas posibilidades sin desgastar.

 

James Matthew Barrie (1860-1937), el autor de Meter Pan, fue uno de estos hombres. Pasó buena parte de su vida escribiendo la misma historia de muy diversas maneras: como novela, cuento, teatro, etc, en un nostálgico trabajo por recuperar la infancia. El éxito de su obra dice mucho de la universalidad de este sentimiento. Ahora bien, un movimiento emocional como este, tan importante para la formación del carácter resulta ser, en último término, un esfuerzo por alcanzar la identidad. ¿Quién soy en realidad? Es la pregunta que subyace a esta tarea. Cuando la empresa fracasa, el adolescente se convierte en una víctima de lo que Borges –refiriéndose al personaje de Visen Perr Gynt- llamaba “la ilusión del yo”. Tanto Gatsby como Meaulnes, están atrapados en ella, dominados por la gran nostalgia que por eso mismo, precisamente, les confiere a ambos su dignidad de grandes.

 

 

 

Así, la Comisión ha podido verificar que en el texto publicado en el diario El Comercio el 28 de mayo de 2006 se ha reproducido parcialmente la obra “La enfermedad de la nostalgia” de autoría de Luis M. Iruela, la cual fuera publicada en octubre de 2005 en la revista Jano Nº 1580 de México, atribuyéndose el denunciado la autoría de la misma.

 

Asimismo, se ha verificado que el denunciado ha suprimido o cambiado algunas palabras e, incluso, frases íntegras de la obra de titularidad de Luis M. Iruela, modificando, mutilando y alterando la misma, por lo que se corrobora también una afectación al derecho de integridad de dicho autor. Por otro lado, se deja constancia que el denunciado no ha desvirtuado estos hechos al no haber cumplido con presentar sus descargos respecto de lo señalado en la Resolución de fecha 04 de julio de 2008.

 

En ese sentido, la Comisión concluye que el denunciado ha reproducido el texto “La enfermedad de la nostalgia” de autoría de Luis M. Iruela, atribuyéndose la autoría del mismo, a efecto de que sea publicada en el diario El Comercio, como efectivamente ocurrió el 28 de mayo de 2006.

 

Finalmente, la Comisión ha verificado que el denunciado ha alterado de manera importante la obra de Luis M. Iruela, pretendiendo hacer aparecer su texto como una nueva obra distinta de la plagiada, por lo que corresponde calificar dicho acto como un plagio inteligente.

 

En consecuencia, corresponde declarar FUNDADA la denuncia iniciada de Oficio contra Alfredo Bryce Echenique por infracción a los derechos morales de paternidad e integridad, y patrimonial de reproducción, del autor Luis M. Iruela respecto de su obra “La enfermedad de la nostalgia”, publicada en la revista Jano, de México, en octubre de 2005.

 

19. Respecto de la obra “La correspondencia entre Pound y Joyce” de Odile Barón Supervielle.

 

A fojas 314 del expediente obra una impresión de la página web http://ayudatareas.com.ar/noticias/23/archivo-w4758.shtml en la que se reproduce la obra “La correspondencia entre Pound y Joyce” de autoría de Odile Baron Supervielle, publicada el 07 de octubre de 1998 en el diario La Nación, de Argentina, de acuerdo a lo que se señala en dicho medio probatorio.

 

Asimismo, a fojas 315 y 316 del expediente se encuentra una impresión de la página web http://www.eud.com/verbigracias/memoria/N242/tercera.shtml en la que se reproduce la obra “La amistad de dos grandes de la literatura” y en la que se señala que la misma es de autoría de Alfredo Bryce Echenique, publicada el 18 de enero de 2003, de acuerdo a lo que se señala en dicho medio probatorio.

 

Sin embargo, la Comisión ha verificado que la Resolución del 04 de julio de 2008 admite a trámite la denuncia por un artículo publicado por Odile Barón Superville por el diario La Nación, de Argentina, en su edición del 07 de octubre de 2005, el cual no guarda concordancia con el medio probatorio que obra en el expediente, que se refiere a un artículo publicado en dicho diario el 07 de octubre de 1998.

 

Al respecto, la Comisión considera que al haberse admitido a trámite la presente denuncia respecto de una supuesta publicación de una obra de Odile Barón Superville que no guarda concordancia con los medios probatorios que obran en el expediente y a fin de no afectar el derecho de defensa del denunciado corresponde ARCHIVAR la denuncia iniciada de Oficio contra Alfredo Bryce Echenique por infracción a los derechos morales de paternidad e integridad y patrimonial de reproducción del autor Odile Baron Supervielle respecto de su obra “La correspondencia entre Pound y Joyce”, publicada en el diario La Nación, de Argentina, el 07 de octubre de 1998.

 

20. Respecto de la obra “La nueva amenaza nuclear” de Oswaldo de Rivero.

 

A fojas 317, 318 y 319 del expediente obran impresiones de la página web http://www.contexto.org/docs/2005/seguridad23.html en la que se reproduce la obra “La nueva amenaza nuclear” de autoría de Oswaldo de Rivero en mayo del 2005.

 

Asimismo, a fojas 320, 321, 322, 323, 324, 325 y 326 del expediente se encuentra una impresión de la página web http://www.elservier.es/jano/ctl_servlet?_f=303&iditem=763&idtabla=4 de la revista Jano, de España, en la que se reproduce la obra “Una amenaza sin fin” y en la que se señala que la misma es de autoría de Alfredo Bryce Echenique[41].

 

La Comisión ha procedido a elaborar un cuadro comparativo entre ambas obras[42].

 

Artículo de Alfredo Bryce Echenique publicado el 19 de mayo de 2007 por la revista Jano

Artículo de Oswaldo de Rivero, publicado en mayo de 2005 por la página web http://www.contexto.org

Una amenaza sin fin

 

Cuando terminó la guerra fría se creyó que con ella acababa la amenaza nuclear. Error, pues como nunca antes estamos ante el peligro del uso de armamento nuclear, no sólo por el aumento de las potencias que poseen este tipo de armas sino también porque los grupos terroristas pueden tener acceso a ellas. Y la situación se agrava debido a que la legitimidad del Tratado de No Proliferación se encuentra hoy muy erosionada.

 

En la actualidad han surgido nuevas potencias nucleares como la India, Pakistán, Corea del Norte e incluso Irán. Muchas de ellas son además enemigas de otras potencias nucleares en zonas muy inflamables del planeta como el sur de Asia, la península de Corea y el Oriente Próximo. Y todo esto se debe en gran parte al incumplimiento de una de las obligaciones fundamentales del TNP, que consiste en que las grandes potencias nucleares que lo firmaron se desarmen, como contrapartida a la renuncia a las armas nucleares que han hecho las potencias no nucleares que forman parte de él. Por el contrario, las cinco potencias nucleares —EE.UU., Francia, Rusia, Reino Unido y China— han aumentado su capacidad nuclear en calidad o cantidad. La única potencia nuclear que ha disminuido su arsenal ha sido Rusia, pero no por desarme sino por falta de recursos.

 

Este incumplimiento ha dado pretexto a Corea del Norte, que era miembro del TNP, para denunciarlo y a su vez fabricar sus propias armas nucleares. E Irán está usando el mismo pretexto y además no deja inspeccionar su programa de enriquecimiento de uranio. Por su parte, Israel nunca quiso ser miembro del TNP, guardó siempre en secreto su programa nuclear militar y hoy se calcula que tiene unas doscientas armas nucleares. Pakistán y la India, al ver que las grandes potencias no se desarmaban, se negaron a ser miembros del TNP y hoy podrían tener hasta unas cien armas nucleares. En fin, que la no reducción de los enormes arsenales de armas nucleares por las grandes potencias y el surgimiento de nuevos Estados nucleares rivales, como Pakistán y la India, Corea del Norte y EE.UU., y en el futuro Irán e Israel, están creando una gran inestabilidad y regional. Sin embargo, la nueva amenaza nuclear es más escalofriante: el tráfico ilícito de material y tecnología nuclear, que hoy hace posible que grupos fanáticos terroristas puedan tener acceso a material radioactivo o a tecnología para fabricar pequeñas pero efectivas armas nucleares.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La mayor preocupación actual es la fabricación de una pequeña arma nuclear por los propios terroristas. En efecto, en los medios científicos hay casi un consenso en que es más fácil fabricar una pequeña arma nuclear que obtenerla completa en el mercado negro. Lo único que se necesita es cierta capacidad científica en material con capacidad de fusión explosiva y algún equipo adicional. La evaluación más autorizada sobre esta capacidad es el informe presentado por cinco científicos en fabricación de armas nucleares del Laboratorio de los Álamos, titulado “¿Pueden los terroristas fabricar armas nucleares?”. La conclusión del informe es categórica: “Sí, pueden”. Por otro lado, Osama Bin Laden ha declarado que “obtener dichas armas es el deber de todos los musulmanes”. “Y nada puede ser más peligroso que la mezcla de armas nucleares con la irracionalidad potencial que tiene cualquier religión.”

Con la nueva amenaza nuclear del siglo XXI existe la posibilidad real de la detonación de un artefacto nuclear pequeño, introducido por terroristas, en ciudades de los EE.UU. y también en ciudades occidentales. Y la sola explosión de una bomba de un megatón puede destruir una milla cuadrada, incinerar a 20 mil personas y radiar a otras 100 mil. Este artefacto se puede adquirir hoy en el mercado negro de ciertos países con la complicidad de ciertos líderes fundamentalistas, científicos mercenarios y organizaciones mafiosas.

 

Tal es la preocupación ante esta nueva amenaza nuclear que la misma Corte Internacional de Justicia de la Haya se ha pronunciado pidiendo negociaciones que conduzcan al desarme nuclear, bajo estricto control internacional, declarando al mismo tiempo que cualquier uso de las armas nucleares es un crimen de lesa humanidad. ¿Obedecerán a la Corte los terroristas?

La nueva amenaza nuclear

 

Cuando terminó la guerra fría, se creyó que con ello terminaba la amenaza nuclear; error, nunca como antes estamos ante el peligro del uso efectivo de armas nucleares, debido a su proliferación con el surgimiento de nuevas potencias nucleares como Israel, la India, Pakistán, Corea del Norte, a los que se unirá posiblemente Irán, dentro de unos años, y también otros países en las próximas décadas. También la amenaza nuclear existe, hoy como nunca, porque actores no estatales, es decir grupos terroristas, pueden tener acceso a ellas. Hoy estamos, nada menos, que ante un verdadero “renacimiento nuclear”.

 

Esta situación se agrava aún más si se tiene en cuenta que el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) se encuentra hoy muy erosionado. En efecto, desde que el TNP entró en vigor hace unos 35 años, el elemento político-jurídico fundamental de este acuerdo era la obligación de los países no nucleares partes del Tratado a renunciar a desarrollar el arma nuclear, al mismo tiempo que las potencias nucleares partes se obligaban como contrapartida a desarmarse de sus armas nucleares. Este elemento fundamental del TNP no se ha cumplido. Los cinco países nucleares miembros del Tratado, Estados Unidos, Francia, Rusia, Gran Bretaña y China no han procedido al desarme nuclear, quitándole legitimidad a este instrumento jurídico.

 

Desde 1970, las potencias nucleares siguen acumulando estas armas, inclusive están fabricando nuevas. Estados Unidos tiene aproximadamente 4,500 ojivas estratégicas, Rusia unas 3,800, Gran Bretaña, Francia y China entre 200 y 400, Israel unas 200, Pakistán e India menos de 100 y Corea del Norte entre 2 a 8 bombas. La actual crisis de proliferación es hoy la peor en la historia del tratado. Como ex Presidente de la Conferencia de No Proliferación de 1990, coincido con el experto en no-proliferación nuclear, el canadiense Douglas Roche, en que ésta es la peor crisis del TNP en las dos últimas décadas. Los responsables de esta crisis son las potencias nucleares que, al no desarmarse nuclearmente, han perdido legitimidad para pedir a Israel, Corea del Norte, Pakistán, la India, Irán o cualquier otro país que renuncie al arma nuclear.

 

En el caso de los Estados Unidos, si bien Washington realizó recortes a sus arsenales nucleares al terminar la guerra fría, ahora nuevamente vuelve a la construcción de una nueva generación de estas armas, incluyendo nuevos sistemas vectores, misiles antibalísticos, bombas nucleares para destruir búnkeres subterráneos profundos y tal vez algunas bombas pequeñas de uso táctico. También es notorio que hoy los Estados Unidos ya no promete, como lo hacía antes, no usar el arma nuclear contra países que han renunciado a ésta, de acuerdo a garantías de no uso, conforme al TNP.

 

Todo esto impide, como afirma el Presidente Jimmy Carter, que las pretensiones norteamericanas para desnuclearizar las políticas de defensa de Corea del Norte y de Irán no cuenten con la legitimidad que da cumplir con el desarme nuclear que propone el Tratado de No Proliferación, como contrapartida a la renuncia a las armas nucleares.

 

La no reducción de los enormes arsenales nucleares por parte de las cinco potencias nucleares miembros del Tratado y el surgimiento de nuevos Estados nucleares, como Pakistán, India, Corea del Norte e Irán, crea una situación muy peligrosa porque grupos terroristas dentro de este contexto de abundancia de armas nucleares y de franca proliferación de las mismas, pueden de alguna manera adquirir material fisible u otro material radioactivo para fabricar rudimentarias pero efectivas pequeñas armas nucleares.

Hoy, el no desarme nuclear, la proliferación de estas armas a nuevos Estados y la crisis del TNP constituyen una nueva amenaza nuclear para toda la comunidad internacional. Esta amenaza es más real que durante la guerra fría, donde las dos superpotencias se disuadían bajo la doctrina MAD (Mutual Assurance Destruction). Hoy, esta situación bipolar de disuasión nuclear ha desaparecido, ahora se especula tanto por estrategas nacionales como por terroristas, no destruir el mundo, sino usar selectivamente armas pequeñas nucleares para lograr objetivos políticos.

 

Este es el sentimiento que existe hoy en Nueva York, en plena Conferencia de Revisión del TNP. Si esta vez la Conferencia de No Proliferación no llega a acuerdos efectivos sobre desarme por parte de las potencias nucleares los países no nucleares, que forman parte del Tratado, comenzarán a sentirse desvinculados de la obligación de quedarse como Estados no nucleares, y entonces se podría iniciar una era de gran proliferación nuclear en más de 20 Estados desarrollados y no desarrollados que tienen hoy la capacidad de construir armas nucleares. Si esto sucede, lo cual es muy posible, entraremos en una nueva era en la que el arma nuclear que, durante la guerra fría, era más un instrumento político disuasivo de mutua destrucción y por ello no era una arma capaz de utilizarse, se convierta hoy en una verdadera arma capaz de usarse selectivamente en los conflictos entre Estados y, sobre todo, por los terroristas contra determinados Estados.

 

Hoy, por ejemplo, la posibilidad de una detonación de un artefacto nuclearpequeño introducido en grandes ciudades norteamericanas ha sido confirmada por la Federación de Científicos Americanos. Esta bomba que sería de un megatón, pero que puede destruir en 12 segundos, más de una milla cuadrada, incinerar 20 mil personas y radiar otras 100 mil, se puede obtener a través del mercado negro en ciertos países nucleares con la complicidad de científicos mercenarios, militares radicales, grupos fanáticos religiosos u organizaciones mafiosas. Cuantos más Estados y armas nucleares existan, más fácil será su obtención.

 

Lo que más preocupa en los Estados Unidos no son las grandes ojivas nucleares de los misiles estratégicos, como era el caso en la guerra fría, sino las pequeñas ojivas nucleares de un megatón, montadas en miles de armas tácticas nucleares, torpedos, cargas de profundidad, proyectiles de artillería y minas. Estas ojivas nucleares son pequeñas, muy numerosas y por ello, las mejores candidatas al mercado negro. Hoy se calcula que existen decenas de miles de ojivas pequeñas. La verdad es que nadie sabe cuántas hay y si están bien vigiladas. No ha sido una casualidad, entonces, que este tema fuera uno de los más importantes tratados por Bush en su reciente cumbre con Putin en Moscú.

 

Otra fuente de terrorismo nuclear que preocupa a los Estados Unidos es el logro del “arma nuclear musulmana” por Pakistán. Este país consiguió fabricar su armamento nuclear a través de una serie de conexiones de mercado negro que circunvalaron todas las disposiciones occidentales de no-proliferación nuclear. Nadie puede garantizar que la tecnología y los materiales que sirvieron para hacer el arma nuclear pakistaní, pueda ser transferida a grupos terroristas islámicos por sus simpatizantes fanáticos en Pakistán.

 

Sin embargo, la más grande preocupación es la fabricación de una pequeña arma nuclear por los propios terroristas. En efecto, hoy hay casi un consenso en los medios científicos de que es más fácil fabricar una pequeña arma nuclear que obtenerla por el mercado negro. Lo único que se necesita, según ellos, es cierta experiencia científica en material con capacidad de fisión explosiva y algún equipo adicional. La evaluación más autorizada sobre esta capacidad es el Informe presentado por cinco científicos experimentados en la fabricación de armas nucleares del Laboratorio de los Alamos, denominado “Can terrorists make nuclear arms? (¿Pueden los terroristas fabricar armas nucleares?”). La conclusión del Informe es categórica: “Yes, they can” (Sí, ellos pueden). Por otro lado, Osama Bin Laden ha declarado que obtener armas nucleares es el “deber religioso” de los Musulmanes

 

¿Ahora, cómo transportar una pequeña bomba nuclear hasta el blanco? Eso es lo más fácil en una sociedad abierta, democrática, consumista y globalizada. Por ejemplo, cada hora entran 2 mil containers a los Estados Unidos, nada menos que 48 mil diarios son transportados por camiones, trenes y particularmente por barcos hacia y desde 300 puertos norteamericanos. La Home Land Security Office tiene un plan de inspecciones de los containers, pero ésta alcanza a chequear sólo el 2% de los containers sospechosos. Por otro lado, según los especialistas, el uranio es una de las sustancias nucleares más difíciles de detectar porque no emite mucha radiación antes de su fisión.

 

Hoy es tal la preocupación sobre el surgimiento de esta nueva era de proliferación, anarquía y posible uso nuclear, que la misma Corte Internacional de Justicia se ha pronunciado, destacando la necesidad de negociaciones que conduzcan al desarme nuclear, bajo estricto y efectivo control internacional en todos sus aspectos, declarando que cualquier uso de las armas nucleares es un crimen de lesa humanidad. ¿Obedecerán a la Corte los terroristas?

 

Así, la Comisión ha podido verificar que en el texto publicado en la revista Jano el 18 de mayo de 2007 se ha reproducido parcialmente la obra “La nueva amenaza nuclear” de autoría de Oswaldo de Rivero, la cual fuera publicada en la página web http://www.contexto.org/docs/2005/seguridad23.html en mayo de 2005, atribuyéndose el denunciado la autoría de la misma.

 

Asimismo, se ha verificado que el denunciado ha suprimido o cambiado algunas palabras e, incluso, frases íntegras, así como alterado el orden de los enunciados y parafraseado el contenido de la obra de titularidad de Oswaldo de Rivero, modificando, mutilando y alterando la misma, por lo que se corrobora también una afectación al derecho de integridad de dicho autor. Por otro lado, se deja constancia que el denunciado no ha desvirtuado estos hechos al no haber cumplido con presentar sus descargos respecto de lo señalado en la Resolución de fecha 04 de agosto de 2008.

 

En ese sentido, la Comisión concluye que el denunciado ha reproducido el texto “La nueva amenaza nuclear” de autoría de Oswaldo de Rivero, atribuyéndose la autoría del mismo, a efecto de que sea publicada en la revista Jano, como efectivamente ocurrió el 18 de mayo de 2007.

 

La Comisión ha podido verificar que en el texto publicado en la revista Jano de España se ha realizado un plagio inteligente de la obra “La nueva amenaza nuclear” de autoría de Oswaldo de Rivero, la cual fuera publicada en mayo de 2005 en la página web http://www.contexto.org, al introducir modificaciones haciéndola pasar por una obra distinta y atribuyéndose el denunciado la autoría de la misma.

 

En consecuencia, corresponde declarar FUNDADA la denuncia iniciada de Oficio contra Alfredo Bryce Echenique por infracción a los derechos morales de paternidad e integridad, y patrimonial de reproducción, del autor Oswaldo de Rivero respecto de su obra “La nueva amenaza nuclear”, publicada en la página web www.contexto.org en mayo de 2005.

 

21. Respecto de la obra “Ségolène, de corazón” de Francesc-Marc Alvaro.

 

A fojas 327 y 328 del expediente obran impresiones de la página web http://www.lavanguardia.es, en la que se reproduce la obra “Ségolène, de corazón” de autoría de Francesc-Marc Alvaro, publicada el 20 de noviembre de 2006 en dicho diario, de acuerdo a lo que se señala en dicho medio probatorio.

 

Asimismo, a fojas 329 y 330 del expediente se encuentra una impresión de la página web http://www.nexos.com.mx/articulos.php?id_article=1283&id_rubrique=498 de la revista Nexos de México, en la que se reproduce la obra “Un latido llamado Ségolène” y en la que se señala que la misma es de autoría de Alfredo Bryce Echenique, publicada en el número 352 de dicha revista en abril de 2007, de acuerdo a lo que se señala en dicho medio probatorio.

 

La Comisión ha procedido a elaborar un cuadro comparativo entre ambas obras[43].

 

Artículo de Alfredo Bryce Echenique publicada en abril de 2007 por la revista Nexos

Artículo de Francesc-Marc Alvaro, publicado el 20 de noviembre de 2006 por el diario La Vanguardia

Un latido llamado Ségolène

 

El liderazgo emergente de Ségolène Royal es para los enfermos de la política como una gran final de futbol para los adictos al deporte rey. La ex ministra arrasó en las primarias del Partido Socialista francés y se batirá en mayo de 2007 para alcanzar la presidencia de la República. ¿En qué se basa el fenómeno Ségolène?

 

Hay análisis para todos los gustos, desde los que destacan el peso de los casi 70 mil nuevos militantes en la elección hasta los que ponen en valor su heterodoxia con respecto a las recetas tradicionales de una de las izquierdas más anquilosadas de Europa. A tenor de lo que me llega directamente, gracias a los correos electrónicos de algunos amigos franceses, la fuerza de la candidata está en la capacidad para construir un entusiasmo plausible …

Ségolène, de corazón

 

El liderazgo emergente de Ségolène Royal es para los enfermos de la política como una gran final de fútbol para los adictos al deporte rey. La ex ministra ha arrasado en las primarias del Partido Socialista francés y se batirá en mayo del 2007 para alcanzar la presidencia de la república. ¿En qué se basa el éxito del fenómeno Ségolène?

 

Hay análisis para todos los gustos, desde los que destacan el peso de los casi 70. 000 nuevos militantes en la elección hasta los que ponen en valor su heterodoxia con respecto a las recetas tradicionales de una de las izquierdas más anquilosadas de Europa. A tenor de lo que me llega directamente por boca de algunos amigos franceses, la fuerza de esta señora está en la capacidad para generar un sueño colectivo, la habilidad para construir un entusiasmo plausible…

 

 

Así, la Comisión ha podido verificar que en el texto publicado en la revista Nexos, de México, en abril de 2007 se ha reproducido parcialmente la obra “Ségolène, de corazón” de autoría de Francesc-Marc Álvaro, la cual fuera publicada el 20 de noviembre de 2006 en el diario La Vanguardia de España, atribuyéndose el denunciado la autoría de la misma.

 

Asimismo, se ha verificado que el denunciado ha suprimido o cambiado algunas palabras e, incluso, frases íntegras de la obra de titularidad de Francesc-Marc Álvaro, modificando, mutilando y alterando la misma, por lo que se corrobora también una afectación al derecho de integridad de dicho autor. Por otro lado, se deja constancia que el denunciado no ha desvirtuado estos hechos al no haber cumplido con presentar sus descargos respecto de lo señalado en la Resolución de fecha 04 de julio de 2008.

 

En ese sentido, la Comisión concluye que el denunciado ha reproducido el texto “Ségolène, de corazón” de autoría de Francesc-Marc Álvaro, atribuyéndose la autoría del mismo, a efecto de que sea publicada en la revista Nexos, como efectivamente ocurrió en abril de 2007.

 

Finalmente, la Comisión debe señalar que se ha verificado una reproducción sustancial del texto “Ségolène, de corazón” de Francesc-Marc Alvaro por parte de Alfredo Bryce Echenique, por lo que a pesar de los cambios introducidos corresponde calificar dicho acto como un plagio servil.

 

En consecuencia, corresponde declarar FUNDADA la denuncia iniciada de Oficio contra Alfredo Bryce Echenique por infracción a los derechos morales de paternidad e integridad y patrimonial de reproducción del autor Francesc-Marc Álvaro respecto de su obra “Ségolène, de corazón”, publicada en el diario La Vanguardia, de España, el 20 de noviembre de 2006.

 

22. Respecto de la obra “¿Cómo combatir el terrorismo?” de Joseph María Puigjaner.

 

A fojas 331 y 332 del expediente obran impresiones de la página web http://www.lavanguardia.es, en la que se reproduce la obra “¿Cómo combatir el terrorismo?” de autoría de Josep-Maria Puigjaner, publicada el 27 de julio de 2005 en dicho diario de acuerdo a lo que se señala en ese medio probatorio.

 

Asimismo, a fojas 333 y 334 del expediente se encuentra una impresión de la página web http://www.nexos.com.mx/articulos.php?id_article=1161&id_rubrique=425 de la revista Nexos, de México, en la que se reproduce la obra “¿Cómo combatir el terrorismo?” y en la que se señala que la misma es de autoría de Alfredo Bryce Echenique, publicada en el número 348 de dicha revista en diciembre de 2006 de acuerdo a lo que se señala en dicho medio probatorio.

 

La Comisión ha procedido a elaborar un cuadro comparativo entre ambas obras[44].

 

Artículo de Alfredo Bryce Echenique publicada en diciembre de 2006 por la revista Nexos

Artículo de Josep-Maria Puigjaner, publicado el 27 de julio de 2005 por el diario La Vanguardia

¿Cómo combatir el terrorismo?

 

El terrorismo de Al Qaeda y el de otros sectores de la ultraderecha islámica contra Occidente y su civilización viene a ser una respuesta tardía a un terrorismo previo. Me refiero a aquel terrorismo —con muchísimos más muertos, naturalmente— llevado a cabo, en varios países africanos y asiáticos, por potencias occidentales durante el siglo XIX. Fue un expolio económico de gran alcance, con pocos miramientos, que repartió prosperidad entre los aventureros (individuos y empresas) y elevó el nivel de vida de los países occidentales.

 

No pongo en duda ciertos beneficios conseguidos por los países objeto de colonización, especialmente en lo que a cultura y religión respecta. En consecuencia, siempre habrá quien diga que el expolio no fue tan cruel. Pero parece evidente que los países colonizadores, mientras duró su dominio, no se comportaron con la dignidad humana que hubiera sido deseable.

 

Al mismo tiempo que lamentamos la dureza de la revancha de los terroristas islámicos, que desborda en exceso y sin excusa válidas las reglas del humanitarismo, sería lógico que Occidente hiciera ya un reposado examen de conciencia. A mi entender, el terrorismo de Al Qaeda es un ataque despiadado contra la sociedad materialista y arreligiosa de los países occidentales. En la Edad Media lucharon entre sí dos creencias: la fe cristiana versus la islámica.

 

Hoy, el planteamiento es distinto: la fe islámica se lanza ciegamente a castigar la apostasía práctica de los países ricos de la Tierra. Con procedimientos totalmente inhumanos, los terroristas aspiran a neutralizar la influencia, para ellos nefasta, de una civilización occidental podrida por el afán de dinero y la ambición de poder. Aunque hay en Occidente personas que, conscientes de su situación de privilegio, están dispuestas a defenderse de parte de sus ambiciones y bienes, la tónica dominante —sobre todo si se contempla desde la óptica musulmana— es la ostentación de las riquezas y la prepotencia del poder.

 

Los cristianos occidentales están llamados a abrir y cerrar los ojos y a darse cuenta de que este género de terrorismo sanguinario y siempre abominable es un aviso que delata la indecencia moral, la corrupción de las costumbres y sobre todo la insensibilidad generalizada ante el sufrimiento de millones de seres humanos.

 

 

Los políticos hacen bien en poner en marcha nuevos planes de seguridad que minimicen el riesgo que hoy tienen los países occidentales de ser víctimas del terrorismo. Con todo, vendría bien que, de vez en cuando, se elevaran a niveles superiores del espíritu. Me refiero a que considerasen a fondo cuál es el efecto de indigencia de ciertos valores humanos que se ha apoderado de la sociedad civil.

 

Es evidente que los políticos no son curas ni obispos, pero pienso que no deben desentenderse de ciertas realidades intangibles. Ésas que representan un papel, tan importante como positivo, en la vida de las personas. Ni desde una óptica laica puede este aspecto olvidarse si esos políticos pretenden ordenar mínimamente la sociedad a la que representan y a la que se deben.

 

No sé cuál es exactamente el diagnóstico de los expertos, pero, por lo que respecta al Islam, parece que se impone una relectura del Corán que adecue la fe islámica a la realidad del siglo XXI. Hay que decir que el cristianismo, aunque de manera demasiado tímida, sí ha ido llevando a cabo esta puesta al día.

 

El objetivo, ahora, es que los sectores más avanzados y conscientes del mundo islámico hagan esa necesaria relectura. Que se comprometan a promover en el ámbito musulmán aquellos valores del espíritu válidos para cualquier persona en cualquier país y en cualquier época, sobre todo el valor sagrado del respeto a la vida de nuestros semejantes humanos. Si no es así, vamos todos irremediablemente a la barbarie, que es la derrota como personas humanas.

¿Cómo combatir el terrorismo?

 

El terrorismo de Al Qaeda y el de otros sectores de la ultraderecha islámica contra Occidente y su civilización vienen a ser una respuesta tardía a un terrorismo previo. Me refiero a aquel terrorismo – con muchos muertos, naturalmente- llevado a cabo, en varios países africanos y asiáticos, por potencias occidentales durante el siglo XIX. Fue un expolio económico de gran alcance, con pocos miramientos, que repartió prosperidad entre los aventureros (individuos o empresas) y elevó el nivel de vida de los países occidentales.

 

No pongo en duda ciertos beneficios conseguidos por los países objeto de colonización, especialmente en los ámbitos de la cultura y de la religión. En consecuencia, siempre habrá quien diga que el expolio no fue tan cruel. Pero parece evidente que los países colonizadores, mientras duró su dominio, no se comportaron con la dignidad humana que hubiera sido deseable.

 

Al mismo tiempo que lamentamos la dureza de la revancha de los terroristas islámicos, que desborda en exceso y sin excusas válidas las reglas del humanitarismo, sería lógico que Occidente hiciera ya un reposado examen de conciencia. A mi entender, el terrorismo de Al Qaeda es un ataque despiadado contra la sociedad materialista y antirreligiosa de los países occidentales. En la edad media lucharon entre sí dos creencias: la fe cristiana versus la islámica.

 

Hoy, el planteamiento es distinto, la fe islámica más radical se lanza ciegamente a castigar la apostasía práctica de los países ricos de la Tierra. Con procedimientos totalmente inhumanos, los terroristas aspiran a neutralizar la influencia, para ellos nefasta, de una civilización occidental podrida por el afán del dinero y por la ambición de poder. Aunque hay en Occidente muchas personas que, conscientes de su situación de privilegio, están dispuestas a desprenderse de parte de sus posesiones y bienes, la tónica dominante – sobre todo si se contempla desde la óptica musulmana- es la ostentación de las riquezas y la prepotencia del poder.

 

Los cristianos occidentales están llamados a abrir los ojos y a darse cuenta de que este género de terrorismo sanguinario y siempre abominable es un aviso que delata la indecencia moral, el despilfarro económico, la corrupción de las costumbres y sobre todo la insensibilidad generalizada ante el sufrimiento de millones de seres humanos.

 

Los políticos hacen bien en poner en marcha nuevos planes de seguridad que minimicen el riesgo que tienen hoy los países occidentales por ser víctimas de terrorismo. Con todo, vendría bien que, de vez en cuando, se elevaran a niveles superiores al espíritu. Me refiero a que considerasen a fondo cuál es el efecto de la indigencia de ciertos valores humanos que se ha apoderado de la sociedad civil.

 

Es evidente que los políticos no son curas ni obispos, pero pienso que no deben desentenderse de ciertas realidades intangibles. Esas que desempeñan un papel, tan importante como positivo, en la vida de las personas. Ni desde una óptica laica puede este aspecto olvidarse si esos políticos pretenden ordenar mínimamente la sociedad a la que representan y a la que se deben.

 

No sé cual es exactamente el diagnóstico de los expertos, pero, por lo que respecta al Islam, parece que se impone una relectura del Corán que adecue la fe islámica a la realidad del siglo XXI. Hay que decir que el cristianismo, esta puesta al día, aunque demasiado tímida, la ha ido llevando a cabo.

 

El objetivo, ahora, es que los sectores más avanzados y conscientes del mundo islámico hagan esta necesaria relectura. Que se comprometan a promover en el ámbito musulmán aquellos valores del espíritu válidos para cualquier persona, en cualquier país y en cualquier época, sobre todo el valor sagrado del respeto a la vida de nuestros semejantes humanos. Si no es así, vamos todos irremisiblemente a la barbarie, que es la derrota como personas humanas.

 

Así, la Comisión ha podido verificar que en el texto publicado por la revista Nexos, de México, en diciembre de 2006 se ha reproducido parcialmente la obra “¿Cómo combatir el terrorismo?” de autoría de Josep-María Puigjaner, la cual fuera publicada el 29 de julio de 2005 en el diario La Vanguardia, de España, atribuyéndose el denunciado la autoría de la misma[45].

 

Por otro lado, se deja constancia que el denunciado no ha desvirtuado estos hechos al no haber cumplido con presentar sus descargos respecto de lo señalado en la Resolución de fecha 04 de julio de 2008.

 

En ese sentido, la Comisión concluye que el denunciado ha reproducido el texto “¿Cómo combatir el terrorismo?” de autoría de Joseph-María Puigjaner, atribuyéndose la autoría del mismo, a efecto de que sea publicada en la revista Nexos, como efectivamente ocurrió en diciembre de 2006.

 

Asimismo, se ha verificado que el denunciado ha suprimido o cambiado algunas palabras de la obra de titularidad de Josep-María Puigjaner, modificando, mutilando y alterando la misma, por lo que se corrobora también una afectación al derecho de integridad de dicho autor.

 

Finalmente, la Comisión debe señalar que se ha verificado una reproducción sustancial del texto “¿Cómo combatir el terrorismo” de Josep María Puigjaner por parte de Alfredo Bryce Echenique, por lo que a pesar de los cambios introducidos corresponde calificar dicho acto como un plagio servil.

 

En consecuencia, corresponde declarar FUNDADA la denuncia iniciada de Oficio contra Alfredo Bryce Echenique por infracción a los derechos morales de paternidad e integridad, y patrimonial de reproducción, del autor Josep-María Puigjaner respecto de su obra “¿Cómo combatir el terrorismo?”, publicada en la revista Nexos en diciembre de 2006.

 

23. Respecto de la obra “Cuerpos distorsionados y desfigurados: lo grotesco y lo freak en la cultura actual” de Cristóbal Pera

 

A fojas 335 del expediente obra una impresión de la página web http://www.culturalandia.com/default.asp?Pv_Landia=6&Pv_Sublandia=1&PVIDTi..., en el que se reproduce un fragmento de la obra “Cuerpos distorsionados y desfigurados: lo grotesco y lo “freak” en la cultura actual” de autoría de Cristóbal Pera, la cual, según el escrito presentado por el señor Herbert Morote Barrionuevo habría sido reproducido por la revista Jano, de España, en el año 2001.

 

Asimismo, de fojas 336 a 340 obra una impresión conteniendo la obra antes señalada, sin que se indique en la misma la fecha de su publicación, o alguna referencia a la fecha de su terminación.

 

A fojas 341 a 342 obra una impresión de la página web http://www.lanacion.com.ar/archivo/nota.asp?nota_id=215467, en la que se reproduce la obra “Lo grotesco y la moda freak” de autoría de Alfredo Bryce Echenique, publicada el 11 de julio de 2001 en el diario La Nación, de Argentina, de acuerdo a lo que se señala en dicho medio probatorio.

 

La Comisión ha efectuado una búsqueda del artículo denominado “Cuerpos distorsionados y desfigurados: lo grotesco y lo “freak” en la cultura actual”, sin embargo se ha verificado que a la fecha no se encuentra disponible en Internet. Asimismo, de los medios probatorios que obran en el expediente, la Comisión no ha encontrado fecha cierta que permita determinar con certeza la fecha de su publicación. Tampoco figura alguna referencia que permita deducir la fecha de su terminación.

 

Siendo que el señor Morote Barrionuevo únicamente refiere que el texto de Cristóbal Pera fue publicado en el año 2001 y que el texto de Alfredo Bryce Echenique fue publicado en el diario La Nación, de Argentina, el 11 de enero de 2001, y no habiendo documento alguno que permita verificar la fecha exacta de publicación del texto de Cristóbal Pera, la Comisión considera pertinente ARCHIVAR la denuncia en este extremo.

 

VII. IMPOSICIÓN DE SANCIONES

 

El Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC) contiene un conjunto de normas dedicado a la observancia de los derechos de propiedad intelectual en la Parte III de dicho acuerdo.

 

Así, el párrafo 1º del artículo 41º del ADPIC, exige a los países miembros que implementen en sus legislaciones internas medidas “eficaces” que permitan la observancia de los derechos de propiedad intelectual.

 

El concepto de medida eficaz, puede ser interpretado en el sentido de dotar a la Autoridad encargada de la observancia de los derechos, de una “efectiva” capacidad disuasiva para sancionar la inobservancia de los derechos de propiedad intelectual.

 

A fin de determinar la sanción aplicable la Comisión estima que debe tener en cuenta los siguientes criterios establecidos en el Artículo 186º de la Ley[46]:

 

a) La gravedad de la falta, al respecto, la Ley ha determinado taxativamente cuáles conductas se consideran faltas graves.

 

b) La conducta procesal de los denunciados.

 

c) El provecho ilícito obtenido por el infractor como consecuencia del acto infractorio.

 

d) El perjuicio económico del acto infractorio, para cuantificar éste se tomará como elemento de referencia, de ser el caso, la reparación integral del daño causado al titular o titulares de derechos afectados con el acto infractorio (daño emergente y lucro cesante) así como el daño causado a la competencia, el daño causado a los agentes económicos legales en su condición de competidores del infractor, el daño causado a la industria cultural directamente involucrada en el acto infractorio, el daño causado al Estado en relación a los impuestos dejados de percibir, el daño producido a los consumidores y el daño causado al orden público.

 

En el presente caso, la Comisión ha verificado lo siguiente:

 

a) El denunciado ha infringido dos derechos morales de los autores cuyas obras ha reproducido: el derecho moral de paternidad en la modalidad de plagio y el derecho moral de integridad.

 

b) La infracción ha tenido amplia difusión ya que no solamente se ha publicado en medios de comunicación de gran tiraje (diario El Comercio de Perú, diario La Nación de Argentina, Revista Nexos de México, etc.), sino que adicionalmente los artículos reproducidos por el denunciado se encuentran a disposición del público en distintas páginas web de acceso universal.

 

c) El denunciado no ha cumplido con presentar sus descargos respecto de lo imputado en la Resolución del 04 de julio de 2008.

 

En consecuencia, corresponde calificar la conducta del denunciado como falta grave.

 

En virtud del articulo 188° del Decreto Legislativo N° 822, modificado por la Ley N° 28571, la Comisión de Derecho de Autor –antes Oficina de Derechos de Autor- se encuentra facultada a imponer conjunta o indistintamente las siguientes sanciones a) Amonestación, b) Multa de hasta 180 Unidades Impositivas Tributarias, c) Reparación de Omisiones, d) Cierre temporal hasta por noventa días del establecimiento, e) Cierre definitivo del establecimiento, f) Incautación o comiso definitivo y g) Publicación de la resolución a costa del infractor.

 

La Sala de Propiedad Intelectual del Tribunal del INDECOPI, mediante Resolución N°483-96-TRI-SPI, señala que la multa es la sanción “…pecuniaria impuesta por la autoridad, no sólo con el fin de tutelar los derechos de autor de los denunciantes y, a través de ello cautelar nuestro acervo cultural, sino también para difundir la importancia de estos derechos para el progreso económico y cultural del país”.

 

Añade la Sala, en la Resolución antes citada que el “…fin de imponer la multa es propiciar un cambio de conducta de los agentes por prácticas que contravienen las normas o disuadirlos para que sean más cuidadosos en sus acciones. Asimismo la aplicación de la multa debe ser tal que disuada al infractor a continuar con su práctica ilegal, dado que el impacto económico de la multa le generará una perdida contra los beneficios y utilidades que hubiere obtenido en su práctica ilegal. En caso contrario, es decir, de coincidir la multa con el provecho ilícito esperado, no se lograría disuadir al infractor a no cometer la falta y podría ser considerada por el infractor como tan sólo un costo adicional de ejercicio de su actividad ilegal”.

 

En vista de las consideraciones expuestas, teniendo en cuenta que el denunciado ha incurrido en falta grave, la cantidad y frecuencia de los plagios y considerando además que debido a que el denunciado es un profesional de reconocida trayectoria literaria éste debía conocer exactamente las graves implicancias de la figura de plagio.   En ese sentido, la multa que deberá pagar el denunciado Alfredo Bryce Echenique ascenderá a cincuenta unidades impositivas tributarias (50 UIT).

 

La Comisión considera pertinente señalar que la sanción se limita exclusivamente a los artículos de prensa examinados en el presente procedimiento, sin perjuicio de la reconocida trayectoria literaria del denunciado fundamentada solidamente en sendas obras que han prestigiado tanto al autor como al país. El respeto a dicha trayectoria no se contradice con la sanción que corresponda a una infracción detectada cometida por el denunciado.

 

VIII. REGISTRO DE SANCIONES

 

De conformidad con lo previsto en el artículo 40° del Decreto Legislativo 807, la presente Resolución deberá inscribirse en el Registro de Infractores a la Legislación sobre Derechos de Autor, con la finalidad de informar al público, así como para detectar casos de reincidencia.

 

IX. CONOCIMIENTO DEL MINISTERIO PUBLICO

 

La Comisión considera pertinente informar al denunciado que de conformidad con el artículo 219° del Código Penal, modificado por el artículo 1° de la Ley N° 28289, constituye delito el siguiente tipo penal:

 

Artículo 219º.- Plagio.- Será reprimido con pena privativa de libertad no menor de cuatro ni mayor de ocho años y noventa a ciento ochenta días multa, el que con respecto a una obra, la difunda como propia, en todo o en parte, copiándola o reproduciéndola textualmente, o tratando de disimular la copia mediante ciertas alteraciones, atribuyéndose o atribuyendo a otro, la autoría o titularidad ajena”.

 

En ese sentido, la Comisión considera poner en conocimiento del Ministerio Público la presente resolución para los fines correspondientes.

 

X. RESOLUCIÓN DE LA COMISIÓN

 

PRIMERO .- DECLARAR INFUNDADA la excepción de incompetencia planteada por el denunciado.

 

SEGUNDO. - DECLARAR INFUNDADA la excepción de falta de legitimidad para obrar planteada por el denunciado.

 

TERCERO. - DECLARAR FUNDADA en parte la excepción de prescripción planteada por el denunciado únicamente respecto de una presunta infracción al derecho de reproducción del autor Graham Fuller e INFUNDADA la excepción de prescripción respecto de una presunta infracción a sus derechos morales de paternidad e integridad sobre la obra “El declive del poder estadounidense”.

 

CUARTO. - DECLARAR FUNDADA LA DENUNCIA iniciada de oficio contra ALFREDO BRYCE ECHENIQUE por infracción a los derechos morales de paternidad e integridad, y patrimonial de reproducción, de los autores Oswaldo de Rivero, Eulalia Solé, Nacho Para, Carlos Sentís, Jordi Cebrià Andreu, Víctor Cabré Segarra, Sergi Pàmies, Juan Carlos Ponce, Blas Gil Extremera, Jorge de la Paz, Benjamín Herreros Ruiz Valdepeñas, Cristóbal Pera, Luis M. Iruela, Frances-Marc Alvaro, Joseph María Puigjaner, en consecuencia, sancionar al denunciado ALFREDO BRYCE ECHENIQUE con una MULTA ascendente a CINCUENTA UNIDADES IMPOSITIVAS TRIBUTARIAS (50 U.I.T.), la misma que deberá ser cancelada dentro del plazo de cinco (05) días, contados a partir del día siguiente de notificada la presente Resolución, bajo apercibimiento de remitirse a cobranza coactiva[47].

 

QUINTO. - ARCHIVAR el presente procedimiento respecto de una presunta infracción a los derechos de autor de Graham Fuller (“El declive del poder estadounidense”), José María Pérez Álvarez (“Las esquinas habitadas”), Jordi Urgell (“América Latina: ¿regresando del pasado para enfrentar el futuro?”), Joseph`Pernau (“Contra las fotos de ataúdes con soldado dentro”), Victoria Toro (“1905, el año maravilloso”), Odile Baron Supervielle (“La correspondencia entre Pound y Joyce”) y Cristóbal Pera (“Cuerpos distorsionados y desfigurados: lo grotesco y lo freak en la cultura actual”), por las razones expuestas en la parte considerativa de la presente Resolución.

 

SEXTO. - ORDENAR la inscripción de la presente resolución en el Registro de Infractores a la Legislación sobre el Derecho de Autor.

 

SÉPTIMO. - Póngase en conocimiento del Ministerio Público la presente Resolución para los fines pertinentes.

 

Con la intervención de los señores Comisionados: Martín Moscoso Villacorta, Fernando Raventós Marcos, Álvaro Gutiérrez Bendezú y Óscar Montezuma Panez.

 

MARTÍN MOSCOSO VILLACORTA

Presidente de la Comisión de Derecho de Autor

 

jc/ra



[1] La Oficina de Derechos de Autor consideró que el poder presentado el 27 de noviembre de 2007 en el expediente Nº 001538-2006/ODA fue otorgado por el denunciado Alfredo Bryce Echenique a favor de los abogados Enrique Alberto Ghersi Silva y Alberto Villanueva Eslava únicamente para su representación en el procedimiento que se seguía en dicho expediente.

[2] DECRETO LEGISLATIVO 822. Artículo 203º: “Las obras, interpretaciones y ejecuciones artísticas, producciones fonográficas, emisiones de radiodifusión o transmisiones de hilo, cable, fibra óptica u otro procedimiento análogo, grabaciones audiovisuales, fijaciones fotográficas y demás bienes intelectuales extranjeros, gozarán en la República del trato nacional, cualquiera que sea su nacionalidad o el domicilio del titular del respectivo derecho o el lugar de su publicación o divulgación”. 

[3] LEY 27444. Artículo 105º: “Todo administrado está facultado para comunicar a la autoridad competente aquellos hechos que conociera contrarios al ordenamiento, sin necesidad de sustentar la afectación inmediata de algún derecho o interés legítimo, ni que por esta actuación sea considerado sujeto del procedimiento”.

[4] MORON, Juan Carlos: “Comentarios a la Ley del Procedimiento Administrativo General”. Lima, Gaceta Jurídica, 2004.

[5] El resaltado corresponde a la Comisión.

[6] El resaltado corresponde a la Comisión.

[7] ANTEQUERA, Ricardo y FERRYEROS, Marysol: Lima, Peru Reporting, 1996, p. 61-62

[8] Poder que obra a fojas 133 a 136 del expediente.

[9] Similares pronunciamientos se han producido en el derecho comparado. Así por ejemplo, en la jurisprudencia anglosajona (ver casos Playboy Enterprises Inc. vs. Chuckleberry Publishing Inc.) en la cual las cortes asumen jurisdicción indicando que el acceso a la página web con contenido infractor desde un determinado país permite a las cortes de dicho país conocer los casos correspondientes a dichas infracciones.

[10] MORON, Juan Carlos: op. cit. p. 618.

[11] LIPSZYC, Delia: “Derecho de Autor y Derechos Conexos”. Buenos Aires, UNESCO-CERLALC-ZAVALÍA, 1993, p. 156-157.

[12] LIPSZYC, Delia. Op. cit. .; p. 61.

[13] El subrayado es de la Comisión.

[14] ANTEQUERA PARILLI, Ricardo. “La obra como objeto del derecho de autor”. En: CURSO DE LA OMPI SOBRE DERECHO DE AUTOR Y DERECHOS CONEXOS PARA JUECES Y FISCALES DE PERÚ. Organizado por la OMPI, en cooperación con la Corte Suprema de Justicia de Perú, el Ministerio Público y la Oficina de Derechos de Autor del INDECOPI, llevado a cabo en Lima del 27 al 30 de junio de 1994; pág. 11.

[15] Resolución Nº 286-1998/TPI-INDECOPI, de la Sala de Propiedad Intelectual del Tribunal del INDECOPI, de fecha 23 de marzo de 1998, pág. 13.

[16] ANTEQUERA PARRILLI, Ricardo. El nuevo régimen del Derecho de Autor en Venezuela; Ed. Autoralex; Caracas; 1994; p. 210.

[17] LIPSZYC, Delia. Obra citada; pp. 154-155.

[18] ESPIN CANOVAS, Diego. Las facultades del derecho moral de los autores y artistas; Edit. Civitas S.A.; 1ª ed.; Madrid; 1991; p. 91.

[19]  LIPSZYC, Delia. Ob. cit.; p. 168.

[20] FERNÁNDEZ DELPECH, HORACIO. Protección Jurídica del Software; Edit. Abeledo-Perrot; Buenos Aires; 1ª ed.; pp. 47-48.

[21] Se ha resaltado en negrita las diferencias entre un texto y otro.

[22] Se ha resaltado en negrita las diferencias entre un texto y otro

[23] Se ha resaltado en negrita las diferencias entre un texto y otro

[24] Dicho texto se encontró en la memoria caché de Internet correspondiente la página web del diario La Vanguardia de España. Al respecto, se define la memoria caché como el “directorio que se encuentra en el ordenador personal del usuario final donde se guardan temporalmente las últimas páginas web visitadas; si el usuario las vuelve a pedir, son leídas desde el disco duro sin necesidad de una nueva conexión a Internet, lo cual acelera notablemente el tiempo de respuesta”. (LIPSZYC, Delia: “Nuevos temas de derecho de autor y derechos conexos”. UNESCO-CERLALC-ZAVALIA, 2004, p. 508).

[25] La Comisión, asimismo, ha verificado que en la página web http://www.lavanguardia.es/premium/publica/publica?COMPID=51264883043&ID_PAGINA=3746&ID_FORMATO=9&PAGINACIO=&dummy=dummy?urlback=http%3A%2F%2Fwww.lavanguardia.es%2Fpremium%2Fpublica%2Fpublica%3FCOMPID%3D51264883043%26ID_PAGINA%3D3744%26ID_FORMATO%3D9 correspondiente al diario La Vanguardia, de España, aparecen los primeros párrafos de la obra de Carlos Sentís, verificándose asimismo que ésta fue publicada el 29 de julio de 2005.

[26] Lo resaltado corresponde a la diferencia entre ambos textos.

[27] No se compara el íntegro del artículo debido a que la totalidad del mismo no se encuentra disponible.

[28] Lo resaltado en negrita corresponde a las diferencias entre ambos textos.

[29] Lo resaltado en negrita corresponde a las diferencias entre ambos textos.

[30] Lo resaltado en negrita corresponde a las diferencias entre ambos textos.

[31] A la fecha se ha podido observar que la configuración de la página web del diario La Nación de Argentina ha cambiado, sin embargo se trata del mismo portal, por lo que no se altera el valor del medio probatorio.

[32] Lo resaltado en negrita corresponde a las diferencias entre ambos textos.

[33] Lo resaltado en negrita corresponde a las diferencias entre ambos textos.

[34] Se ha verificado en la página web http://www.anuies.mx/servicios/p_anuies/index2.php que Jorge de la Paz publicó su obra “William Blake y los proverbios del infierno” en la Revista ANUIES de México, Vol. XV (3), Nº 59, julio-septiembre de 1986, por lo que se ha acreditado la fecha cierta de publicación de dicha obra.

[35] Lo resaltado corresponde a las diferencias entre ambos textos.

[36] Lo resaltado en negrita corresponde a las diferencias entre ambos textos.

[37] http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1153869.

[38] En la revista Jano Nº 1425 de octubre de 2005 se hace referencia a la vinculación existente entre dicha revista y la página web www.doyma.es/jano.

[39] Lo resaltado en negrita corresponde a las diferencias entre los textos.

La cursiva corresponde a los fragmentos de Cristóbal Pera que no se encuentran en la obra del denunciado.

[40] Lo resaltado en negrita corresponde a la diferencia entre los textos.

La cursiva corresponde a la alteración del orden con mínimos cambios entra ambos textos.

[41] También disponible en la revista Jano de España: www.jano.es

[42] La cursiva corresponde a la alteración del orden con mínimos cambios entre ambos textos.

[43] Lo resaltado en negrita corresponde a las diferencias entre ambos textos.

[44] Lo resaltado en negrita corresponde a las diferencias entre ambos textos.

[46] “artículo 186º.- la oficina de derechos de autor está facultada para imponer las sanciones que correspondan a las infracciones del derecho de autor y derechos conexos protegidos en la legislación, de acuerdo a la gravedad de la falta, la conducta del infractor a lo largo del procedimiento, al perjuicio económico que hubiese causado la infracción, al provecho ilícito obtenido por el infractor y otros criterios que dependiendo de cada caso particular, considere adecuado adoptar la oficina.

se considerará como falta grave aquella que realizare el infractor, vulnerando cualquiera de los derechos y en la que concurran al menos alguna de las siguientes circunstancias:

a) la vulneración de cualquiera de los derechos morales reconocidos en la presente ley.

b) el obrar con ánimo de lucro o con fines de comercialización, sean estos directos o indirectos.

c) la presentación de declaraciones falsas en cuanto a certificaciones de ingresos, repertorio utilizado, identificación de los titulares del respectivo derecho. autorización supuestamente obtenida; número de ejemplares o toda otra adulteración de datos susceptible de causar perjuicio a cualquiera de los titulares protegidos por la presente ley.

d) la realización de actividades propias de una entidad de gestión colectiva sin contar con la respectiva autorización de la oficina de derechos de autor.

e) la difusión que haya tenido la infracción cometida.

f) la reiterancia o reincidencia en la realización de las conductas prohibidas.”

[47]según lo señala el artículo 37° del decreto legislativo 807 el cual señala: "la sanción de multa aplicable será rebajada en un veinticinco por ciento (25%) cuando el infractor cancele el monto de la misma con anterioridad a la culminación del término para impugnar la resolución que puso fin a la instancia, en cuanto no interponga recurso impugnativo alguno contra dicha resolución",